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A los 30 años de la Guerra de Yugoslavia (1ª parte)

A mediados de los 80, Yugoslavia era una potencia mundial en dos deportes; baloncesto (campeón del mundo en 1978 y bronce en los mundiales de 1982 y 1986) y balonmano (subcampeón del mundo en 1982 y campeón en 1986). Contaba también con poderosas selecciones y equipos en disciplinas como el fútbol, el voleibol y el waterpolo. Esa fortaleza estaba cimentada en pies de barro. Tras la muerte del mariscal Tito, el hombre que había liderado la lucha ante los nazis, el partido comunista implosionó y se convirtió en un nido de corrupción en el que las hienas buscaban su pedazo de podredumbre.

Yugoslavia era un país complejo. Creado en 1918 para contentar a los diversos pueblos de los Balcanes, nunca contentó a nadie. Fue la lucha contra el nazismo lo que logró cierta unión bajo el auspicio de Tito a través de complejos equilibrios identitarios. Fue Tito el que estableció que las empresas nacionales (y las selecciones deportivas) estarían repartidas con “un 40% de serbios, 20% de croatas, 20% de bosnios, 10% de eslovenos, 10% de montenegrinos y algún macedonio”. Yugoslavia era un crisol de culturas y una coctelera de ideas, pero también era el país del bloque comunista más abierto y que menos dependía de Moscú. Fue el único país del Este que no necesitó ayuda externa para derrotar a los nazis. A diferencia de Bulgaria, Polonia, la RDA o Rumania, los yugoslavos podían realizar viajes al extranjero con afán turístico y a sus deportistas se les permitía fichar por un club de la Europa Occidental a los 28 años, una edad tardía, pero muy permisiva en comparación con el resto de países miembros del Pacto de Varsovia.

La Yugoslavia de Josip Broz Tito - El Orden Mundial - EOM
Josip Broz ‘Tito’

Las rivalidades no sólo eran nacionales, también existían dentro de una misma comunidad. En Serbia, Estrella Roja de Belgrado (Crevna Zvezda) y Partizán de Belgrado (FK Partizan) encarnan valores tradicionalistas y profesan sentimiento anticroata, a pesar de que el primero fue fundado por los comunistas y el segundo simpatiza con las derechas. Los seguidores del Estrella Roja adornaban los partidos con cánticos del tipo “Estrella Roja es Serbia, nunca Yugoslavia” y silbaban y abucheaban el himno yugoslavo cada vez que se presentaba la ocasión. Para los blanquinegros del Partizán la bandera yugoslava era válida, pero solo porque, según ellos, representaba a la Gran Serbia. Las pancartas a favor de las minorías serbias de Krajina y Kosovo poblaban el estadio, así como los cánticos de “esto es Serbia, no es Yugoslavia”.   

A diferencia de lo que ocurre en Serbia, la rivalidad entre las potencias futbolísticas de Croacia no se da en una misma ciudad. En Zagreb, el equipo hegemónico por excelencia es el Dinamo, escuadra fundada por la policía comunista en 1945, tras la obligada fusión del Ha-K y el Grandanski, los dos clubes más populares hasta la fecha. Sus hinchas más radicales se autodenominan ‘Bad Blue Boys’ y se autodefinen como “defensores de Croacia”. A orillas del Adriático, en Split, se encuentra el Hajduk, el único de los grandes clubes pre-comunistas que sobrevivió a los dictámenes deportivos del nuevo régimen. Fundado en 1911 es el más apolítico de los grandes clubes y, de hecho, ni su estadio ni sus seguidores fueron foco de problemas antes del estallido de la Guerra Civil.

Una 'jaula' con dos facciones enemigas del Dinamo Zagreb - Estadio deportivo
Los croatas del BBB

Esta tensión racial, cultural e ideológica encontrará en los estadios de fútbol un lugar privilegiado para manifestarse. Durante la década de los 80 se extiende por todo el mundo el movimiento hooliganista, que años atrás había surgido en Gran Bretaña como respuesta a un cóctel perpetrado por la crisis económica, los cambios de hábitos juveniles y la continua pérdida de identidad grupal. Los distintos grupos ultras ligados a movimientos extremistas, tanto de derechas como de izquierdas, iban a tener en la desmembración de Yugoslavia un papel protagonista. 

—LA BATALLA DE MAKSIMIR—

El 6 de mayo de 1990 se efectuaron en Yugoslavia las primeras elecciones libres tras la caída del Muro de Berlín. Hubo victoria de los partidos nacionalistas en cada uno de los seis estados federados que componían el país. En Croacia venció la Unión Democrática Croata (HDZ), cuyo líder era Franjo Tudjman, el cual fomentaba abiertamente la independencia. Que Macedonia o Eslovenia votasen a favor de su independencia era irrelevante. Que Croacia lo hiciese era destrozar el ‘status quo’ existente. Eran Serbia y Croacia las dos naciones más industrializadas, con el mayor número de habitantes y además compartían frontera y reivindicaciones territoriales. Slobodan Milosevic, presidente de Serbia, encarnaba la visión de los serbios que consideraban a Yugoslavia una unión de repúblicas indisoluble bajo mando de Belgrado. Que Croacia se independizase era inconcebible para cualquier serbio.

