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El divorcio de Fausto Coppi (1ª parte)

60 años después de su muerte Fausto Coppi sigue siendo un héroe nacional en Italia. Su mito tiene vida propia. Coppi el mito. Coppi el héroe. Coppi vive. Arriba Coppi. ‘Un uomo solo è al comando’. Para muchos el más grande ciclista de todos los tiempos. ‘Il Campionissimo’, un título que algunos portaron antes, pero que ninguno llevó después. Al cruzar la recepción en el edificio ‘La Gazzetta dello Sport’ aparece su fotografía decorando la estancia. No lo hace un futbolista, ni tampoco un piloto de Ferrari. Es la instantánea de Coppi. La imagen del mejor deportista italiano del siglo XX. Todas las carreteras del norte del país están llenas de memorias de un hombre cuyo recuerdo obsesivo solo es igualado por el de Marco Pantani, otro ciclista que hizo doblete Giro-Tour y otro James Dean que falleció antes de tiempo.

Fausto Coppi era un chico sencillo criado en Castellania, una aldea del Piamonte en el noroeste de Italia. Provenía de una familia que rozaba la pobreza y que, como tantas otras, vivía de la agricultura de subsistencia. Cuando Coppi ganó su primera carrera profesional le regaló a su ‘mamma’ un frigorífico. Aquella nevera jamás conoció el tendido eléctrico. Aquel aparato era ideal para almacenar la leña.

Y es que muchos de los grandes, caso de Coppi, Hinault o Induráin, provienen del campo. El ciclismo era y es sinónimo de libertad, posibilidad de conocer mundo y, además, ganar dinero y salir de las limitaciones. Ver a hijos de herreros, albañiles, granjeros o pastores ganarse la vida a través del ciclismo era inspirador. La bici era una necesidad básica como el pan o el agua. En tiempos de Coppi el coche era un bien impensable y aún no se había creado la Vespa. La bici era status. Era glamour.

Fausto Coppi era uno de esos soñadores que querían ampliar su mundo más allá de las montañas que rodean su pueblo. Era un chico torpe, escuálido, excesivamente delgado y con nariz un tanto aguileña. Alguien acertó a compararlo con una garza, porque era mostrenco en tierra, pero ascendiendo cumbres parecía que volaba. Y es que todo lo que aparentaba en la primera impresión se desvanecía al cabo de unos segundos. Su postura, su pedaleo y el arco de su espalda eran perfectos. Lo mismo ocurría cuando se bajaba la camiseta. Siempre con gafas de sol para ocultar su timidez, tenía una clase natural al vestir y al andar. Sí, era un campesino, pero tenía porte de galán.

Fausto | Jersey de ciclismo, Ciclismo, Historia del ciclismo
‘Il Campionissimo’

Con apenas 20 años se presentó en el Giro de Italia de 1940 enrolado en el equipo Legnano. El jefe de filas era Gino Bartali, el ciclista más laureado del momento. En la segunda etapa Bartali tuvo una caída y Coppi, sorpresivamente, se convirtió en el capo de la carrera. Cuando a Fausto se le pinche una rueda ascendiendo los Dolomitas, Bartali pondrá pie en tierra para darle su bicicleta a su joven gregario. Coppi acabará convirtiéndose en el más joven vencedor del Giro de Italia mientras Bartali proclamará a los cuatro vientos que había sido un triunfo falso y que en igualdad de condiciones Coppi nunca habría sido el vencedor.

Acababa de iniciarse una de las rivalidades deportivas más enconadas de la historia que se prolongaría durante algo más de una década.

Apenas dos días después del triunfo de Coppi, Italia declaraba la guerra a Francia y Mussolini unía su destino al de Hitler al introducir a su país en la II Guerra Mundial. Coppi sería llamado a filas y enviado a Túnez, donde al cabo de un mes ya había sido hecho prisionero por los británicos. Al ser ya una celebridad tuvo un cautiverio llevadero en el que ejerció de mecánico, transportista y de voluntario de la Cruz Roja. Cuando en mayo de 1945 fue liberado se encontraba en Nápoles, a más de 800 kilómetros de su casa. Se disponía a recorrer una Italia desbastada en bicicleta, llegar a Castellania y casarse con Bruna, su novia de la adolescencia, y vivir una vida tranquila pegado al campo y a la tierra.

No fue así. Fausto tenía un hermano pequeño que se llamaba Serse. Si bien Fausto, que jamás habló de política ni de su experiencia en combate, era simpatizante izquierdista, Serse había combatido con convencimiento a favor de la causa fascista. Ninguno sabía si el otro había sobrevivido, pero el azar quiso que se encontrasen en Roma. Allí Serse se sacaba unas liras compitiendo en carreras con una vieja bicicleta y enfundado con la maglia rosa que su hermano había ganado cinco años atrás. Serse era la antítesis de Fausto. Dicharachero, optimista, ligón y decidido, convenció a Fausto para que volviese a las carreras y de inmediato se convirtió en su confidente, su psicólogo y también en su gregario más fiel.

