El jefe de su tribu (2ª parte)
Manute Bol era una celebridad. El personaje le llevaba varios cuerpos de ventaja al deportista. Evidentemente había deportistas mucho más famosos, pero para Manute era imposible salir a la calle sin recibir, o bien una mirada furtiva o bien una de asombro. Sus 231 centímetros no pasaban desapercibidos allá donde fuese.
Su fama se extendía en Estados Unidos, pero abarcaba toda África. En Sudán alcanzó categoría de deidad. La historia más reciente de este gigantesco país está marcada por la ocupación anglo egipcia liderada por Lord Kitchener (el bigotón del your country needs you) hasta que en 1956 el país logra la independencia de forma pacífica. Poco dura. Inmediatamente comienza una guerra civil. El meollo de la cuestión es que el 70% de la población es musulmana (incluida la capital Jartum) y el 30% instalado en el sur es cristiana. No sólo eso. El norte es desarrollado y el sur es eminentemente rural. Los conflictos fueron continuos, hasta que en 1983 estalló una larga guerra. Fue entonces cuando Estados Unidos instaló bases militares en el país y aportó millones en créditos para el desarrollo que Jartum desplegó en su totalidad en el norte. Cuando al año siguiente una brutal sequía convierta en hambruna el día a día de los sudaneses del sur la guerra se torna en inevitable.
Como ya contamos, Manute se hizo cargo de la situación en 1991, cuando la guerra dejaba ya dos millones de fallecidos. Costeó de su bolsillo alimentos para más de 30.000 niños y se encargó de llevar a unos 2.500 a estudiar a Estados Unidos. Dejó a un lado al baloncesto para acudir a conferencias y conceder miles de entrevistas a medios de comunicación internacionales para dar a conocer la realidad de Sudán. Serán 90 los millones de dólares que se estima que Manute acabará recaudando para la causa sudanesa a lo largo de su vida.
Avanzados los 90 el conflicto se recrudeció ante la llegada de un personaje entonces desconocido. Se trataba de Osama Bin Laden. El estado musulmán sudanés aceptó su ayuda en la guerra, aunque al acabo de un año acabaron expulsándolo del país al ser considerado un radical. El caso es que fue entonces cuando Manute Bol fue invitado a Jartum como representante de los sudaneses del sur para alcanzar un acuerdo de paz. Le dijeron que no fuera, que era una trampa. No hizo caso. Al llegar a la capital le pusieron como primera condición convertirse al islam para dar ejemplo a sus compatriotas. Manute se niega y lo meten en una celda. Es acusado de espía estadounidense y en una rocambolesca vuelta del destino lo acusan de pasarle información privilegiada a Bin Laden y a los yihadistas. Pasa dos años en una casa de Jartum en arresto domiciliario hasta que la presión internacional obliga a liberarlo.
De vuelta a Estados Unidos pide una reunión con el Pentágono para advertir del peligro de Bin Laden. Nadie le hace ni caso. Manute entonces está arruinado y empieza a tener problemas de salud. Acepta ir a múltiples saraos donde es usado como atracción de circo para recaudar dinero. No lo quiere para él. Lo usa para construir escuelas. Y no sólo en Sudán del Sur, sino a lo largo y ancho del país, sin distinguir entre musulmanes y católicos. En 2003 estallará el conflicto de Darfur donde los sudaneses del norte usarán a sudaneses del sur esclavizados para matar a sus compatriotas. Ni aun así dejará Manute de apoyar una reconciliación de ambos bandos. Como Nelson Mandela, Manute sólo creía en una paz duradera si el odio dejaba de existir.
Por entonces Manute ya había vendido sus propiedades en Estados Unidos. La otra parte se le había quedado su mujer norteamericana tras un divorcio. Se instaló como jefe de la tribu dinka oficiando bodas, mediando en conflictos de la tribu y aconsejando a los más jóvenes. De cuando en cuando acudía a algún evento en su incasable afán de recaudar dinero. Así, en 2004, en uno de esos viajes por Estados Unidos tuvo un grave accidente de tráfico mientras se desplazaba en un taxi.
Nunca volvió a ser el mismo.
Manute Bol pasa varios días en coma tras romper el bazo, el cuello y un brazo. No gastará salud a partir de entonces. Sus antiguos compañeros organizarán un partido benéfico en su nombre para costear los costes de las diferentes operaciones.
