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El cromo de Bustingorri

El más conocido fue Zoco. Nacido en la montaña navarra, jugó tres temporadas en el Club Atlético Osasuna antes de hacer carrera en el Real Madrid donde lograría siete ligas y la sexta Copa de Europa de la entidad merengue. Alto, bregador, fuerte, jugaba de central o de mediocentro con el mismo acierto. Compañeros de Zoco en el éxito continental fueron Pachín o Serena, quienes también vistieron la camiseta rojilla. Andrés Sabido, duro defensa a caballo entre los 70 y los 80, y los delanteros Javier Portillo o Roberto Soldado, ya en el siglo XXI, también jugaron como locales tanto en el Santiago Bernabéu como en El Sadar.

Si el más conocido fue Zoco, el más mediático fue Pedrag Spasic. Serbio, entonces yugoslavo, había destacado en el Mundial de 1990 secando a Julio Salinas en un choque de octavos de final que finalizó con eliminación española. Ramón Mendoza, yuppie metido a presidente, lo fichó a regañadientes para el Real Madrid. ¿El motivo? Spasic era feo y calvo. Contaba con 25 años, pero aparentaba muchos más, su dentadura era descuidada y llevaba siempre una gabardina gris que lo hacía parecer un agente de la Stasi. Hoy sería carne de memes. El caso es que al agente Spasic le iba todo bien hasta que una noche de enero de 1991 le dio por meter un golazo en el Camp Nou…en propia puerta. Se convirtió en ídolo culé y en mofa recurrente en todos los campos de España. Tocado, entró en barrena. No era buena época. Koeman, Laudrup y Stoichkov eran los extranjeros en Can Barça. Spasic, Hagi y un Hugo Sánchez de 33 años eran los merengues. Había diferencia. Hubo que mal vender a Spasic en el siguiente verano y el yugoslavo firmó tres temporadas decentes en Pamplona. Hoy sobrevive en Belgrado gracias a una pensión que le fue otorgada por la Asociación de Veteranos del Real Madrid.

Pedrag Spasic compartió equipo con el protagonista del presente artículo; Eugenio Bustingorri. Lateral zurdo, pero también extremo o mediocentro. Futbolista polivalente, de los que corren por dos y jamás protestan ni tienen una mala cara. Navarro de pura cepa y capitán y leyenda del Osasuna donde militó durante doce temporadas. ‘Busti’ regenta hoy un bar en el centro de Pamplona donde despacha bocatas como antes despachaba pases y entradas.

Pero antes de todo ello Eugenio Bustingorri jugó en el Real Madrid.

¿O no?

Viajamos a la temporada 1989-1990. Se acaba de retirar José Antonio Camacho y el Madrid busca un sustituto en el lateral izquierdo que compita para el puesto con el veterano Rafa Gordillo. El elegido es Bustingorri, quien concluye una temporada estupenda con el Osasuna. Las negociaciones se inician con el jugador, el cual acepta de buen grado con el considerablemente aumento de sueldo adjunto, y finalizan con el acuerdo verbal entre presidentes de ambas entidades.

No obstante, al mismo tiempo que Bustingorri negocia su fichaje por el Real Madrid aparece en escena Sebastián Losada. Era Losada un delantero espigado de apenas 19 años forjado en el Castilla que el año anterior había estado cedido en el RCD Espanyol. Allí había explotado anotando 11 goles en Liga y dos de los tres tantos que los periquitos habían convertido en el partido de ida final de la Copa de la UEFA que los enfrentó al Bayer Leverkusen. Lástima que, en la vuelta jugada en Alemania, el Leverkusen igualase el tanteo de la ida (3-0) y en los penaltis Losada mandase a las nubes el penalti que hacía campeón a los germanos y subcampeones a los catalanes.

