El inventor de los números (2ª parte)
La maravillosa creación de Herbert Chapman tuvo recorrido hasta 1993. Ese año la Football Association (FA) tuvo la ocurrencia de hacer permanentes los números de las camisetas. Así pues, un futbolista, independientemente de ser o no ser titular, conservaría la misma cifra toda la campaña. El portero ya no era el ‘1’ ni el extremo derecho el ‘7’. Ahora el ‘8’ podría no jugar en todo el año y el ‘17’ ser el jugador estrella del equipo. No fue casualidad que la FA escogiese un encuentro de copa entre el Arsenal FC y el Sheffield Wednesday como el primer partido con la nueva numeración. Se trataba del mismo encuentro disputado el 25 de agosto de 1928, sesenta y cinco años atrás, cuando la idea de Chapman de numerar a los futbolistas del 1 al 11 se hacía convertido en realidad.
En los siguientes cinco años las ligas de todo el mundo adoptaron el nuevo sistema a lo que inmediatamente se le añadió el nombre en la parte de atrás de la zamarra. Los 90 culminaron con el cambio anual en el diseño de la camiseta por parte del suministrador deportivo y la aparición de una segunda y hasta una tercera equipación donde los colores habituales del club pasaron a mejor vida. Los números y los colores ya no están pensados para el que va al campo. De hecho, hay combinaciones tan asquerosas que dañan la vista del más avispado. Los números hoy se diseñan para vender y para ser visibles por televisión. Lo vimos con el Covid o con el Mundial de Qatar. El respeto a las camisetas deja lugar al negocio. El aficionado que va al campo ha dejado lugar al forofo a distancia.
Volvamos atrás en el tiempo. Aunque en los 90 los números dejaron de ser sagrados desde 1954 ya habían dejado de serlo cada cuatro años. En el Mundial de Suiza 1954 la FIFA estableció que cada selección eligiese un número fijado entre el 1 y el 22 a cada uno de los seleccionados de forma inamovible. Por entonces no existía el marketing y las situaciones que la historia nos ha dejado pueden ser calificadas, al menos, como curiosas.
En 1958 la selección brasileña se olvidó de enviar la lista numerada de los jugadores a la FIFA en tiempo. Esto hizo que se escogiesen los números al azar desde la sede del máximo organismo. En la Brasil campeona en Suecia estaba el portero Gilmar ‘3’, Garrincha jugó con el ‘11’ en vez de con su clásico ‘7’ y Pelé fue el ‘10’ por una simple cuestión de azar, dado que, antes del Mundial, era un chico de 17 años muy conocido en Brasil, pero desconocido en el resto del mundo. No hay que olvidar que empezó el campeonato como suplente.
Más surrealista fue la decisión tomada por Argentina. En 1966 decidieron colocar sus tres primeros números a los porteros para luego seguir con el mismo orden con defensas, medios y delanteros. El arquero Hugo Gatti llevaba el ‘3’, el lateral zurdo Silvio Marzolini el ‘7’, el pivote defensivo Antonio Rattin el ‘10’ y el goleador Luis Artime el ‘19’. Si la decisión tomada en 1966 fue surrealista la escogida para las siguientes ediciones fue igual de racional que de rocambolesca. Desde 1974 a 1986, la época gloriosa de Argentina que incluyo dos victorias del Mundial, los jugadores fueron ordenados alfabéticamente. Los centrocampistas Beto Alonso y Osvaldo Ardiles fueron campeones mundiales en 1978 portando el ‘1’ y el ‘2’ respectivamente. El portero Ubaldo Fillol llevó el ‘5’ y el capitán y defensa central Daniel Passarella lució el ‘19’. Al igual que había sucedido con Pelé, quiso la casualidad que el delantero del Valencia CF y estrella de la selección Mario Alberto Kempes portase el número ‘10’.