Y mientras todo esto sucedía la larga guerra toca a su fin. En 2007 la ONU decide enviar a 30.000 soldados a Darfur para poner carpetazo a la barbarie. Al final se decide celebrar un referéndum con fecha 9 de enero de 2011 en Sudán del Sur que determinará si una nueva nación alumbra la luz.
La noticia coge a Manute recuperándose en Estados Unidos y decide viajar inmediatamente a Yuba, la ciudad más importante de Sudán del Sur, para hacer campaña por la independencia. Sin saberlo, la medicación que le habían pautado le estaba haciendo daño. Cuando vuelve a Estados Unidos le indican que su salud se ha deteriorado sobremanera y que debe quedarse en Norteamérica en busca de una solución. Es inútil. Es demasiado tarde. Sus riñones se consumen.
Dejaron de funcionar un 19 de junio de 2010. Tenía 47 años oficiales. Sus restos fueron trasladados a Sudán. Luego a Sudán del Sur donde le ofrecieron honores en un funeral de jefe de Estado. Miles y miles de personas esperaron su llegada en cada pueblo y se acercaron al ataúd para dar gracias a aquel gigante bueno.
El 9 de enero de 2011 un 99% de los sudaneses del sur votaron a favor de su independencia. El legado de Manute sigue vivo con la ONG Sudan Sunrise que sigue abriendo escuelas tanto en Sudán del Sur…como en Sudán.
Un millón de personas acudieron a su funeral, incluido uno de sus hijos, Bol Bol, jugador de la NBA de 220 centímetros de altura. Otro de los que acudió al funeral fue Luol Deng, otro baloncestista de la NBA nacido en Sudán del Sur, en su caso con 2’06 metros de altura. “En Sudán, al hablar de Manute, pensamos inmediatamente en todo lo que hizo para ayudar a su gente, sólo después en sus éxitos deportivos. Hizo cosas que no necesitaba hacer, pero hoy sabemos que no hubiese sido feliz si no ayudaba a su pueblo. Su amor por todos fue enorme y es la razón por la cual yo estoy aquí”, dijo Deng en el sepelio.
¿Quién es Luol Deng? Nacido en 1985 Luol escapó de Sudán con su padre, miembro dinka del parlamento sudanés, rumbo a Egipto. Allí su padre conoció a Manute quien, viendo las extraordinarias cualidades del niño, decidió patrocinar su carrera baloncestística. Los Deng, familia pudiente, consiguieron visado para residir en Inglaterra tras tocar algunas puertas. Luol consiguió la nacionalidad inglesa y empezó a practicar fútbol. Llegó a ser internacional sub-15 y todo parecía indicar que sería futbolista, dada la escasa tradición baloncestística de las Islas Británicas. Pero Luol se negó. Había dado su palabra a Manute. Y no sólo como deportista. También lo hará como persona.
Deng tardaría más de veinte años en volver a su país. Por el camino se convertirá en un reputado alero con una sólida carrera en la NBA (dos veces All-Star) y compitió bajo bandera británica en los Juegos Olímpicos de 2012. Ese año, con Manute fallecido y Sudán del Sur recientemente independizado, Luol Deng decidió crear la Federación de Baloncesto de Sudán del Sur como tabla de salvación de la juventud y para dar a conocer a su país al resto del mundo.
Deng fundó, presidió y entrenó a la selección nacional. También ha sido él quien la ha financiado. En sus primeros años tuvieron que jugar sus partidos como locales fuera de Sudán del Sur al no contar con un pabellón reglamentario. Entrenaban en unas pistas al aire libre muchas veces encharcadas de agua. Y aun así el país con peor Índice de Desarrollo Humano del planeta superó a Egipto, Senegal o Túnez para clasificarse para el Mundial de Baloncesto de 2023 de Filipinas. Allí viajaron por obra y gracia de Luol Deng quien costeó tanto el viaje como la estancia. Y allí volvió a suceder el milagro, dado que los sudaneses vencieron a Angola para lograr el billete africano que da una plaza en los Juegos Olímpicos de Paris. 10.000 personas los recibieron llorando en el aeropuerto de Yuba.
El país que sobrevive con 1,9 euros al día estuvo en Paris. Y no fueron de paseo. Se dieron el gusto de derrotar a Puerto Rico y perdieron de forma honrosa ante Serbia y Estados Unidos, futuros medalla de bronce y de oro respectivamente de los Juegos Olímpicos.
Y todo gracias al jefe de la tribu. Un hombre que entregó a mucha gente lo que jamás podrán devolverle.
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