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L’arte di perdere (San Marino)

En Twitter (sigue siendo más conocido como Twitter que como X) existe una cuenta con más de 250.000 seguidores. Es la cuenta de la selección de fútbol de un país. Parece poca cosa, pero gana en consideración cuando sabemos que el país en cuestión tiene 33.000 habitantes, siendo el único del mundo que tiene más vehículos a motor que seres humanos. El asunto tiene aún más enjundia al conocer que la cuenta es mantenida por un argentino que nada tiene que ver con el país en cuestión. Lo más curioso de tan curiosa trama es que el número de followers aumenta con cada derrota, con cada goleada encajada. Algo más que frecuente, dado que la selección del país en cuestión sólo ha ganado un partido en toda su historia y ha fracasado continuamente ante las selecciones más patéticas del planeta.

El país en cuestión es la República de San Marino.

San Marino tiene el honor de ser el Estado soberano más antiguo del mundo. Se enclava en las laderas del monte Titano a escasos kilómetros del Mar Adriático, aunque San Marino no tiene frontera marítima. Sus 61 kilómetros cuadrados están rodeados por límites italianos, su moneda es el euro, como antaño había sido la lira, y mantiene estrechas relaciones con las más populosas ciudades italianas de Rimini y Pesaro. San Marino está a unos 150 kilómetros tanto de Bolonia como de Florencia.

El origen de este pequeño estado data del año 301 cuando un tal Marino, perseguido por sus creencias cristianas, escapó de la persecución del emperador Diocleciano para construir una iglesia en el monte Titano. Con la caída del Imperio Romano el territorio de San Marino pasó a formar parte del Ducado de Spoleto. Así fue hasta que en 1243 el capitán regente de San Marino empieza a actuar como jefe de estado independiente del ducado siendo reconocido por el papa Nicolás IV (que dominaba la zona en nombre de los Estados Pontificios) como país independiente en 1291. Aun siendo ocupada militarmente en alguna esporádica ocasión, (la última por los nazis) en el siglo XIX su independencia fue reconocida internacionalmente tras la unificación de Italia. San Marino, como Andorra, Liechtenstein o Mónaco, parece un anacronismo de tiempos medievales, cuando la jurisdicción de una ciudad no iba más allá del alcance de las armas que asomaban desde las murallas. San Marino es, Junto con la Ciudad del Vaticano, el único país europeo completamente rodeado por otro.

San Marino

La selección de fútbol de San Marino no se creó hasta 1986. Entonces jugaron un partido amistoso frente a Canadá hasta que dos años después, en 1988, San Marino fue reconocida por la FIFA y pasó a formar parte de las rondas clasificatorias de los torneos de la UEFA y de la FIFA. Hasta entonces los nacidos en San Marino eran italianos a efectos futbolísticos. Quizás el jugador más notable de su historia sea Massimo Bonini, campeón de Europa con la Juventus en los años 80 y que, tras ser internacional italiano sub-21, defendió la camiseta de San Marino en 19 ocasiones.

En esos 19 encuentros Bonini no celebró victoria alguna. No es de extrañar. Desde que en 1990 perdió por 4-0 ante Suiza en su primer encuentro oficial valedero para la clasificación de la Eurocopa 1992 San Marino jamás ha ganado un partido clasificatorio. Invariablemente cosecha derrotas y celebra con orgullo sus escasos empates. Año tras año está considerada por la FIFA como la peor selección del planeta (a la hora de escribir estas líneas ocupa el 210º puesto en el ranking -el último-) en dura y vergonzosa disputa frente a las Islas Vírgenes, Guam o Sri Lanka. Lo que está fuera de toda duda es su título como peor equipo europeo, lo que los ha llevado en los últimos años a buscar alegrías fuera del Viejo Continente. En seis ocasiones han programado partidos amistosos contra equipos no europeos, pero el fracaso ha sido igual de constante. Perdieron frente a Cabo Verde (2-0) y Santa Lucía (1-0) a domicilio y contra San Cristóbal y Nieves (1-3) en casa. Lograron arrancar un empate en la revancha contra la citada isla caribeña (0-0) así como otra igualada ante las Seychelles y también ante Santa Lucía. Ante los santalucenses (país de 180.000 habitantes) llegaron a jugar media parte con superioridad numérica, pero ni aun así consiguieron romper una racha de partidos sin vencer que ronda los 150 encuentros.

