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Especial Navidad: Entrevista a Winston Churchill

Primer Lord del Almirantazgo, ministro del Interior, de Municiones, de la Guerra, de Colonias, de Hacienda y Primer Ministro de Gran Bretaña, Winston Churchill fue el hombre que lideró a las democracias durante la II Guerra Mundial. Orador impetuoso, hombre de buen vivir, afamado escritor y de convicciones inquebrantables, tuvo un funeral de Estado idéntico a los que honran desde hace siglos a los legatarios de la Corona Británica. Winston Churchill me recibe desde el Más Allá aparejado con su inconfundible pajarita, absorbiendo uno de sus legendarios habanos y sentado en un lujoso sillón. Adornando la estancia hay una fotografía suya, una imagen en blanco y negro, apoyado en un bastón, y que fue la elegida por la revista Time cuando nombró a Churchill personaje más importante del siglo XX.

Misterdato (P): ¡Don Winston! ¡Felices Fiestas!

Churchill (R): ¡Qué Dios le bendiga!

P: Supongo que sabe por todo lo que hemos pasado, y aún estamos pasando, las democracias durante este año. Aun así la gente sigue celebrando la Navidad con alegría, expresando sus buenos deseos a base de gastarse el dinero en grandes comilonas y buenos regalos.

Churchill (R): Los primeros cristianos decían todo lo mío es tuyo. Los socialistas dicen todo lo tuyo es mío. Odio a los comunistas por su tonto sistema económico y su absurda doctrina de la igualdad imposible. Los odio por el terrorismo sangriento y devastador que practican en cada tierra que arruinan, sólo mediante el cual su régimen criminal puede mantenerse. El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria.

P: Empezamos fuerte. Debo decirle que 2020 no ha sido su mejor año. Hasta han intentado tirar su estatua en Londres. Revisionismo histórico le llaman.

Churchill (R): Algo me han dicho, sí. El precio de la grandeza es la responsabilidad. Los que critican nunca han tenido que tomar decisiones. ¿Sabe? El éxito no es definitivo y el fracaso no es fatal. Es el coraje para continuar lo que cuenta.

P: Durante la guerra su figura era omnipresente, estaba encima de los demás, pero cuando en 1945 hay elecciones usted las pierde. Realmente si no es por la victoria aliada hubiese pasado a la historia como un fracasado. Su desastre en los Dardanelos en la I Guerra Mundial, su empeño en proteger la libra frente al dólar, su apoyo a Eduardo VIII, sus declaraciones altisonantes…

Churchill (R): Yo era dominante, que no es lo mismo que dictador. Soy conservador y elitista, pero creo en la democracia y en la justicia social. Cuando perdí me sentí como un león herido, pero lo acepté. ¿Tienes enemigos? Bien, eso significa que has luchado por algo alguna vez en tu vida. Uno nunca debe dar la espalda a un peligro y escapar de él. Si te enfrentas de inmediato, reducirás el miedo a la mitad.

P: Pero imagino que el hombre que lideró al mundo libre, el único dirigente que se negó a claudicar ante el nazismo, se sentirá herido ante este revisionismo…Y más usted, que de orgulloso tiene un rato.

Churchill (R): Si comenzamos una discusión entre el pasado y el presente descubriremos que hemos perdido el futuro. Hace 70 años ya dije que los fascistas del futuro serían los que se llamarían a sí mismos antifascistas.

P: Bien. Vamos a intentar dejar un poco de lado la política. Le he traído aquí para hablar de deporte. Tengo entendido que no es un tema que le atraiga demasiado.

Churchill (R): ¿Sabe usted cual es la mejor forma para conservar la salud? Fumar, beber y no hacer deporte. Yo pedía ayuda hasta para matar moscas. ¿Sabe cuál fue el secreto de mi longevidad? Pues que nunca practiqué deporte.

P: Se puede decir que odia el deporte.

Churchill (R): ¿Odiar? No, no. Yo no odio a nadie, excepto a Hitler, y eso es profesional. Si Hitler invadiera el infierno yo haría un discurso en la Cámara de los Comunes con referencias favorables al diablo.

P: No le preguntaré por el deporte femenino.

Churchill (R): Una mujer deportista es la viva imagen del estreñimiento británico. Bessie Bradock, una excelente oradora, me dijo una vez en la Cámara de los Comunes que estaba borracho, asquerosamente borracho, para ser más exactos. Yo le dije que ella era fea, es más, asquerosamente fea. La diferencia es que al día siguiente yo iba a estar sobrio y ella seguiría siendo fea.

P: Digamos que no tiene pelos en la lengua. No se puede decir que sea políticamente correcto.

Churchill (R): Y ahora me dirá usted que soy un machista.

P: Quizás…

Churchill (R): ¿Su abuelo lavaba los platos?

P: Nunca.

Churchill (R): ¿Fue a la universidad?

P: Pues no.

