Historia contrafactual de la Eurocopa 2008
España había hecho un buen partido. Un muy buen partido. El mejor de aquella Eurocopa. El cuento de siempre. El dominio había sido español de principio a fin. Italia se dedicó a contemporizar y a buscar su ‘kairós’, su momento oportuno. Hubo infinidad de ocasiones durante todo el encuentro, un par de decisiones más que controvertidas del árbitro y unas cuantas manos salvadoras de Buffon. Así se llegó a la prórroga con empate a cero. Ambos equipos esperaron agazapados a que los espantosos penaltis hiciesen su aparición. Dani Güiza falló el cuarto. Iker Casillas fue incapaz de atajar el lanzamiento de Di Natale. Cuando Cesc mandó a un costado el quinto y Buffon adivinó sus intenciones, la suerte estaba echada.
Italia se clasificaba para las semifinales de la Eurocopa de 2008 de Austria y Suiza. España quedaba eliminada en cuartos de final. Otra vez. Otra de tantas veces.
No habría fin del maleficio. Ni lluvia de oro en Sudáfrica.
Los jugadores cariacontecidos pasan por zona mixta. Palabras vacías. Jugamos como siempre y perdimos como nunca. Ah, no, no. Al revés. Jugamos como nunca y perdimos como siempre. Por la sala de prensa pasa Luis Aragonés. Se le estaba esperando cuchillo en mano. La sangre llegará al rio, inundará el mar y provocará un maremoto allá a donde llegue. A Luis hace mucho que se le tienen ganas. Se le espera desde aquella tarde en Suecia en la que le puso una cruz a Raúl González Blanco, el ‘7’ de España. Los periodistas ensayan un monográfico. ¿Va a dimitir? La respuesta es una patada a seguir, pero en su interior Luis sabe que está sentenciado. No hay más preguntas. Bueno, las hay. Pero son idénticas. Cambia la letra, pero es la misma música. Aragonés no explota por vete tú a saber qué. Está apuntito. Mordedura continua de labios. Pero aguanta. En el fondo aquello no cambia nada. Su idea era ya dimitir pasase lo que pasase. Aunque España hubiese ganado la Eurocopa. Estaba quemado y cansado, pero no era el momento de decirlo. No pensaba darle ese gustazo a los plumillas.
Esa noche Ángel María Villar pasa por los micrófonos de la COPE para ser entrevistado por José Antonio Abellán. Considera un buen resultado llegar a cuartos de la Euro. En el fondo es lo habitual y el rival era Italia, vigente campeón mundial. Sin embargo, Villar deja entrever que el ciclo de Aragonés se da por finalizado. En la SER José Ramón de La Morena y Paco González excusan a Luis de la derrota y claman por la inconsistencia, las corruptelas y la falta de proyecto de Villar, el cual lleva tres décadas en la poltrona.
No es sorpresa que apenas cuatro días más tarde Luis Aragonés comparezca ante los medios de comunicación para presentar su dimisión. Lo hace en soledad, sin más compañía que la de su segundo, José Armando Ufarte. No hay nadie de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) presente en el acto. Ni la hay ni se le espera. Luis se marcha con elegancia y deja una reflexión en el aire que será la comidilla de tertulias periodísticas y charlas de bar el resto del verano.
¿Qué es lo que queremos ser? ¿Toro o torero?
Fuera César Luis Menotti el que acuñara esa expresión unas cuantas décadas más atrás y pronto el siempre hábil Jorge Valdano la hizo suya. Y es que ese era el sempiterno problema de España. Un país cuyos futbolistas han sido históricamente técnicos y pequeños y con gusto por el juego de ataque, pero a los que siempre se les ha exigido pundonor, sacrificio y portento físico. Las legendarias hazañas de la ‘Furia Roja’, del Athletic de Zarra o del Madrid de Di Sréfano configuraron el arquetipo. Jugador valiente, atrevido y técnico, capaz de levantar al público de sus asientos tanto a través de la finta como tras una entrada en área propia.
Esa dicotomía que encumbraba a los Butragueños de turno a la vez que los hacia sospechosos de indolencia, fue siempre la realidad de la selección española de fútbol. ¿Toro o torero? ¿Furia o técnica? ¿Catenaccio o jogo bonito?
