Paris 2024. Balance
En Gaza continúa un conflicto (así lo llaman) entre judíos y musulmanes creado por la torpeza occidental hace ochenta años y que lleva doce guerras y otras tantas treguas y las que quedan por venir. En Ucrania siguen esperando a que las negras de los chinos o las blancas de los americanos se cansen de mandar armas y alguien decida firmar unas tablas en la partida de ajedrez. Mientras, Arabía Saudí, Egipto, Etiopía, Emiratos Unidos e Irán forman un G5 alternativo y ponen en alerta a Estados Unidos y a China a la vez que Europa se dedica a mirar para otro lado. Eso sí, la Unión Europea aprueba la Ley de Inteligencia Artificial, el primer marco legal y regulatorio integral del mundo futuro. Ya se sabe que Estados Unidos inventa, China copia y Europa legisla.
En Irlanda deciden clausurar los tiempos del IRA escogiendo como presidente a Simon Harris, un joven político de 36 años líder del Sinn Fein. En el estado estadounidense de Minnesota deciden retirar de su bandera a un indio cabalgando en una pradera por una insulsa pero políticamente correcta estrella de ocho puntas. En Rusia Vladimir Putin es reelegido con el 87% de los votos y lo llaman dictadura mientras que en El Salvador escogen a Nayib Bukele con el 84% de las papeletas y lo llaman democracia. Edmundo González es el tercer presidente electo de la República de Venezuela que viajará por medio mundo encantado de conocerse mientras Nicolás Maduro ejercerá por tercera vez la presidencia de Venezuela desde el Palacio de Miraflores. En el Viejo Continente la extrema derecha da zancadas camino del éxito mientras los mandamases de la Unión Europea siguen sin saber darle la vuelta a una decadencia que comenzó en 2008 y los europeos de a pie seguimos sin entender que se puede ser ateo y defender los valores del humanismo cristiano, a menos que queramos pegarnos un tiro en el pie a medio plazo.
Un streamer de 13 años que responde al nombre de Willis Gibson se convierte en la primera persona del mundo en vencer en el videojuego de Tetris al llegar al nivel 157 y hacer resetear la Nintendo. Un vuelo a Singapur acaba con 321 heridos y un fallecido por culpa de unas turbulencias y después de un siglo de revoloteos por los aires descubrimos el sentido de ponerse un cinto de seguridad a 40.000 pies de altura. Desde el aire cazas de Corea del Sur lanzan panfletos a favor de la democracia y Corea del Norte responde enviando una flota de 260 globos llenos de basura y estiércol para que caigan al sur del paralelo 38.
El Madrid gana la Champions por decimoquinta vez con un delantero gallego llamado José Luis, pero decide fichar a un parisino llamado Kylian Mbappé que no puede asegurar títulos, pero si cientos de millones de euros. Al Papa Francisco se le va la lengua y dice que hay demasiados homosexuales y en Cataluña el gobierno progresista, solidario, europeísta y vanguardista de la Generalitat decide negarse a acoger a 31 menores inmigrantes no tutelados para seguir haciéndole chantaje al superviviente de Pedro Sánchez, mientras que el molt honorable Carles Puigdemont se hace un Arsène Lupin con el beneplácito de La Moncloa.
Fallecen Donald Sutherland y también Paul Auster, conocido por todos y leído por ninguno. Se nos va Akira Toriyama, leído por muchos y visionado por muchísimos más. Toriyama era a Son Goku como Glynis Johns era a Mary Poppins. Personaje, pero de carne y hueso, era también Manuel Ruiz de Lopera quien nos dejó al igual que Mario Zagallo y el Káiser Franz Beckenbauer. En España cambiamos de Káiser dictatorial a uno democrático y aquella crónica de la Transición nos fue relatada por la también finada Victoria Prego.
