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A los 100 años de los Juegos Olímpicos de Invierno

Era 1896 cuando Atenas alumbró la primera edición de los Juegos Olímpicos modernos. En gran medida la iniciativa se debía a Pierre de Coubertin, un apasionado de las virtudes del ejercicio físico y de la cultura grecolatina. Fue en el siglo XIX cuando Grecia logró su independencia tras una guerra de liberación ante el Imperio Otomano. Para la victoria helena tuvo gran peso el apoyo francés y británico (sangre de Lord Byron incluida) quienes, junto a los alemanes, iniciaron desde entonces un proceso de excavación, redescubrimiento y expolio de la Grecia Clásica. La fiebre por la Antigua Grecia se trasladó al deporte y fue Pierre de Coubertin el ideólogo al combinar la mística, el espíritu y el honor de los Juegos Olímpicos de la Antigüedad con las normas, las reglas y los beneficios higiénicos del deporte británico nacido en dicho siglo.

Ciclismo, tenis, tiro, gimnasia, esgrima, y, por supuesto, natación y atletismo formaron parte del programa deportivo de 1896. Pero claro, faltaban cosas. Muchas otras cosas. Desde un primer momento se discutió la inclusión del patinaje artístico, suceso que cristalizó en Londres 1908. Pero no era suficiente.

En aquel entonces Europa era dueña del mundo. Una quinta parte del orbe era de dominio británico. China aún era un gigante dormido y Estados Unidos un corpulento adolescente que aun respetaba a sus padres. Los Juegos fueron ideados, impulsados y cristalizados por europeos. Sus gustos se establecerían como universales. Pero no todos los europeos se veían representados en esos Juegos. Más allá del Báltico estaban Finlandia, Suecia, Noruega y Dinamarca. Escandinavia. Un tal Viktor Balck, militar y representante sueco en el Comité Olímpico Internacional (COI), sugirió la posibilidad de introducir los deportes de invierno en el programa olímpico. La idea fue rechazada por peregrina ya que eran escasas las ciudades que dispusiesen de las infraestructuras necesarias para llevarla a cabo.

Así que Balck decide montar en 1901 los Juegos Nórdicos, competición invernal deportiva a celebrar cada cuatro años. Así mismo, el Club Alpino Francés, decide organizar desde 1907 una Semana Internacional de deportes de invierno. Ambas ideas convivieron durante un tiempo hasta que en 1921 el COI designó a Paris sede de los Juegos Olímpicos de 1924. Entonces Coubertin hace una proclama que finaliza con un categórico “los Juegos Olímpicos son los juegos de todos los deportes”. Con el apoyo de canadienses y suizos, los delegados franceses convencen a los escandinavos de abandonar la idea de unos Juegos Nórdicos y formar parte de la familia olímpica. A cambio se comprometen a organizar un evento independiente del principal y buscar una sede que reúna todas las condiciones materiales y técnicas necesarias para celebrar deportes invernales.

Iban a nacer los Juegos Olímpicos de Invierno.

Fueron tres las ciudades francesas que optaron por hacerse cargo de la primera edición. Geradmer, en la región de los Vosgos, Bagneres de Luchon, en el Alto Garona cerca del Tourmalet, y Chamonix, al pie del Mont Blanc. Cuatro años antes la comuna de Chamonix había construido un teleférico para unir al pueblo con el Mont Blanc, el pico más alto de Europa. Aquello fue el punto de inflexión para escoger en febrero de 1923 a Chamonix como sede olímpica.

La premura de la decisión y cierta improvisación dificultaron la tarea. En menos de un año todo tenía que estar listo. De este modo, y temiendo un sonoro fracaso, el COI decidió retirar parte de su apoyo. Lo que eran los Juegos Olímpicos pasarían a ser conocidos como Semana Internacional de Invierno Conferencia Deportiva Paris 1924. Luego, visto el éxito, y de forma retrospectiva, pasará a los anales de la historia como I Juegos Olímpicos de Invierno Chamonix 1924.

Chamonix 1924

Se construyó una pista de hielo, una pista de bobsleigh y una pista de salto de esquí en apenas ocho meses. La financiación procedió de empresas privadas y del Estado francés. La joya de la corona fue la construcción de un estadio olímpico para 10.000 espectadores. Podría parecer poca cosa, no obstante suponía un aforo tres veces superior a los habitantes censados en el pueblo. A orillas del río Arve, Chamonix contaba también con un polideportivo y una pista de hielo, la cual, por entonces, era la pista de hielo artificial más grande del mundo. La nieve, al pie del Mont Blanc, estaba más que asegurada.