Cuando Luis Aragonés es elegido seleccionador nacional en 2004 lo tiene claro. España tiene que ser torero. Las categorías inferiores de la selección llevan años logrando títulos a base de técnica y de un fútbol ofensivo de posesión. Así es como debe manejarse la absoluta. O así cree Aragonés. Pero es comulgar con ruedas de molino. Tiene que tener paciencia. Su revolución es inexistente, hasta que la pronta eliminación en el Mundial de 2006 le da la excusa para hacer lo que verdaderamente está deseando plantear.
Cuando en el primer partido tras el Mundial, un encuentro clasificatorio para la Eurocopa de 2008, España se estrelle en Belfast ante Irlanda del Norte, Luis Aragonés dará un volantazo de 180 grados. Michel Salgado, Cañizares y Raúl no volverán a jugar con ‘La Roja’. Los tres representan al toro y nunca al torero. Lo de Raúl será un debate nacional, especialmente cuando apenas un mes más tarde España vuelva a caer con estrépito, esta vez en Suecia. Fernando Torres y David Villa, los elegidos para la punta de ataque, serán incapaces de tirar a puerta.
Aquello se había zanjado con una rueda de prensa conjunta en la que Raúl pedía paz y daba su bendición a regañadientes a Aragonés. Con esa calma chicha se había llegado a la Eurocopa, pero estaba claro que la eliminación en cuartos ante Italia iba a cambiar nuevamente el ‘statu quo’.
Otra vez tocaba empezar de cero.
Tras la Eurocopa había que iniciar el camino de clasificación para el Mundial 2010. Sería en La Condomina murciana ante Bosnia. Pero antes habría que encontrar seleccionador. La terna estaba entre cuatro candidatos; Vicente del Bosque, Quique Sánchez Flores, Joaquín Caparrós y Juande Ramos. Aunque el verdadero sueño de la RFEF, y de buena parte de la prensa, era convencer a Rafa Benítez, por entonces con una relación de vino y rosas con el Liverpool FC. Benítez tenía pedigrí madridista y llevaba una década triunfando a base de orden y disciplina primero en España y más tarde en Inglaterra. Se contactó con el madrileño, pero amablemente declinó la invitación.
Lo de Vicente del Bosque era una boutade financiada con apoyo mediático del Grupo PRISA. Estaba claro que, tras haber sido torero, ahora tocaba ser toro. Como cualquier plan de estudios o económico que se precie, toca cambio con cada legislatura. Villar, apoyado por sus acólitos de la prensa, estaba a favor de volver a la mano dura. Gustaban, y mucho, el par de pelotas de Caparrós, pero el sevillano estaba entonces dirigiendo al Athletic. A Caparrós le iba la marcha. Estaba loco por coger el mando de ‘La Roja’, pero Caparrós, aparte de dos pelotas, era hombre de palabra. Tenía contrato con el Athletic y deseaba cumplirlo.
La opción fácil era Sánchez Flores. Estaba sin equipo, era joven y contaba con buena prensa. Pero su trayectoria se limitaba a una buena temporada en Getafe y luces y sombras en Valencia. Conseguir a Juande Ramos era más factible. Tras triunfar con el Sevilla FC había rescindido unilateralmente su contrato para firmar con el Tottenham en 2007. Había logrado ganar la Carling Cup con los londinenses en la temporada 07/08, pero el curso liguero había resultado irregular. Juande tenía un pie fuera de White Hart Lane.
Es por eso que no fue demasiado difícil conseguir un acuerdo satisfactorio con el Tottenham que se libraba del carísimo contrato de Juande. Harry Redknapp pasaba a ser técnico de los Spurs y Juande Ramos sería el nuevo seleccionador español.
La revolución es inmediata. Hay cinco notables bajas respecto a los que habían sido convocados para la Eurocopa. Son Marcos Senna, David Villa, Cesc Fábregas, Jesús Navas y David Silva. Juande mantiene el núcleo, pero vuelve a convocar a David Albelda y a Joaquín, quien pega una rajada monumental contra Luis Aragonés, llama a Javi Navarro, uno de sus pretorianos de cabecera, convoca al navarro Raúl García, al catalán Raúl Tamudo…y también a Raúl González Blanco. El ‘7’ del Madrid, el ‘7’ de España.
La cosa sale bien y se gana con suficiencia a Bosnia. En realidad, el grupo de clasificación de España para el Mundial no es excesivamente complicado y tan sólo inquieta la presencia de los siempre irregulares turcos. España logra la clasificación con claridad a pesar de una derrota en Estambul y un sorprendente empate en Coruña ante Bélgica, pero lo trascendental no es lo qué sino el cómo. Si la España de Aragonés había jugado con cinco jugadores puramente ofensivos por delante de Marcos Senna, la de Juande Ramos apuesta por un 4-2-3-1 con notables precauciones defensivas.