Notorious leader Milosevic revived in the Slobodan Show - BBC News
Milosevic, primer presidente electo de Serbia

Apenas una semana después de la convocatoria electoral tendría lugar el duelo liguero entre el Dinamo de Zagreb y el Estrella Roja, con el título casi decidido para este último. Justo antes del partido, Javier Wimer, embajador de México en Yugoslavia, comentaba en el palco a sus allegados que la guerra era inevitable y que estallaría tarde o temprano. La declaración fue filtrada a la prensa de forma deliberada. Pública fue la declaración de Bora Milutinovic, afamado entrenador serbio presente en el estadio aquella tarde, que espetó en la televisión; “serbios y croatas son enemigos a muerte, pero fuera se muestran unidos porque les interesa para formar un Estado fuerte”. Para completar el cúmulo de declaraciones incendiarias, Dragan Djazic, ex jugador y en aquellos momentos director deportivo del Estrella Roja, declaraba: “Nuestra obligación no es sólo ganar, también humillar”.

No era de extrañar que el partido acabase en batalla campal. Los problemas comenzaron antes del pitido inicial cuando los jugadores del Dinamo Zagreb saltaron al campo con un chándal de cuadros blancos y rojos, los colores de la Croacia independiente. En las gradas, los 3.000 radicales del Estrella Roja lanzaban bengalas al campo y botellas de ácido a las vallas de contención para derretirlas y poder acceder al césped.

Apenas un cuarto de hora después del pitido inicial, los ‘Bad Blue Boys’ saltaron al terreno de juego con la intención de llegar al fondo contrario ocupado por los ‘Delije’. Dirigidos por Arkan Raznatovic (años después juzgado como genocida), los ultras del Estrella Roja llevaban desde el inicio del partido cantando lindezas como “Zagreb es serbia” o “Te asesinaremos, Tudjman”, mientras arrancaban los asientos y las vallas publicitarias más cercanas y mostraban cuadros con la imagen de diferentes santos ortodoxos (los croatas son católicos y los serbios ortodoxos). Los ‘Bad Blue Boys’ eran mayoría, pero en medio del camino se encontraron con la policía, de amplia suma serbia, por lo que la contienda se igualó por momentos. Los gases lacrimógenos, las porras y los cañones de agua hacen frente a los cuchillos y a las bengalas en una desigual lucha entre los seguidores croatas y la policía, mientras los ‘Delije’ atacan a los aficionados que se agolpaban a su alrededor.

Tras una hora de disturbios, más de un centenar de heridos o intoxicados por gas yacen en el césped del Maksimir. Son 68 según las cifras oficiales. El partido finalmente no se llegó a jugar y el Estrella Roja ganó una liga que quedaría interrumpida antes de su jornada final.

La imagen que quedó de aquel enfrentamiento fue la de Zvonimir Boban propinando una patada a un policía que aporreaba a un ‘Bad Blue Boys’. El centrocampista croata fue sancionado con seis meses de suspensión y no pudo disputar con la selección de Yugoslavia el Mundial de Italia 1990. No pareció que le afectara en demasía: “No me importa arriesgar mi vida, mi carrera y mi fama por la causa de Croacia”. El agente que recibió su patada no era serbio, sino bosnio, y al cabo de los años le perdonaría. La llamada ‘Batalla de Maksimir’ es para los croatas el punto de inicio de la guerra. Muchos de los allí presentes volverían a coincidir con fusil en mano. Hoy, un monumento a las puertas del estadio recuerda a los aficionados del Dinamo que iniciaron la guerra de independencia en mayo de 1990. Para el Gobierno croata el 13 de mayo es el día del levantamiento popular.

Zvonimir Boban: el romántico nacionalista que con un golpe incendió los  Balcanes - LA NACION
La patada de Boban

Aún faltaba más de un año para que la guerra estallase, pero los ecos de Maksimir se mantendrían en el tiempo. El citado Raznatovic tutelaría la formación de los ‘Tigres’, batallones de paramilitares compuestos por ultras de Estrella Roja y el Partizán que cometerían atrocidades genocidas durante la contienda. Tal fue la influencia de este grupo paramilitar que el himno creado con motivo de la obtención de la Copa Intercontinental por parte del Estrella Roja en 1991 (‘Srbija do Tokija’ – Serbia hacia Tokio -) sería adoptado como canción oficiosa por los serbios antes de cada batalla.

En los festejos con motivo de la celebración del título mundial, un hito que difícilmente podrá ser igualado por ningún equipo de la ex Yugoslavia, los ‘Delije’ mostraron a los fotógrafos el letrero robado de una aldea croata cuya población había sido ocupada por los paramilitares serbios. Durante la guerra cada aldea bosnia o croata por la que pasaban los paramilitares tenía escrito en sus paredes dicho lema. Años después se ampliaría a ‘Srbija do Tokija al preko Milkovija’ (Serbia hacia Tokio pasando por Milwaukee) cuando en 1999 las fuerzas de la OTAN decidieron intervenir en Kosovo. 

Srbija do Tokija - Wikipedia
Un grito aún hoy presente

“Europa hoy es un barril de pólvora y sus líderes son como hombres fumando en un arsenal. Una simple chispa desatará una explosión que nos consumirá a todos. No puedo decirles cuándo tendrá lugar la explosión, pero sí puedo decirles dónde: alguna maldita estupidez en los Balcanes la desatará”. Otto von Bismarck, canciller de Alemania, en 1878, cuatro décadas antes de que estallara la I Guerra Mundial tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo.

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