No fallecieron, pero un atentado estuvo cerca de acabar con la vida del desconocido presidente de Eslovaquia y otro atentado estuvo a punto de acabar con la oreja del archiconocido ex presidente y posible nuevo presidente de Estados Unidos. Los yankees podrán escoger entre Donald Trump, condenado en firme por 34 cargos judiciales diferentes y que supera en tres años la esperanza media de hombres en Estados Unidos, y entre Kamala Harris, una negra rica hija de jamaicano e hindú que le hizo la cama a su mentor porque dentro de su partido se tenía miedo de que en caso de que Joe Biden fuese escogido presidente dentro de cuatro años no se hubiese acordado de haber sido escogido como tal.
Y sí, Carlos Felipe Arturo Jorge, dos años más joven que Trump y seis años más joven que Biden, ya es Carlos III rey de Inglaterra. Tan sólo le quedan 68 años de reinado para igualar a su madre.
En Paris tuvieron lugar entre el 26 de julio y el 11 de agosto los Juegos de la XXXIII Olimpiada. La mascota fueron unos gorros frigios, símbolo de la Revolución Francesa. Se vieron poco. Poco o nada. ¿Alguien se acuerda de la mascota? Fueron unos Juegos urbanos y jóvenes fiel imagen de un mundo que desdeña lo rural y desestima a los viejos. Unos Juegos donde convergieron las ideas de la posmodernidad. La ceremonia de inauguración fue una procesión náutica por el Sena. Atrás, como una idea envejecida, queda el estadio olímpico. La llama, espectacular, flotó en globo en los jardines de las Tullerias durante quince días en el mismo lugar en el que los hermanos Montgolfier elevaron artefacto similar en 1782. Un lugar, hermoso, mágico, pero lugar donde hubo paseantes, pero nunca deportistas. El atletismo ya hacía tiempo que había dejado de ser el pivote olímpico, pero en Paris fue sustituido con amargura por calles y monumentos.
Los Juegos fueron devueltos a la gente tras ser enjaulados por culpa de una pandemia. La ceremonia fue una exaltación de una ciudad que es la exaltación con mayúsculas. Fue una postal bellísima donde ni siquiera la lluvia fue capaz de restarle majestuosidad. Pero fue también una ceremonia excesiva donde los deportistas eran simple decorado y se diluyeron como bancos de peces en medio de una red gigantesca. Fue tal el protagonismo de Paris que lo de menos eran los Juegos. La complejidad pensada para el disfrute televisivo y para la excitación de la inclusión acabó con el enfado de millones de católicos y con el gasto de 1.400 millones de euros para que Ana Hidalgo se bañase en el Sena cual Fraga en Palomares y hubiera que suspender por dos veces las pruebas del triatlón por el mal estado de las aguas del maltrecho río parisino.
Durante dos semanas una Francia exhausta por fracturas políticas y años de atentados mandó un mensaje de universalidad, algo que lleva haciendo desde hace 250 años. Y con todo hubo tropezones. Y unos cuantos. 5.000 sin techo fueron enviados a Orleans, Marsella o Lyon en una operación que nada tiene que envidiar a cuando 600 gitanos fueron expulsados de Berlín camino de un campo de concentración en 1936. Sudan del Sur consiguió una histórica participación en baloncesto empañada porque la organización hizo sonar el himno de Sudán en su primer partido (con Corea del Sur y Corea del Norte pasaría lo mismo). Los récords escasearon en la natación porque las piscinas tenían 2’25 de profundidad, cuando el estándar olímpico es 2’95. Por vez primera hubo igualdad de atletas machos y hembras en la Villa Olímpica, la cual estaba provista de centro de estética y un lugar de rezo para siete religiones…pero no contaba con aire acondicionado y sus paredes de cartón impedían dormir a aquel al que no le apeteciese una noche de fiesta, una noche de sexo o ambos placeres combinados.
