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¿Quién es el mejor jugador de baloncesto que nunca ha estado en la NBA?

En 1992 Aleksandar Djordjevic recorrió la pista de oeste a este para encestar un triple imposible y dar al Partizan de Belgrado su primera y única Euroliga. Tres años después sumó 41 puntos con un excelso 9/12 en triples para vitorear ante Lituania en el Eurobasket en la que una Yugoslavia en descomposición (Serbia en la práctica) celebró un nuevo título. Durante una década Sasha Djordjevic fue el mejor base de Europa. Pero Djordjevic fracasó. Lo hizo cuando en 1996 se marchó a Oregón para engrosar las filas de los Portland Trail Blazers. En la NBA apenas disputó ocho partidos para regresar a Europa y seguir siendo cabeza de ratón en lugar de cola de león.

¿Cuál es el mejor jugador de baloncesto originario de Europa? Es tal el peso de la NBA que parece obvia que la respuesta tiene que venir de más allá del Atlántico. A la espera de lo que la carrera de Luka Doncic nos vaya a ofrecer, la respuesta más consensuada es Dirk Nowitzki. Ocurre que Nowitzki no llegó a jugar baloncesto profesional en Europa. Lo mismo puede decirse de Giannis Antetokoumpo y prácticamente similar es el caso de Tony Parker. La tendencia irá a mayores con el discurrir del tiempo ante la atracción mediática, deportiva y económica de la NBA e incluso de la universitaria NCAA, con fabulosas propuestas académicas que sustentan un futuro fuera de las pistas en caso de no alcanzar el objetivo inicial.

Nowitzki destacó en torneos FIBA con la selección alemana, pero, aunque europeo de nacimiento y formación, su estatus como leyenda radica en Estados Unidos. Al contrario, Djordjevic y otros mitos europeos como Fernando Martín, Paspalj, Jasikevicius, Spanoulis, Navarro, Rudy Fernández, Teodosic, Micic o incluso, en menor medida, Arvydas Sabonis, no llegaron a triunfar en la NBA. Exceptuando el caso excepcional de Sabonis debido a las lesiones y los problemas burocráticos de la Unión Soviética, todos volvieron de Estados Unidos dejando la sensación de que eran excelentes jugadores, pero sin ese plus diferenciador para adaptarse a un baloncesto diferente y destacar de la misma manera que lo habían hecho en Europa.

Así, hay firmes defensores de que Aleksander Djordjevic era mejor base que Tony Parker. Hay argumentos a favor y en contra, pero la NBA suele ser el peso que inclina la balanza. Otros consideran que Drazen Petrovic, Vlade Divac, Manu Ginobili, Pau Gasol o Toni Kukoc son los elegidos, dado que tienen sólidas carreras tanto en el baloncesto NBA como en el mundo FIBA.

No obstante, la pregunta que yo planteo es distinta; ¿Quién es el mejor jugador de baloncesto que nunca ha estado en la NBA?

He seleccionado a quince baloncestistas, en una clasificación que, como todas, es subjetiva. Con todo he tenido en cuenta tanto el impacto en el juego como el palmarés de todos lo elegidos tanto a nivel individual como con sus clubes y sus selecciones. Los hay de todo tipo y condición. Hasta que la NBA se abrió al mundo a finales de la década de 1980 ir a jugar a Estados Unidos era una quimera. Implicaba renunciar a jugar torneos internacionales con tu país de por vida y a firmar un contrato que raras veces excedía de doce meses. Los hay también que fueron elegidos en el Draft, les garantizaron un contrato, pero no se decidieron a dar el salto, bien por temor al fracaso o bien porque decidieron que eran queridos y valorados en la Vieja Europa. Finalmente, también hay los que simplemente decidieron no jugar en la NBA dado que consideraban que no les aportaba ningún valor añadido y prefirieron continuar cerca de su entorno familiar.

Obviamente cuanto mayor es el paso del tiempo mayor es el impacto de este jugador en la clasificación seleccionada. Serguei Belov no tuvo opción de jugar en una NBA donde había 18 franquicias a razón de 216 jugadores en plantilla. Sergio Llull pudo haber jugado en una NBA donde hay 30 franquicias a razón de 450 baloncestistas. Es por ello, que, inevitablemente, el excelente escolta ruso tiene que estar por encima del fabuloso escolta español. Las opciones de ir a Estados Unidos en 1970 eran insignificantes. Las de ir en 2020 son prácticamente irrechazables.

