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Clemente, Villar y la hecatombe de Chipre

Los millennials desconocerán quien es Javier Clemente. La furia es cosa del pasado. Como las camisetas a bajo precio, los partidos a la misma hora, las declaraciones altisonantes, los presidentes gordos y fumadores, los futbolistas de pelo en pecho, los campos embarrados o las bengalas y las patadas a destiempo. Pero así era el fútbol de antes. Cuando Javier Clemente era un semidiós para muchos. Cuando formaba la Santísima Trinidad del fútbol español con Ángel María Villar y José María García.

Mucho antes de ganar trofeos, llegar a cuartos de final en un torneo internacional era sinónimo de éxito. ¿Quedar entre los ocho mejores del mundo? ¿España? Era lo máximo a lo que se podía aspirar. Físicamente inferiores, tácticamente anticuados y, sí, técnicamente aún íbamos tirando. Pero la referencia siempre fue Italia, donde de los once que juegan llega con que uno sea creativo.

Javier Clemente y Ángel María Villar se conocen desde la adolescencia. Sus trayectorias siempre han tenido un nexo de unión, aunque la de cada uno tomó un camino distinto. El rubio de Barakaldo y Chule nacieron en la comarca bilbaína en 1950 y ambos se formaron en clubes de la zona y en los juveniles del Athletic. No obstante, había grandes diferencias entre ambos. Clemente era una suerte de Muniáin. Interior zurdo, bajito, con desborde y gran visión de juego, estaba llamado a ser una referencia internacional. Con 18 años debutó y con 19 ganó una Copa liderando a su equipo en la delantera junto a Txetxu Rojo. Ya era una estrella y Villar aún no se había estrenado en Primera División.

Todo cambió en noviembre de 1969 cuando Clemente sufrió una fractura de tibia y peroné. Una fractura de hace 50 años. Sin remedio. Tras pasar cinco veces por el quirófano se retiró con 25 años y 47 partidos en la élite. El niño prodigio fenecía. Por entonces, el tosco Villar ya era internacional y titular indiscutible de los rojiblancos.

Clemente entrenador

Pocos podrían imaginar que aquel chaval electrizante se convertiría en un entrenador defensivo. Tras foguearse en el fútbol vasco, le dieron la oportunidad de entrenar al Athletic en 1981. Coincidió con los inicios directivos de Villar y con el apogeo radiofónico de José María García, periodista que pronto congenió con el de Barakaldo por su forma de ser. Ambos eran directos, decían lo que pensaban y escupían contra los llamados poderes fácticos, léase Real Madrid, Barcelona, Federación o Gobierno de España.

Clemente ganó dos Ligas con el Ahtletic (hace ya 33 años que los leones no sacan la gabarra) pero tuvo que dejar el equipo por desavenencias con la plantilla. Era como un Mourinho de andar por casa. Llegó a la cima muy joven y triunfó con unos futbolistas que no eran ganadores. Exprimía a sus jugadores a muerte y los defendía ante el club y ante la prensa, pero quedaban agotados mentalmente al cabo de un par de temporadas. Acabó condenando al banquillo a Manu Sarabia, el jugador más técnico de aquel conjunto, que pronto se dejaría abrazar en las ondas por Lama, Paco González y De la Morena para contrariar a García. Si bien eso es harina de otro costal.

Luego triunfaría en el Espanyol (por aquel entonces Español) aunque también acabaría enfrentado con sus jugadores más talentosos y según él faltos de compromiso. Quedaba la histriónica aventura en el Atlético de Madrid de Jesús Gil al más puro Stan Laury y Oliver Hardy.

España no se había clasificado para la Eurocopa de 1992. Villar –ya presidente de la RFEF- tiene muy claro quién debe mover el avispero y dar una vuelta de tuerca a la trayectoria de la selección.

Clemente seleccionador

En el triunvirato Villar-Clemente-García la primera medida que tocaba era despojar de la selección a la Quinta del Buitre. Butragueño, Buyo Sanchís o Michel desaparecieron de las convocatorias, y si bien es cierto que ya no estaban en el cénit de sus carreras, también lo es que aún eran titulares en el Real Madrid. El primer día de entrenamiento en Las Rozas un grupo de madridistas fueron a protestar por la exclusión de Michel. Clemente decretó que los entrenamientos se hiciesen a puerta cerrada “porque es lo que se merecen”. Luego dijo aquella gloriosa sentencia de “conmigo juegan Zubizarreta, Salinas y nueve más”.

