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Expresiones del lenguaje deportivo

Hay gente, mucha gente, que considera el deporte una tontería, algo banal, ‘pan y circo’. Son tan obtusos que son incapaces de ver que detrás del deporte hay una serie de ramificaciones que conforman esta expresión cultural como una evolución del desarrollo del ser humano. Esta misma gente suele tener cierto repelús a la hora de unir deporte con literatura y lenguaje académico, o, algo aún más prosaico, a la hora de usar el lenguaje deportivo como forma de lenguaje cotidiano. Estoy seguro que esa gente ignora que en el siglo V a.C. un ateniense llamado Arístocles puso las semillas de la filosofía, de la política, de la psicología o de la ética a través de sus libros escritos en forma de diálogo. Ese erudito ha pasado a la historia con el nombre de ‘Platón’, apodo que le pusieron sus amigos en la adolescencia porque era un gran atleta con una formidable espalda tan firme y tan ancha que parecía un plato. Siempre me ha resultado interesante que uno de los mayores genios de la humanidad sea conocido para la eternidad con su apodo deportivo.

Con la excepción del siempre presente fútbol, seguramente el deporte que más expresiones ha dado al habla cotidiana ha sido el hoy denostado boxeo. Podemos empezar con la clásica ‘tirar la toalla’, tan habitual para constatar que nos rendimos o que no nos esforzamos más y que tiene su origen en el gesto que los preparadores indican al árbitro para dar por finalizado un combate. Esto suele ocurrir cuando el boxeador está ‘grogui’, es decir, cuando se tambalea por el ring, expresión que hoy usamos para indicar un mareo fortuito muchas veces por culpa del alcohol. La palabra ‘grog’ hace referencia a un combinado cuya base es el ron, bebida de alta graduación que era muy habitual en el ejército británico. Se dice que los soldados consumían altas cantidades de esta bebida para entrar en combate y así quitarse el miedo antes de la batalla, en definitiva, entrar en combate ‘groguis’. Cuando un boxeador está ‘grogui’ o a punto de acabar en K.O. suele ‘estar contra las cuerdas’, arrinconado en una esquina del cuadrilátero. Dicha expresión la usamos cotidianamente cuando estás a punto de claudicar en cualquier ámbito de la vida. Pero, sin en el último momento consigues librarte de tan mal final es que te has `salvado por la campana´, dicho que hace referencia al fin del asalto, cuando el boxeador que va perdiendo tiene un minuto de descanso para recuperarse.

Otro clásico del argot pugilístico es recibir `un golpe bajo´, en referencia a golpear al rival en la entrepierna y hoy usado metafóricamente cuando somos sometidos a una traición en cualquier ámbito de la vida personal o profesional. Normalmente un `peso pesado´ no da `golpes bajos´ porque es un púgil de alto nivel, una persona de la máxima categoría, mientras que un ´sparring´ necesita de esas pequeñas triquiñuelas para obtener la victoria, lo cual tampoco está tan mal, porque un `sparring´ es aquel que en sentido figurado nos pone a prueba o que nos sirve para prepararnos ante algún acontecimiento más complicado.

Pero para deporte `grande, grande donde los haya´ como diría el bueno de José María García, no cabe duda de que ese es el fútbol. La regla más definitoria del llamado `deporte rey´ es el fuera de juego, y `quedarse en fuera de juego´ es algo habitual en nuestras relaciones cotidianas, especialmente en las de pareja. Los delanteros son los futbolistas que suelen caer más en fuera de juego y lo harán continuamente a lo largo de su carrera hasta que `cuelguen las botas´, algo que todos hacemos en algún momento de nuestra vida al llegar a la jubilación. `Colgar las botas´ o `colgar los guantes´ (volvemos otra vez al boxeo) es una expresión ciertamente prohibitiva en Centroamérica donde el significado es doble; dejar una actividad pero a través del fallecimiento.

La salsa del fútbol es `meter goles´ que es algo que todos hacemos cuando engatusamos a alguien y conseguimos lo que queremos, pero también podemos `echar balones fuera´ y agazaparnos para no entrar en una discusión y `lavarnos las manos como Poncio Pilato´. Cuando hay una falta peligrosa el portero se afana en `poner la barrera´ algo que los adolescentes enamorados deben realizar si no quieren evitar sustos a los 9 meses de colocar en funcionamiento sus hormonas.

Hay una expresión futbolera que es `100 x 100 made in Spain´. `Tener más moral que el Alcoyano´, que es algo así como rezarle a Santa Rita la `patrona de los imposibles´. Al parecer, en un encuentro en el que el CD Alcoyano iba perdiendo 13-0 los jugadores protestaron al árbitro por no dar varios minutos de descuento al término de la segunda parte. Según ellos esto impidió la remontada del equipo alicantino. Eso es lo que cuenta la leyenda. La realidad explica que a caballo entre los años 40 y los años 50, el CD Alcoyano era un `equipo ascensor´ que deambulaba entre Primera y Segunda División por lo que año tras año sus seguidores se cargaban de moral aún a sabiendas de que la vuelta a la máxima categoría iba a ser efímera.

