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Cuando la UEFA eliminó las semifinales de la Liga de Campeones

Ya está aquí la Copa de Europa. La Liga de Campeones. La Champions. En agosto. A partido único. Extraño. Extraño en tiempos extraños. Pero no es la primera vez. Cuando la Copa de Europa pasó a ser la Liga de Campeones, a las cabezas pensantes de la UEFA les dio por innovar y durante un trienio crearon un formato de competición que, cuanto menos, podríamos calificar de curioso. En la temporada 1991/1992 y en la 1992/93 no hubo semifinales y en 1993/94 se disputaron a partido único.

Y todo por culpa del Estrella Roja.

Cuando el sueco Lennart Johansson accede a la presidencia de la UEFA en 1990 lo hace con la promesa de una profunda remodelación de la Copa de Europa. Desde su creación en 1955 el máximo torneo futbolístico europeo se había basado en el formato de ‘knock-out’, eliminatorias directas a doble partido hasta la disputa de una final en campo neutral. Esto implicaba que según los designios de la diosa fortuna dos gallos podrían enfrentarse en una ronda inicial y un equipo menor acceder con dicha a una ronda definitiva. Quizás el caso más paradigmático sea el de los eslovacos del Spartak Trnava, que en 1969 cayeron ante el Ajax en semifinales tras haber batido a los terribles y temidos Steaua de Bucarest, Reipas Lahti finlandés y al AEK Atenas.

La UEFA fue dirigiendo el sorteo en años posteriores estableciendo una ronda previa y creando cabezas de serie en la primera eliminatoria, pero seguía siendo inevitable que los gallos se enfrentasen antes de tiempo. Cuando en 1988 la Copa de Europa se quede sin Maradona en dieciseisavos de final tras caer su Nápoles ante el Real Madrid un trueno recorre los salones de la jefatura de la UEFA. Pero cuando en 1991 el Nápoles vuelva a caer antes de tiempo y el vigente campeón (AC Milan) ni siquiera consiga llegar a semifinales la decisión está tomada. Aquel año ganaría la Copa de Europa el Estrella Roja de Belgrado, un equipo menor, con jugadores semidesconocidos y que, para más inri, venció en la final al Olympique de Marsella, otro conjunto novato en esas lides.

Era inaceptable que los campeones de UEFA (Inter de Milan) y Recopa (Manchester United) de 1991 tuviesen más pedigrí que el de la Copa de Europa.

El Estrella Roja de 1991, último triunfo europeo de Yugoslavia
29/V/91.Crvena Zvezda

Para la campaña 1991/92 se introdujo un cambio en el formato. Se modificó el original de eliminatorias directas introduciendo dos liguillas en las que los vencedores de esos hipotéticos cuartos de final se disputaban el liderato para designar los participantes en la final. Lo que se buscaba era mayores ingresos de taquilla y televisión al aumentar los partidos y asegurarse de la presencia de los grandes equipos en las rondas decisivas. Se reducían las posibilidades de sorpresa y los cruces entre equipos menores e insulsos.

Así pues, y tras una eliminatoria de octavos de final, se conformaron dos grupos con cuatro equipos. En el primero de ellos la Sampdoria de Pagliuca, Mancini y Vialli se clasificó para la final al superar a Estrella Roja (vigente campeón), Anderlecht y Panathinaikos. En el segundo grupo fue el FC Barcelona el vencedor al prevalecer con suficiencia frente a Sparta de Praga, Benfica y Dinamo de Kiev. La UEFA tenía su final soñada. El campeón español contra el campeón italiano. Sería la primera Copa de Europa del Barça, la del legendario gol de falta de Koeman y la del apogeo del ‘Dream Team’ de Johan Cruyff y su equipo de ensueño.

Visto el éxito del formato, la UEFA decidió repetir experiencia para el curso 1992/93. Lo haría con nueva denominación. La Copa de Europa fenecía y daba paso a la Liga de Campeones. Se repitió el sistema de liguillas, pero hubo que añadir varias rondas previas para separar a la paja del grano. La desmembración del bloque soviético hizo aparecer una docena de nuevos países en el mapa europeo cuyos campeones ligueros reclamaban su sitio en la nueva competición. Con el nuevo sistema de cabezas de serie ninguno de esos nuevos países logró clasificarse para octavos de final donde, eso sí, el no ya tan modesto CSKA de Moscú eliminaba al FC Barcelona.