El peor resultado de su historia se dio en 2006 cuando San Marino cayó en casa ante Alemania por un escandaloso 0-13. Hasta en cincuenta ocasiones han encajado al menos seis goles. Cada gol anotado se celebra como un triunfo mundialista. Los saques de esquina a favor son muestras de júbilo y si se consigue llegar al 40% de posesión la fiesta está asegurada. Quizás por todo ello, por esa aura de antihéroes, de simpatía ante el débil, el éxito de San Marino en redes sociales es tan notorio. El fenómeno fan es tal que a mayor número de derrotas mayores son los tweets. Los poco más de 6.000 espectadores que siguen los encuentros in situ de su selección portan pancartas con lemas tan complacientes como “15 minutos con un 0-0 es un triunfo”, “Brigada ni una alegría” o “Una victoria, escasos empates e infinidad de derrotas”.

Y es que hubo una victoria. La única. Fue un amistoso. Hace ahora veinte años. Partido amigable. 28 de abril de 2004. San Marino (33.000 habitantes) vs Liechtenstein (40.000 habitantes). Los visitantes son malos. Pero no tanto. 17 victorias desde que se pusieron en marcha en los años 80. Liechtenstein es el favorito. Aquel día todo fue distinto. A los cinco minutos de partido Andy Selva adelantaba a San Marino con un fenomenal gol de lanzamiento de falta que se coló por la escuadra derecha del portero de Liechtenstein. Selva nació en Roma. De padre italiano y madre sanmarinense optó por jugar para el país de su madre. Con el tiempo se convirtió en el máximo goleador histórico de San Marino con únicamente ocho tantos. Llegó a golear en la Serie C italiana. El caso es que tras el gol de Selva los sanmarinenses se dedicaron a aguantar el marcador e intentar la sentencia en rápidos contraataques. La victoria llegó y con ello una alegría que ni se había celebrado dos décadas atrás ni se ha vuelto a repetir dos décadas después.

Al menos el desastre no es igual en el fútbol de clubes. Se cuentan un puñado de alegrías en competiciones UEFA. El Tre Fiori logró vencer en rondas previas de la Europa League o de la Conference League al Shirak de Armenia y al Bala Town de Gales, mientras que el también sanmarinense Tre Penne venció al Fola Esch de Luxemburgo. Incluso en 2014 la selección de San Marino jugó un amistoso ante un conglomerado de clubes sanmarinenses a los que se privó de sus mejores jugadores buscando una victoria que sumar a su palmarés. Ni aun así lograron pasar de un empate (1-1).

San Marino es un tótem. Un símbolo. Forma parte de una mitología derrotista. El santismo marinero le llaman sus fieles. Sus esperanzas han sido pisoteadas y resquebrajadas constantemente y aun así la esperanza sigue viva en sus seguidores. En sus últimos tres partidos oficiales perdieron, pero lo hicieron dignamente. Frente a Kazajistán (3-1), Finlandia (2-1) y la todopoderosa Dinamarca (2-1) lograron anotar un tanto. Son como nosotros. Como el niño que elegían el último en la pachanga del recreo. Como el niño que tropezaba cada vez que intentaba golpear la pelota. San Marino es sonrisa. Es alegría. La encarnación de la derrota alegre.

“Aunque su territorio es pequeño, su estado es uno de los más honrados de la historia”. Abraham Lincoln, presidente de Estados Unidos, sobre San Marino en un discurso de 1861.

“Caer está admitido, levantarse es obligatorio”. Proverbio ruso.

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