Los líos de faldas de Sven (2ª parte)
Cuando Sven-Göran Eriksson da la que sería su última rueda de prensa como seleccionador inglés lo hace con un alegato en defensa de Wayne Rooney. Era el año 2006. Rooney había cometido una imprudente entrada a destiempo contra Ricardo Carvalho y el dedo acusador de Cristiano Ronaldo (compañero de Rooney en el United) hizo que el colegiado expulsase al delantero inglés. Faltaba más de media hora para el fin del encuentro de cuartos de final del Mundial. Inglaterra aguantaría una hora en inferioridad numérica para morir en la tanda de penaltis y desperdiciar una vez más una oportunidad para asomarse al balcón del éxito planetario.
La prensa inglesa esperaba con el cuchillo entre los dientes. En 1998 había sido David Beckham el que se había ganado una tarjeta roja por una chiquillada ante Diego Pablo Simeone. Tardó varios años en recuperar el cariño y la credibilidad de público y prensa. Así que Eriksson, en su último acto como seleccionador inglés, lo tuvo claro: “No os ensañéis con Rooney. Es el chico de oro del fútbol inglés. Yo me voy, pero vosotros (por la prensa) necesitáis a Wayne para los próximos años. No lo destruyáis, os lo ruego, porque lo necesitáis”.
Y Sven-Göran Eriksson sabía muy bien de lo que hablaba.
Se suele decir que la prensa amarilla inglesa tiene tanto poder que te encumbra y te hunde cuándo y cómo quiere. A decir verdad, la prensa sensacionalista únicamente tiene una de esas capacidades. Te alza a los altares. Si lo deseas, serás famoso. La caída viene sola. O bien porque el famoso de turno es incapaz de mantener los estándares de perfección y éxito social que le hicieron ser encumbrado, o bien porque deja de ser noticioso y, enrabietado, busca una nueva forma de ponerse en el foco.
Y luego está Nancy.
2001. Inglaterra vence a España 3-0 en el primer partido de Eriksson. Todo es alegría en las tierras de Isabel II. La única pena es que Sven es aburrido. Contesta con monosílabos, no grita en el banquillo y no entra al trapo a ninguna polémica. Uno que no quiere salir en la prensa amarilla. Ocurre que es acabar la rueda de prensa, salir de los vestuarios y allí está Nancy en busca de un micrófono.
Aquella despampanante italiana, de la clase alta italiana, con suntuosos y coloridos vestidos, hace de contrapunto perfecto del buenazo de Eriksson. En septiembre toca visita a Múnich para partido de clasificación para el Mundial 2002. Hacía más de tres décadas que los ingleses no vencían a los teutones. Fue una paliza histórica. 1-5. Aquel día Michael Owen anotó tres tantos. Unos días después se realizaba la votación periodística para el Balón de Oro y aquel hat-trick hizo que el delantero del Liverpool FC adelantase en el sprint final al madridista Raúl. De repente una Svenmanía se propagó cual maremoto por toda Inglaterra. Todos los programas de radio y televisión hablaban de Eriksson, surgieron camisetas y llaveros, hubo hasta una canción que llegó al top5 de los éxitos de ese fin de año e Inglaterra, por descontado, pasaba a ser favorita para el Mundial de 2002.
Dado que Eriksson era hombre de perfil bajo, quien se prestaba a aparecer en público era Nancy. Pronto fue bautizada como Primera dama del fútbol inglés. Le encantó. Empezó a acudir a saraos luciendo su nuevo y ficticio cargo. Vivían en un palacete con vistas a Regent’s Park y si algún paparazzi acudía a esperarlos tras las vallas, Nancy no dudaba nunca en saludar y esbozar una sonrisa.
Total, que el tiempo pasa. Inglaterra se clasifica para el Mundial de forma milagrosa. Tiene que empatar en Wembley ante Grecia y a falta de un par de minutos para el final va perdiendo por 1-2. Un gol de falta de Beckham envía a los ingleses a Japón. Dado que Eriksson había heredado una situación complicada, y con el recuerdo del 1-5 todavía nítido, nadie tiene en cuenta el susto y se viaja a Oriente con la ilusión intacta. Todos confían en que el sueco devuelva la gloria perdida a Inglaterra. No obstante, sucederá lo de siempre e Inglaterra caerá en cuartos de final del Mundial de Corea y Japón.
Como el verdugo había sido el Brasil de Ronaldo, Ronaldinho o Rivaldo, se dio por aceptada la derrota. Sin embargo, la prensa sensacionalista tenía otros planes. Contaban con una noticia que habían guardado en el armario a la espera de que el Mundial terminase. Era el momento de sacarla a la luz. Sven-Göran Eriksson mantenía una relación sentimental con Ulrika Jonson, una modelo y presentadora televisiva británica de padres suecos que en su juventud había sido modelo. Un pibón. Otro más.
Nancy estalló en cólera. Y el News of the World se frotó las manos. Pero Nancy y Sven no estaban casados, por lo que los abogados de la italiana le recomiendan mantener un perfil bajo y perdonar la infidelidad. A Sven le preguntan, pero calla por respuesta. Y entonces surge un potro desbocado de 17 años que responde al nombre de Wayne Rooney. Un chico igual de bueno que de atolondrado. Un futbolista que era consciente de lo que sabía hacer, pero ignoraba lo que no podía hacer. Con Rooney en el foco, lo del trío amoroso de Eriksson queda a un lado. Toca Eurocopa en Portugal. Año 2004. Rooney y Owen en la delantera. Beckham, Gerrard y Lampard por detrás. Favoritísimos. En cuartos toca el anfitrión como rival. Rooney, quien era el mejor del torneo, se lesiona a los 25 minutos. Hay prórroga. Portugal se pone 2-1, pero Inglaterra empata a falta de cuatro minutos para el final de los 120 de juego. Penaltis. Falla David Beckham. Inglaterra otra vez eliminada en cuartos.
Ahora la paciencia con Eriksson ya se agota. Lo del sueco como seleccionador inglés ya gusta a pocos. Y el News of the World decide ir a por él. El problema, cómo ya comenté antes, es que uno no forma parte del mundo sensacionalista sino quiere. Y a Eriksson no había forma de hincarle el diente.
Pero a Nancy sí. Y a Ulrika también.
Ulrika da una entrevista. Más bien acomete un asesinato a base de palabras. “El sexo con Sven era como montar un mueble de Ikea, era tan ordenado y funcional que seguramente hubiese quedado más satisfecho montando un armario juntos. Es el hombre más débil que he conocido. Puede tener poder y dinero, pero tenía que hacerlo yo siempre todo”. La venganza de Ulrika es de tomo y lomo.
Cuando a Nancy le preguntan por Ulrika lo primero que sale de su boca es la palabra “prostituta”. Y mientras, la popularidad de Eriksson cae por los suelos. Si algo no gusta a la victoriana y rancia sociedad inglesa son los líos de faldas.

