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Cuando Jordan jugó en la ACB

En 1990 Michael Jordan aún no había ganado ningún anillo de la NBA. Había sido galardonado con el premio MVP al mejor jugador de la temporada, era el sempiterno máximo anotador e incluso había sido galardonado en un mismo año como el mejor defensor siendo también el máximo hacedor de canastas, algo nunca antes visto. Pero el campeonato se le atragantaba. Los Detroit Pistons eran la pesadilla de los Chicago Bulls y colocaron a Jordan una injusta etiqueta de gran jugador incapaz de liderar a un equipo. Sin embargo, las críticas del establishment eran diametralmente opuestas a la admiración que Jordan cosechaba de los aficionados. No existía entonces jugador más querido y admirado que Michael Jordan. Y ese era el arma que usaría Nike para llevar la mercadotecnia deportiva a un nivel jamás visto antes.

Apenas un par de décadas atrás Nike era una empresa de material deportivo de poca monta limitada al mundo del atletismo estadounidense. Nike decidió arriesgadamente apostar por Jordan en 1984 cuando aún era una estrella universitaria y supo a través de decisiones empresariales temerarias convertirlo en el icono deportivo del momento. Jordan, al igual que su tocayo Michael Jackson, será capaz de cautivar a blancos y a negros a partes iguales y aprovechará ser el abanderado de una televisión globalizada para ser el primer deportista capaz de penetrar en los cinco continentes. Aun hoy, más de dos décadas después de su retirada, sigue obteniendo millones de beneficios a través de su imagen. Y aun hoy, cuarenta años después de su acuerdo comercial, Nike sigue vendiendo miles de zapatillas Air Jordan por todo el orbe.

En 1990 Nike estaba en plena campaña de expansión comercial por el Viejo Continente. Se programó una minigira de Jordan a finales de agosto con paradas en Italia, Alemania y España. La excusa para viajar a España era que Nike acababa de inaugurar en Barcelona su filial en la Península Ibérica. En Italia o Alemania lo previsto era que Jordan hiciese una visita de cortesía en las instalaciones Nike de dichos países y luego repartiese autógrafos, fotografías y regalase material deportivo a aquellos elegidos que aguantasen horas y horas la llegada del gran ídolo.

En el caso español habría algo más. Un partido de exhibición junto a los mejores jugadores de la Liga ACB.

Eduardo Portela era entonces el mandamás de la ACB. Portela mantenía unas excelentes relaciones con David Stern, el jefazo de la NBA, y llegó a un acuerdo para que Jordan estuviese presente en el partido inaugural de la temporada ACB. Por supuesto Nike daba palmas con las orejas por la alianza, aunque hubo de sufragar 50.000 dólares por un seguro que cubriese una posible lesión de Jordan. Stern sabía que las normas de la NBA impedían que un jugador estableciese acuerdos deportivos por su cuenta y riesgo, por lo que se aseguró posibles problemas con la obligatoriedad del seguro. Además, Stern era consciente de que para la expansión de la NBA era indispensable abrirse al mercado europeo y más teniendo en cuenta que en 1992 Barcelona sería ciudad anfitriona de unos Juegos Olímpicos donde por vez primera los profesionales de la NBA tomarían parte.

La ACB decide tomarse el asunto con pompa y boato. Walter Szczerbiak, embajador de la ACB en Estados Unidos, será el maestro de ceremonias. Szczerbiak había sido una leyenda vistiendo la camiseta del Real Madrid y era conocido en los despachos del mundillo del baloncesto norteamericano. La misión de Szczerbiak era pegarse a Jordan durante todo su trayecto por Europa y agasajarlo en lo que hiciese falta. Así que Szczerbiak cogió un vuelo regular en primera clase rumbo a Estados Unidos para luego retornar a Europa con Jordan a su lado.

No fue así. Hubo de volver sólo y a toda prisa.

Cuando arribó en el aeropuerto JFK de Nueva York le advirtieron de que Jordan iba rumbo a Italia en un jet privado.

Así pues, Szczerbiak volvió a cruzar el charco con destino a Madrid. Tras su paso por Italia y Alemania la idea era que Jordan fuese hasta la capital de España donde en la agenda estaba previsto un encuentro con el Rey Juan Carlos y un par de actos publicitarios. Ese era el plan. Pero Michael Jordan tenía otros planes. Lo que deseaba era jugar al golf. Si el baloncesto era su vida, el golf era su evasión de esa misma vida. Se fue directamente a Barcelona y conmino a su representante una cita con Severiano Ballesteros con la intención de echar unos hoyos con él. Lamentablemente para Jordan el genio de Pedreña no se encontraba en España en esos días, por lo que el 23 de los Bulls tuvo que recorrer el campo del Real Club Golf El Prat con la única compañía de una caja de habanos.

