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Gran Premio de Estella. Guía de viaje

Lo cierto es que él no nació en estas tierras. Lo hizo hacia el noreste. En Villava. Entonces zona rural. De hecho, sus padres fueron agricultores. Hoy no. Hoy Villava ha sido engullida por Pamplona y tomada por solteros y familias que encuentran el suelo urbano más barato que en la capital de Navarra. Pero en definitiva Villava no es más que una muestra de lo que fue Navarra y de lo que es hoy. Carlista, agrícola, religiosa y española entonces. Federalista, industrial, atea y euskalduna en la actualidad. Miguel nació en Villava, pero hizo miles y miles de horas en bicicleta por tierras de Estella. No era de extrañar que la prueba fundada en 1951 pasase a rebautizarse en 1999 con el nombre de su vecino más ilustre.

Miguel Induráin.

Nacido como Campeonato Vasco-Navarro de Montaña, rebautizado como Gran Premio Navarra, Trofeo Jesús Galdeano, Trofeo Comunidad Foral de Navarra y finalmente como Gran Premio Miguel Induráin, esta prestigiosa carrera ciclista es conocida en el mundillo como Gran Premio Lizarra-Estella, ya que es organizada por el club ciclista de dicha localidad. Y así debe ser debido a que la prueba nace y muere en esta localidad navarra tras un recorrido zigzagueante por las tierras altas y bajas del oeste de Navarra.

En un meandro del Ega espera coqueta al visitante Estella. El río aquí parte caudaloso antes de regar de agua al siempre sediente Ebro. El Ega forma una primera frontera entre las montañas navarras y el camino a las tierras áridas del sur. Allí fundó el rey Sancho Garcés I una ciudad a la que dio nombre de Estella (estrella) y que pronto prosperó por su buen pan, su buen vino, por ser lugar de la primera imprenta navarra y por un agua dulce, sana y extraordinaria. Zapaterías, ebanisterías, alfarerías y hospederías pronto adornarán la llamada joya del románico navarro que velozmente se convertiría en enclave de importancia en el transcurso del Camino de Santiago.

Induráin no nació en Estella, pero no hay llamativas diferencias entre los distintos parajes navarros. Los alrededor de 200 kilómetros que deben afrontar los ciclistas se enmarañan en un recorrido plagado de ochos y en un continuo zigzagueo por tierras navarras. Una vez abandonada Estella los corredores remontan el Camino de Santiago en busca de Puente la Reina, abarrotada de peregrinos que aprovechan el inicio de la primavera para aprender más en el camino que en el propio destino.

En Puente la Reina lucharon navarros y castellanos y allí se junta el Camino francés con el que desde los Pirineos serpentea desde Jaca. Son 110 metros y 7 arcos donde se guardan imágenes de santos y crucifijos. La reina Muniadona mandó construir un puente que cruza el Río Arga, el otro gran curso de agua dulce que baña la huerta navarra. Bien sabido es que Ega, Arga y Aragón hacen al Ebro varón. Como no, Puente la Reina cuenta con iglesia dedicada al Apóstol Santiago, aunque su patrona es la Virgen del Txori (pájaro en euskera). Antaño la talla de la Virgen se encontraba sita en un arco del puente y cuenta la leyenda que todos los días un pajarito cogía agua del río con sus alas y lavaba el rostro de la Virgen.

Puente la Reina

Tras el paso por Puente la Reina el pelotón vira hacia el oeste y retoma el Camino de Santiago hasta llegar a Villatuerta, uno de esos tantos lugares donde el puente crea la villa y la iglesia le da sentido a su vida. Se adentra entonces el pelotón hacia el norte camino de la Sierra de Andía y de la sierra de Urbasa. Zona ideal para el que le guste montar a la burra. Zona de hayas y endrinos. De pacharán y de vinos. En el alto de Irache los ciclistas podrán contemplar los restos de la vía romana que unía Jaca con Logroño y el monasterio benedictino de Santa María la Real a los pies de Montejurra. En tiempos de la Guerra Civil fue usado como campo de concentración franquista. Hoy es un plácido lugar en el que brota constantemente un caño de vino procedente de las cercanas bodegas de Irache.

Tras el paso por Arroniz y por Murieta, los ciclistas afrontan el alto de Eraul (3,8 kilómetros al 5.5%). La cima da nombre a una de las pocas batallas ganadas por los carlistas durante las guerras del mismo nombre de mediados del siglo XIX. Y es que son estas tierras de carlistas y requetés. De Dios, Patria y Rey. Tras descender el alto de Eraul el pelotón vuelve a Estella en ese continuo viaje entre la Navarra Media montañosa y la Ribera estellana del Alto Ebro. Entre los valles y las sierras. Entre el cereal y la hortaliza. Entre la sopa estellesa untada de manteca de cerdo, arroz y leche y el cordero al chilindrón estofado con pimientos y espárragos.