Así, si en aquel fatídico empate ante Italia del 23 de junio de 2008 habían jugado Casillas; Ramos, Puyol, Marchena, Capdevila; Senna; Iniesta (Cazorla), Xavi (Cesc), Silva; Villa y Torres (Güiza); para el 16 de junio de 2010, en el primer partido del Mundial 2010, Juande Ramos decidió alinear a Casillas; Azpilicueta, Ramos, Puyol, Fernando Navarro; Albelda, Xabi Alonso; Joaquín, Raúl García, Raúl y David Villa.
Juande había vuelto a convocar a Villa y le había dado el puesto de ‘9’ colocando a Raúl en una banda ejerciendo de capitán espiritual del grupo. Fernando Torres era suplente al igual que Xavi e Iniesta, en una decisión que provocó ríos de tinta en la prensa catalana. Más polémica había sido la exclusión de la lista de Sergio Busquets, que había completado una gran campaña en el Barça y de Pedrito, que había hecho lo propio bajo el patrocinio de Pep Guardiola. A Piqué ni estaba ni se le esperaba, dado que jamás había congeniado con el seleccionador. En la convocatoria sorprendía la entrada del delantero del Getafe CF Roberto Soldado en lugar de Juan Mata y también de Álvaro Negredo, quien había anotado 11 goles con el Sevilla FC aquella campaña. Otro acalorado debate recalaba en quien debía ocupar la portería, dado que Pepe Reina había disputado los dos partidos amistosos previos al Mundial en lugar de un irregular Iker Casillas.
Finalmente Casillas fue de la partida, tal y como acabamos de escribir. España ganó en un partido horrendo a Suiza con gol de Soldado a escasos minutos del final. Después venció a Honduras con tantos de Villa y Raúl García. El problema es que en el último partido del grupo Chile venció con claridad a España (1-3), en un duelo en el que Juande decidió dar descanso a varios titulares y dar una oportunidad a Xavi, Iniesta y Torres.
Las críticas fueron feroces por el tropiezo, culpando de falta de sangre a los sustitutos. El desliz mandaba a España por el lado complicado del cuadro. Chile sumaba seis puntos al igual que España, pero contaba con mejor diferencia de goles. Por lo que en el cruce de octavos tocaba jugar ante Brasil. Juande Ramos repitió el mismo once que en el encuentro inaugural ante Suiza. Tan sólo Arbeloa sustituía a Azpilicueta quien debía cumplir sanción. España planteó un partido al contraataque. Se parapetó atrás y jugó a la defensiva. Las dos, tanto España como Brasil, pecaban de vacas sagradas y de falta de ambición, pero la lógica dictaba que tendría que ganar aquella selección que apostase por tener el balón. España dejó todo a expensas de la escasa imaginación de Raúl García y ni Villa tuvo espacios ni Raúl era el más indicado para jugar a la contra. Cuando Luis Fabiano y Kaká pongan el 0-2 en el marcador, Torres, Cesc y Soldado saldrán en busca de un milagro que no llegará. Iniesta, sentenciado por su escaso rendimiento ante Chile y por sus continuos problemas de cuádriceps, no llegará ni a calentar.
España quedaba eliminada del Mundial en octavos de final.
Semanas más tarde Raúl anunciaba que se retiraba de la selección nacional. Contaba con 33 años. No solo dejaba ‘La Roja’ sino que comenzaba una nueva aventura en Alemania, en las filas del Schalke 04. También anunciaba su retirada de la selección Carles Puyol. Apenas sumaba 32 primaveras, pero ya había dicho antes de viajar a Sudáfrica que su cuerpo había dicho basta y que tocaba descansar durante los veranos.
Quizás el relevo de Puyol pudiese ser Gerard Piqué. Y pudiese ser, ya que tras la destitución de Juande Ramos tocaba buscar nuevo seleccionador. En este caso el elegido fue Rafa Benítez que acababa contrato con el Liverpool FC y no iba a ser renovado por los ingleses. Esa temporada había sido horrenda y la luna de miel de Benítez en la Premier tocaba a su fin.
Con Benítez habría que afrontar otra fase de clasificación para la Eurocopa en la que nuevamente España tendría que partir como toro a la espera de que alguien tuviese arrestos para convertirla en torero y los resultados refrendasen el cambio de apuesta.
Y mientras a seguir sufriendo y a seguir cayendo eliminados en cuartos de final.
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