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Copa Mitropa; el torneo que tuteó a una guerra

Antes, mucho antes, de la creación por parte de la UEFA de la Copa de Europa existía la Copa Mitropa. Y antes, mucho antes, de que se creara el Campeonato Europeo de la UEFA (por todos conocido como Eurocopa) ya existía la Copa Mitropa. Y, por supuesto, antes de que se creasen competiciones de dudoso interés como la Liga Europa Conferencia de la UEFA o la Liga de Naciones de la UEFA, también existía la Copa Mitropa. Y, desde luego, antes de que una pandemia obligase a aplazar partidos y torneos ya había guerras que ponían patas arriba al mundo, y por ende, al planeta fútbol.

La Copa de la Europa Central fue creada en 1927 impulsada por Hugo Meisl, afamado entrenador y arquitecto del ‘Wunderteam’ austriaco que asombraría al mundo en la década de 1930. Hasta entonces los clubes tenían que demostrar su valía internacional en encuentros amistosos. La idea de la Copa Mitropa era crear un torneo entre los mejores equipos de Europa Central. Los motivos eran dos. Por un lado, el nivel del fútbol centroeuropeo era entonces sobresaliente y ya reputadas voces consideraban que al menos igualaba al británico. Por otro parte, la excelente red de ferrocarriles de la zona y la escasa distancia entre las principales capitales centroeuropeas permitían desarrollar un campeonato de corta duración.

En las dos primeras ediciones participaron los campeones y los subcampeones de Austria, Hungría, Checoslovaquia y Yugoslavia. En 1929 los italianos reemplazaron a los yugoslavos, quienes estaban a punto de iniciar una guerra civil, y en 1934 se decidió la ampliación del torneo a cuatro escuadras por país. En 1936 entró en liza Suiza, y la última reforma data de 1937 cuando se unieron los clubes de Rumanía y se reincorporaron los de Yugoslavia. La Copa de la Europa Central pronto pasó a ser conocida como Copa Mitropa por la empresa que la patrocinaba. Mitropa era la compañía de restauración que operaba en las líneas férreas de Centroeuropa. De hecho, Mitropa no es más que el acrónimo de ‘Mittleuropa’, que es el término alemán para definir la Europa central.

Durante la década de 1930 la Copa Mitropa vio desfilar a algunos de los mejores futbolistas del momento. Ganadores en esos años fueron el Sparta de Praga de Nejedly (máximo goleador del Mundial de 1934), el Bolonia FC de Schiavo, Andreolo o Ceresoli (bicampeones en el Mundial de 1934 y 1938), el Slavia de Praga de Josef Bican (futbolista con el mayor número de goles de la historia) y, especialmente, el Austria Viena del maravilloso e icónico Matthias Sindelar. El sistema de participación era simple. Campeones ligueros como cabezas de serie y eliminatorias a ida y vuelta hasta quedar un único contendiente.

MATTHIAS SINDELAR, el futbolista que desafió a Hitler.
Sindelar; el Mozart del fútbol

Para 1939 la Copa Mitropa comenzó con una ausencia significativa. Tras el ‘Anschluss’ del año anterior, Austria pasaba a ser una provincia más del Tercer Reich alemán. Sindelar aparecería muerto en su casa por culpa de una intoxicación por monóxido de carbono. Aún hoy se discute si fue un accidente, un suicidio o el asesinato de un futbolista judío. Pero la historia de Sindelar no es la que nos ocupa hoy. El caso es que en 1939 ningún equipo austriaco pudo participar en la que fue la última Copa Mitropa antes del inicio de la guerra.

Y es que en septiembre de 1939 estallaba la II Guerra Mundial.

Con Europa en guerra lo normal es que la competición se parase.

Pero no fue así.

El torneo ocupaba dos meses en el calendario, generalmente junio y julio, a imagen de los torneos internacionales de selecciones de la actualidad. En el verano de 1940 Austria y Chequia eran provincias alemanas, Italia empezaba a lamentarse de haber retado a Gran Bretaña por la hegemonía del Mediterráneo y Suiza se dedicaba a contemporizar. La Copa Mitropa de 1940 contó con ocho equipos y, entre los participantes en esos cuartos de final, sólo había escuadras húngaras (3), yugoslavas (3) y rumanas (2).

