Archivos

De cuando se perdonó al rugby en Irlanda

Durante siglos Irlanda funcionó como un sucedáneo de colonia inglesa y aunque en 1801 pasó a integrarse en el Reino Unido, en la práctica seguía teniendo el mismo status. A lo largo del siglo XIX una serie de catastróficas cosechas hicieron que millones de irlandeses emigraran a Estados Unidos. Humillados, hastiados y cansados, el romanticismo y el nacionalismo que brotaba por aquel entonces calaron con rapidez en buena parte de la población, por lo que en 1916 los irlandeses declaraban unilateralmente la independencia el Lunes de Pascua. A partir de entonces, y durante los siguientes seis años, tendría lugar una serie de escaramuzas que se acabarían convirtiendo en una guerra contra la Corona Británica.

Como cualquier hijo de vecino, los irlandeses habían abrazado con efusividad la llegada tanto del fútbol como, especialmente, del rugby, dos deportes ingleses de enorme aceptación. Sin embargo, en Eire ya había dos deportes de enorme arraigo; el hurling y el fútbol gaélico. ‘Grosso modo’ representaban la idiosincrasia celta de la nación irlandesa y venían a ser dos sustitutos del criquet y del rugby respectivamente.

Las grandes competiciones de ambos deportes se celebraban en Croke Park, un recinto propiedad de la Asociación de Deportes Gaélicos (GAA en sus siglas originales). Se trataba de un coqueto estadio de madera de altos muros que impedía miradas ajenas. La GAA se consideraba una plataforma de salvaguardia de las costumbres y la historia irlandesa y, a medida que el conflicto se fue enquistando, se fueron endureciendo las normas para el acceso a la Asociación. Se decretó la prohibición de practicar deportes gaélicos a los miembros del funcionariado que fuesen de origen británico. Por otro lado, los socios de la GAA tenían terminante prohibido practicar deportes ingleses, es decir, ni fútbol ni rugby.

El deporte simbólico por excelencia era y es el hurling. Jugado con un palo de madera, cuando la Corona británica prohibió a los irlandeses portar armas éstos pasaron a usar dicho palo como arma arrojadiza. En los funerales, y como reivindicación nacional, el stick del hurling se elevaba a lo alto y se tapaba en señal de luto.

El 21 de noviembre de 1920, Michael Collins, Comandante del Ejército Republicano Irlandés (IRA en sus siglas originales), ordenó una matanza que acabó con la vida de 18 miembros del servicio secreto británico que tenían su base en Dublín. Esa misma tarde se disputaba en Croke Park un encuentro de fútbol gaélico entre el equipo de la capital dublinesa y el Tipperary. Los paramilitares británicos aprovecharon la ocasión para tomarse cumplida venganza. Treparon por los muros del estadio para atizar con saña a todo sujeto viviente y acabar con la vida a golpe de metrallazos de 14 personas. Fue el llamado ‘Bloody Sunday’ (no confundir con el ocurrido en 1972 e inmortalizado en forma de canción por los irlandeses U2). Se cuenta que los británicos se jugaron a cara o cruz si asaltar con violencia Croke Park o liarse a tiros por la calle más transitada de Dublín.

Así entonces, Croke Park se convirtió en un templo del nacionalismo y la GAA tomó la decisión de que nunca se celebrarían en ese recinto competiciones extranjeras, es decir, ni fútbol ni rugby. Aquel desaliñado estadio de madera se acabaría convirtiendo en un coloso de 82.000 espectadores, el tercero más grande de Europa. Hoy es visita obligada para turistas, tanto por cuestiones deportivas como por causas históricas y políticas.

—EL XV DEL TRÉBOL—

Total que, tras una cruenta guerra, en 1922 se constituye formalmente la República de Irlanda que conforma algo más de las ¾ partes de la isla del mismo nombre. En el noreste, en la llamada región del Ulster, los ciudadanos decidieron seguir fieles al Rey de Inglaterra y establecieron un nuevo país llamado Irlanda del Norte, que continúa bajo mandato monárquico integrando parte del Reino de Gran Bretaña.

Ese año, como era lógico, se instauraron dos federaciones distintas de fútbol, una para Irlanda y otra para Irlanda del Norte. Lo curioso es que había futbolistas que jugaban indistintamente para una y para la otra, hasta que en 1953 la FIFA tomó cartas en el asunto y prohibió esos intercambios, amén de reconocer a ambas federaciones nacionales.

Con todo, el rugby había arraigado con mayor fuerza en la isla del trébol, por lo que, a pesar de existir dos países, se tomó la decisión de seguir formando con un único equipo. No fue esta una decisión fácil. Ayudaba que la mayoría de los jugadores solían ser irlandeses así que a los norirlandeses les quedaba poco más que callar. Los partidos acostumbraban jugarse en Dublín, aunque de vez en cuando se viajaba a Belfast, la capital unionista del norte.