Pero como el hombre es el único ser vivo que tropieza siempre con la misma piedra, Sven volverá a caer en la trampa. A finales de 2004 se descubre que tiene un idilio con una joven secretaria de la Federación Inglesa llamada Faria Alam. El asunto tiene su aquel porque Alam mantiene una segunda relación de índole sexual con un directivo de la FA que está casado. El News of the World, en el apogeo de su asqueroso poder, publicará correos electrónicos subidos de tono entre ambos. El asunto se resolverá con la dimisión del directivo, la expulsión de Alam (quien aceptará 300.000 libras de indemnización y se marchará a vivir a Canadá) y el mantenimiento en el cargo de Sven-Göran Eriksson.
Eriksson mantiene el puesto por la intermediación de Beckham, Rooney y los demás pesos pesados de la selección inglesa. Pero es un muerto en vida. Nancy decide dejar la casa de Regent’s Park, poner rumbo a Roma y contar lo divino y lo humano en la televisión italiana mientras prepara una demanda millonaria contra Sven.
Y aún hay más.
En enero de 2006, meses antes de la disputa del Mundial, Eriksson recibe una invitación para ir a Dubái. En teoría le comunican que un jeque va a comprar un club inglés y le ofrecen el cargo de entrenador. Eriksson sabiendo que, pase lo que pase en el Mundial 2006, tiene los días contados, se muestra receptivo a la oferta. Resulta que lo único que en esa reunión se vendió fue humo y que la conversación pronto llegará a la prensa inglesa. El revuelo será de tal magnitud que la FA anunciará un mes antes de la disputa del Mundial que el inglés Steve McClaren se haría cargo de la selección al acabar el torneo y que acudirá como segundo entrenador de Eriksson a Alemania.
Fiel a su estilo Eriksson aceptará el desprecio sin mediar palabra, pero permitirá que las mujeres y novias de los jugadores convivan con los seleccionados en Alemania. Será mes y medio de andanzas junto a la prensa, dado que los juntaletras y las WAGs (wives and girlfriends) compartirán hotel. Fue un acto de venganza de Eriksson que dio carnaza gratuita a la prensa sensacionalista aun a coste de sus chicos únicamente para desprestigiar a los directivos de la FA.

Como comenté al inicio de este artículo, Inglaterra volvió a caer, y nuevamente lo hizo en cuartos de final. Otra vez fue ante Portugal, y por tercera vez consecutiva Eriksson cayó ante Scolari, quien fue seleccionador brasileño en 2002 y portugués en 2004 y 2006.
Sven y sus líos de faldas marcharon a lo que pareció un exilio a México antes de volver a Inglaterra en 2009 para hacerse cargo del Notts County, por entonces último clasificado de la segunda categoría inglesa. Aquello no tenía sentido alguno. Pero es que Eriksson volvió a tropezar con la misma piedra. Nuevamente le habían dicho que un gran inversor de Oriente Próximo se haría cargo del club y a medio plazo se convertiría en un grande del país. Le dieron todo el poder, no únicamente en la parcela técnica, sino también en materia de organización y fichajes.
Era como una vuelta a Göteborg. Un reinicio. Y así fue durante un par de meses, hasta que se vio que no había dinero ni para pagar al jardinero y que inversores no había ni el primero. Desesperado, Eriksson hizo un estrambótico viaje a Corea del Norte, dado que un empresario de minerales inglés le había dicho que podrían firmar un acuerdo millonario con el entonces moribundo Kim Jong-il. Como era de esperar, lo que sucedió es que el empresario se ayudó de la fama de Eriksson para conseguir un buen trato para su empresa y ni el Notts County ni Eriksson recibieron nada a cambio.
Al volver de Corea del Norte, Eriksson renunció a su sueldo y dejó el club. Meses después el Notts County entraba en quiebra.

Sven-Göran Eriksson entrenaría en China y hasta dirigió a la selección de Filipinas. Nunca jamás volvió a recuperar el brillo y el poder que obtuvo al ser nombrado seleccionador inglés. Da igual. Pocos con tan poco llegaron tan lejos. Un desconocido sueco que tuvo el honor de ocupar el cargo más sagrado del fútbol mundial. Con razón, cuando su vida expiraba y hacía repaso de lo sucedido, en vez de afligirse por su futuro se enorgullecía de su pasado.
“Tuve una buena vida. Igual demasiado buena y tuve que pagar por ello. Espero que me recuerden como una persona positiva y qué hizo todo lo que pudo”. Sven-Göran Eriksson.
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