Copa Mitropa | Wanderers
Copa Mitropa

Cuando el 17 de junio se disputan los partidos de ida de los cuartos de final, Francia estaba a punto de capitular ante el fulgurante avance de las tropas alemanas. Cinco días después Alemania controlaba un territorio que iba desde Hendaya, a orillas del Cantábrico, hasta Memel, bañado por el Mar Báltico. La intención de los alemanes para ese verano de 1940 era reorganizarse y preparar el asalto de Gran Bretaña por mar y aire.

Así, la relativa calma de Europa central permitía continuar con la Copa Mitropa aunque fuese bajo mínimos. Rumanía había sido el país más beneficiado en Europa central tras el fin de la I Guerra Mundial. Prácticamente había doblado su territorio. Favorecido además por la existencia de pozos petrolíferos, el rey Carol II firmó un acuerdo con los nazis para suministrarles crudo a cambio de su neutralidad. Sin embargo, tras el inicio de las hostilidades, la Unión Soviética, con la que Rumanía compartía frontera, exigió a los rumanos la devolución de la Besarabia, una región que había sido adquirida por Rumanía al término de la I Guerra Mundial. Todavía nazis y comunistas mantenían la paz, pero era obvio que Rumanía iba a tener que elegir bando.

En cambio, Hungría había sido la gran derrotada en la I Guerra Mundial. Lo que antes había sido un inmenso Imperio ahora era un pequeño Estado sin voz ni voto en las decisiones importantes de Europa. Hungría alcanzó la II Guerra Mundial con un régimen fascista que simpatizaba con los nazis, pero sin atreverse a aliarse con ellos. El gran escollo era Eslovaquia. Tras considerar Chequia provincia alemana, los nazis crearon Eslovaquia como un país títere bajo su control. Sin embargo, el territorio que había servido para crear Eslovaquia era reclamado por Hungría como propio. Para complicar más la situación los húngaros exigían también la devolución de parte del territorio rumano. Lo cierto es que los nazis estaban de acuerdo con los húngaros, pero no estaban dispuestos a perder el apoyo de los rumanos y, con ello, perder también el control de los pozos petrolíferos.

Yugoslavia era en 1940 un paraje de paz en medio de la tormenta. Pero era un país débil. Estaba gobernado por una regencia con apoyo militar en la que había que hacer malabares para contentar a serbios y a croatas, a anglófilos y filonazis. A medida que los designios de la guerra iban dando vencedor a los alemanes, era más que evidente que el país iba a estallar en mil pedazos.

Un ‘cacao maravillao’. Pero conviene explicar el contexto histórico para entender lo que sucedió después.

Europa ocupada por la Alemania nazi - Wikipedia, la enciclopedia libre
Europa 1941. El triunfo nazi

Cuando Rapid de Bucarest, Gradanski Zagreb (antecesor del Dinamo de Zagreb), Ferencvaros y OFK Belgrado se clasifican para semifinales, los alemanes están haciendo el Desfile de la Victoria a los pies del Arco del Triunfo parisino. Alarmados ante el éxito de los nazis y sabedores de que sus tropas están ocupadas en el oeste, la Unión Soviética decide dar un paso al frente. El 26 de junio de 1940 Stalin lanza un ultimátum a Rumanía exigiéndole la devolución de la Besarabia, a sabiendas de que Hitler no se interpondrá por ahora en su camino al necesitar la Wehrmacht un más que evidente descanso.

Rumanía pide ayuda a Alemania. Los teutones se hacen los suecos y recomiendan a los rumanos que pidan una prórroga a los soviéticos para responder al ultimátum. Mientras todo esto ocurre tienen lugar las semifinales. El Ferencvaros se clasifica derrotando por un global de 2-1 al OFK Belgrado. En el otro duelo Rapid de Bucarest y Gradanski tienen que jugar un tercer partido de desempate en la yugoslava ciudad de Subotica al acabar en empate sin goles los dos partidos.

El desempate está fechado para el 10 de julio. Pero ya entonces la Besarabia es parte de la URSS tras una rápida intervención militar. También lo son Lituania, Letonia y Estonia. Hitler tiene los ojos puestos en Gran Bretaña y deja hacer a Stalin. En el ámbito futbolístico el partido de desempate también acaba en tablas (1-1), por lo que hay que dictaminar por sorteo quien se clasifica para la final. La diosa fortuna sonríe al Rapid que se convierte en el primer equipo rumano en disputar una final de la Copa Mitropa.