El juego de equilibrismos llegaba al paroxismo de cambiar de himno en función de donde se disputase el choque. En Dublín sonaba el ‘Amhrán na Bhfiann’ (la canción del soldado) himno gaélico de Irlanda. Si el encuentro se disputaba en Belfast se entonaba el ‘God save the queen’ (Dios salve a la reina), himno británico. Así fue hasta 1954, cuando los jugadores irlandeses se negaron a escuchar la canción inglesa y desde entonces nunca más se volvió a jugar un partido en Belfast. Mucho después, en 1995, se tomó la decisión de elaborar un nuevo himno para los encuentros internacionales que representase a las dos Irlandas. ‘Ireland’s call’ (La llamada de Irlanda) está escrita en inglés, sustituye al himno británico y su letra está llena de continuas referencias al trabajo en equipo y a la unión de todos los irlandeses.

Lo de las banderas también es de traca. Cuando el equipo juega en Dublín, junto a la bandera de la Irish Rugby Union ondea la naranja, blanca y verde de Eire. Cuando juega en Belfast o sale de la isla para jugar en el extranjero, se elimina la bandera de Eire y se cambia por un blasón que representa las cuatro regiones irlandesas; Connacht, Munster y Leinster -que conforman la tradicionalmente católica Irlanda- y Ulster -en los que 6 de sus 9 condados forman la tradicionalmente anglicana Irlanda del Norte-.

Con todo este batiburrillo de información viajamos a 2006. Ya sabemos que es tal la inquina de los tradicionalistas que en Croke Park no se puede jugar ni al fútbol ni al rugby. Así pues, la selección del balón ovalado disputa sus encuentros en Lansdwone Road, un recinto histórico levantado en 1872. Tras diversas modificaciones a lo largo de las décadas llegó a contar con unos 45.000 espectadores de aforo, una buena cifra, pero notablemente inferior a la de Croke Park.

Cómo es de recibo, Lansdwone Road sufrió pertinentes modificaciones hasta que en 2006 se tomó la decisión de una renovación integral que básicamente consistía en tirar el estadio y construir uno nuevo a través de los cimientos del antiguo. La selección de futbol se quedaba sin hogar, pero sobretodo, quien se quedaba sin hogar era la selección de rugby. El ‘XV del Trébol’ iba a disputar el 6 Naciones, y además era favorito, pero no tenía estadio donde disputar sus partidos como local. Existía la alternativa de jugar en Belfast, pero teniendo en cuenta que poco más del 5% de su plantilla era norirlandesa y que desde 1954 no se iba por esos lares, no se consideraba una opción viable.

Se podía jugar en Croke Park.

Violar suelo sagrado.

La Irish Rugby Union, con el apoyo del Gobierno, presionó a la GAA para que aceptase que como excepción se jugasen partidos de rugby en Croke Park. A regañadientes la GAA realizó una votación entre sus socios. El resultado fue de 227 votos a favor y 97 en contra, pero la claridad de los números no deja de ser engañosa. Fue una votación polémica y muy reñida porque por el medio hubo muchas dimisiones y protestas. Muchos exjugadores y familiares de exjugadores de hurling y de fútbol gaélico pidieron retirar sus recuerdos del museo del estadio.

Y así, el 11 de febrero de 2007, la selección irlandesa de rugby jugó y perdió ante Francia violando el sagrado suelo de Croke Park. No obstante, 15 días después tendría lugar el verdadero sacrilegio. Nuevamente en Croke Park, el rival iba a ser Inglaterra. Se tenía pavor ante la llamada a la violencia cuando sonase el himno inglés. Sorprendentemente el silencio y el respeto fueron memorables. Cuando los jugadores ingleses dejaron de entonar el himno hubo numerosos aplausos desde la grada. Segundos después el himno irlandés sonó por megafonía y miles de espectadores derramaron ríos de lágrimas. Horas después Irlanda vencía por 43-13 y la fiesta de la concordia se convirtió en fiesta deportiva.

Durante los siguientes tres años la selección irlandesa disputó sus partidos en Croke Park y volvió a jugar como local en Belfast tras más de medio siglo de voluntaria ausencia. En 2010 fue inaugurado el nuevo Lansdwone Road (llamado Aviva Road por motivos comerciales) y tanto el rugby como el fútbol volvieron a su lugar de origen.

Durante esos tres años en Croke Park se había enterrado para siempre una historia de sangre y odio entre hermanos que iba camino de la centuria de antigüedad.

Católicos y protestantes. Irlandeses libres e irlandeses unionistas. Fútbol gaélico y rugby.

El rugby irlandés había sido perdonado.


¿Quieres recibir un email cada vez que se publique una entrada nueva?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.