La 92/93 trajo un nuevo campeón. Se enfrentaron dos proyectos millonarios concebidos por dos megalómanos. Por un lado el Olympique de Marsella de Bernard Tapie que lideró el primer grupo y por otro el AC Milan de Silvio Berlusconi que hizo lo propio en el suyo. Francia contra Italia. Otros dos grandes mercados frente a frente. Y sería la primera, y hasta la fecha, única vez que los franceses se alzarían con la Copa de Europa con un equipo plagado de grandes futbolistas entre los que destacaban Barthez, Desailly, Deschamps, Boskic o Rudi Völler.

A pesar del éxito no faltaban voces que criticaban el nuevo formato. Los defensores de la tradición clamaban por una vuelta a las eliminatorias directas. Esos críticos fueron rápidamente callados vista la aceptación popular de la Liga de Campeones. Sin embargo, lo que era un suspiro generalizado es que volviesen las semifinales. Se podía aceptar las liguillas, pero no la ausencia de esa última ronda previa con el calor de la afición y plagada de momentos y remontadas épicas. Sin ir más lejos, el AC Milan se había clasificado para la final de esa temporada a falta de dos partidos para la conclusión de la liguilla. Y eso, era inaceptable.

Es por eso que para la edición de 1993/94 volvieron a instaurarse las semifinales tras el sistema de liguilla. Pero, y aquí estaba lo novedoso, se jugarían a partido único en el campo del primer clasificado de cada grupo. En el primero de ellos, el FC Barcelona se clasificó como líder y el AS Mónaco como segundo, quedando fuera el Spartak de Moscú y el Galatasaray (que en octavos había dado la campanada eliminando al Manchester United). En el segundo grupo, el primero fue el AC Milan, seguido del FC Oporto y quedando descartados el Werder Bremen y el Anderlecht.

Así entonces a finales de abril de 1994 tienen lugar las que hasta ahora habían sido las únicas semifinales de Copa de Europa o de Liga de Campeones a partido único. Fueron un visto y no visto donde los primeros de cada grupo cumplieron con los pronósticos. En el Camp Nou el Barça derrotó al FC Oporto (3-0) en una exhibición de carácter y juego de Hristo Stoichkov. En San Siro el AC Milan firmó idéntico resultado ante los monegascos en otra lección de seriedad y contundencia de los italianos. Semanas más tarde los ‘rossoneros’ barrieron al Barça en Atenas (4-0) y conquistaron su quinta Copa de Europa en una final que significó el punto y final del lustro legendario con el que el ‘Dream Team’ asombró al mundo.

La final no sólo significó el fin del ‘Dream Team’ sino el final del experimento. Tras dos años sin semifinales y un último con semifinales a partido único, la UEFA acabó encontrando la fórmula mágica que aunaba tradición y renovación. Para 1994-95, tras una ronda previa, se establecerían cuatro grupos con cuatro equipos, cada uno de ellos con sus cabezas de serie en función de un coeficiente previo. Los dos primeros de cada grupo se clasificaban para los cuartos de final y, tanto esta ronda como la de semifinales, se disputarían con sorteo puro y con el tradicional formato de ida y vuelta. Fue un éxito morrocotudo y más cuando el vencedor fue el Ajax, un equipo perteneciente a la realeza europea, pero que, plagado de adolescentes de diferentes razas, parecía adelantarse al futuro.

Con los años y con la aparición de la Ley Bosman, la Liga de Campeones fue aumentando los grupos hasta llegar a un máximo de ocho. También se fueron ampliando los participantes permitiendo la inclusión de los mejores clasificados en las ligas más potentes y poniendo trabas a los campeones de los países más modestos. Pero con mayor o menor número de conjuntos, y con mayor o menor número de rondas, lo que se ha mantenido inalterable es tanto la ronda de cuartos de final como la de semifinales.

Tan solo el extraño experimento de principios de los 90 y la pandemia del coronavirus han alterado la esencia y la belleza de la vaca sagrada del planeta fútbol.


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