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La bomba del estrecho de Bass

Desde 1945 existe en Australia una regata que cada 26 de diciembre parte de Sydney y recorre 628 millas náuticas (unos 1.150 kilómetros) hasta llegar al puerto de Hobart, capital de la isla de Tasmania. Se trata de una de las regatas más prestigiosas del mundo y al mismo tiempo de las más familiares, ya que además de las embarcaciones profesionales también se hacen a la mar veleros modestos que ven en esa travesía una agradable aventura navideña. Para los australianos el 26 de diciembre es fiesta nacional y el programa deportivo forma parte de las celebraciones. Por un lado se disputa el torneo nacional de cricket en Melbourne, y, es en el descanso del mismo, cuando en Sydney se da el banderazo de salida a la regata, que es retransmitida en directo a través de la televisión y que está considerada orgullo nacional.

Como comentaba, el recorrido parte de la ciudad australiana de Sydney y viaja en dirección sur hasta concluir en Hobart. La travesía suele durar entre 2 y 3 días dependiendo de la velocidad de la embarcación y de la pericia de los tripulantes. Es una prueba exigente que tiene su punto clave al adentrarse en el Estrecho de Bass, un océano angosto de poca profundidad en el que el mar se vuelve agresivo si se combina con rachas de viento. Y es que Tasmania, como bien representa su famoso dibujo animado, es una tierra azuzada por frecuentes vientos que en invierno suelen convertirse en tornados.

No obstante, el 26 de diciembre es verano en Australia y como de costumbre un día espléndido y un sol de justicia dieron la bienvenida a los 115 veleros y a los cientos de miles de curiosos que se agolpaban en la bahía de Sydney para presenciar la salida de la edición de 1998. En tiempos donde Internet aún estaba en pañales, justo antes del inicio miembros de los servicios meteorológicos de Australia entregaron a cada barco un pequeño dossier con las condiciones climatológicas para las siguientes 48 horas. Nada fuera de lo normal para esa época del año. Lo ya comentado. Una pequeña depresión en el estrecho de Bass originaría una brisa veraniega, algo característico en una zona de mar abierto y aguas poco profundas. Por lo demás un tiempo perfecto para navegar.

El día pasó sin más novedades y a primera hora de la mañana del 27 de diciembre las embarcaciones de vanguardia comenzaron a adentrarse en el Estrecho de Bass.

Los primeros rayos de sol hacían su aparición en el horizonte cuando los meteorólogos detectaron avisos insospechados para esa época de año. En pocos minutos una masa de aire frío había aparecido en la atmósfera y estaba provocando nevadas en los montes de Tasmania, algo inaudito en el verano austral. A tal extraño fenómeno se unía una bajada drástica de las temperaturas que amenazaba convertir la brisa veraniega en vientos huracanados. Los meteorólogos conocían este fenómeno como ‘la bomba del Estrecho de Bass’, suceso frecuente durante el invierno pero nunca conocido en verano. Y menos surgiendo de manera tan abrupta.

Dado que era un hecho tan insólito, la organización hizo caso omiso a los avisos de cancelar la prueba y obviaron las recomendaciones de ordenar a las embarcaciones volver al puerto de Sydney. Decidieron seguir con la regata. En 54 años nunca había pasado nada grave.

A las pocas horas se cernió la tragedia.

Los barcos comenzaron a mandar señales de auxilio. Los veleros estaban en medio de una bomba que originaba vientos de más de 150 kilómetros por hora y olas de hasta 20 metros de altura. Inmediatamente, los barcos de la Armada australiana, que ya estaban en preaviso, tuvieron que salir al rescate. En total fueron 30 helicópteros y más de 20 buques de guerra en el mayor despliegue militar australiano en tiempos de paz. Los barcos que estaban más rezagados consiguieron volver a duras penas a puerto, pero hasta 15 embarcaciones se fueron a pique y más de 60 personas tuvieron que ser rescatadas.

Fallecieron 6 personas. Phil Skeggs, uno de los fallecidos, ni siquiera fue engullido por el mar ya que los forenses determinaron que sufrió un infarto provocado por el stress y el miedo de la situación. También se fue al fondo del mar el ‘Winston Churchill’, un yate legendario en la prueba que participaba ininterrumpidamente desde 1945. Sus nueve tripulantes tuvieron que saltar del barco cuando una ola de 20 metros le arrancó de cuajo el mástil y le abrió una tremenda vía de agua. Tres de ellos fueron dados por muertos a las pocas horas.

Sólo llegaron a Tasmania 44 embarcaciones. El mega yate del multimillonario estadounidense Larry Ellison se alzaba con la victoria con un tiempo 5 horas superior a lo habitual. Al llegar a la línea de meta no comprendía la seriedad con la que fue recibido. No conocía nada de lo que había sucedido.

Aquel drama originó unas fuertes medidas de seguridad que hoy son obligatorias en todas las regatas de largo recorrido que se disputan por todo el mundo. Más allá de las propias de las competiciones, la más substancial es que desde 1999 los tripulantes de las embarcaciones, aunque estas sean amateurs, deben poseer un título de curso de seguridad y supervivencia en alta mar.


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