Así pues, vamos con los que, a mi juicio, son los 15 mejores jugadores europeos que nunca pisaron una cancha de la NBA:

15. Epi: No elegible 1981: Tirador letal, Juan Antonio San Epifanio tuvo ofertas de Indiana y Kentucky para cursar allí sus estudios universitarios. Otros tiempos. Estados Unidos estaba muy lejos y no había WhatsApp. Luego, tras liderar a España a la consecución de la plata olímpica en 1984, varias franquicias de la NBA llamaron a su puerta. Epi volvió a negarse. En España Epi cambió la historia del baloncesto. Antes de su llegada el FC Barcelona apenas había ganado un título de Liga. En las siguientes quince temporadas los catalanes sumaron siete entorchados convirtiéndose en sólida alternativa al sempiterno Real Madrid. Mentalmente, Epi iba tres o cuatro pasos por delante de los demás. No pudo lograr la gloria europea hasta perder en tres ocasiones la final de la Copa de Europa a pesar de que, en una de esas derrotas, la de 1984, fue el mejor jugador y el máximo anotador de la competición. L’Equipé lo consideró el mejor jugador de baloncesto europeo de la década de 1980.

SuperEpi

14. Kostas Sloukas: No seleccionado 2012: Base zurdo, fantástico en el uno contra uno entrando a canasta, ha llevado a los dos grandes equipos griegos a la gloria europea. En su carrera, aún no finalizada al escribir estas líneas, ha disputado ocho finales de Euroliga siendo campeón en cuatro ocasiones. En 2024 logró además el título de MVP tras destacar en el lanzamiento de tres puntos, un arma que ha ido puliendo con el paso de los años. Tras lograr la gloria con el Olympiakos y el Fenerbahçe turco, recaló en el Panathinaikos ante la negativa del otro gran conjunto griego en hacerle un último gran contrato al acercarse a los 35 años. Es uno de los pocos jugadores que en una temporada de Euroliga ha firmado un 50-40-90 (50% en tiros de dos, 40% en tiros de tres y 90% en tiros libres). Tan sólo la gloria con la selección griega le ha sido esquiva (a menos que cambie en el Eurobasket que se estaba disputando a la hora de redactar este artículo).

Sloukas

13. Theo Papaloukas: No seleccionado 1999: Demasiado lento para jugar en Estados Unidos, pero con una inteligencia para el juego fuera de lo normal. De cocción lenta, Papaloukas no fue un adolescente prodigio. Ni siquiera puede ser considerado un titular indiscutible. A través de su atalaya de 200 centímetros de altura, Papaloukas se acostumbró a empezar los partidos desde el banquillo para, con su salida a la cancha, revolucionar el encuentro desde el puesto de base. Maestro del bloqueo y continuación, Papaloukas era capaz de parar o acelerar el ritmo del juego a su antojo. Campeón del Eurobasket con Grecia en 2005, al año siguiente fue elegido mejor jugador de la Euroliga tras alcanzar el título con el CSKA Moscú, logro que repetiría en 2008. En esos años no llegaba ni a jugar 20 minutos por partido. Ni falta le hacía.

Clase desde el banquillo

12. Miki Berkowitz: No seleccionado 1976: Escogido como mejor deportista de la historia de Israel, Berkowitz pasó un año en la Universidad de Las Vegas antes de volver a tierras hebreas y firmar por el Maccabi Tel Aviv. Con los macabeos logró lo impensable al coronarse como ganador de la Copa de Europa en 1977 y 1981, ambas veces con canastas decisivas del menudo escolta de 193 centímetros. Berkowitz llegó a firmar un contrato con los Atlanta Hawks, pero las autoridades hebreas impidieron su marcha a Estados Unidos. No en vano lideró a su selección al subcampeonato del Eurobasket 1979 tras derrotar a Yugoslavia en semifinales en una de las sorpresas baloncestísticas más grandes de todos los tiempos. A pesar de caer ante la URSS en la final, Berkowitz fue galardonado con el MVP del torneo. Anotador letal, polemista histriónico amado por las masas, Miki era de esos jugadores capaces de pasarse todo el partido sin anotar para luego firmar los diez últimos puntos de su equipo incluyendo una canasta decisiva sobre la bocina.