El caso es que el Madrid cuenta con recuperar a Losada para la nueva temporada en la que se tienen puestas grandes esperanzas en su desempeño. Es entonces cuando el Atlético de Madrid decide tomar parte del entuerto. Jesús Gil acaba de firmar como entrenador a Javier Clemente, quien el año anterior había sido técnico espanyolista. Clemente solicita una serie de fichajes y entre ellos está el de Sebastián Losada. Gil sabe que no tiene nada que hacer si pretende negociar con Mendoza por lo que decide tirar por la calle de en medio. Abonará la cláusula de rescisión.

Losada acepta y su futuro se encamina a la ribera del Manzanares pero, en un giro del destino, Ramón Mendoza corre a visitar al chaval a su casa. Lo convence de que está cometiendo un error y de que su futuro está en el Madrid. Tendrá oportunidades. Butragueño y Hugo Sánchez están por delante, pero la temporada es muy larga y el futuro es suyo. Losada da marcha atrás, llama a Gil y rechaza la oferta del Atlético de Madrid.

Y Gil y Gil monta en cólera.

Ojo por ojo y diente por diente. Gil se pone en contacto con Bustingorri y le dobla la oferta sin saber siquiera cual es la oferta. No le interesa para nada el navarro. Simplemente quiere dar por culo al Madrid. Convence a Fermín Ezcurra, el histórico presidente del Osasuna, para que acepte la propuesta colchonera. Ezcurra amablemente le dará largas al Madrid. Es un visto y no visto. Un frenesí de apenas 24 horas.

Eugenio Bustingorri jugará en el Atlético de Madrid.

Fue tal la celeridad de la operación que cuando la temporada esté a punto de rodar y las colecciones de cromos hagan su aparición, Eugenio Bustingorri no aparecerá en las páginas del Atlético de Madrid.

Tampoco en las del Club Atlético Osasuna.

Eugenio Bustingorri será jugador del Real Madrid.

Cromo Bustingorri. La verdadera historia del famoso cromo de Bustingorri  con la camiset...
Bustingorri merengue

Era tal el secreto a voces, estaba tan aceptado el fichaje de Bustingorri por el club de la Castelllana, que Ediciones Este decidió adelantarse a Panini, su principal competidor, y sacar un cromo de Bustingorri de blanco. Hoy la tecnología nos permite simulaciones realistas de todo tipo. Entonces la edición era artesanal. Se cogía una fotografía del jugador y se pintaba a mano la camiseta de su nuevo equipo. Bastante chusco, pero efectivo para la época. Luego, semanas después, se realizaba una foto, ahora real, vestido con su nueva equipación y paulatinamente se iba sustituyendo el cromo falso por el verdadero a medida que los niños y no tan niños iban gastando sus pesetas en los ‘sipis’ y en los ‘noes’.

El caso es que Ediciones Este sacó a la venta el cromo de Bustingorri antes de que el fichaje se formalizara. Durante unos breves días formó parte de la colección de unos cuantos niños que tenían en sus manos una suerte de incunable. Hoy el cromo de Bustingorri es objeto de coleccionistas. Lo he visto a la venta por internet por 80 euros. El de Maradona en el Barça, por ejemplo, lo encuentras por 15 euros.

Fiel a su fama a Gil no le duró mucho Clemente. Al vasco le sustituyó Briones y a este último Joaquín Peiró. Con ninguno de los tres tuvo excesiva suerte Bustingorri, quien apenas jugó 12 partidos como colchonero. Al finalizar la temporada regresó a las filas del Osasuna donde volvería como capitán. Peor suerte tendría incluso Sebastián Losada. El canterano tuvo pocas oportunidades en el Bernabéu y finalmente acabaría fichando por el Atlético de Madrid en 1991. Tuvo un mal año con los colchoneros para luego jugar en Sevilla FC y Celta de Vigo retirándose con apenas 27 años asqueado del fútbol profesional e iniciando una fructífera carrera como abogado.

En esos 12 choques a Bustingorri le dio por anotar un gol. Fue de falta directa. Y fue contra el Real Madrid.

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