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Old Firm

Al principio no había mayor antagonista que el de la calle de enfrente. Y no existe antagonismo que se pueda comparar con el ‘Old Firm’. La rivalidad futbolística por excelencia es la de Glasgow. Católicos contra protestantes. Irlandeses contra unionistas. Odio, tensión religiosa e intimidación. El ‘Old Firm’ condiciona la vida cotidiana como ningún otro partido del mundo. Las diferencias no están en el balón, están en el pensamiento. Futbolísticamente los hay mejores, pero por intensidad un Celtic-Rangers solo es comparable a un Boca-River. Por condicionantes extradeportivos sólo un Barça-Madrid puede subírsele a las barbas. Pero es que un Madrid-Barça no es un derbi.

La palabra ‘derby’ (castellanizado a derbi y aceptado por la Real Academia Española de la Lengua) da nombre a una carrera de caballos considerada como la decisiva en una competición. Su uso data de finales del siglo XVIII y no se sabe bien como medio siglo más tarde era usado como sinónimo de una competición deportiva entre clubes de una misma ciudad.

Este detalle es importante. No existe el derbi gallego ni el derbi vasco. Un derbi no enfrenta a regiones ni a ciudades rivales. La acepción correcta sólo debe usarse cuando compiten dos equipos de la misma villa. Si nos paramos a pensarlo veremos que tiene toda lógica. El concepto de hincha visitante no se popularizó hasta bien entrado el siglo XX, cuando la mejora de la comunicaciones y el adelanto de las condiciones laborales de los trabajadores permitió que los aficionados se desplazaran a otras ciudades.

Atravesada por el río Clyde de este a oeste, Glasgow es una ciudad con dos partes bien diferenciadas. Al suroeste de los meandros del río se instalaron los protestantes. Al noreste se creó el barrio católico. Todos nacieron de la miseria y buscaron en Glasgow olvidarse de ella. Pero los del noroeste eran los campeones de la indigencia. La mayoría eran inmigrantes irlandeses que huían de la gran hambruna de la patata que azotó a la isla de San Patricio a mediados del siglo XIX. Los más atrevidos y los que menos tenían que perder iniciaron una aventura en Estados Unidos. Los más comedidos escogieron la escocesa y compasiva Glasgow por delante de la hostil e inglesa Londres.

Próspero durante el siglo XIX gracias al transporte fluvial de mercancías, el puerto de Glasgow es el único de Escocia que está resguardado de los vientos del Mar del Norte. El clima en Glasgow es mucho más agradable que en el resto del país gracias a las corrientes cálidas del estuario del Clyde y a las montañas que protegen el sur de la ciudad. Glasgow presume de universidad de primer nivel, de una fabulosa arquitectura victoriana y es lugar de peregrinaje en el arte grafitero. Y sin embargo no es buen lugar para vivir. Tiene uno de los menores índices de esperanza de vida del Reino Unido y unos cuantos barrios conflictivos. Vivir en Glasgow y transitar por sus anchas avenidas bajo un cielo plomizo es sinónimo de obesidad, depresión, drogas y alcohol.

Los sociólogos consideran que es un fenómeno reciente. Con la desindustrialización, miles de personas que trabajaban en astilleros y fábricas quedaron sin trabajo. Las grandes compañías daban al trabajador una identidad cultural y grupal que el nuevo sector de servicios es incapaz de igualar. Si bien el área metropolitana de Glasgow cuenta con cerca de millón y medio de habitantes, la ciudad tiene hoy unos 600.000 cuando poco después de la II Guerra Mundial superaba el millón. Se ha disipado el orgullo y Glasgow ha perdido buena parte de su tradición cultural.

En ese punto está también el fútbol. Celtic y Rangers fueron hasta los años 80 del siglo pasado dos grandes del balompié mundial y orgullo de Escocia. La globalización e internacionalización del deporte menguaron el atractivo de un país pequeño y poco acogedor para el futbolista, y con ello descendió el nivel de los equipos escoceses. Este declive también ha afectado en el día a día del ciudadano. Y por ello el ‘Old Firm’ es aún más importante que en tiempos pasados. Es la única vez en todo el año en el que Glasgow vuelve a estar en el centro del mundo.

Desde 1888 se ha desarrollado una rivalidad que no sólo es futbolística, también identitaria, religiosa y cultural. Ese año se jugó el primer ‘Old Firm’ con victoria del Celtic por 5-2. Hoy, 132 años más tarde, aún se aprecian mayor cantidad de rubios y pelirrojos en las gradas de Celtic Park que en las del Ibrox Stadium.