Berkowitz con el balón

11. Clifford Luyk: 27º Draft NBA 1962: Luyk es estadounidense. Nació en Nueva York. Pero acabada su etapa universitaria, Pedro Ferrándiz lo captó para el Real Madrid. La idea era que pasara un año en Europa antes de enrolarse en las filas de los New York Knicks. Doce meses después estaba casado con Paquita Torres, miss España, y contaba con la nacionalidad española. 60 años después sigue en Madrid. Con los merengues Luyk logró 14 ligas y 6 Copas de Europa en 16 temporadas. Clifford Luyk era un ala pívot con un excepcional lanzamiento de cuatro metros a tablero y con una gran capacidad de anotación cerca del aro a través del gancho. Luyk lideró a España a la consecución del subcampeonato en el Eurobasket de 1973, el pistoletazo de salida para una era dorada en el baloncesto hispano.

Un español americano

10. Sergio Llull: 34º Draft NBA 2009: “Mi sueño no era jugar en la NBA, sino en el Real Madrid” Llull ha dicho no a los Rockets en más de una ocasión. Y no le ha ido mal. Tres Euroligas con el Real Madrid (elegido mejor jugador en 2017 y ejecutor de la canasta decisiva en 2023) amén de tres títulos europeos y un entorchado mundial con España. El único baloncestista en el universo FIBA capaz de firmar triples imposibles desde cualquier punto de la pista. Las mandarinas de Llull son tan famosas a este lado del Atlántico como los triples del extraterrestre Stephen Curry. Escolta explosivo, de piernas rápidas y sangre fría en los momentos decisivos, una lesión de rodilla estuvo a punto de finalizar con su carrera. Supo reconvertirse a ejecutor de rivales a tiempo parcial con una precisión quirúrgica.

Mandarinas Llull

9. Dimitris Diamantidis: No seleccionado 2002: Conocido como Pulpo por unos y como 3D por otros, Diamantidis es el único jugador en la historia de la Euroliga en ser elegido mejor jugador y mejor defensor en el mismo año. Fue en 2011 cuando llevó al Panathinaikos a lograr un título que ya había cosechado en 2007 cuando también fue escogido como mejor jugador de la final. Seleccionado seis veces como mejor defensor de Europa, también lideró al continente en robos o asistencias. Versátil, completo, de brazos interminables, capaz de defender a jugadores mucho más altos que rebasasen su 1’96. Dimitris Diamantidis dejó el fútbol cuando tenía siete años y vio a Galis liderar a Grecia en el Eurobasket de 1987. En 2005 lograría repetir gloria con los helenos, algo que colmó las expectativas de un chico hogareño y familiar que nunca pretendió probar suerte en la NBA.

3D

8. Dino Meneghin: 82º Draft NBA 1970: El Gran Dino es con siete el baloncestista con más Copas de Europa de todos los tiempos. En total fueron 12 finales, diez de ellas consecutivas, vitoreando cinco veces con Varese y dos con Olimpia Milán. Pívot defensivo de 206 centímetros, competidor como pocos, no estaba exento de talento ofensivo. Meneghin debutó con 16 años con el Varese y estiró su carrera hasta los 45 años para compartir cancha con su hijo. Su longevidad provenía de un físico hercúleo que paralizaba a sus rivales debajo de los aros. Con Italia fue elegido mejor jugador de la final del Eurobasket que los transalpinos ganaron en 1983. Antes había sido plata olímpica en Moscú 1980. Físico e intimidador, de barbilla habsburgiana, promedió 6’3 rebotes en su carrera, un dato más que destacable teniendo en cuenta los parámetros del baloncesto FIBA y su extensa longevidad. En sus años en Varese superaba con creces los 9 rechaces por encuentro.