Churchill (R): ¿Usted cree que era un machista? ¿Fue infeliz su abuela? ¿Era un hombre estúpido? ¿Consideraría a su abuelo un burro?

P: Claro que no.

Churchill (R): Pues yo soy un hombre que nació en una mansión del siglo XIX con decenas de criados. Fui educado para no llorar, para triunfar y para mirar a los demás por encima del hombro. Para buscar la gloria de Gran Bretaña en un tiempo de batallas y poder colonial y para mirar por el bien de mis compatriotas con honor y con justicia social, conservadora, pero justicia social. Estamos donde Dios y el Rey nos colocan. No se puede mirar el pasado con ojos del presente. Su abuelo puede ser un ignorante o un machista a ojos de la actualidad, pero si usted es tan simple como para pensar eso, no habrá persona más ignorante y más machista que usted mismo.

P: Es usted un Castelar.

Churchill (R): Le corrijo, soy un Churchill.

P: Volvamos al deporte. Dice que no se mueve ni para matar moscas, pero tengo entendido que en su juventud practicó polo.

Churchill (R): Era una obligación social. Como le dije antes, yo soy esclavo de mi tiempo. Un hándicap de polo es un pasaporte al mundo. Pero el polo me gustaba por los caballos. El caballo es todo coraje, y el coraje lo es todo. Por eso también tengo admiración por la velocidad de las carreras de coches. Pero no por el conductor, sino por la máquina.

P: Otros deportes de realengo como el golf creo que no eran de su gusto. Y del rugby o del fútbol mejor ni hablamos.

Churchill (R): El golf es un juego cuyo objetivo es golpear una pelota pequeña en un hoyo aún más pequeño y con armas particularmente mal diseñadas para tal propósito. Respecto al rugby, ya sabe usted que es un deporte de bárbaros que es jugado por caballeros.

P: ¿Y el fútbol? Se dice que nunca le ha pegado una patada a una pelota.

Churchill (R): Jamás. Cuando tenía que ir a algún partido de la selección y hablaba con Sir Stanley Matthews (capitán de Inglaterra) siempre le preguntaba si las tropas estaban listas para entrar en batalla y él siempre me decía que estaban listas para el baile.

P: Hay una cita suya sobre el fútbol e Italia que es legendaria.

Churchill (R): ¡Oh, sí! Los italianos pierden las guerras como si fueran partidos de fútbol y los partidos de fútbol como si fuesen guerras. ¿Qué quiere que le diga? Son un pueblo extraordinario, pero la pasión con la que se toman las pequeñas cosas desaparece cuando hay que sopesar los asuntos de importancia.

P: Así que por si usted fuera eliminaríamos el fútbol de la vida de los británicos.

Churchill (R): No, por favor. Si eliminásemos todo lo que no me gusta de los británicos me quedaría sin los escoceses. Y sin escoceses me quedaría sin Johnnie Walker. No me gusta el fútbol, pero sé que forma parte de la cultura inglesa. ¿Y alguien puede explicarme para qué hacemos la guerra si no es para defender nuestra cultura?

P: No sólo forma parte de la cultura de Inglaterra, sino de gran parte del mundo. Como británico que es debería sentirse orgulloso de la influencia del fútbol en todo el mundo, fundamentalmente en Europa y en Latinoamérica.

Churchill (R): ¡Y me siento! Aunque para mí el mayor triunfo hubiese sido llevar los valores democráticos y de la Corona por todo el mundo, y no sólo el fútbol. Fíjese en Latinoamérica. Allí los que eligen a los gobernantes no son las personas que leen los periódicos, sino las que se limpian el culo con ellos. Los políticos latinoamericanos son peores que los presidentes de clubes de fútbol italianos.

P: ¿Y España?

Churchill (R): España es un país pesimista. Un país que ve dificultades en cada oportunidad. Los británicos vemos oportunidades en cada dificultad. Pero hay tres cosas de España que nunca podremos tener; el Real Madrid, el Mediterráneo y a Manolete.

P: Es cierto. Usted se carteaba con Manolete.

Churchill (R): ¡Qué torero! Los toros son como el polo. Deslumbran por su coraje. Admiro de los toreros el riesgo. Ese arrojo ante la muerte. Piense que la salud es un estado transitorio entre dos épocas de enfermedad. Manolete iba de una punta a otra y tiraba los dados cuando estaba de camino.

P: Pues nos vamos a ir despidiendo, Sir Winston. Como a usted a orador no le gana nadie, le dejo que diga lo que quiera para acabar la entrevista.

Churchill (R): Pues le diré que ha sido un placer hablar de deporte con usted, pero, como le dije, no hay mejor deporte que una buena copa y un buen puro. Así que si me permite me tomaré un Martini a lo Winston Churchill, ya sabe, ginebra con una gota de vermú. Recuerde que el whisky y la ginebra han salvado más vidas y cabezas inglesas que todos los médicos del Imperio.

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