El Celtic fue fundado como club católico en 1887 por el padre Walfrid en la Iglesia de los Maristas. Su idea era crear un club de fútbol que entretuviese a los adolescentes y los alejase del vandalismo, y al mismo tiempo recaudar dinero para los niños huérfanos de la ciudad. Los de rayas blancas y verdes juegan desde 1892 en Celtic Park, el estadio más grande de Escocia. El primer césped que se plantó contaba con una mata de tréboles para recordar su influencia irlandesa. Permanece inamovible en su ubicación en un precioso parque al noreste de la ciudad, a pesar de las profundas remodelaciones que ha sufrido a lo largo del tiempo.

El Rangers fue fundado en 1872 en la otra punta de la ciudad por los hermanos McNeil. Conocidos como los puritanos, tomaron su nombre y su color azul de un equipo de rugby inglés considerado el mejor del momento. Juegan desde 1899 en Ibrox Park, al suroeste de Glasgow. Aunque el estadio ha sufrido sucesivas remodelaciones, continúa manteniendo su característica grada principal de ladrillo victoriano creada por Archibald Leitch, el arquitecto que nos legó la mística del fútbol inglés en estadios de dos alturas de estilo industrial como Old Trafford, Anfield o Highbury.

En las gradas de Celtic Park ondean banderas irlandesas e insignias del IRA. Los ultras del Celtic están hermanados con aficiones de izquierdas como las del Liverpool, hasta el punto de tomar como propio el famoso himno ‘You’ll never walk alone’. Los hinchas del Rangers portan símbolos del Reino Unido como ‘The Union Jack’ y están hermanados con los ultras del Chelsea. De este modo en el ‘Old Firm’ no se ve ninguna bandera escocesa en el estadio. Para eso hay que ir a Hampden Park.

La inquina entre los enemigos es tal que la selección escocesa juega sus encuentros en Hampden Park, uno de los estadios más legendarios para cualquier amante del fútbol. El estadio es casa del Queen’s Park, el club más antiguo de Escocia y que aún hoy se mantiene como amateur por convicción, a pesar de competir en ligas profesionales. Hampden Park se encuentra al sur de la ciudad, formando un perfecto triángulo con Celtic Park e Ibrox Stadium. La distancia entre los tres coliseos es prácticamente similar en un ejercicio de equilibrismo para satisfacción y calma de todos los fanáticos.

Aunque Celtic y Rangers disputaron el primer ‘Old Firm’ en 1888 el nombre data de unos cuantos años más tarde. En 1909, en una final de Copa, el partido entre ambos terminó en empate y, como entonces no había ni penaltis ni prórroga, se pasó a un segundo partido. Dicho encuentro transcurría por los mismos derroteros, por lo que las aficiones de Celtic y Rangers invadieron Hampden Park indignados por lo que consideraban un amaño. Hubo que suspender el choque y el título quedó desierto. El periódico ‘The scottish referee’ denominó el derbi escocés como ‘The old firm of Rangers-Celtic Ltd’ (Antigua empresa del Rangers-Celtic S.L.) por la sospecha de que los partidos importantes estaban arreglados desde siempre para que se repitiesen y así generar una nueva taquilla. Desde entonces al choque se le conoce como ‘Old Firm’ (Vieja Empresa).

Y lo cierto es que, aunque el odio que se profesan es atroz, en pleno siglo XXI siguen usando el ‘Old Firm’ en contra del resto de clubes escoceses. Ambos se benefician económicamente de la rivalidad que se profesan. Negocian juntos los patrocinios, los derechos de televisión e incluso han pedido conjuntamente ingresar en la Premier inglesa. Y habitualmente han compartido patrocinador, porque ninguna empresa es tan inconsciente como para invertir el dinero en uno generando inquina en los seguidores del otro.

El ‘Old Firm’ ha sido lugar de múltiples desgracias. En 1931, durante un encuentro entre Celtic y Rangers, John Thomson y Sam English fueron a por el balón al mismo tiempo y la rodilla de English chocó con la cabeza de Thomson. Éste, portero del Celtic de 22 años, salió peor parado y acabó con una fractura de cráneo falleciendo horas más tarde en el hospital. Hoy una canción en honor de Thomson es tarareada en todos los partidos del Celtic. Célebre por violenta también es la final de Copa de 1980 en la que el Celtic consiguió el título con un gol en el descuento originando una celebración por el título que acabó en una batalla campal en el césped de Hampden Park. Pero el ‘Old Firm’ más popular por aciago fue el disputado en Ibrox en 1971. Una avalancha de espectadores, también causada por un gol de última hora aunque en este caso del Rangers, acabó con 66 fallecidos, muchos de ellos menores. El siniestro provocó una remodelación de Ibrox que lo convirtió en uno de los primeros estadios del mundo con medidas de escape y de seguridad. 