Hasta años muy recientes el GP Miguel Induráin contó con presencia escasa de estrellas del pelotón internacional. Situado en el primer domingo de abril, cuando el calendario de clásicas europeas está más cargado, y con escaso puntaje y dotación económica, sólo en años recientes ha visto incrementado su pedigrí. A ello contribuye la presencia perenne del Movistar Team. Aunque patrocinado por la multinacional de telecomunicaciones, la estructura del conjunto es íntegramente navarra teniendo sus orígenes en la empresa de aluminios Reynolds (1980-1989), luego Banesto (1990-2003), Illes Balears (2004-2005) y Caisse d’Epargne (2006-2010), hasta que en 2011 se formó su actual estructura.

Es por ello que cualquier ciclista del Movistar, vaya o no vaya a ganar, tenga como obligación pasar al ataque en el alto de Guirguillano (2,8 km al 5,9%), a unos 60 kilómetros para línea de meta. Una vez acabado el descenso toca la subida al alto de Lezaun (3,9 km al 5,4%) para adentrarse entonces en los últimos cuarenta kilómetros de carrera. Vuelve entonces el pelotón a atravesar Estella siguiendo siempre la ruta Pamplona-Logroño entre encinas, hayas, romero y tomillo. Toca entonces avituallamiento para quien lo desee, aunque lástima que en las barritas y en los geles energéticos no se puedan introducir las alubias pochas, el chorizo o las tortas de chanchingorri, un dulce elaborado con los restos de la matanza del cerdo, pan y abundante azúcar.

La carrera puede decidirse al sprint en el centro de Estella. Existe la posibilidad de ascender al alto de la Basílica de Puy, llamada así porque en 1085 unos pastores acudieron a una colina atraídos porque unas estrellas lo señalaban. Allí encontraron en una cueva una imagen de la Virgen con el niño Jesús. Se la llamó Virgen del Puy, por haberse encontrado sobre una colina a semejanza de una advocación muy venerada en Francia conocida como Le Puy en Velay. Es del todo infrecuente que los organizadores tomen la decisión de llevar la carrera a ojos de la Virgen, por lo que el punto clave de la prueba está en el alto de Lezaun (3,9 km al 5,4%), a poco más de diez kilómetros del final.

Se llega entonces definitivamente a Estella, lugar donde se encuentran el palacio de los reyes navarros y los restos del castillo donde nació Juana II de Navarra, la cual entregó sus dominios a Francia al casarse con Felipe VI de Valois. No será hasta 1512 cuando Navarra pase a formar parte del Reino de España tras ser anexionada por Fernando el Católico. Llegados a este punto es cuando es conveniente que a la Estella profundamente clerical donde Tomás de Zumalacárregui fue nombrado comandante general en la I Guerra Carlista o donde Carlos VII tenía su corte durante la III Guerra Carlista, dejemos de llamarla Estella. Ahora es Lizarra (fresno en euskera), donde la derecha vasca conservadora y la izquierda abertzale intentaron unir fuerzas en un pacto para buscar una solución al llamado conflicto vasco dejando de lado los atentados y los asesinatos.

Eso es el Gran Premio Miguel Induráin. Un viaje paradisiaco alrededor de la naturaleza en uno de los parajes más contradictorios que ha parido España. Navarro, aragonés, castellano, francés, español y euskaldún. Conservador, religioso, campesino, industrial y revolucionario. Ese es el viaje en el que durante 200 kilómetros ciclistas y aficionados disfrutan cada año el primer domingo de abril.

Estella-Lizarra

Hasta cuatro ciclistas se han llevado la victoria en tres ocasiones. Entre ellos Juan Fernández o Miguel María Lasa, dos clásicos del ciclismo español de los 70. Tres triunfos también tiene Alejandro Valverde (2014, 2018 y 2021), quien supera en el palmarés a otras leyendas hispanas que cuentan con dos victorias caso de José Pérez-Francés (1961 y 1963) o Pedro Delgado (1988 y 1990). Simon Yates, Joaquim Rodríguez o Alex Zülle son otros de los que lograron vitorear en Estella en una ocasión, misma cantidad de veces que el hombre que le da el nombre a la prueba, quien se impuso en 1987 cuando aún no sabía lo que era ganar el Tour y el Gran Premio Miguel Induráin estaba muy lejos de llamarse Miguel Induráin.

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