El 25 de enero de 1924, hace ahora un siglo, tenía lugar la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Chamonix. El programa deportivo era corto. Contaba con 16 finales distribuidas en nueve deportes diferentes. Bobsleigh, patinaje artístico, patinaje de velocidad, hockey sobre hielo, esquí de fondo, salto de esquí, curling, combinado nórdico y patrulla militar. Este último deporte era una mezcla de esquí de fondo, montañismo y tiro al blanco mezclando pruebas tópicas de las tropas de montaña de los ejércitos europeos. Hoy su legado lo porta el biatlón.

Charles Jewtraw, de Estados Unidos, ganó la primera medalla de oro en la prueba de 500 metros de patinaje de velocidad. La competición tuvo lugar tras un desfile de inauguración que recorrió Chamonix y finalizó en el estadio olímpico. Son 16 los países participantes, siendo Austria el primero en desfilar por orden alfabético y Yugoslavia el último. Todos los países son europeos con excepción de Estados Unidos y Canadá. Los franceses (39) son los que presentan a más deportistas junto a Gran Bretaña (28), mientras que Letonia únicamente envía a dos atletas. La madrileña Lili Álvarez, quien en verano participaría en los Juegos de Paris en la competición de tenis, iba a representar a España en patinaje artístico pero una lesión le hizo renunciar a escasos días del inicio de la competición.

Quien compitió en patinaje artístico fue una niña noruega llamada Sonja Henie. A sus once años quedó ultima, pero lograría la medalla de oro en las siguientes tres ediciones de los Juegos Olímpicos. Canadá ganó en hockey venciendo a Suecia, Checoslovaquia y Suiza con un acumulado de 85 goles a favor por ninguno en contra. No obstante, la estrella de los Juegos fue el esquiador noruego Thorleif Haug quien logró tres medallas de oro en las pruebas de esquí de fondo de 18 kilómetros, esquí de fondo de 50 kilómetros y en combinado nórdico (salto de esquí + esquí de fondo). Sumaría también una medalla de bronce en salto de esquí, pero se le fue retirada póstumamente casi medio siglo después y relegado al cuarto lugar al observase un error en el cronometraje. El otro gran triunfador fue el finés Clase Thunberg con un total de cinco preseas en pruebas de patinaje a las que sumaría otras dos en los siguientes Juegos para acabar su carrera olímpica con cinco oros, una plata y un bronce.

La ceremonia de clausura tuvo lugar el 5 de febrero de 1924 bajo un agradable sol invernal, el mismo que lució durante los doce días de competición. Pierre de Coubertin, ausente en la ceremonia de inauguración, se sumó al carro para el cierre visto el éxito conseguido. Ese día se hizo entrega de las medallas a todos los deportistas. El despropósito organizativo hizo que la mayoría de los premiados ya hubiesen vuelto a sus lugares de residencia. Noruega (17) lideró el medallero, seguida de Finlandia (11) y Austria (3). Francia sumó tres medallas de bronce. Si en los Juegos Olímpicos de Verano el único país organizador con la vergüenza de quedarse sin medalla áurea es Canadá (1976), en su homólogo invernal unos cuantos igualaron a Francia (1924). Chamonix inauguró una infausta tradición que continuó Saint Moritz (1928 – Suiza), Sarajevo (1984 – Yugoslavia) y Calgary (1988 – Canadá).

Entrega de medallas

El éxito internacional fue total. Las pérdidas financieras inmediatas también. No obstante, al cabo de una década Chamonix era lugar de peregrinaje vacacional para gente de elevadas rentas. La década de 1930 ve como Francia decide invertir en decenas de estaciones de esquí y atraer a los grandes campeones escandinavos para promocionarlas. Hoy Chamonix es un centro internacional afamado de vacaciones y deportes de invierno. Para los Juegos Olímpicos de Cortinna d’Ampezzo de 2026 se esperan cerca de 3.000 atletas que competirán en más de 100 pruebas, hasta diez y seis veces respectivamente más de lo ocurrido en Chamonix 1924. Es tal el volumen de gente que mueven los Juegos Olímpicos de Invierno que, aunque las pistas de esquí de Cortina verán buena parte de las pruebas, la masa de deportistas se establecerá en Milán, a más de 400 kilómetros de la dolomítica Ampezzo.

Tras la II Guerra Mundial el COI decidió dejar de compatibilizar sedes veraniegas e invernales. Los británicos no tenían ningún tipo de interés en organizar unos Juegos de Invierno por lo que a Londres 1948 le iría a preceder la suiza Saint Moritz. El último gran cambio llegó en 1984. Aquel año el COI decidió que los de 1992 (Barcelona y Albertville) fuesen los últimos Juegos que compartiesen año. Para darle más brillo a las ediciones invernales se decidió intercalarlas entre las veraniegas. La noruega Lillehammer (1994) precedió a la veraniega Atlanta (1996) para que después la japonesa Nagano (1998) continuase un recorrido que llega hasta la actualidad.

Eso sí, tanto en 1924 como en 2026, se da por hecho que Noruega liderará el medallero. Hay cosas que nunca cambian.

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