Los cuatro mosqueteros de la Davis
Después de casi 125 años la Copa Davis va a sufrir su primer gran lavado de cara. En el tenis hiperprofesionalizado y comercial de la actualidad era inviable un torneo a cinco sets, con continuos cambios de tipo de superficie y con partidos por todo el globo que no sumaban puntos para el ranking ATP. Las estrellas intentan zafarse de las primeras rondas eliminatorias y cuando ya tienen un título en su palmarés pocos se comprometen a buscar un segundo o un tercer entorchado.
El tenis, y no sólo la Copa Davis, necesita un cambio. En la era de la instantaneidad y de los “highlights” ningún chaval aguanta cuatro o cinco horas delante del televisor viendo un partido, y mucho menos mañana y tarde engullendo una eliminatoria. Es un debate que está en otros deportes, el de la reducción del tiempo de juego, que choca frontalmente con los intereses televisivos a favor de ampliar las pausas para aumentar los ingresos publicitarios.
La tendencia es aumentar el espectáculo, pero con menos épica. Más momentos mágicos pero menos remontadas para el recuerdo.
La Copa Davis fue creada en 1900 por Dwight Davis (de ahí viene su nombre) un tenista estadounidense que concibió la idea de enfrentar anualmente a los mejores tenistas de Estados Unidos contra los de Gran Bretaña. Davis también fue quien donó el popular trofeo con forma de ensaladera, que se mantiene inalterable con el paso del tiempo y al que se le fueron incorporando refuerzos en forma de tablas de madera para inscribir año a año el nombre de los ganadores.
El trofeo no alcanzaría vuelo internacional y se convertiría en un tótem tenístico hasta los años 20. Durante seis años seguidos (1927-1932) los denominados cuatro mosqueteros franceses acabaron con el dominio anglosajón del deporte de la raqueta. Cuatro tenistas extraordinarios, cuatro personalidades completamente distintas y cuatro hombres que popularizaron un trofeo legendario.
Jean Borotra (1898) era considerado el mejor jugador cerca de la red. Procedía de Biarritz, había jugado a la pelota vasca y destacaba por la ‘txapela’ que utilizaba en todos los partidos. Henri Cochet (1897) era de Lyon, era el más enjuto de todos y sobresalía por una velocidad endiablada. Jacques Brugnon (1897) parisino de nacimiento, un ‘bon vivage’ de la época y el especialista en dobles del equipo. Por último, René Lacoste (1904) quien era el adelantado a su época. Era el único del cuarteto que tenía entrenador personal y que realizaba ejercicios de estiramientos previos a los encuentros. Característico de Lacoste era esperar el saque del rival agachado y con la boca abierta, mientras daba impetuosos giros a su raqueta cual cocodrilo espera a su presa. Con ese apodo pasaría a la historia y con ese apodo se haría millonario tras su retirada elaborando camisetas y zapatillas deportivas. Aunque todos procedían de buena familia (el tenis era un deporte elitista) representaban a distintas regiones de Francia con sus costumbres y sus estereotipos y pronto se convirtieron en leyenda. De hecho, la pista central de Roland Garros fue levantada en 1928 para ver los triunfos de los cuatro mosqueteros.
Los franceses, por lo general unos apasionados del tenis, nunca han vuelto a tener una generación de la misma categoría. Y la Copa Davis tuvo nunca tanto esplendor como entonces con los tumultuosos duelos entre franceses y estadounidenses. De 1900 a 1975 la Davis fue coto privado de países de habla inglesa con la excepción de aquellos seis años de gloria gala.
Tal fue la fama de esos cuatro jugadores que hasta el pueblo francés les supo perdonar sus devaneos con los nazis. Jean Borotra llegó a ser ministro de Educación y Deporte en la Francia de Vichy durante la II Guerra Mundial, cargo que ocupó hasta 1943 cuando se pasó al bando libre y luchó en la resistencia hasta que fue capturado y llevado a un campo de concentración cerca de Berlín. Henri Cochet, por su parte, participó en torneos tenísticos organizados por los nazis y fue un firme defensor de la figura del colaboracionista Petain. El único de los cuatro que siempre se mostró en contra de Hitler fue Lacoste, y tal vez por ello sea el más famoso del grupo.