De este modo a finales de 1945 Fausto se casaba con Bruna y con el dinero que había ganado en varias pruebas de exhibición se compraba un pequeño piso en Sestri Ponente, en los arrabales de Génova, para iniciar una nueva vida. A pesar de los años de contienda, la fama de Fausto era tal que los aficionados se encargaban de subirle la bici del rellano al cuarto piso sin ascensor donde vivía para evitar que gastase fuerzas innecesarias después del entrenamiento.

Así en 1946 el mundo ciclista se reanuda. Es el llamado Giro de la reconstrucción, que merecería artículo propio. El recorrido pasaba por todos los lugares destrozados en la guerra incluida una marcha por Trento, que entonces estaba en disputa entre Italia y Yugoslavia. Habrá manifestaciones, huelgas y muertos por el camino, antes de que Bartali se proclame campeón gracias a su regularidad y Coppi acabe segundo pero venciendo en las etapas alpinas más relevantes. Antes, en primavera, Coppi había dado una exhibición en la Milán-San Remo. Aquella había sido la primera gran prueba tras la guerra, y cuando la radiante cadencia de Coppi atreviese en solitario el túnel del Turchino, sin luz eléctrica y sin asfaltar, para dejar atrás las montañas y poner rumbo al sol de San Remo en ‘La Gazzetta dello Sport’ se escribirá que “Coppi en 24 minutos a dado luz a un túnel que llevaba 6 años en la oscuridad”.

Por entonces Coppi ya era el líder del equipo Bianchi, mientras que Bartali seguía en Legnano. Coppi se llevó a Bianchi a su hermano Serse, así como a un masajista y a un mecánico personal, algo inaudito por entonces. Coppi fue el inventor del entrenamiento centrado y sistemático. Era la clase, mientras que Bartali era la fuerza bruta. Aunque nunca fueron enemigos, ambos supieron explotar esas diferencias para crear dos personajes antagónicos que apasionaron a la prensa y a la afición italiana en un momento donde el ciclismo era el deporte de masas e Italia estaba sumida en un caos político absoluto.

Coppi era tímido y educado, pero también desconfiado y distante. Siempre lacónico hablando, siempre con silencios largos. Era frágil, pero también muy estudioso. Por su parte Bartali era duro como el mármol. Un ciclista a la antigua usanza. Comía abundantemente antes o durante las carreras y era aficionado a la vida nocturna. Coppi experimentó con una dieta vegetariana (¡en los años 40!) y obligaba a sus gregarios a que cargasen con su comida para minimizar esfuerzos. Modernizó el ciclismo con sus maillots Bianchi celeste, sus guantes a juego y sus Ray-Ban. Se preocupaba por el material en una época donde los ciclistas ejercían de mecánicos sobre la marcha. Siempre buscaba innovaciones y con su trabajo ayudó a convertir las fábricas del norte de Italia en la vanguardia del ciclismo internacional. Cuentan que una vez se levantó a medio comer de un restaurante. El dueño se acercó y le preguntó si no le gustaba la comida. “Me gusta demasiado” -contestó Coppi-, “por eso me tengo que marchar”. 

En la foto de Bartali, Coppi y el bidón resulta que tiene truco
¿Quién dio la botella de agua a quién?

Tras cerrar 1947 con el nacimiento de su hija Marina, 1948 fue un año para olvidar para Fausto Coppi. Se cayó en el Giro y no pudo correr el Tour, donde el triunfador fue Gino Bartali, que con su victoria salvó a Italia de una Guerra Civil. Pero aquel año 1948 también dejó un encuentro que marcaría el futuro de Fausto. A orillas del Adriático un médico de provincias llamado Enrico Locatelli seguía sin cesar las hazañas de Coppi. Coincidiendo con que Coppi iba a disputar una carrera cerca de su casa, Locatelli se acercó al inicio de la prueba para obtener un autógrafo de su ídolo. Junto a él, iba su esposa, una decidida y brillante morena llamada Giulia. Ésta no entendía la obsesión de su marido con el ciclismo, pero decidió ir con él. Era una mujer ambiciosa, que se sentía constreñida en el papel de ama de casa abnegada que la sociedad le demandaba, así que aceptó con gusto el proyecto de viaje. Mucho más decidida que su marido, fue ella quien asaltó a Coppi para pedirle un autógrafo. Fuese por lo que fuese, aquella mujer se sintió atraída por aquel mundillo y al cabo de unas horas compartía el fanatismo de su marido por el mundo del ciclismo.

Concretamente por la figura de Fausto Coppi.