El judoca argelino Messaoud Dris se retiró de los Juegos para no combatir contra un atleta israelí. A la triple ganadora olímpica Charlotte Dujardin no le permitieron competir por un vídeo suyo en el que le pegaba 24 latigazos a un caballo. Por el contrario, un tal Van de Velde sí que pudo disfrutar de los Juegos por haberse finiquitado su pena por haber violado a una niña de 12 años tiempo atrás. La selección de fútbol de Argentina empata en el último instante su partido contra Marruecos y 196 minutos después, previa invasión de campo, el VAR invalida el tanto del empate. Tom Daley gana la plata en santos de trampolín tras dos años retirado y sin realizar entrenamiento alguno para liberar la mente como si de un libro de autoayuda se tratase.
Una velocista nigeriana no pudo competir en los 100 metros lisos porque su federación se olvidó de hacer la inscripción. El italiano Gianmarco Tamberi perdió su anillo de casado en el Sena y no dudó en pedirle a su esposa que tirase el suyo al agua parisina antes de suplicarle nuevamente matrimonio. La egipcia Nada Hafez llegó a octavos en esgrima embarazada de siete meses y a la brasileña Ana Vieira la expulsaron de los Juegos por visitar la Torre Eiffel en sus horas de entrenamiento. Rayssa Leal sumó dos medallas en skateboard con apenas 16 años y se lo agradece a Jesucristo con lenguaje de signos…Pero para Jesucristo el de Gabriel Medina caminando sobre las aguas en Tahití a más de 10.000 kilómetros de la Villa Olímpica. La imagen de los Juegos.
El archiconocido Rafa Nadal fue un ex atleta que brilló en la ceremonia de inauguración mientras que el desconocido Mijain López se convirtió en el único atleta individual de la historia en ganar cinco oros en cinco ediciones consecutivas de los Juegos al participar en lucha grecorromana. Sydney McLaughlin ganó el oro en 400 metros vallas tras batir el récord del mundo dos veces en apenas mes y medio. Sorprendente fue la victoria de un jamaicano en lanzamiento de peso o la del botswano Letsile Tobogo en 200 metros, siendo el primer africano en vencer en pruebas de velocidad. El futuro ya está aquí.
El belga Remco Evenepoel se convirtió en el primer ciclista capaz de ganar los oros en ciclismo en carretera y en ciclismo contrarreloj. Lo hizo en un circuito urbano hermoso donde sorprendió la ascensión a Montmartre. Paris estuvo incrustada hasta los huesos en la competición. Maratón camino de Versalles, baloncesto 3×3 en la Concordia, judo en el Campo de Marte. ¿Qué quieren que les diga? La magia de Europa. Barcelona, Atenas, Londres, Paris…no será lo mismo Los Ángeles y mucho menos Brisbane. Pero volvamos a Paris, que aún estamos con el balance. El baloncesto masculino ganó el oro con sufrimiento gracias al extraterrestre Stephen Curry. Pero el verdadero Dream Team es el femenino, que sufrió más de la cuenta, pero donde Diana Taurasi, su capitana, sumó su sexta medalla áurea.
Hubo quien contaba con el oro y se llevó la nada. Podría ser el caso de la delegación española que sumó casi tantas medallas de chocolate como medallas en total. Una de ellas fue firmada por Carolina Marín en la imagen más desgraciada y dolorosa que nos ha legado estos Juegos. Medalla de chocolate también firmó el noruego bicampeón mundial Jakob Ingebrigtsen, quien hizo de liebre en el 1.500 para que los tres primeros hiciesen la carrera de su vida. Quien no tuvo problema para ganar el oro fue el sueco Mondo Duplantis, el cual regaló a la Torre Eiffel su noveno récord del mundo. Con 1,81 de altura, registro modesto para un saltador de pértiga, Duplantis es un ovni de una fuerza descomunal que usa una pértiga más larga que los demás, entra a tabla más rápido que el resto y hace la batida más cerca que cualquiera. Es perfecto, y es el único ser humano capaz de subirse a un segundo piso con un palo y lanzarse sin red al vacío.