Jordan, Portela y Szczerbiak

Tras pernoctar en el Hotel Reina Sofía, el día de autos, 30 de agosto de 1990, comenzaba con una visita de Jordan a la recientemente inaugurada nueva oficina de la ACB sita en el barrio de Bonanova, en la Barcelona bien. Allí Portela agasajó a Michael con una caja de 25 bolas de golf con el logo de todos los equipos de la Liga (por entonces eran 24 + el logo de la ACB). Luego Jordan hubo de visitar la sede de Nike y, en un primer momento, la intención era que se desplazase al Palau Sant Jordi para anotar la primera canasta en el pabellón construido para acoger diversas pruebas de los Juegos Olímpicos.

Esa era la idea inicial, pero jamás se cumplió. Jordan manifestó, nada más llegar a Barcelona, algo que ya había rumiado en otras ocasiones. No tenía intención alguna de acudir a la cita olímpica. Ya había conseguido el oro en Los Ángeles 84 y su objetivo único era alcanzar el título de la NBA. Tanto Nike como el Comité Organizador de Barcelona 92 obraron con presteza y cancelaron el evento. Semanas más tarde será Magic Johnson quien anote esa primera canasta en el Sant Jordi y será el propio Magic el que convenza a Jordan para viajar a Barcelona un par de veranos más tarde. Mas esa es otra historia. Por ahora Michael Jordan, tras visitar las oficinas de Nike, se desplazará a su hotel para comer y, luego, a descansar.

Como decía, el Sant Jordi aún estaba pendiente de inauguración, por lo que el partido se iba a celebrar en el Palacio de Deportes de Barcelona a los pies de Montjuïc. Hoy es un centro de artes escénicas, pero desde mediados del siglo XX era el principal recinto deportivo cubierto de la ciudad. 10.000 personas abarrotaban un pabellón que se vino abajo cuando Michael Jordan, con pantalón de chándal y camiseta de Nike, aparezca en el centro de la pista. Su primera misión fue la de ejercer de juez de un concurso de mates patrocinado por Nike en el que tomaron parte dos adolescentes que previamente habían ganado un reto. El vencedor fue un tinerfeño que se llevó a casa unas zapatillas Air Jordan como premio…que jamás se pudo poner dado que eran de la talla 50, la misma que calzaban los 198 centímetros del número 23.

A las 19:30 horas tendría lugar el partido de exhibición. Sería un encuentro de apenas media hora dividido en dos partes de quince minutos. Los jugadores se fraccionarían en dos equipos. Uno de color naranja y otro de color azul. Se pactó que Jordan jugase la primera parte con los naranjas y la segunda con los azules.

Entre los que serán compañeros y rivales a partes iguales estaban jugadores que marcaron el baloncesto español en su época dorada. José Miguel Antúnez, Chichi Creus, José Antonio Montero, Walter Berry, Ricky Winslow, Jordi Villacampa, Mike Smith, Corny Thompson o Audie Norris. Jordan charlaba amigablemente con sus compatriotas y cuando el público de Barcelona regaló a Norris, ídolo del Barça, una sonora ovación, Jordan se le acercó y le dijo a Audie que no estaba acostumbrado a que alguien tuviese más aplausos que él.

Jordan también tuvo un aparte con Antonio Martín. Apenas un año atrás Fernando Martín había fallecido en un accidente automovilístico. Jordan conocía a Fernando de su breve pero intensa etapa en la NBA y se acercó un momento a Antonio, hermano del fallecido, para hacerle una carantoña y echarle una mirada de complicidad antes del salto inicial. El último gesto lo tuvo con Epi, quizás el mejor escolta europeo de la década, quien estaba lesionado y siguió el partido desde la grada. Jordan sabía de la existencia de Epi al haber compartido pista en Los Ángeles 84 y también se dignó en mandarle un saludo desde el centro de la cancha.

