Cuando Sterbik cambió una copa de vino por una medalla de oro
Contaba España con un par de excepcionales porteros en la búsqueda de su primer título continental en balonmano. Uno, hijo de Castilla, obedecía al nombre de Gonzalo Pérez de Vargas. El otro, vástago de Galicia, respondía como Rodrigo Corrales. Ambos repartían con exactitud sus minutos en pista para exprimir al máximo unos cuerpos de baloncestista capaces de contorsionarse como si funambulismo practicasen. La idea funcionaba a la perfección hasta que […]