El problema es que los sustitutos que aportaba Clemente eran pretorianos, castigadores, hombres de negro. Surgió el debate de si había que llevar a los buenos o a los comprometidos y hacer equipo. No eran los mejores, eran los más fieles.

Se decía que España no sabía si ser toro o torero. El dilema surgía con fuerza. Aún no existía el tiqui-taka y lo que tocaba era ser toro. Lo curioso es que el representante de la furia española, de los bemoles patrios, fuese un vizcaíno. No obstante tampoco era tan extraño. Como siempre en la historia castellana han sido los vizcaínos los que le han aportado bravura, españolía y toda esa sarta de sandeces.

Y si Clemente-Mou era el toro, Cruyff-Guardiola era el torero. La animadversión que el de Barakaldo tenía contra el holandés era legendaria. El favorito de la prensa le llamaba. El inventor del fútbol. Cuando Cruyff descartó para el Barcelona a la guardia pretoriana de Clemente (Zubi, Goicoetxea, Beguiristain y Salinas), él no dudo en designarlos indiscutibles para la selección. Otros incidentes significativos tuvieron lugar ante Heynckes y sus comentarios racistas y sobre todo cuando obsequió a la prensa con un memorable calvo en un encuentro amistoso en Oviedo.

El caso es que Clemente triunfó aunque sus detractores crecían día a día. Hizo unas fases de clasificación maravillosas (desde entonces arrasar en una clasificación se antoja como algo corriente) y quedó eliminado de la Eurocopa de 1996 sin perder ningún partido y del Mundial de 1994 ante Italia en cuartos tras un buen partido. Pero la forma de jugar. Ay, ¡qué manera de jugar!. En octavos de aquel Mundial, venció por 3-0 a la inferior Suiza, esperando atrás y saliendo al contraataque. Aquella alineación es puro Clemente. Zubizarreta; Ferrer, Alkorta, Nadal, Abelardo, Camarasa, Sergi; Hierro, Goicoetxea, Bakero y Luis Enrique. Un creativo 6-3-1. Y el delantero era Luis Enrique que en esa temporada había marcado 2 goles jugando algunos partidos de lateral derecho en el Real Madrid (si, jugaba en el Madrid). Pero Clemente se defendía con que había marcado 3 goles y que tenía el mejor promedio goleador de la historia de la selección. Era cierto. Como lo es que ser efectivo no es lo mismo que ser vistoso.

Chipre

Pero si la efectividad se acaba ya no hay nada de lo que presumir. Para el Mundial de Francia 1998 España iba de outsider. Clemente hizo oídos sordos al clamor popular que pedía a De La Peña pero sí que incluyó en la convocatoria a Raúl, flamante campeón europeo con el Real Madrid. 31 partidos invictos. Se podía hacer algo histórico.

La hostia fue de órdago.

España cayó en primera fase ante Paraguay, Nigeria y Bulgaria. Toda la España mediática, salvo un García en franca decadencia, pidió la marcha de Clemente. Su amigo Villar aguantó y el de Barakaldo siguió en el cargo. Tocaba jugar en Larnaca un partido clasificatorio para la Eurocopa de Holanda y Bélgica. Era septiembre, los jugadores no tenían tensión competitiva pero el rival estaba formado por policías, fontaneros, empleados de banca y electricistas.

Clemente hizo una mini revolución. En la portería estaba el madridista Cañizares y en el lateral Michel Salgado. Jugo con tres hombres adelantados; Alfonso, Raúl y Morientes, todos del gusto de los críticos. Eso sí, no se pudo contener en la creación y dejó el juego imaginativo en el centro del campo para Fernando Hierro. El ridículo fue mayúsculo. Se dijo que se le había hecho la cama. Seguramente. La selección sesteó y perdió 3-2, anotando sus goles en los últimos 20 minutos de partido.

La Federación ofreció el cargo a Luis Aragonés que rehusó y se contrató a José Antonio Camacho. Desde entonces del famoso triunvirato sólo se salvó el incombustible Villar. A García se le acabo el mojo, se le escaparon las exclusivas y los amigos y tuvo que abandonar la radio al cabo de unos años. Quedó como leyenda y maestro de periodistas. Pero se quedó en el pasado.

Clemente no llegó a asentarse en ningún otro equipo, aunque tuvo su canto del cisne ganando la Copa de África con Libia en 2014. ¿Cómo consiguió ese título? Empató en cuartos y pasó por penaltis. Empató en semifinales y se clasificó por penaltis. Y consiguió el título empatando y ganando por penaltis. Puro Clemente.


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