Il Grande Dino

7. Óscar Schmidt: 131º Draft NBA 1984: Vale. Óscar Schmidt no es europeo. Es brasileño. Pero es un delito no meterlo en la lista. Libra por libra el mayor talento de esta clasificación. Para la inmensa mayoría el mejor tirador de la historia. Para todos, ya que así lo dicen los números, el mejor anotador de todos los tiempos. Fueron 49.737 puntos en una carrera que duró hasta los 45 años. Mano Santa no ganó grandes títulos, dado que siempre jugó en equipos modestos. Lo suyo era amasar el balón durante minutos y minutos algo insoportable para los entrenadores, pero delicioso para los aficionados. Sus orgías anotadoras eran insostenibles para los rivales. En 1994 fue máximo anotador en la ACB con 33’2 puntos por partido y 36 años a la espalda. Años atrás le había metido a España 55 puntos con la camiseta de Brasil. Con la canarinha le ganó unos Juegos Panamericanos a Estados Unidos a base de triples (35’6 puntos por choque). Fue tres veces máximo anotador de los Juegos Olímpicos y promedió 26’1 puntos por encuentro en sus apariciones en el Mundial. Memorable aquella final europea ante el Madrid de Petrovic en la que el croata metió 62 puntos y Óscar firmó 44 con el modestísimo Caserta. En 1984 los New Jersey Nets le ofrecieron un contrato, pero Schmidt lo rechazó para seguir defendiendo la camiseta brasileña. “En la NBA hubiese sido uno de los diez mejores de todos los tiempos”, llegó a afirmar.

Oscar

6. Radivoj Korac: No elegible 1960: En Korac se junta la realidad y el mito. El mito dice que su fallecimiento en un accidente de tráfico a los 30 años lo elevó a los altares y la FIBA bautizó con su nombre a la que entonces era la segunda competición de clubes de Europa. La realidad dice que este espigado saltador de altura cambió las pistas de atletismo por el baloncesto para convertirse en el pionero del básket yugoslavo. En un partido de la Copa de Europa de la campaña 1964-65 batió el récord histórico con 99 puntos y no alcanzó los 100 porque nadie reparó en la cifra y pasó los últimos minutos en el banquillo. Aquel curso promedió en Europa casi 55 tantos, récord de siempre. El Wilt Chamberlein europeo era un ala pívot de dos metros que popularizó el mate en el Viejo Continente y tiraba los tiros libres a cuchara. Campeón y máximo anotador del Eurobasket 1963 con Yugoslavia, fue también máximo encestador en cualquier competición en disputa incluyendo las ligas yugoslava, belga e italiana.

Korac

5. Kresemir Cosic: 184º Draft NBA 1973: Antes de Sabonis, Kukoc, Nowitzki y, por supuesto Antetokoumpo, existía en Europa un tipo de siete pies al que le gustaba subir el balón y lanzar tiros de 6 ó 7 metros. Esa atalaya de 211 centímetros y menos de 100 kilos era un croata llamado Kresemir Cosic. Si Korac fue el pionero, Cosic fue el que convirtió a la escuela yugoslava en referente del entrenamiento técnico. Móvil, veloz y con fantásticos fundamentos, alma de base y una creatividad especial, un interior distinto a todos. En los Juegos de México 68 se colgó la plata (luego vendrían tres Eurobasket, dos Mundiales y el oro olímpico en 1980) y llamó la atención de Estados Unidos. Estuvo cuatro años en la Universidad mormona de Brigham Young (18’9 puntos y 11’8 rebotes por encuentro), en Utah, donde fue un ídolo y le retiraron la camiseta, además de convertirse en misionero de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Los Lakers le eligieron en el draft de 1973, pero no quería renunciar a la selección nacional y dijo no a la NBA. No en vano tiene con 303 el récord de partidos jugados con una selección.

