Archivos

Los siete balones de oro de Pelé

El Balón de Oro es una idea surgida de las cabezas pensantes del periodismo deportivo. Para ser más preciso de los plumillas de ‘France Football’ (semanario futbolístico parido por el diario L’Equipé) que idearon el trofeo como refuerzo de la recién creada Copa de Europa. Para escudriñar sus inicios tenemos que retroceder al año 1956. En un comienzo se entregaba a inicios de enero para premiar al mejor jugador europeo del año anterior. Año natural y nunca año futbolístico, lo que desde el principio creo controversias y confusiones. Entre los más laureados por esencial lógica están los más grandes, empezando por Di Stéfano y acabando con Messi, y en medio Cruyff o Platini. Pero en el palmarés del Balón de Oro chirría la falta de dos futbolistas. Ni Maradona ni Pelé han catado el más preciado galardón individual del más preciado de los deportes.

En un principio el Balón de Oro iba constreñido al mejor jugador europeo, pero eso no fue óbice para que un argentino como Alfredo Di Stéfano ganase dos de ellos (1957 y 1959). La ‘Saeta rubia’ pronto compitió como nacionalizado español al igual que el también argentino Omar Sívori resultó vencedor en 1961 con el pasaporte italiano bajo el brazo. En 1995 se abrió el premio a jugadores de cualquier continente con el triunfo del liberiano George Weah. Aunque el Balón de Oro ha perdido a zancadas respeto y solemnidad, su influencia es más palpable que nunca en un deporte, que como tantos otros, está dejando lo colectivo de lado para apostar por lo individual.

La FIFA intentó primero imitarlo, luego absorberlo, para más tarde claudicar y rendirse a lo evidente. Igual deberían tomar nota aquellos que quieren crear una liga europea privada a base de dinero y derechos televisivos sin tener en cuenta la herencia, el legado y la tradición de la Copa de Europa.

El que caso es que Pelé nunca obtuvo el Balón de Oro, más que nada porque nunca pudo formar parte de la terna de posibles vencedores. Cuando en 1995 el Balón de Oro derribó las fronteras, Diego Maradona, agasajando su retirada, recibió uno honorífico. Antes, en 1989, Alfredo Di Stéfano también había sido distinguido con uno honorífico, en este caso con uno gigante que dieron en llamar Superbalón de Oro y que lo consideraba como el mejor jugador ‘europeo’ del último medio siglo. Pues hubo que esperar bastante más, hasta tan tardía fecha como 2013, para que Edson Arantes do Nascimento ‘Pelé’ recibiese su Balón de Oro conmemorativo.

Allá por 1956 el primer ganador fue el extremo inglés Stanley Matthews. Por entonces contaba con 40 años y el galardón se vendió como un homenaje a los británicos inventores e impulsores del fútbol. Desde entonces cada uno de los corresponsales de ‘L’Equipé’ desperdigado por el mundo (hoy son más de 200 periodistas los que votan –siempre con un máximo de uno por país- y no tienen por qué trabajar directamente para el rotativo parisino) votan atendiendo a tres criterios de mayor a menor importancia. Sólo conociendo esos tres criterios puede uno juzgar con conocimiento de causa a los distintos vencedores.

Según las bases del Balón de Oro el criterio fundamental son las acciones individuales y colectivas del jugador durante el año en disputa. El segundo criterio a tener en cuenta es la clase del jugador, y el último, y menos relevante, es la carrera del futbolista. Traducido al román paladino lo primero que se tiene en cuenta son los trofeos individuales o de equipo ganados en ese año natural, en segunda instancia el talento y la limpieza del futbolista –clara consideración a los jugadores ofensivos-, y en tercer y último lugar la trayectoria del deportista. Éste último axioma se considera el definitorio en caso de duda o desempate.