Hubo varias reinas en los Juegos y un único rey. Entre las damas Katie Ledecky se convirtió en la mujer con más oros de la historia (9) y en el tercer atleta con más metales (14). Ledecky destaca en la natación de fondo y es de lo poco a lo que se puede agarrar Estados Unidos que únicamente sumó 8 oros de 34 posibles en la piscina, su peor porcentaje de éxitos desde 1956. Pero Estados Unidos puede presumir de Simone Biles. Recuperada psicológicamente tras su espantada en Tokio, Biles volvió de los infiernos para ganar tres medallas de oro más después de las ganadas ocho años atrás (una longevidad sideral para una gimnasta) en Río de Janeiro. Biles también demostró que es humana al caerse de la viga de equilibro. Pero dio igual. Biles es el equilibrio del exceso. Sus imprecisiones al recepcionar se deben a la dificultad de controlar tanta potencia. La diferencia con las demás es que Biles vuela y la elevación a la hora de ejecutar los elementos es fascinante. Majestuosa es en suelo, donde ejecuta dos movimientos que llevan su nombre y que son de máxima dificultad. En atletismo Sifan Hassan tocó metal en 5.000, 10.000 y en la maratón. Entre la carrera de los 42.000 metros y la de los 10 kilómetros apenas habrían 33 horas de distancia. No consiguió los tres oros de Zatopek de 1952 pero sí sumó un oro y dos bronces. Una salvajada. Hassan fue etíope en su infancia hasta que se convirtió en neerlandesa a los 15 años. Una prueba más de un mundo donde las fronteras cada vez son más liquidas.
El rey de los Juegos no estuvo en la pista de atletismo, tan secundaria en esta cita parisina. El rey hay que buscarlo en la piscina. El éxtasis francés hizo de todos los recintos magia y en todos La Marsellesa era un cántico que surgía de las gargantas del pueblo. Los parisinos, y los franceses, aparcaron los lamentos y se entregaron a los Juegos con tal pasión que la resaca puede ser fenomenal. Pues no hubo lugar más exaltado que la piscina olímpica. Allí Léon Marchand hizo lo nunca visto. Firmó cuatro oros y cuatro récords olímpicos. Sus rivales eran Spitz, Lochte, Thorpe o Phelps. Estaban en la historia, nunca en el presente. Marchand es un nadador bajo (1,85) sin un físico extraterrestre pero capaz de brillar en las cuatro especialidades de la natación. Ganó los 200 mariposa y los 200 braza en apenas dos horas de diferencia. Ningún nadador había ganado un par de pruebas en el mismo día y mucho menos en dos disciplinas tan diversas. 17.000 franceses enfervorizados (Macron en mangas de camisa a la cabeza) vieron como ganaba sobrado los 200 braza (piernas) y culminaba un milagro en 200 mariposa (brazos) remontando en el último 50 ayudado por una vuelta a la piscina perfecta donde vio pasar el tiempo buceando debajo del agua.
El medallero fue liderado por Estados Unidos con 40 medallas áureas, en una durísima pugna que se resolvió el último día a favor de los norteamericanos frente a los chinos. Ambos gigantes sumaron la misma cantidad de preseas de oro. La diferencia radicó en que Estados Unidos sumó un total de 126 y China se quedó en 91 entre oro, plata y bronce. Francia sumó 64 medallas, un éxito descomunal dado que ya habían batido su registro histórico con ocho días de competición por delante. España firmó 18 medallas y una vez más no pudo superar su marca histórica de Barcelona 92. Y no habrá otra ocasión igual. Hubo un país que cuatro años atrás firmara 71 preseas. En Paris 2024 únicamente llevó a 15 deportistas a la competición olímpica. Fueron 0 medallas. Cero. Ese país es Rusia. Se supone que dentro de cuatro años no habrá guerra en Ucrania (se supone) y esas 50, 60 o 70 medallas volverán al cauce original.
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