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Especial Año Nuevo: Entrevista a Albert Einstein

Paciente y metódico, Albert Einstein me recibe con una mezcla de despiste y parsimonia. Lleva un jersey roído, unos pantalones que le quedan excesivamente grandes y, a su inconfundible bigote, le acompaña un pelo que hace mucho tiempo que no visita un peine. Es un honor entrevistar al físico que desarrolló la Teoría de la Relatividad y que es considerado el padre de la bomba atómica, a pesar de ser un firme defensor del pacifismo y del federalismo mundial. Estimado el científico más relevante en la historia de la humanidad junto a Isaac Newton tiene, además, el logro de ser el único científico capaz de convertirse en un icono social.

Einstein S.A.: la desconocida faceta de inventor del Nobel
Einstein

Misterdato (P): Es un honor que me haya recibido señor Einstein. Tengo que confesarle que, aunque sé que usted es un pilar básico para el desarrollo de la humanidad, no comprendo en exceso sus teorías. Siempre se dice que usted y Newton cambiaron los paradigmas conocidos. Y si bien la Teoría de la Gravedad es comprensible, no lo es tanto la de la Relatividad. ¿Podría explicarme lo de E=mc²?

Einstein (R): ¿Me puede usted explicar cómo se fríe un huevo?

P: Sí, claro.

Einstein (R): Pues hágalo, pero imagine que yo no sé lo que es un huevo, ni una sartén, ni el aceite, ni el fuego.

P: Eso es imposible.

Albert Einstein (R): Si usted no tiene unos conocimientos de física y de matemáticas previos no puedo ayudarle. Es suficiente con que sepa que el sistema de posicionamiento GPS que usa continuamente es posible gracias a la Teoría de la Relatividad.

P: Sin embargo, aunque todo el mundo le conoce por dicha teoría, usted ganó el Premio Nobel por sus contribuciones al efecto fotoeléctrico.

Einstein (R): Correcto. Gracias a ello ustedes pueden usar un láser, desarrollar el código de barras, crear placas solares o algo tan banal como entrar en un ascensor o encender una farola en función de si una persona está o no está cerca. También desarrollé el Teorema de Fluctuación-Disipación cuyas ecuaciones son usadas diariamente en Wall Street.

P: Sinceramente no tengo ni idea de que me está hablando. Yo soy periodista deportivo.

Einstein (R): No entiendo entonces el motivo de esta entrevista.

P: No le falta razón…Querría hablar con usted un poco de deporte. Es algo que suelo hacer en fechas navideñas con personajes relevantes que no están ligados al mundo deportivo.

Einstein (R): La Navidad…

P: Sí. Creo que usted tiene sentimientos encontrados con el mundo religioso. Según algunos usted es ateo. Para otros es la prueba de que hay científicos que creen en Dios.

Einstein (R): Esto sí que es fácil de explicar. Procedo de una familia judía y fui criado en la doctrina de la Fe. Pero, como comprenderá, eso de que el pueblo judío es el elegido es pura superstición. En mi opinión la Biblia es una colección de leyendas venerables donde la palabra de Dios es la expresión y el producto de las debilidades humanas.

P: Por lo tanto, usted es ateo.

Einstein (R): No comprendo esa diferenciación entre religión y ciencia. La mente humana, no importa cuán altamente capacitada esté, no puede comprender el universo. Somos como un niño pequeño entrando en una biblioteca cuyas paredes están cubiertas hasta el techo de libros en diferentes idiomas. Intente usted penetrar en los secretos de la naturaleza y, detrás de todo lo perceptible, siempre encontrará algo sutil, intangible e inexplicable. Esa es mi religión. No hay leyes sin un legislador. Mi religión es una admiración hacía ese ilimitado espíritu superior.

P: ¿Agnóstico?

Einstein (R): De acuerdo.

P: Antes de entrar en materia y hablar de deporte me gustaría hacerle una última cuestión. Al igual que unos dicen que es religioso y otros que es ateo, también hay quien le considera un asesino por crear la bomba atómica y otros un pacifista por oponerse a su uso.

Einstein (R): En primer lugar, yo no creé nada. A través de mis teorías se desarrolló la bomba atómica. En segundo lugar, yo soy un pacifista convencido, pero cuando los nazis llegaron al poder me puse al servicio de los Estados Unidos para, a través del Proyecto Manhattan, crear una bomba atómica que acabase con la barbarie nazi.

P: Y después se arrepintió.

Einstein (R): Sí, creo que fue una gran desgracia. Yo escapé de Alemania porque Hitler era la encarnación del mal. Imagínese lo que me hubiese obligado a hacer si me hubiese puesto a su servicio. Usar la bomba contra el nazismo era un mal menor. Una vez eliminado Hitler no era necesario tener la bomba. Además, me di cuenta de que una vez creada una se podían crear muchas más. Me llamaron comunista cuando dije que si nosotros la teníamos también la tenían que tener los rusos, pero creía firmemente que sería bueno para el bienestar mundial. De hecho, se ha demostrado que el miedo de unos ha sido igualado por el miedo de los otros. Pero ya se sabe lo que es correcto no siempre es popular y lo que es popular no siempre es correcto. También le digo otra cosa. Roosevelt no hubiese lanzado la bomba. Fue cosa del pusilánime de Truman.