Cosic

4. Dejan Bodiroga: 251º Draft NBA 1995: Un base de 205 centímetros. Jugador extremadamente lento, sin ningún condicionante físico a destacar, pero con un manejo del balón y del tiempo de partido asombroso. Su lanzamiento a pies juntos era infalible. Bodiroga es uno de los pocos jugadores que ha ganado las tres ligas históricas (española, italiana y griega) amén de la Euroliga con el FC Barcelona y el Panathinaikos, siendo elegido en ambas ocasiones como MVP de la Final Four. También fue tres veces campeón europeo con Serbia y en dos ocasiones campeón mundial. En el Mundial de 1998 fue designado mejor jugador del torneo. En todos estos éxitos Bodiroga asumía el balón en los últimos minutos para, tras un uno contra uno, avanzar a la canasta contraria realizar un cambio de ritmo y anotar un tiro a dos metros que rebotaba en la tabla. Tan sencillo, tan esperado, y a la vez tan efectivo.

Lento…pero letal

3. Nikos Galis: 168º Draft NBA 1979: Nikolaos Georgialis nació en Nueva Jersey y pronto se cambió el nombre a Nikos Galis para disimular sus orígenes griegos. Las palizas recibidas en la infancia le hicieron buscar el refugio en el boxeo, aunque finalmente los deseos de su madre hicieron que aquel cuerpo de estibador buscase acomodo en el baloncesto. En la década de 1980 Nikos Galis se convirtió en una máquina de anotar con apenas 185 centímetros de altura. Llevó tres años seguidos al modestísimo Aris Salónica a la Final Four de la Euroliga y fue cuatro veces máximo anotador del Eurobasket promediando 37 puntos por partido y siendo elegido MVP del torneo de 1987. Grecia venció en la final a la Unión Soviética y Galis convirtió el baloncesto en el deporte nacional en la tierra de Aristóteles. Nikos Galis jugó 753 partidos en su carrera promediando 32’8 puntos, una monstruosidad en el baloncesto FIBA. En la campaña 1980/81 llegó a firmar 44 puntos por encuentro y sin la existencia de la línea de tres puntos.

El mito griego

2. Serguei Belov: No elegible 1966: Escogido como mejor escolta de Europa en el siglo XX, Belov tuvo el honor de ser la persona encargada de encender el pebetero en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980. En 1991 fue elegido por la FIBA como el mejor jugador de su historia y al año siguiente fue el primer jugador internacional en ser elegido en el Hall of Fame de Estados Unidos. De carácter explosivo y errático en su comportamiento, poseía un lanzamiento de seis metros absolutamente indefendible. Belov gano cuatro Eurobasket y dos Mundiales con la URSS, pero, fundamentalmente, logró la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1972 siendo la primera vez que los norteamericanos no subían a lo más alto del podio. Aquel día la URSS venció por 51-50 a Estados Unidos y Serguei Belov anotó 20 de los 51 tantos de los soviéticos. También logró dos Copas de Europa con el CSKA Moscú (1969 y 1971) aunque perdería la final de 1973 ante Varese a pesar de anotar 36 tantos (de los 66 de su equipo), siendo la segunda mejor anotación en una final de todos los tiempos.

Belov

1. Drazen Dalipagic: No elegible 1973: Conocido como Praja, Dalipagic era un tirador finísimo que promedió durante los 70 más de 30 puntos por partido en una época donde no existía la línea de tres puntos. Convirtió a Yugoslavia en la mejor selección del baloncesto FIBA destronando del trono a la todopoderosa Unión Soviética. Fue oro en los Juegos de 1980, campeón mundial en 1978 y en hasta tres ocasiones campeón europeo (1973, 1975 y 1977). Por supuesto fue máximo anotador en toda competición que disputó, superando a otro genio como su compañero Dragan Kikanovic. Promedió 27’1 puntos con el Partizan de Belgrado cuando la liga yugoslava era de las mejores de Europa y, cuando le permitieron salir a Italia, rebasada la treintena, le dio por anotar 37’7 puntos por encuentro en 1988 con 37 años en su carnet de identidad. En 1976 estuvo entrenándose con los Celtics y convenció a Red Auerbach. El jefazo de los Celtics le prometió la titularidad. Dalipagic tuvo una oferta en firme…y decidió volver a Belgrado. No hablaba inglés, tenía un hijo recién nacido y en aquel momento jugar en la NBA obligaba a dejar para siempre a la selección nacional. Dalipagic decidió seguir ganando medallas con Yugoslavia y los Celtics perdieron para siempre una línea de aleros formada por Drazen Dalipagic y Larry Bird.

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