De este modo, atendiendo al criterio del palmarés se pueden razonar discutidos trofeos como los de Bobby Charlton (1966), Paolo Rossi (1982), Fabio Cannavaro (2006) o Luka Modric (2018), pero de la misma forma es inexplicable que Jimmy Johnstone (1967) Paolo Maldini (1994) o Andrés Iniesta (2010) no lo ganasen siguiendo esos mismos razonamientos. Respecto a la clase del jugador, pero no a los trofeos ganados, se entienden los galardones de Denis Law (1964), Kevin Keegan (1978) o Lionel Messi (2019), empero se siente la ausencia de los Bergkamp, Totti, Ibrahimovic y muchos otros antes que ellos de técnica exquisita pero sin suerte a la hora de conjugar trofeos importantes en el mismo año natural con su club y con su selección. Y por último, y atendiendo a los largos años de excelencia de un futbolista, son de entender los galardones de Lev Yashin (1963) o Marco Van Basten (1992), pero no que nunca se diera el Balón de Oro a goleadores incasables como Puskas, defensas longevos como Baresi o arquitectos perennes como Xavi Hernández.

El caso es que de una forma u de otra el Balón de Oro no es ajeno a la controversia. Y no hay más controversia que dos de los más grandes, sino lo más grandes, no cuenten con ningún Balón de Oro en su palmarés. Por lo que había que ponerse a ello, y, de paso, arrojar un poco más de luz sobre si nos quedamos con Pelé o nos quedamos con Maradona.

En el año 2015, con motivo del sexagésimo aniversario del Balón de Oro, las cabezas pensantes de ‘France Football’ y ‘L’Equipe’ decidieron hacer una votación extraordinaria, analizar los resultados, encerrarse en sus despachos y reescribir la historia del Balón de Oro sin restricciones geográficas.

Y resultó que ‘Pelé’ era o ‘O Rei’.

Pelé tendría que contar con 7 trofeos. Según los nuevos criterios saldría ganador en cuatro ediciones consecutivas (1958, 1959, 1960, 1961) sustituyendo en el palmarés a Raymond Kopa, Alfredo Di Stéfano, Luis Suárez y Omar Sívori sucesivamente. Pelé volvería a ganar el Balón de Oro en 1963 (en lugar de Lev Yashin) y en 1964 (en sustitución de Denis Law). Son los años del gran Pelé, de sus dos primeros triunfos mundiales con Brasil, de su hegemonía en Sudamérica con el Santos y de sus continuas exhibiciones en sus giras europeas.

Durante ese reinado entre 1958 y 1964, tan sólo dejaría de vencer en el Balón de Oro en el año 1962. Aquel verano su compatriota Garrincha tirará de regates, amagos, fintas y goles para, en ausencia de un lesionado Pelé, darle a Brasil la victoria en el Mundial de Chile al conquistar la final ante Checoslovaquia. Fue Josef Masopust, el líder de los europeos, quien ganó el Balón de Oro de aquel año que, según esta historia revisionista, tendría que haber sido para Garrincha.

Son años en la que la supremacía brasileña es abrumadora y que dejaran un legado que se ha perpetuado hasta la actualidad. La obra maestra de aquella década fue también el canto del cisne de Pelé que en 1970 dio un concierto futbolístico ganando el Mundial de México y logrando un ficticio séptimo Balón de Oro (en lugar de Gerd ‘Torpedo’ Müller), lo que le convierte en el futbolista más laureado con el tan afamado balón dorado.

En la sesión retrospectiva de chapa y pintura hay lugar para dos campeones del mundo más. En 1978 el argentino Mario Kempes le quitaría el galardón al inglés Kevin Keegan y en 1994 el carioca Romario haría lo propio con el búlgaro Hristo Stoichkov.

Nos queda Diego Armando Maradona. El astro argentino resultaría vencedor en 1986 (Igor Belanov) y en 1990 (Lotthar Matthaus). A pesar de su extraordinaria clase no podría competir con el talento y los títulos de sus coetáneos Michael Platini o Marco Van Basten.

Así pues Pelé con 7 títulos superaría -al menos de momento- a Messi (6), Cristiano Ronaldo (5), Cruyff (3), Platini (3), Van Basten (3) y, por descontado, al arrollador pero intermitente Maradona (2).

Pelé sigue siendo ‘O Rei’.


¿Quieres recibir un email cada vez que se publique una entrada nueva?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.