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Vuelta a España 1995

Antes de contemplar extensos veranos abrasadores, campos asfixiantes de rojos secos, violentas llanuras ocres, ríos de regadío, mares de plásticos llenos de luces africanas y, en definitiva, observar como entre bicicletas cantaba la chicharra, la Vuelta a España estaba adornada de días fríos, montañas húmedas atestadas de índigo, campos encharcados y carreteras embarradas que discurrían entre tierras anegadas y cielos levantados.

Cuando Miguel Induráin se convirtió en el ‘señor Tour’, la Vuelta a España se las vio y deseó para que el bueno de Miguel se convirtiese en rey de España. El problema es que Induráin nunca quiso correr la Vuelta. Nunca tuvo buenas sensaciones compitiendo en España y prefería preparar la carrera francesa o bien a través de clásicas y pruebas de una semana o, en su defecto, compitiendo en el Giro de Italia, con menos presión y con un tipo de recorrido más encaminado a sus pretensiones.

Por todo ello, Unipublic (por entonces empresa organizadora de la prueba) decidió en 1995 trasladar la Vuelta a España a inicios de septiembre tras más de medio siglo organizándose a mediados de primavera. Con ello, la Vuelta pasaba a tener un sitio propio en la agenda ciclista evitando solaparse con el Giro de Italia. Se conseguía que los ases del ciclismo que habían competido en Italia o en Francia pudiesen engalanar o arreglar su temporada en España, y, por supuesto, estimulaba que Induráin no tuviese excusas para competir en la Vuelta.

A pesar de todo, y con el quinto Tour en el bolsillo, Induráin no acudió a aquella primera Vuelta a España posveraniega y decidió preparar en solitario su participación en el Mundial de ciclismo que tendría lugar en Colombia semanas más tarde. Enrique Franco, director de Unipublic, quien se había jugado mucho trasladando la Vuelta a España de 1995 al mes de septiembre, tiraría de sarcasmo para criticar al astro navarro: “En España cultivamos naranjas y las exportamos a Francia, mientras que aquí comemos mandarinas”.

Aun así, la decisión de llevar la Vuelta a septiembre fue un éxito. Eurosport compró los derechos para su emisión y en muchas partes del mundo, donde la Vuelta no era conocida, al cabo de un par de años pasó a formar parte de la trinidad del ciclismo junto a Tour y Giro. En 1995 figuras como Pantani, Ugrumov, Rijs o Virenque acudieron a la ronda española, junto a los habituales Abraham Olano y Álex Zülle, quien había quedado segundo en el Tour detrás de Induráin y partía como gran favorito. Zülle formaba parte del equipo ONCE, quizás el más fuerte del momento, y en el que también destacaban Laurent Jalabert y Johan Bruyneel. El gran ausente era Tony Rominger, tricampeón de la Vuelta, y que en 1995 decidió centrarse en el Giro (con victoria) y el Tour (fracasando).

La Vuelta comenzó con una contrarreloj en Zaragoza en la que salió vencedor Abraham Olano. La primera semana de la Vuelta recorría el norte de España, por lo que en la cuarta etapa se subió el siempre interesante Alto del Naranco asturiano. Fue entonces cuando Laurent Jalabert consiguió el liderato tras una exigente subida. Dos días después el francés obtendría la victoria al sprint.

Jalabert era un corredor completísimo que se inició en el ciclismo como velocista. Pronto se especializó en pruebas de un día y fue mejorando en la montaña de tal forma que al final de su carrera era un consumado escalador. Protagonizó una metamorfosis infrecuente en el deporte, pero a ojos de los expertos, insuficiente para creer que Jalabert pudiese ganar la Vuelta a España.

— El día del papel higiénico—

La sexta etapa salía desde Ourense rumbo a Zamora. Al parecer, la noche anterior más de 50 corredores tuvieron problemas estomacales atribuidos a una intoxicación alimentaria. Por delante quedaban 264 kilómetros que se convirtieron en una diarrea colectiva. El pelotón se partió en dos y Jalabert consiguió más de 5 minutos de ventaja sobre sus rivales, entre ellos su jefe de filas, Álex Zülle, quien virtualmente perdió la carrera. El llamado `día del papel higiénico´ se llevó por delante a Pantani, Rijs (que aguantó hasta la contrarreloj) o a Ugrumov, y dejaba la carrera al poco de empezar en un mano a mano entre el francés y Abraham Olano.

Olano recortó tiempo en la contrarreloj colocándose a 6 segundos del francés de la ONCE, pero en una preciosa etapa por la sierra madrileña con final en la amurallada y adoquinada ciudad de Ávila, Jalabert atacó con saña y tras 60 kilómetros de escapada le endosó más de 4 minutos a un Olano que tuvo que cabalgar en el llano en solitario ante la endeblez de sus compañeros de equipo del Mapei.

Jalabert daría una exhibición día tras día hasta el pódium de Madrid. Sumó cinco victorias parciales, añadiendo a las citadas una de alto tronío en Luz Ardiden y otra al sprint en Barcelona. Aquella primera Vuelta a España de septiembre sería la Vuelta de Jalabert, quien logró el maillot de líder, el maillot de la montaña y el maillot de la regularidad. Completaron el pódium Abraham Olano y Johan Bruyneel, compañero de Jalabert en la ONCE. La única estrella invitada que estuvo a la altura fue Richard Virenque, el cual acabó en un digno quinto lugar.

A pesar de la victoria de un ciclista extranjero y de la ausencia de Induráin, el traslado de la Vuelta a España a septiembre se consideró un éxito. La UCI estaba encantada con el cambio y los datos de audiencia televisiva indicaban que el seguimiento había sido mucho mayor que el de años anteriores. El problema radicaba en aquellos que se acercaban a las cunetas a ver las etapas, ya que el número era mucho más reducido, lo cual se hacía más conflictivo en el sur de la península, donde la menor tradición ciclista, los duros paisajes secos del verano y la ausencia de público, no contribuían a mejorar el espectáculo.

Tras casi 25 años, el cambio se ha notado, y para bien, en la nómina de ciclistas extranjeros. Antes de 1995 las grandes vedettes del ciclismo declinaban la invitación de la Vuelta para acudir al Giro de Italia. Ahora, asisten a España a conseguir sus primeros éxitos futuras estrellas del pelotón (Zülle, Nibali), corredores que meses antes fracasan en el Tour (Ullrich, Quintana) o ciclistas que quieren completar la gran hazaña de ganar las tres grandes (Froome, Contador).


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