La final entre Rapid de Bucarest y Ferencvaros estaba programada para el 21 y el 28 de julio de 1940. El partido de ida sería en Rumanía y el de vuelta en Hungría.

Fue entonces cuando Hungría decidió dar un paso al frente. Viendo la debilidad rumana, los húngaros contemplaron la posibilidad de hacerse con la Transilvania, el territorio que demandaban desde el fin de la I Guerra Mundial a Rumanía. Hungría consideraba que, si la URSS podía recuperar la Besarabia, ellos también podrían hacer lo propio con Transilvania.

Ocupación soviética de Besarabia y el norte de Bucovina - Wikipedia, la  enciclopedia libre
Transilvania (oeste) y Besaravia (este)

Rumanía se niega y moviliza sus tropas. Hungría hace lo mismo. En Alemania estalla la preocupación. Hitler ve como sus dos aliados, uno por su petróleo y el otro por razones étnicas e ideológicas, están a punto de estallar en guerra. Los diplomáticos van y vienen y se establece un arbitraje tras reunión a tres bandas para el 30 de agosto en Viena. Hitler manejaba con destreza la lisonja. Cuando tenía formada una opinión sobre un asunto, consultaba con aquellos que sabía que la compartían. Cuando tenía tomada una decisión en firme, la persona que había sido consultada, halagada por haber sido llamado por Hitler, se sentía doblemente agradecida al pensar que había influido en la decisión del Führer. También tenía la cualidad extraordinaria de memorizar pasajes de libros y datos estadísticos, utilizando el viejo truco de halagar a los subordinados conociendo pasajes de su vida profesional y personal.

El caso es que el partido se aplaza y se fijan como fechas alternativas el 18 y el 25 de agosto. Pero en estas el Ferencvaros se niega a jugar en Rumanía, por lo que hay que buscar una solución de compromiso. Se decide celebrar una final en campo neutral en Viena…el 30 de agosto.

Justo el 30 de agosto.

No hubo final.

A primera hora de aquel 30 de agosto se dividió en dos Transilvania. El norte pasó a pertenecer a Hungría y el sur a Rumanía. Lejos de resolver el problema lo enquistó. Más de 1.000.000 de rumanos pasaron a ser ciudadanos húngaros y medio millón de húngaros siguieron siendo rumanos. A partir de ahí Hitler actuaría con inteligencia contentando los deseos de unos y de otros. El temor de que Alemania cediese la totalidad de la Transilvania a uno de los dos bandos ayudó a que en 1941 rumanos y húngaros se conviertan en aliados activos de los nazis y participen en la invasión de la URSS.

El partido entre Ferencvaros y Rapid de Bucarest nunca llegó a disputarse. Tras el fin de la II Guerra Mundial, Transilvania volvió a ser rumana. Besarabia hubo de esperar a 1991 para lograr su independencia. La mayoría de su territorio forma hoy Moldavia, aunque otras zonas se reincorporaron a Ucrania en el norte y a Rumanía en el sur. Por su parte Rumanía tuvo que ceder territorio a Bulgaria, Hungría se quedó como estaba y Yugoslavia se volvió a unir tras fragmentarse en mil pedazos. Todo, por supuesto, bajo control de Moscú, que desde 1945 sustituyó a Berlín como centro de decisión de la zona.

La Copa Mitropa no volvería a disputarse hasta 1951, aunque a partir de entonces su interés y su nivel registraron un constante declive. En 1949 se había creado la Copa Latina que contaba con conjuntos españoles, portugueses, italianos y franceses, cuyo nivel de fútbol estaba en continua progresión y que pronto iba a dejar muy atrás al de Centroeuropa. Después, la creación de la Copa de Europa en 1955 acabaría por enterrar definitivamente a este tipo de competiciones.

La Copa Latina feneció en 1957 tras ocho ediciones, mientras que la Copa Mitropa sobrevivió hasta 1992. Lo hizo de mala manera, con equipos de segunda fila, muchos de ellos no profesionales. Acabó siendo un torneo amateur exactamente igual a aquellos que pretendía sustituir. Pero lo que nadie le podrá quitar a la Copa Mitropa es ser la competición pionera en la construcción de una cohesión europea a través del fútbol. Y, sobre todo, la Copa Mitropa seguirá siendo esa competición capaz de tutear a una guerra y estar a un único partido de vencerla.

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