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Apuntes sobre una final (Argentina vs Francia)

Para bien o para mal será el Mundial de Messi. Para saber si es o no es. Si el debate pasa a tener fin o se alarga ‘per saecula saeuculorum’. La vejez le ha tratado mejor que a Cristiano, con quien libró una batalla que acabó decantándose a su favor por el trono mundial. Fueron años de lucha, mas no son años, sino toda una vida, la que Leo lleva intentando ganarse el corazón de los argentinos para sustituir en el altar al d10s Maradona. Messi ha facturado dos temporadas de vacaciones, ahorrando físico, para reconciliarse con el fútbol y con su país en este último baile. Todos los jugadores que han estado en Qatar querían ganar el Mundial, pero sólo uno de ellos lo necesita.

Mientras Leo Messi exprime su fútbol porque no le sobra energía, Kylian Mbappé es todo exuberancia. Es una manada que baila sobre el césped. Le da tiempo a todo, incluso a cometer errores. Es arrogante, porque puede. Tiene más piernas que Messi, aunque menos fútbol en su cabeza. Si Messi abruma ambición atrapado por la necesidad de ser el más grande, Mbappé encara el triunfo de una forma mucho más lúdica. Lucha por ganar su segundo Mundial con apenas 23 años. Le quedan al menos otros dos y, salvo que una lesión destroce su carrera, la lógica dice que acabará siendo el máximo goleador de la historia de la Copa del Mundo. Por mucho que duela en Madrid podría retirarse sin ganar la Copa de Europa y no pasaría nada. Con dos Mundiales a sus espaldas Mbappé sería al mismo tiempo la Torre Eiffel, Juana de Arco y Charles de Gaulle.

Para Argentina será su sexta final de Mundial con, hasta el momento, un balance de 2/3. Cayó en 1930 ante Uruguay, en 1990 frente a Alemania y en 2014 de nuevo ante los germanos. Alcanzó el éxito en 1978 contra Países Bajos y en 1986 venciendo a Alemania. Argentina es la élite. Alemania ha jugado ocho (4 victorias y 4 derrotas), Brasil siete (5/2) e Italia seis (4/2) junto a los ya citados argentinos. Inmediatamente después en el escalafón estaría Francia, que con la de Qatar acumula cuatro finales en total. Salió victoriosa en 1998 contra Brasil y en 2018 frente a Croacia, mientras que perdió por penaltis ante Italia en 2006.

Será, pues, el tercer Mundial para cualquiera de las dos naciones. Lo será en el cuarto enfrentamiento mundialista entre estos dos países. La primera vez fue al inicio de esta mágica competición. Era 1930 y Argentina salió vencedora (1-0), ayudada por el hecho de que Francia jugó medio partido con un jugador menos al lesionarse uno de sus delanteros en una época en la que no existían cambios. Aquel triunfo permitió a los albicelestes clasificarse para semifinales. Volvería a ganar Argentina en 1978, en este caso para meterse en una segunda fase equivalente a los cuartos de final. Ganaron por 2-1 ante una Francia en la que emergía un joven Platini. La última vez fue en los octavos de final de Rusia 2018, donde la moneda cayó del lado francés al vencer por 4-3 en un impresionante partido que encumbró a Mbappé camino del triunfo en la Copa del Mundo.

Estaba Mbappé por aquel entonces, como también lo estaban Hugo Lloris, Steve Mandanda, Alphonse Areolá, Benjamin Pavard, Lucas Hernández, Antoine Griezmann, Ousman Dembelé y Oliver Giroud. Estos nueve jugadores pueden proclamarse bicampeones mundiales. Solo dos países han logrado repetir tal hazaña de forma consecutiva. Italia en 1934 y 1938 (cuatro italianos bicampeonaron, entre ellos Giuseppe Meazza) y Brasil en 1958 y 1962 (doce bicampeones entre los cuales estaban Garrincha o Djalma Santos). También son bicampeones Passarella (1978 y 1986) y Cafú y Ronaldo (1994 y 2002). Si bien es cierto que tanto Pasarella en el segundo como Ronaldo en el primero tuvieron una participación meramente testimonial. De igual modo tan sólo Lloris, Griezmann, Giroud, Mbappé y, en menor medida, Dembelé, podrían considerarse capitales en los dos posibles entorchados galos.

