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Homenaje al Garden

Místico: Unión íntima y espiritual con la divinidad. El Madison Square Garden, el Forum de Inglewood o el Chicago Stadium. Todos ellos son históricos pabellones. Sí. Pero ninguno es ‘místico’. Hablamos del Boston Garden, la casa de los Celtics, el recinto baloncestístico más legendario de la historia.

En el 150 de Causeway Street de Boston (Massachusetts) se inauguró el Boston Garden el 17 de noviembre de 1928. Fue en 1946 cuando el hombre que fundó los Celtics, Walter Brown, invirtió 11.000 dólares en un parquet para adecuar el Garden a los nuevos tiempos. Cabe recordar que por aquel entonces, los Celtics jugaban como local de forma indistinta en el Boston Garden y en el Boston Arena, recinto, éste último, en el que actualmente disputa sus partidos la Northeastern University.

La escasez de recursos provocada por la II Guerra Mundial provocó que la realización del parquet se demorara. La madera llegó de un bosque de Tennessee a medio pudrir y hubo que utilizar 247 paneles pequeños enlazados para formar el parquet.

Durante sus primeros años de vida, se le apodó como el Cousy floor, porque Bob Cousy conocía todos los puntos negros provocados por las uniones entre los distintos paneles y utilizaba su conocimiento para llevar al rival a esas zonas y poder robarle el balón.  La leyenda fue engrandecida por Auerbach, que siempre reconoció que el parquet era “malísimo”, lo cual era positivo porque según decía;  Si un equipo siente que el parquet es malo, nunca jugará a gusto“. 

Por allí pasaron y sufrieron los Hawks de Pettit, los Suns de Westphal o los 76rs de Erving, pero no hubo nada más dulce que la derrota amarilla.  El Garden era el lugar donde el extraterrestre Chamberlain se convertía en humano, el pabellón que fue la tumba de West y Baylor y en el que tan sólo Magic y Kareem consiguieron salir victoriosos.

Se decía que en el Garden había fantasmas. Que el Leprechaun del escudo era quien robaba el balón a los rivales, o que era el responsable de que se fuera la luz en el vestuario visitante. El parquet, los aficionados gritando ‘Beat L.A.’, el ‘orgullo’ verde, los vestuarios visitantes con las ventanas abiertas en invierno y con la calefacción a tope en verano, las duchas sin agua caliente. El infierno. La guerra. En el quinto partido de las finales del 84, el Garden llegó a alcanzar los 36 grados, provocando que los jugadores de los Lakers necesitaran bombonas de oxígeno.

En el Garden se renegaba del espectáculo. Jamás una animadora pisó ese sagrado parquet y la hoja de eventos en el descanso no podía ser más áspera: “Unos chicos recogerán los balones del suelo y los depositarán en sus cajones”. Un recinto mítico, mágico, místico, donde el color del parquet,los puros de Auerbach y aquellas imágenes de televisión borrosas, le daban un aire más antiguo del que ya de por sí tenía.

El techo plagado de estandartes, de títulos, de camisetas. Tras muchos años con limpiezas, reinstalaciones, dinastías, títulos y partidos épicos en su haber, en 1997 los Celtics dejaron el Garden. Eso sí, buena parte de los paneles de madera se reinsertaron en el nuevo recinto para mantener viva la leyenda.


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