Para 1949 Fausto Coppi iba a realizar una hazaña nunca vista. El doblete Giro-Tour. En la carrera transalpina consiguió una legendaria victoria en una de las etapas de montaña más duras de la historia. Eran 254 kilómetros con un desnivel de más de 4.000 metros pasando por cinco colosos alpinos. Coppi atacó a ¡192! Kilómetros de meta y ganó la etapa con 12 minutos sobre Bartali.

El Tour se corría por equipos nacionales, por lo que Coppi y Bartali tendrían que compartir equipo. Tuvo que intervenir Alcide de Gasperi, presidente de Italia, para que los dos egos fuesen de la partida. Al final cada uno eligió a sus gregarios y corrieron por libre. Llegaron a la etapa decisiva del Izoard prácticamente pegados y el seleccionador los obligó a trabajar en equipo, pero cuando al día siguiente en el descenso del Iseran (2.800 metros) Bartali se caiga, a Coppi le darán barra libre para marchar. Aunque Coppi sentenciaría la prueba en una contrarreloj de ¡137 kilómetros! en la que sacó 7 minutos a Bartali, aun hoy se debate en Italia si de verdad a Coppi le mandaron o no esperar a Bartali.

Aquel doblete lo convirtió en leyenda, y mucho más cuando en 1952 lo vuelva a repetir. Solo Hinault e Induráin lo han hecho en dos ocasiones, mientras que el caníbal de Merckx lo hizo en hasta tres oportunidades.

Pero antes de la gloriosa temporada de 1952, Coppi pasó el año 1950 en blanco por una fractura de clavícula que se produjo a los pocos días de comenzar una nueva edición del Giro. Pasó un par de meses hospitalizado. Entre sus visitas una de las más habituales era la del matrimonio Locatelli. Por entonces se había trabado una amistad entre seguidores e ídolo y Fausto ya contaba con ellos dentro de su círculo de confianza. Dado que el doctor Locatelli tenía que atender su consulta, las más de las veces era Giulia la que acudía al hospital, siempre acompañada de su hija o de alguna amiga que ejerciera de carabina para mantener las formas.

Era evidente que algo estaba surgiendo entre Fausto y Giulia. Al año siguiente el matrimonio Locatelli se trasladó a Novo Ligure, a menos de una hora de distancia de la residencia de los Coppi. Con la excusa de salir a entrenar, Fausto se acercaba a casa de Giulia aprovechando las ausencias de su marido. Por si fuera poco, Coppi volvió a sufrir una fuerte caída y las visitas de Giulia al hospital empezaron a tornarse en más que sospechosas. A diferencia de la tímida y humilde Bruna –la esposa de ‘Il Campionissimo’-, Giulia era una mujer decidida a comerse el mundo y que, más que atemorizada, disfrutaba con el qué dirán.

Por entonces el círculo de confianza de Coppi sabía que su matrimonio estaba a punto de romperse. Entre ellos su hermano Serse, quién era el que evitaba que la cosa fuese a mayores. Como ya comenté, Serse no sólo era su gregario más fiel, sino su confidente y el hombre que ejercía de guía y de apoyo psicológico. Con Serse de por medio, Fausto no se atrevía a dar el paso adelante.

Fue entonces cuando todo cambió. Una tarde de verano, Serse Coppi estaba disputando el Giro del Piamonte cuando en una curva introdujo el neumático de su rueda delantera en la vía del tranvía, iniciándose una caída que le llevaría a impactar la cabeza con el asfalto. A pesar del susto Serse se levantó y se marchó a su habitación del hotel para descansar. Únicamente contaba con un fuerte dolor de cabeza, pero, camino del anochecer, se dispuso a darse un baño quedando totalmente inconsciente. A pesar de que el equipo llamó a una ambulancia, Serse Coppi fallecía víctima de una hemorragia cerebral.

ROSSELLA SPINOSA: TRIBUTO A COPPI | Ikki Lab
Serse (i) y Fausto Coppi (d)

La desolación de Fausto fue brutal. No sólo había perdido a su hermano pequeño, también a su mejor amigo y guía espiritual. A los cuatro días del fallecimiento, Fausto tuvo que acudir al Tour de Francia porque le obligaron los patrocinadores. Perdió más de media hora durante la primera semana. Día tras día acumulaba sobre la bicicleta las vomitonas, los lloros y la rabia. Pero fue Gino Bartali, su gran rival, y compadre de correrías nocturnas de Serse, quien le animó a acabar el Tour para honrar la memoria de su hermano. Coppi acabaría en un digno décimo puesto y ganando una etapa de prestigio en los Alpes, pero ya nada volvería a ser lo mismo.

Todo estaba servido para que la vida de Fausto Coppi pasara a ser un infierno…

Continuará…

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