Otra frase muy recurrente en el balompié es la de `ganar sin bajarse del autobús´, muy usada en los mítines políticos de los 70 y los 80 para referirse a la superioridad manifiesta entre el favorito y el aspirante. Este tipo de bravuconadas también se da entre jugadores. No obstante, cuando el entrenador utiliza su `mano de hierro´ para imponerse ante algún futbolista díscolo este inmediatamente pasa a `chupar banquillo´, expresión que era muy usada entre los adolescentes (sustituida por la de `pagafantas´ más recientemente), y que tiene su origen en la barra de metal que estaba colocada en muchos vestuarios (a semejanza de los asientos de las montañas rusas y otras atracciones) y que el jugador acababa chupando por aburrimiento.

La trilogía tradicional del deporte en España se completa con el ciclismo, otra disciplina llena de expresiones y frases hechas usadas en el día a día. Sin embargo, las dos expresiones más conocidas del mundo de las dos ruedas no tienen origen ciclista. La expresión `farolillo rojo´, que utilizamos para referirnos a aquel que va último en una carrera es originaria del mundo del ferrocarril, ya que originalmente el último vagón de un convoy llevaba una luz colorada para indicar el fin del vehículo a los transeúntes. Del mismo modo, cuando usamos la palabra `pelotón´ para indicar un grupo numeroso de personas inmediatamente pensamos en el Tour de Francia, cuando en origen es un vocablo de corte militar.

Siempre que discutimos con alguien y a pesar de las evidencias es incapaz de cambiar de parecer, decimos que es una persona `de piñón fijo´, como las primeras bicicletas de carrera o las de paseo que usamos de pequeños. Con ese tipo de bicis es más difícil `esprintar´ un verbo común en la actualidad y que implica un esfuerzo final y a última hora. En el ciclismo las victorias al sprint se consiguen después de jornadas `maratonianas´, que hacen referencia a la prueba atlética más larga y más fatigosa con sus más de 42 kilómetros de longitud.

En el mundo de la raqueta, si bien es cierto que en Francia la palabra ´deuce´ se utiliza como empate aunque realmente no quiere decir eso (la palabra francesa para empate es ‘egalité’), en el castellano lo más curioso es como la palabra tenis ha pasado a designar un tipo de zapato deportivo, dado que en el siglo XIX los únicos que llevaban tenis eran los jugadores de tenis, valga la redundancia.

Del norteamericano deporte del baloncesto hemos absorbido la expresión `tiempo muerto´, útil para hacer un `kit-kat´ en medio de una discusión o de un esfuerzo. Cuando la discusión no acaba como deseamos puede que nos `pillemos un rebote´ que hace referencia al acto, muchas veces desagradable porque implica dar codazos o manotazos, de recoger el balón cuando sale expulsado del aro.

El juego del ajedrez (deporte para muchos) tiene su origen en la Edad Media, momento en el que las lenguas romances adquieren forma propia para más adelante establecer reglas de uso y escritura a través de la gramática. Es por ello que el ajedrez, desde hace varios siglos, forma parte de la lengua de muchos países, y por supuesto del castellano, idioma en el que trazamos este artículo. El propio tablero de juego, tablero `ajedrezado´ ha creado un adjetivo usado para referirse a prendas de ropa o tipos de arquitectura que combinan cuadrados de distintos colores. Menos conocido es que cada uno de esos cuadrados recibe el nombre de `escaques´ de donde proviene el verbo `escaquear´, usado en el presente para quien evita una tarea impuesta y que en el medievo se refería a dividir los ejércitos en pequeñas unidades en una especie de `guerra de guerrillas´.

Por supuesto, la jugada maestra del ajedrez es el `jaque mate´, que se traslada a cualquier ámbito en el que gracias a nuestra pericia salimos victoriosos. Previamente hemos tenido que `poner en jaque´ a nuestro rival (pongamos por caso que sea nuestro jefe o nuestro padre) para poder conseguir nuestro objetivo, aunque a veces, ese jefe o ese padre, sabe `enrocarse´ y así defender su posición, por lo que no nos queda más remedio que dejar todo `en tablas´, o lo que es lo mismo en empate, porque aún a sabiendas de tener razón no tenemos ni fuerzas ni argumentos para demostrarlo.

Y luego hay otras ‘cositas´ que pasan desapercibidas. Desde el no muy usado verbo `placar´ sinónimo de derribar y común en el rugby, a otras más elitistas como `touché´ referidas a una argumentación brillante que es alabada y que proviene del afrancesado deporte de la esgrima.

Seguramente hay muchos más, pero con esto es suficiente para pasar un rato entretenido en una tarde de otoño. Porque como dijo Arístocles, más conocido como ‘Platón’; “mejor un poco que esté bien hecho, que una gran cantidad imperfecta”.


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