¡No! Los ingleses no inventaron el fútbol
Para todos aquellos que tienen un mínimo de interés en el fútbol la historia es más o menos conocida. En el siglo XIX los alumnos de los colegios privados de Inglaterra dedicaban su tiempo de asueto en jugar al fútbol. Cada institución académica tenía sus propias reglas y eran tan variadas que en algunos sitios se podían usar las manos (Rugby o Marlborough) y en otras únicamente los pies (Winchester, Eton o Cambridge). A mediados de siglo y gracias al desarrollo de la red de ferrocarril comenzaron a disputarse competiciones entre las distintas universidades, por lo que se hizo necesario establecer unas reglas comunes. En octubre de 1863 se constituyeron las reglas básicas del fútbol y años después los disidentes harían lo propio implantando las reglas básicas del rugby.
El fútbol es más antiguo que la bombilla, el cine o el automóvil.
A partir de ahí el fútbol se extenderá con rapidez por todo el planeta y se convertirá en el deporte hegemónico por antonomasia. El rugby quedará anclado en las Islas Británicas y sólo tendrá aceptación en las colonias del Imperio y, de forma sorpresiva, en Francia.
Los triunfantes ingleses siempre se han orgullecido de ser los inventores del fútbol. Fue un invento de la Inglaterra Victoriana para escapar de los aburrimientos de los domingos y llenar de ocupación el nuevo tiempo de ocio de la sociedad contemporánea. Y es cierto. Pero hay matices. Muchos matices.
¿Quiénes son los responsables de hacer del fútbol un deporte divertido y sugerente para buena parte de la humanidad? ¿Quiénes lograron que se convirtiese en el ariete y primordial entre todos los deportes? No. No fueron los ingleses. Fueron los escoceses.
En 1707 Escocia pasó a formar parte del Reino de Gran Bretaña. A partir de entonces (y de forma errónea) los escoceses pasaron a ser para el resto de la humanidad ingleses. De tal forma que cuando el Imperio Británico conquistó los cinco continentes a través de su armada y de su ejército o cuando una empresa británica explotaba una mina de carbón, creaba una industria textil o explotaba un pozo de petróleo, a ojos de la humanidad era un hito de la comunidad inglesa. Para el nativo el británico era sinónimo de inglés. Ni existía el escocés, ni el galés ni el irlandés.
La realidad es que un alto porcentaje de los militares y de los comerciantes británicos eran escoceses. Por un lado, las durísimas condiciones climatológicas y un terreno verde pero de paupérrimo nivel de cultivo hacían del escocés un pueblo proclive a la emigración. Por el otro lado, las diferencias religiosas y la pérdida de propiedades y estatus tras la absorción de los ingleses del Reino de Escocia hizo que la familias de renombre o bien marchasen a Londres a probar fortuna o se convirtieran en ricos comerciantes y en ávidos empresarios bajo el mandato de la Corona inglesa.
Así pues, fueron los comerciantes y los trabajadores escoceses los que llevaron el fútbol a través del mar más allá de las Islas Británicas.
¿Cómo se convirtió el fútbol en el deporte ganador? ¿Por qué lo que triunfó fue el fútbol y no el rugby? ¿Por qué en Escocia el balón redondo le ganó la partida al balón ovalado?
Debemos viajar al 30 de noviembre de 1872. Tal día como hoy hace 146 años, y conmemorando la festividad de San Andrés, las selecciones de Escocia e Inglaterra disputaron en Glasgow el primer encuentro internacional de la historia.
La nada desdeñable cifra de 4.000 espectadores se reunieron en el estadio Hamilton Crescent de Glasgow (estadio, por cierto, que sigue en pie y que alberga encuentros de criquet) para presenciar un decepcionante empate sin goles. Fue algo extraño en una época en la que se jugaba con 6 o 7 delanteros y, de hecho, hasta 1970 ambas selecciones no volverían a empatar sin goles. Las mujeres pudieron entrar gratis al estadio y el partido comenzó con retraso porque los ingleses llegaron tarde. Los 11 integrantes del equipo escocés pertenecían al Queen’s Park (entonces el mejor equipo de Glasgow) y jugaron el choque con la indumentaria del club, camiseta azul, pantalón blanco y medias rojas, que aún hoy siguen siendo los colores oficiales de la selección escocesa.
