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El rey de la milla

El año anterior, con apenas 22 años, ya se había proclamado campeón del mundo con tremenda autoridad tras superar a Fermín Cacho y a Reyes Estévez en la famosa carrera que en España pasaría a la posteridad como la de la ‘Leña al moro’. Pero cuando en el verano de 1998 Hicham El Guerrouj deje el récord mundial de 1.500 metros en unos perfectos 3’26’’00’’ se consagrará como el rey de la media distancia.

Ya en 1996 Hicham El Guerrouj había marcado la mejor marca mundial del año. Cumpliría con la tradición durante ocho años consecutivos bajando siempre de los tres minutos y veintinueve segundos salvo en el primero de esos años. Para hacerse una composición de lugar, solo trece atletas en la historia han logrado bajar en alguna ocasión de 3’29’00’’ mientras El Guerrouj lo hizo año tras año durante ocho temporadas.

El Guerrouj dominó con mano de hierro el medio fondo logrando cuatro títulos mundiales de 1.500 metros consecutivos (1997, 1999, 2001 y 2003) y sumando otros dos entorchados mundiales en pista cubierta (1997 y 2001). Ganó todas las grandes competiciones en las que participó incluyendo un increíble récord de imbatibilidad en 1997, 1998, 1999, 2000, 2001, 2002 y 2003 donde no perdió ninguna prueba de 1.500 por muy grande o pequeña que fuese.

Bueno, he mentido. Para ser más exactos entre 1997 y 2003 Hicham El Guerrouj sólo obtuvo una derrota en los 1.500 metros. Fue en la final de los Juegos Olímpicos.

Los malditos Juegos Olímpicos.

La victoria de El Guerrouj en los JJ.OO de Sídney 2000 se pagaba 1,1 a 1. Si había una medalla dorada que estaba predestinada era la del marroquí. Fue una carrera rápida. El Guerrouj fue siempre por delante, pero en los últimos 200 metros un sprint de Noah Ngeny le dio al keniata el oro con 3’32″07″, nuevo récord olímpico. Hicham fue plata por escasas centésimas, el segundo puesto más doloroso de siempre. La mayor sorpresa de la historia moderna del atletismo olímpico.

Ngeny outpaces stunned El Guerrouj - Olympic News
Segundo

Otros cuatro años de espera. Y no era la primera vez.

Casi un lustro antes, en Atlanta, al otro lado del globo, El Guerrouj aún no era favorito al oro pero entraba en todas las quinielas para subir al pódium. Se presumía un mano a mano entre Morceli y Fermín Cacho, con El Guerrouj como ‘outsider’. En la última vuelta estaba bien colocado, pero tropezó. Quedo último. No pasaba nada. Era joven. Tenía todo el futuro por delante.

Pero el futuro se desvaneció en Sídney.

Atenas 2004 era su última oportunidad. Por vez primera no era favorito. El keniata Bernard Lagat, que en Sídney había sido bronce, aparecía como su sucesor y lideraba el ranking mundial del año. Sabedor de que la derrota era una posibilidad, El Guerrouj decidió doblar y competir en 1.500 y 5.000 metros buscando asegurar la chapa. Había probado la fórmula en el Mundial de año anterior, logrando el oro en su prueba fetiche y la plata en los 5 kilómetros. Se contaba con que tocaría metal en las dos pruebas, pero tras un par de alarmantes derrotas a principio de temporada y problemas musculares recurrentes a semanas de cumplir los 30 años, no parecía el mejor momento para El Guerrouj.

Entre semifinales y finales, El Guerrouj debía hacer cinco carreras en menos de una semana. Era un esfuerzo titánico. Desde Paavo Nurmi en 1924 nadie había logrado el doblete olímpico en 1.500 y 5.000 metros. El Guerrouj precisaba ayuda divina.

La primera prueba en el calendario fue la de 1.500. La carrera fue lenta. Al llegar a la última curva Hicham iba primero pero el pelotón de favoritos estaba con él. Recta de meta. Bernard Lagat se abre y ataca por la calle exterior. Parece que Alá tampoco acudirá al socorro de El Guerrouj en estos Juegos. Lagat avanza. Se iguala a Hicham. Cuatro piernas al unísono. Meta….Al fin. Por milésimas. Pero las 18’’ de su 3’34” le dan el oro a El Guerrouj. Marruecos estalla de alegría.

Con el deber cumplido, El Guerrouj llega relajado a la final de los 5.000 metros. A diferencia del 1.500, en esta ocasión le interesa una carrera lenta, ya que está muy lejos de las marcas del recordman y gran favorito Kenenisa Bekele. El etíope también aspira al doblete; en su caso en 5.000 y 10.000. El Guerrouj quiere emular a Nurmi. Bekele quiere ser el nuevo Zatopek.

La carrera huele a leyenda.

La prueba es lentísima, sin más relato que el de la tensión comprimida en tan pequeño espacio de tiempo. Se llega así a la última vuelta. Bekele fuerza el ritmo. Detrás, Kipchoge -que será bronce y con el tiempo el hombre récord del maratón- y El Guerrouj. Son unos últimos 400 terroríficos. Llega la curva. Ahora Hicham intenta demostrar que procede de una distancia más corta. Esprinta. 100 metros. En ese momento Bekele vuelve a forzar. Parece que va a ganar. 50 metros. Es entonces cuando la ‘baraka’ decide aparecer por Atenas y darle a El Guerrouj lo que durante ocho años se le fue negado. Con un golpe de cadera monstruoso se produce el milagro. El Guerrouj vuelve al primer puesto. Victoria. Campeón. Doble campeón.

80 años después de que lo lograse Paavo Nurmi un atleta vuelve a vitorear en los 1.500 y en los 5.000 metros olímpicos. Y tuvo que ser en Atenas, donde le corresponde a un miembro del Olimpo.

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