Foto histórica

Tras una fotografía de grupo, el partido empezó con Michael repartiendo sonrisas y trotando por la pista. Pronto vio que aquello era de todos menos amigable. A Jordan lo defendía Jordi Villacampa. De su mismo año y de su misma altura, Villacampa estaba en el mejor momento de su carrera y se había asentado en la elite europea como buque insignia del CB Joventut. Villacampa metía el cuerpo y bajaba el culo. Había salido a la pista con la intención de comerse a Jordan. Michael falla un par de tiros bien punteado por su marcador, pierde el balón en un bloqueo y su siguiente jugada es un fallo en un alley oop tras un leve empujón. Es entonces cuando entorna las cejas y le echa una mirada a Villacampa como preguntándose qué está pasando aquí.

Michael Jordan lleva 0/3 en tiros, dos pérdidas de balón y apenas un par de tiros libres anotados en cinco minutos.

Comprende que esos chicos son unos ganadores. De hecho, forman parte de la elite entre los mejores jugadores de Europa. Percibe que para ellos jugar contra él es un honor y que están dispuestos a demostrarle de que pasta están hechos. Jordan entiende que no hay mejor forma de homenajear al público y mostrarle su respeto a aquellos jugadores que manifestar su amor por el baloncesto. Toca ser competitivo. Toca jugar al básket.

Jordan se pone el traje de faena. Anota un triple, luego un par de asistencias. Una canasta de dos tras salir de bloqueo, un par de mates con la lengua fuera. Pases sin mirar, bandeja tras rectificación en el aire, otro par de triples…Jordan anota 16 puntos en 15 minutos con los naranjas y sumará 21 puntos en 13 minutos con los azules. Será el máximo anotador en ambos equipos, a pesar de jugar tan sólo una mitad con cada uno de ellos.

Jordan no estará presente cuando suene la bocina que indique el final. Estaba apalabrado con la ACB para evitar un colapso y una invasión de campo al concluir el choque. A falta de dos minutos para el fin fue sustituido por Chichi Creus. La decisión fue tomada por Manel Comas, técnico ese día del equipo azul y entrenador a tiempo completo del CB Granollers, tras consensuarla con Creus. El base le había pedido a Comas que le permitiese ser él el último al que Jordan le diese el relevo. La verdad es que nadie pensaba que Jordan hubiese estado tanto tiempo en la pista ni que le hubiese prestado tanta dedicación al partido. Si bestial fue la ovación de inicio, no tuvo comparación alguna con la recibida al final.

La comitiva de Nike esperaba a Jordan al final del vestuario para llevar a Michael al Hotel Reina Sofía. Allí ya le estaba esperando Walter Szczerbiak. La idea era que una vez duchado y cambiado, Jordan acompañase a Szczerbiak a una cena de gala que la ACB había organizado en su honor en el Pabellón de Italia de la Fira de Barcelona.

Ese no era el plan de Jordan.

Durante el descanso del partido Jordan se había acercado a Audie Norris y al resto de estadounidenses para invitarlos al reservado de la discoteca Up & Down, emblemático local nocturno de dos plantas en la zona noble de Barcelona por donde pasaron personajes tan dispares como Julio Iglesias, Maradona, Kevin Costner o Ronaldinho.

Jordan invitó a Szczerbiak a su habitación y comenzaron una charla sobre baloncesto aderezada con un pica pica del servicio de habitaciones. Szczerbiak insistía a Jordan con finalizar la conversación para acudir a la cena de la ACB, pero Jordan se excusó en el cansancio para quedarse en su alcoba y agradecerle los servicios prestados. A primera hora de la mañana siguiente tenía una entrevista en el hall del hotel para RTVE antes de coger un vuelo que lo llevara de vuelta a Estados Unidos.

Despedido Szczerbiak, Jordan se escabulló camino de Up & Down.

Como el gran profesional que era Michael Jordan desplegó su carismática sonrisa frente a las cámaras de Televisión Española a la mañana siguiente. Su rostro no dejaba percibir registro alguno de que hasta las 04.30 de la madrugada anterior había estado bebiendo y bailando junto a Audie Norris, Mike Smith, Ricky Winslow y compañía en el reservado de Up & Down.

Volando en Barcelona

La ACB repitió experiencia la temporada siguiente con la presencia de Charles Barkley y Scottie Pippen. Un año después Barcelona 92 acogió unos Juegos Olímpicos fastuosos que significaron la globalización del baloncesto y la entrada de la NBA en los hogares de medio mundo. Michael Jordan finalmente volvió a Barcelona y se coronó como el rey de reyes en esos Juegos.

Desconocemos si en ese viaje conoció finalmente al Rey Juan Carlos. Lo que sí sabemos es que volvió a visitar el reservado de Up & Down y que finalmente cumplió su sueño de echar unos hoyos con el gran Severiano Ballesteros.

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