Y a Ángel Nieto no le dieron el Príncipe de Asturias
En los años 80 España vivía un período de vorágine en todos los sentidos. Había ganas de recuperar los años perdidos y acercarse a los cánones de bienestar comunes en Europa Occidental. Se hicieron muchas cosas bien y otras tantas mal. Entre las primeras suele haber consenso en que están los Premios de la Fundación Príncipe de Asturias (hoy Princesa) creados en 1981. La idea era “contribuir a la exaltación y promoción de cuantos valores científicos, culturales y humanísticos son patrimonio universal”. Esa era la versión oficial. La extraoficial era aprovechar el enorme prestigio mundial que tenía la Corona en aquel momento y situar los premios como unos Nobel del siglo XXI en miniatura.
Con esa idea las categorías que se idearon estaban acordes con dicho siglo. Comunicación y Humanidades, Ciencias Sociales, Artes, Letras, Investigación Científica y Técnica, Cooperación Internacional y desde 1986 también el de la Concordia. La ligereza está en las definiciones de los galardones.
El principal problema se daba en que al ser unos premios que en gran mayoría eran proveídos por españoles y para españoles, no se sabía si premiar al de casa o al de fuera y se daban paradojas continuas. Todo se complicó cuando en 1987 surgió el que para nosotros, por suerte o por desgracia, es el premio estrella, el Príncipe de Asturias de los Deportes.
Prestando atención el palmarés se observa como incluso se dan rectificaciones constantes. En 1998 Arantxa Sánchez Vicario fue la premiada y al año siguiente se hizo lo mismo con Steffi Graf en una clara contraprestación en el pulso de méritos a nivel nacional y a nivel internacional. Lo mismo se puede decir de Alonso y de Schumacher. Al asturiano lo galardonaron en 2005 y al alemán en 2007. Se vislumbra también alguna incongruencia. En 2012 Xavi y Casillas vencieron cuando apenas dos años antes ya lo habían ganado junto a los miembros de la selección española de fútbol campeona del mundo (otra muestra de barrer para casa). También hay casos discutibles a nivel internacional como el de la atleta argelina Hassiba Boulmerka, campeona olímpica, pero a la que le valió más su abnegada lucha por los derechos de las mujeres que sus méritos deportivos, notables, pero muy inferiores a los de otras atletas.
Pero el caso más sangrante en estos premios se dio con el recientemente fallecido Ángel Nieto. El piloto fue 12+1 veces campeón del mundo de motociclismo, el segundo más laureado a nivel mundial, culpable de la creación del circuito del Jarama, impulsor de la retransmisión televisiva de los grandes premios, padre deportivo de multitud de pilotos y, en definitiva, leyenda internacional del deporte. Pues bien, en 1990 el jurado del Príncipe de Asturias decidió dar tal honor a Sito Pons y ningunear al piloto zamorano.
Para el jurado Pons, aparte de sus méritos con la moto, era un impulsor de la lucha contra las drogas y de la prudencia al volante. Lo cierto es que Sito Pons había logrado el título en 250cc en 1988 y 1989. En España las victorias de Nieto, retirado cuatro años antes, habían perdido parte del prestigio porque habían sido en categorías de pequeña cilindrada. El Santo Grial en aquel momento era conseguir un título de 500cc y no se valoraba como se debía lo que Nieto, Herreros, Tormo, Aspar o un joven Crivillé habían logrado en 50cc y 125cc.
Nieto también lo intentó en 250cc, ya en los últimos años de su carrera, aunque fracasó estrepitosamente. Las motos vivían una época dorada y Nieto se consideraba un piloto del pasado. Sito Pons era joven, era guapo y era un gran relaciones públicas. Nieto no era nada de eso pero tenía un palmarés incomparablemente superior y encajaba como anillo al dedo con las bases del premio en las que se pedía que el galardonado “haya contribuido con su esfuerzo, de manera extraordinaria, al perfeccionamiento, cultivo, promoción y difusión del deporte”.
En aquel jurado estaban entre otros los periodistas Jesús Álvarez, José María García o Josep María Casanovas. También el piragüista Herminio Menéndez o José Antonio Samaranch, por aquel entonces presidente del COI. Y también gente variopinta como el político asturiano Antonio Masip o Isabel de Liechtenstein, en calidad de vete tú a saber.
El cariño que Ángel Nieto ha tenido de la afición, no sólo en España sino en todo el mundo, nunca se convirtió en un trato preferente por parte de las administraciones. Y si bien es cierto que Nieto fue rebelde, bullicioso y dicharachero toda su vida, también lo es que nunca fue un bocazas ni un antisistema. Desde que siendo adolescente dijera en una entrevista que era el mejor y su madre le mandara tapar la boca, siempre fue muy comedido salvo para interceder por la seguridad de los pilotos y para promocionar el motociclismo por tierra, mar y aire.
Nieto siempre se mostró muy decepcionado por aquel galardón concedido a Pons aunque delante de las cámaras apretaba los dientes y decía que el mayor premio se lo daba todos los días el público. Lo más cerca que estuvo de lograr la distinción fue en 2014 cuando el motociclismo español en su conjunto estuvo entre los nominados. Pero incluso entonces se discutía quien iría a recoger el diploma en caso de ser los elegidos. Nieto parecía el indicado pero su enfado seguía siendo notorio y estaba claro que no iría al Teatro Campoamor.
Y que nadie cuente con que se lo den a título póstumo porque sus hijos ya han manifestado que ahora no lo aceptarían. Pero es que aunque lo hubiese querido no se le hubiesen dado. Hace unos años en una entrevista, el piloto confesó que preguntó a un miembro del Patronato Príncipe de Asturias si se lo darían una vez hubiese fallecido. La respuesta fue negativa.
Se fue con 12+1 títulos y con ellos seguirá en este mundo o a donde quiera que haya ido.