Para muchos historiadores este fue el encuentro que marcó el nacimiento del fútbol. Antes del encuentro los dirigentes de ambas federaciones se reunieron para determinar con que reglas se iba a disputar el choque. Por aquel entonces en muchas partes de Inglaterra se seguía practicando un híbrido entre pies y manos, ente fútbol y rugby, mientras que los escoceses ya se habían decantado por un juego basado en los pies. Tras varias horas de reunión decidieron jugar únicamente con los pies, con las reglas de 1863, es decir, se decantaron por jugar al fútbol.
Los escoceses habían perfeccionado el juego. Eran conocidos por ofrecer un buen trato con el balón, dar muchos pases y hacer un gran juego colectivo. Los ingleses preferían encarar por bandas y el ‘up and under’ (el patadón), un tipo de fútbol más individualista y que tenía su razón de ser en el rugby. Aquel primer encuentro acabó en empate, pero más pronto que tarde el fútbol de ‘passing game’ y ‘dribbling’ escocés triunfaría. Hasta 1890 la estadística era humillante para los ingleses, que sólo ganaron 3 veces y encajaron 11 derrotas contra Escocia, incluido un 7-2 en Glasgow (1878) y dos palizas en casa 1-6 (1881) o 1-5 (1882).
El juego propuesto por los escoceses, tan atractivo para el público, fue lo que hizo que el fútbol le ganara la batalla al rugby o al cricket por la supremacía mundial y que fuese aceptado y asimilado rápidamente en todos los puntos del globo. Los escoceses Charles Miller (nacido en Brasil pero de padre escocés), Jock Hamilton y Archie McLean fueron los que introdujeron el juego de toque y combinación en Brasil en la ciudad de Sao Paulo, donde estaban las fábricas derivadas del ferrocarril. Otro escocés, el profesor del instituto británico de Buenos Aires, Alexander Hutton Watson, es reconocido como el padre del fútbol argentino e impulsor del primer campeonato en Buenos Aires a finales de la década de 1880.
Escoceses también eran la gran mayoría de británicos que comerciaron en España en el siglo XIX, los cuales introdujeron el fútbol en nuestro país. La familia católica y escocesa Gordon montó un imperio bodeguero en Jerez y el también escocés Hugh Matheson consiguió la concesión para explotar las minas del Río Tinto cerca de la ciudad de Huelva. Fueron los trabajadores de las minas quienes fundaron el Huelva Recreation Club (Recreativo de Huelva) en 1889 cuyo primer presidente es el también escocés Charles Adams quien dirigía una empresa de gas en la capital onubense. Los escoceses (en las crónicas siempre confundidos por ingleses) fundaron los primeros clubes en Sevilla, Bilbao o Barcelona, ciudades con fuerte presencia de capital extranjero.
En los arrabales de Barcelona se crea una gran industria textil que atrae a numerosos escoceses y que contribuirá a que lugares como Sabadell o Terrasa pasen de ser pueblos a ciudades. En Barcelona, un día de 1898, el suizo Hans Gamper se acercó a las instalaciones del Gimnasio Tolosa para integrarse en su club de fútbol. El club estaba formado por escoceses y le denegaron el acceso, pero no por motivo de su nacionalidad, sino por culpa de sus creencias, ya que Gamper era protestante y el club estaba integrado por escoceses católicos. A finales de ese año Gamper decide crear su propio club de fútbol, en el que además de a suizos también permitirá la presencia a ingleses y a escoceses protestantes. Es el FC Barcelona.
Pero no habría que cruzar el Canal de la Mancha para seguir el rastro a los escoceses. Cuando en 1888 la Liga inglesa se pone en marcha se produce una avalancha de fichajes de entrenadores y jugadores escoceses, la élite del momento. Durante la década de 1890 el Aston Villa (Birmingham) se convierte en el gran club inglés al conseguir 5 títulos de Liga bajo dirección de un entrenador escocés. El Liverpool, que tomó el relevo del Aston Villa en el cambio de siglo, era conocido como el equipo de los `Mac’s’ porque la mayoría de sus futbolistas eran escoceses, y el Preston North End, el primer campeón de la FA Cup, tenía a ocho escoceses en su alineación inicial.
“La tragedia es que después de extender el fútbol de pase a todos los rincones del mundo, perdimos nuestro estilo. Enseñamos al mundo a jugar, y olvidamos luego como hacerlo nosotros”. Richard McBreathy, historiador escocés.