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Ángel María Villar en la prehistoria

Mucho antes de ser el mandamás del fútbol español durante casi tres décadas y de tejer una red de amistades internacionales que auparon a su hijo a la primera línea del mamoneo del fútbol mundial, Ángel María Villar tuvo un pasado futbolístico que sólo los más veteranos recuerdan.

Nació en Bilbao en 1950 y empezó en el Athletic desde infantiles con cesiones a clubes de la comarca como el Galdácano. Lo que distinguió a Villar de la gran mayoría de sus coetáneos es que no dejó los estudios de lado mientras se dedicaba al fútbol profesional. Hijo de un ferroviario, comenzó cursando la licenciatura de Química pero abandonó la carrera al año de empezar cuando el Athletic le dio ficha para el primer equipo. Era 1970. Sin embargo un lustro después decidió retomar los estudios para licenciarse en Derecho. En 1981, en el año inmediato a su retiro, fue elegido presidente de la Federación Vizcaína de Fútbol.

A Villar se le conocía como Chule. Era un centrocampista bregador, duro, luchador y correoso. Un stopper con seguridad y cuyo primer pase siempre era hacia atrás. Fue un clásico en las alineaciones del Athletic durante diez años, consiguió ganar una Copa y fue miembro del histórico equipo que perdió la final de la Copa de la UEFA de 1977 ante la Juventus. Pero, quizás el momento más recordado de Villar fue su famoso marcaje a Cruyff en un encuentro en San Mamés en 1974 que acabó con el holandés en el suelo tras un violento puñetazo. Villar siempre manifestó que antes Cruyff le había dado una patada que casi le deja sin tibia. Fue sancionado sin jugar durante cuatro partidos y el Athletic le puso una multa que le llevó por delante el sueldo de un mes.

Era un jugador típico de su tiempo. La España futbolística de la década de 1970 es la más ruinosa técnicamente de la historia. Benito, Capón, MIgueli, Rojo o Santillana eran briosos jugadores que palidecían en la comparación con sus precedentes y lo harán también con las generaciones posteriores. El aislamiento al que fue sometido el fútbol nacional en la anterior década con la prohibición de contratar extranjeros provocó que física, técnica y tácticamente los equipos alemanes, holandeses o ingleses fuesen muy superiores a los españoles.

Villar fue internacional en 22 ocasiones entre 1973 y 1979. Debutó en un amistoso contra Turquía en 1973 y fue un fijo en la fase clasificatoria para la Eurocopa de 1980, aunque finalmente no acudió a su fase final. Solía acompañar a Pirri, Asensi o Del Bosque, jugadores más técnicos, en labores de contención. Uno de sus mejores partidos fue una victoria, con gol incluido, ante Chipre en Limassol.

Ya en 1978 se le puede localizar en la creación de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE). Se podía vislumbrar cuales eran sus aspiraciones de futuro. Tras el polémico mandato de Pablo Porta y el breve de José Luis Roca, en el verano de 1988 tuvieron lugar elecciones en la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) entre dos candidatos, el vasco Villar y el andaluz Herrera. Era la primera vez desde la Guerra Civil en la que habría comicios.

Villar contó en el inestimable apoyo mediático de José María García, el icono de la radio deportiva de la época. El vizcaíno tenía 38 años y prometía profesionalizar y modernizar a la Federación. En la campaña repitió por activa y por pasiva que no viviría en una vivienda pagada por la RFEF y que se debían acabar los altos sueldos entre ejecutivos. Arrasó y se convirtió en el mandamás del fútbol español. Los inicios fueron difíciles especialmente en el ámbito deportivo. Le salvó la victoria de la selección española en los JJOO de Barcelona 92. A partir de ahí, la historia es bien conocida.


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