Por encima de todos ellos solo quedaría Pelé, el único ganador de tres Mundiales (1958, 1962 y 1970), siendo la figura más relevante tanto en el primero como en el último de ellos.

Decía que capital en los dos triunfos sería Oliver Giroud. El delantero que no tiró entre los tres palos en los siete partidos de Rusia 2018 y que en Qatar 2022 lucha por ser el máximo goleador de la competición. Su lugar tendría que haber sido ocupado por Benzema, jugador de tronío, que se retirará con al menos cinco entorchados continentales con el Real Madrid y con dos Mundiales ganados en su imaginación. ¿Hubiese sido el palmarés más extraordinario de un futbolista? Sin lugar a dudas. Pero eso, como mucho, es una historia contrafactual.

La realidad dice que el mejor es Messi. La corona ya la tiene. Ahora pretende colocarle el orbe. Son cinco mundiales. Son 16 años de espera. A Ronaldinho lo retiró, a Buffon lo humilló, a Xavi e Iniesta los eclipsó, con los alemanes no se presta la comparación y Mbappé aún está lejos en el retrovisor…siempre y cuando a Kylian no le dé por ganar su segunda estrella.

Comparativa entre Messi y Mbappé, las dos estrellas del Mundial de Qatar
Futuro, presente y pasado

Pero hay más que Mbappé y Messi. Es el Mundial de Antoine Griezmann. Un jugador principesco, con una carrera extraña, salpicada de toma de decisiones erróneas, pero que es faro y guía de su selección. Griezmann lleva una década manejando los hilos de Francia, con ingenio y con trabajo, sirviendo de continuidad a lo que antes hicieron Platini y Zidane. Nunca comerá en la mesa de los grandes y ni siquiera se le ha permitido llevar el ‘10’, pero su batuta es capital para entender el éxito francés de estos últimos años.

Capital también ha sido el trabajo de Lionel Scaloni. Si Deschamps lleva desde 2012 como seleccionador con un discurso que sólo los triunfos y el fondo de armario francés ha mantenido en pie, Scaloni es un advenedizo con el que nadie contaba. Su tranquilidad frente al histrionismo argentino al caer el primer día ante Arabía Saudí hizo saltar un clic en la opinión pública. Su gestión del vestuario, su apuesta por Enzo Fernández y Julián Álvarez y en especial el virtuosismo táctico que ha mostrado en las rondas eliminatorias, lo ha encumbrado como técnico con enjundia.

Es pues una final inédita, pero que confronta a dos elegidos. Al presente y al pasado. Al presente y al futuro. A Argentina y a Francia. Junto a los uruguayos, los argentinos fueron la vanguardia del fútbol en sus orígenes. A orillas del río de la Plata se cultivó una forma de jugar que combinaba la garra con la técnica. Así Argentina cayó ante Uruguay en 1930, en el primer Mundial de la historia. Hasta 1978 no volvería a una final, pero no por eso decayó el fútbol argentino. Pedernera, Moreno, Sívori, Carrizo, River, Boca, Racing, Independiente…todos forman parte del acervo cultural del fútbol. Tres de los llamados cinco grandes son argentinos y, con mayor o menor suerte, Argentina siempre es referente en cualquier competición a la que se presente.

Para Francia el pasado es borroso. Eclipsado por el ciclismo y el rugby, el fútbol no tuvo en sus inicios la preponderancia que tiene en el presente. Sin embargo, su evolución es sorprendente. Ganó su primera Eurocopa en 1984 con Platini de maestro de ceremonias y alcanzando dos semifinales mundiales. Era algo excelente. Pero desde 1998 Francia acumula dos trofeos y una final. Son cuatro finales de las últimas siete. Apabullante. Donde antes estaban Italia y Alemania ahora está Francia. No enamora y es terriblemente conservadora, pero es exitosa. Es el equipo más mestizo de Europa y sabe aprovecharse de eso. Son fuertes, rápidos y técnicamente prodigiosos. Los italianos daban pánico por su control del tempo del partido, virtud a la que los alemanes le añadían un poderoso despliegue físico. Francia hoy lo es todo. Ese equipo que puede hacer un partido horrible pero que igualmente se llevará el triunfo. Francia es hoy la nueva Alemania.

Francia-Argentina: La final inédita... y, sobre todo, la final de Messi -  Eurosport
¿Quién ganará?

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