La AFA (Asociación del Fútbol Argentino) no quiso volver a tentar a la suerte y aunque siguió usando el orden alfabético en los siguientes campeonatos mundiales decidió hacer una excepción. A Diego Armando Maradona se le dio el número ‘10’ por decreto. Eso suscitó envidias. A Daniel Passarella, el hombre que levantó la copa de 1978, se le permitió llevar su querido número ‘6’ y a Jorge Valdano, un futbolista menor, pero con gran ascendencia sobre el grupo, se le otorgó lucir el ‘11’. Aun así, en el Mundial victorioso de 1986 el delantero Sergio Almirón era el ‘1’, el mediapunta Ricardo Bochini el ‘3’, el lateral izquierdo José Cuciuffo el ‘9’ y el guardameta Nery Pumpido el ‘18’.
Retornando a 1978 se dio la curiosidad de que la final del Mundial fue la más estrafalaria en cuanto a numerología se refiere. Las manías argentinas derivan del fracaso de no clasificarse para el Mundial 1958. Tras eso, la AFA decidió dar un volantazo en su metodología que incluía lo de pasarse de rosca eligiendo los números. Lo de Países Bajos no tenía razón de ser. En 1974 jugaron su primer Mundial. Fuese por lo voluble de la época o por un afán de rebeldía se optó por numerar a los jugadores en función de un sorteo. El delantero Ruud Geels lució el ‘1’, el mediocentro Ari Haan fue el ‘2’, el centrocampista Van Hanegem el ‘3’, el portero Jan Jongbloed el ‘8’ o el delantero Johnny Rep el ‘16’. Por supuesto Johan Cruyff escogió el ‘14’ y punto. El caso es que en 1978 se descartó el estrambótico método, pero, dado que en 1974 los neerlandeses llegaron a la final, muchos jugadores decidieron repetir método para 1978. Así en la final entre Argentina y Países Bajos de 1978 además de Ardiles con el ‘2’ también estaban el mediocentro Arie Haan con el ‘9’, el delantero Rob Resenbrink con el ‘12’ o el volante Johan Neeskens con el ‘13’.
Para el Mundial de 1990 tuvo lugar la última estrafalaria ocurrencia de una selección. Italia, que ejercía de anfitriona, copió la idea de los argentinos en 1966 con la salvedad de darle el 1, 12 y 22 a los porteros. La FIFA ya andaba con la mosca detrás de la oreja y años después declararía obligatorio que el ‘1’ fuese designado obligatoriamente a un cancerbero. El caso es que hubo sus cositas. Los defensas Paolo Maldini y Pietro Vierchowod llevaron el ‘7’ y el ‘8’ respectivamente, el centrocampista Carlo Ancelotti el ‘9’, el mediapunta Roberto Baggio el ‘15’ y el delantero Gianluca Vialli el ‘21’. La gota que colma el vaso en ese Mundial es la de Escocia. Exceptuando al portero y número ‘1’ Jim Leighton, los escoceses decidieron ordenar a los futbolistas en función del número de veces que habían sido internacionales. La rareza salió más o menos bien porque quiso la casualidad que los tres futbolistas con más participaciones fuesen defensas y a los delanteros titulares les tocase el ‘7’ y el ‘9’. En todo caso el central del Liverpool FC Gary Gillespie portó el número ‘11’.
En el futbol los números retirados escasean. En las selecciones directamente no existen. En 2001 la AFA quiso retirar el ‘10’ de Maradona. La FIFA prohibió tal medida y, aunque Argentina envió una lista de 23 jugadores del 1 al 24 omitiendo el número ‘23’ para el Mundial de 2002, la FIFA no hizo caso a la propuesta y exigió un cambio en la lista. Finalmente, Ariel Ortega luciría el ‘10’ y la prohibición de la FIFA permitirá que en 2022 Argentina vuelva a proclamarse vencedor mundial con Lionel Messi de capitán y luciendo el icónico número ‘10’.