P: Hablemos si le parece sobre el deporte. Tengo entendido que usted considera al béisbol el rey de los deportes.

Einstein (R): Yo no tenía ni idea de lo que era el béisbol hasta que llegue a Nueva York en 1933. Era la época de Babe Ruth y los Yankees y quedé fascinado por el juego. Para mí es el rey de los deportes porque es bellísimamente complejo. Le diré más. Usted aprenderá la relatividad más rápido que yo aprenderé los entresijos del béisbol.

P: Me parece harto complicado. Creo que también le gustaba andar en bicicleta.

Einstein (R): En eso se equivoca. Yo dije que la vida es como andar en bicicleta, que para mantener el equilibrio debes seguir moviéndote. De esa frase alguien sacó que me gustaba andar en bici. Es falso. Como que soy un tipo solitario y alejado de mi familia o que tenía el mismo conjunto de pantalón y jersey repetido en mi armario para poner una y otra vez. Sencillamente soy un tipo tímido y de pocas palabras. Pero tengo unos hijos maravillosos y no compro ropa porque me parece algo insustancial.

P: ¿Es cierto que nunca llevaba calcetines?

Einstein (R): Lo es. Tampoco usaba el peine. Me parecía una pérdida de tiempo innecesaria. ¡Si tu intención es aprender y abrir la mente hazlo con sencillez, la elegancia déjasela a los sastres! Tanto lo uno como lo otro. Y si observa, normalmente visto con chaqueta de cuero. Eso es porque tengo alergia a la lana. ¡Y no busque muchos libros en mi biblioteca! Lo único que necesito es una papelera para poder tirar todos mis errores.

P: Volvamos al deporte. Quizás ese gusto por el béisbol se debe a que usted era un hombre paciente. El béisbol es un deporte de paso lento que requiere concentración y paciencia y donde las matemáticas forman parte de su idiosincrasia.

Einstein (R): Yo soy un hombre con mucha paciencia, aunque no me considero un buen profesor. Y es cierto que en el béisbol hace falta paciencia, pero también imaginación. No puedes repetir un mismo lanzamiento. Si quieres un resultado distinto no puedes hacer siempre lo mismo. Recuerde que la imaginación es más importante que el conocimiento.

P: Me decía antes que no era cierto lo de que le gustara andar en bicicleta. Lo que sí será cierto es que era un auténtico andarín.

Einstein (R): Efectivamente. La mejor manera de liberarse de la tensión mental es dando un largo paseo. A menudo estaba tan absorto en mi trabajo que olvidaba almorzar, pero lo que nunca perdonaba era mi paseo diario. Podía hacerlo solo o con mi mujer. En verano también me gustaba salir a navegar con mi bote. Es maravilloso para la mente.

P: Es llamativo que un científico se interese por el béisbol. En realidad, es llamativo que se interese por cualquier deporte. No suele ser una relación que tenga muchos adeptos.

Einstein (R): Al contrario. Yo simplemente era observador de un juego y me dedicaba a dar un largo paseo diario, de unos diez kilómetros, pero hay científicos que eran amplios devotos de la disciplina deportiva. Un paisano suyo, Ramón y Cajal, era un obsesionado de las pesas. Una vez perdió un pulso con un amigo y decidió fortalecer sus bíceps y sus pectorales. Tenía una circunferencia torácica de 112 centímetros.

P: Vaya.

Einstein (R): Hubble, el astrónomo, fue un gran peso pesado que dejó el boxeo para dedicarse por completo a la ciencia. Alan Turing, el matemático, corría maratones para desestresarse. Era tan bueno que estuvo a punto de ir a los Juegos Olímpicos de 1948. Su mejor marca apenas excedía en 11 minutos al ganador de aquellos Juegos. Y luego también estaba Rosalind Franklin, la descubridora del ADN, que era una atleta de primer nivel. Destacaba en cricket, tenis, ciclismo y hockey.

P: Interesante. Una última cuestión, señor Einstein. Usted es, entre otras cosas, un icono del pop tras aquella famosa fotografía con la lengua de fuera. ¿Me podría explicar cómo se le ocurrió posar así?

Einstein (R): Fue tras una cena. Había ido a un restaurante a celebrar mi 72º cumpleaños. A la salida había un montón de periodistas y me saqué la lengua con la idea de que las fotos fuesen malas y no las publicasen. Y ya ve, luego se convirtió en mi imagen más célebre. ¡Qué le vamos a hacer!

P: Ha sido un placer señor Einstein. Ya sé que no he estado a la altura, espero por lo menos haber sido de su agrado.

Einstein (R): No se martirice. Recuerde que todos somos muy ignorantes, lo que pasa es que no todos ignoramos las mismas cosas. Y recuerde, el día que usted se muera no sabrá que está muerto y no sufrirá por ello, pero será duro para los que lo rodean… Lo mismo sucede cuando eres un imbécil.

Albert Einstein: cómo el científico organizaba su tiempo (y por qué a veces  se olvidaba hasta de almorzar) - BBC News Mundo
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