Aunque la mayoría de los astilleros de Glasgow tenían vetada la presencia de trabajadores católicos, la convivencia entre los forofos de las dos religiones se mantuvo en calma hasta la década de 1920. Tras un trágico proceso que duró seis años (1916-1922) Irlanda obtuvo su independencia. Es entonces cuando en Glasgow la mayoría protestante comienza a hostilizar a la minoría católica, iniciando una inquina entre ambas comunidades que aún no ha sido resuelta.

La ferocidad de la rivalidad hace difícil que un jugador pueda defender los colores de las dos escuadras. Se cuentan con los dedos de las manos los futbolistas que han militado en los dos equipos a lo largo de la historia. Con la aprobación de la ley Bosman todo ha cambiado y los mercados a los que pueden acceder ambos conjuntos son enormes, pero hasta 1995 el mercado principal era el nacional. El caso más desgarrador para ambas aficiones fue el de Mo Johnston. Graeme Souness, técnico del Rangers, solicitó a la directiva el fichaje de Johnston, un fenomenal delantero internacional con Escocia que jugaba en la liga francesa pero que había triunfado años atrás en las filas del Celtic. Mo Johnston, además de ex estrella del Celtic, era católico, y se convirtió en el primero de ellos que jugó en el Rangers en más de medio siglo. De este modo Mo Johnston pasó a ser un traidor para la afición del Celtic, pero tampoco fue aceptado por la del Rangers. Muchos aficionados protestantes quemaron su camiseta y su abono de temporada hasta que en un ‘Old Firm’ jugado meses más tarde Johnston pasaría a ser amado por la afición del Rangers al anotar el gol de la victoria.

Y es que el Celtic representa a los irlandeses, católicos, republicanos y en menor medida a las izquierdas y a los trabajadores. El Rangers es el equipo de los protestantes, de los partidarios de la unión del Imperio Británico, de los monárquicos y de forma más rehusada de las derechas y de los burgueses. Celtic y Rangers son instituciones preponderantes en la vida escocesa con un grado de significación social y cultural inimaginable en cualquier otro club de fútbol del mundo. La rivalidad se cierne en una serie de conflictos políticos y en una competencia sectaria y en ocasiones racista y violenta. 

El Rangers puede presumir de ser el club de fútbol con más ligas (54) no sólo en Escocia sino en que cualquier otra liga en el mundo, si bien es cierto que con una condena en ese historial. El Rangers tuvo que refundarse en 2012 al caer en bancarrota. Desde entonces, el nuevo Rangers, aún no sabe lo que es un título liguero. La caída en desgracia de los protestantes será ‘in secula seculorum’ motivo de júbilo para los católicos, con menos ligas (50) pero que son el único club escocés triunfante en una Copa de Europa (1967). Además, para el sempiterno orgullo Celtic, su victoria ante el Inter (2-1) se logró con un once inicial de jugadores nacidos en Glasgow o en sus alrededores.

“Hay gente que insiste en que otras rivalidades futbolísticas pueden generar tanta intensidad como los choques entre Rangers y Celtic. Creedme, no hay nada comparable”. Alex Ferguson,  nacido en Glasgow, y uno de los entrenadores más exitosos de todos los tiempos dirigiendo al Manchester United.

P.D: Había decidido escribir sobre el ‘Old Firm’ porque era el único evento deportivo que quedaba en pie para este fin de semana. Se iba a jugar este domingo, pero escasamente un par de horas antes de publicar este artículo, el ‘Old Firm’ era suspendido hasta nueva orden.

En las próximas semanas seguiré hablando de deporte, aunque el deporte permanezca parado. Porque el deporte no es más que algo secundario. El puñetero coronavirus, que aún estamos empezando a sufrir, nos deja de momento dos reflexiones. La primera la importancia de la libertad. Nos podemos empeñar en obtener reconocimiento social y laboral, pero el bien más preciado de un ser humano es su libertad. El segundo es la salud. Este blog nada a contracorriente. Pone el ojo en el pasado. Cuenta historias, anécdotas y describe el porqué de las cosas, o lo intenta, de forma pausada y amena a través de la palabra. Nada a contracorriente porque el siglo XXI es el siglo de la inmediatez, del futuro, de la imagen y de la tecnología. El coronavirus nos recuerda que no somos dioses. Somos simples, insignificantes y frágiles seres humanos. Como siempre hemos sido y como siempre seremos, por muy rápido que queramos avanzar.

“Cuando las expectativas de uno se reducen a cero, uno aprecia realmente todo lo que tiene.” Stephen Hawking.


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