Radiografía del balonmano español
Las raíces del balonmano se remontan a 1906 cuando un profesor danés publicó el reglamento de un nuevo deporte que pretendía ser aún más divertido que el fútbol al cambiar el uso de los pies por el de las manos. La intención era jugar al aire libre, dentro del rectángulo futbolero, pero fueron los alemanes los que perfeccionaron la idea tomando prestadas las fintas y las tácticas del baloncesto y el contacto físico y las porterías pequeñas del hockey. El balonmano ganó rápidamente popularidad en el norte de Europa debido a la profusión de pabellones deportivos y la flexibilidad, la plasticidad y la comodidad de un deporte que no dependía de las inclemencias del tiempo. La excepción a tanto frío se dio en el norte de África, donde rápidamente el balonmano se propagó gracias a la influencia de los franceses que colonizaron la franja que va de Mauritania a Egipto.
Hoy, 12 de enero, da comienzo el Campeonato Europeo de Balonmano, en el que España parte como candidata a medalla y ‘outsider’ para el título. Siempre es bueno recordar que la privilegiada situación a nivel de selecciones (bronce en 2014 y plata en 2016) contrasta con el paupérrimo escenario de la Liga ASOBAL. Una liga donde sólo hay un amo y señor; el FC Barcelona.
Como tantas otras disciplinas deportivas y como en tantas otras cosas, la privilegiada posición económica y geográfica de Cataluña convirtió a esta tierra en el epicentro del nacimiento del balonmano en España. En la prehistoria de este deporte, el Granollers fue el absoluto dominador de la Liga en dura pugna con al Atlético de Madrid, que decidió apostar por este deporte para contrarrestar el peso del Real Madrid con su sección de baloncesto.
En el año 1971, el FC Barcelona inauguró su flamante Palau Blaugrana. El presidente Agustí Montal diseña una hoja de ruta en la que aprovechando el carácter polideportivo del club se impulsará a las diferentes secciones con el objetivo de convertirse en referente en España y por ende en Cataluña. Hasta entonces diferentes villas y ciudades catalanas eran hegemónicas en deportes como balonmano (Granollers), baloncesto (Badalona) o hockey sobre patines (Igualada). A finales de los 70 la chequera del Barça convierte en azulgranas a todas las estrellas del deporte catalán. De hecho, como club polideportivo, el FC Barcelona es el más laureado y prestigioso no sólo de Cataluña y de España, sino del mundo.
A finales de los 80 el proyecto del Atlético de Madrid irá agonizando (con éxitos europeos incluidos) y el FC Barcelona de balonmano se convertirá en rey del continente encadenando hasta 5 copas de Europa consecutivas con jugadores como Rafa Guijosa, David Barrufet o el hoy vilipendiado y antes yernísimo Iñaki Urdangarín.
Para el cambio de siglo parecía que el balonmano era el nuevo rey Midas del deporte español. El pelotazo inmobiliario y la lluvia de billetes de las cajas regionales hicieron estragos. Un exceso de optimismo y de dinero –principalmente público- afloró y se sucedieron éxitos como los del Teka Santander, Portland San Antonio de Pamplona o el megaproyecto de Ciudad Real. Todos reventaron y se hizo la nada. La crisis estalló en 2008 y poco a poco fueron cayendo como piezas de un dominó. Los más desaparecieron, los menos tuvieron que reciclarse a objetivos más modestos. Sólo quedo uno. Aquel al que Messi le encarga de suministrar dinero.
El pasado 6 de diciembre pasó a la historia como el del fin de una racha. 55 meses y 133 victorias consecutivas después el FC Barcelona no ganaba un partido de la Liga ASOBAL. Casi 5 años después. El Balonmano Guadalajara celebraba con efusividad un empate que ponía fin a una racha que para muchos ha sido histórica y para otros grotesca. La última vez que los azulgranas cayeron en competición doméstica fue en mayo de 2013 ante el Naturhouse La Rioja. Hoy, el equipo riojano es otro de esos que se fue a la deriva una vez que la empresa herborista tomase las de Villadiego.
La ASOBAL sobrevive hoy como una liga prácticamente amateur y escondida del foco de los medios de comunicación. Como un gigante adormecido. El nivel ha caído y lo que antes se conocía como la mejor liga de Europa hoy palidece ante Alemania o Francia, pero también ante el nivel de equipos balcánicos, húngaros, polacos o daneses.
En este Campeonato de Europa, 14 de los 16 convocados por España o bien militan en el FC Barcelona o bien juegan en el extranjero. Tan sólo Adriá Figueras (Granollers) y Ángel Fernández (La Rioja) participaban en otras escuadras, aunque el lateral cántabro ya ha firmado por el Kielce polaco para el próximo ejercicio.
Es incontestable la superioridad del Barcelona. Es el único que ha aprovechado la crisis. Es una simple cuestión de números. Los conjuntos alemanes o franceses, con ligas saneadas y con pabellones llenos con cerca de 15.000 espectadores, cuentan con un presupuesto medio de 5 millones de euros, y eso sin contar a los grandes del continente como el PSG (18 millones) o el Kiel (11 millones). Empresas francesas como Intersport, Renault, Caisse d’epargné o Mumm y alemanas como Adidas o Lidl son patrocinadores tradicionales. En España el presupuesto del Barcelona se calcula en torno a los 9 millones de euros, muy por encima del 1,2 que tenía el Naturhouse La Rioja el año pasado antes de quedar sin el apoyo económico de su patrocinador. Los presupuestos más bajos en Francia o en Alemania se estiman en 2 millones, mientras que en España la horquilla entre los clubes oscila entre 300.000 o 500.000 en función de si participan o no en competición europea.
En nóminas, más de lo mismo. Nikola Karabatic, el para muchos mejor jugador del mundo, ingresa 1 millón de euros anuales, cifra muy por encima de la media francesa de 100.000 euros. En todo caso, esa media francesa tampoco puede ser permitida en España por el Barça.
En todo caso lo que el FC Barcelona ha conseguido es alucinante. Con independencia de la dificultad, mantener la concentración y ganar todos los partidos durante cuatro temporadas seguidas es una tarea herculina. Y todo parece indicar que habrá una quinta consecutiva. La cúspide de esta tiranía tuvo lugar en las temporadas 2013-14 y 2014-15 donde los barceloneses ganaron sus partidos con una media de 14 goles por partido.
Una barbaridad. Sí. Un mérito enorme. Sí. Pero…
La victoria cuando es previsible y visible para todos no es sinónimo de excelencia.