Como vemos lo de llevar números superiores al ‘11’ es una costumbre en el Mundial desde hace tres cuartos de siglo. Sin embargo, hay una limitación más allá del ‘23’. No ocurre lo mismo en el fútbol de clubes. Desde que se dio carta libre a los futbolistas para abandonar la numerología tradicional se les autorizó llevar cualquier cifra entre el 1 al 99. Dicho número, por cierto, no puede ser cambiado a lo largo de una temporada con la salvedad de cambio de club por traspaso o cesión.
Uno de los más estrambóticos es el del lateral Alexander-Arnold. Luce el ‘66’ porque fue ese el número con el que debutó. En el Liverpool FC a los canteranos se les da números muy altos al debutar con el primer equipo para que tengan la motivación de progresar y conseguir un número mejor. No es el caso Alexander-Arnold feliz y titularísimo con su ‘66’. Anteriormente John Terry tuvo una carrera legendaria de dos décadas con el Chelsea FC con el ‘26’ por la misma razón. Los hay aún más curiosos. El chileno Iván Zamorano se encontró con la imposibilidad de llevar el ‘9’ al fichar por el Internazionale por lo que decidió lucir un ‘18’ al que añadió entre ambas cifras un +. Jamás se ha vuelto a ver algo parecido salvo en el caso del colombiano Freddy Rincón que usó un ‘35’ con un + en el Santos FC al no poder llevar su clásico ’8’.
Igual Zamorano tuvo esa idea porque en Chile la normativa es más laxa. Porteros como Vitor Baia o Gianluigi Donnarumma lucen el ‘99’, pero es que en Chile se puede ir más allá. Sergio Vargas llevó el ‘188’ y el delantero Marco Olea, al ver que el titular Marcelo Salas portaba el ‘11’, no se cortó y solicitó el ‘111’. También inusual es el ‘01’ que lució el portero brasileño Rogerio Ceni , el ‘3’ del cancerbero argentino Roberto Vilar o el ‘9’ del mexicano Jorge Campos.
Lo que es más común es lo de escoger como número tu fecha de nacimiento. Bixente Lizarazu (69) o Angelo Peruzzi (70) iniciaron la moda. En el AC Milan lo hicieron Andrei Shevchenko (76), Ronaldinho (80) o Flamini (84). Ronaldinho subió la apuesta al portar el ‘49’ en el Atlético Mineiro conmemorando el año de nacimiento de su madre. El también brasileño Ronaldo llevó el ‘99’ en sus años en Milán al no estar libre el ‘9’ y el italiano Antonio Cassano también lo lució en varios equipos en su caso porque 9+9 son 18 y el ’18’ era su número fetiche. También hay delanteros que han lucido el ‘2’. Unos cuantos en España. Gaizka Toquero, Aruna Koné o Borja Mayoral lo han portado. Diego Forlán fue el ‘5’ en el Villarreal FC. Falcao llevó el ‘3’ en el Rayo Vallecano en honor a su padre.
Cuando Mesut Özil decidió fichar por el Fenerbahce apostó por el ‘67’. ¿Motivo? Es el número que en Turquía se le asigna a la matrícula de los coches de donde son originarios sus padres. El ‘0’ fue portado por el marroquí Hicham Zerouali que militaba en el club escocés del Aberdeen. Fue el primero y el último en hacerlo porque la FIFA prohibió el uso de la cifra que por sí misma no es nada. Y por último nos quedamos con Gianluigi Buffon, candidato a mejor portero de todos los tiempos. Su longeva carrera está ligada al número ‘1’ pero también lució el ‘99’ con el que debutó en la Serie A. En cierta temporada quiso sorprender al público y optó por el ‘88’ pero se armó un fuerte revuelo dado que es el número simbólico del nazismo. La octava letra del alfabeto es la h. Y el 88 se asocia a HH (Heil Hitler). Visto el revuelo decidió sustituirlo por el ‘77’ que, según dijo, le recordaba a las piernas de una mujer.
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