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Cuando Italia ganó una Eurocopa gracias a una moneda

En el momento de escribir estas líneas Italia e Inglaterra están a 48 horas de disputar la final de la Eurocopa. Para los italianos sería la segunda. Para los ingleses la primera. Será el fin de fiesta de una Eurocopa que empezó mal. Aplazada un año por la pandemia, con restricciones de público y dispersa en distintas sedes por culpa de una mala idea de Michel Platini. Después se enderezó con partidos entretenidos, buen juego, igualdad absoluta y eliminatorias al borde del colapso cardiaco.

Finlandia y Macedonia del Norte fueron las debutantes de una Eurocopa en la que Cristiano Ronaldo batió el récord de goles de la competición. No destacó por su juego de pies el astro portugués, sino por un juego de manos que le costó a Coca-Cola una pérdida de 4.000 millones de dólares en bolsa. Portugal se fue a casa antes de tiempo, como Alemania y Francia. Los tres conformaron un grupo con 12 títulos europeos y mundiales que daba miedo, pero acabó dando pena.

Suiza pasó a ser noticia por mor del fútbol por vez primera desde 1954 y Escocia consiguió llegar al siglo XXI. La UEFA dejó reivindicar a Ucrania sus derechos sobre Crimea. Muy a su pesar también dejó a Neuer reivindicar los derechos LGTBI a pesar de la negativa húngara. Austria brilló liderada por un futbolista negro mientras su máximo goleador era sancionado por un gesto racista.

Holanda ya no es Holanda. Ahora es Países Bajos. Holanda maravillaba con sus extremos. Países Bajos intenta agradar con tres centrales y dos laterales. En Bélgica destaca el otro Hazard, pero el resultado es igual de decepcionante que de costumbre. El mejor jugador del mundo en los últimos 18 meses mete 3 goles pero su Polonia se va para casa a las primeras de cambio. El eterno futuro jugador del Real Madrid no marca ningún gol, falla un penalti, pero sigue siendo el ídolo de la Francia futbolística.

Del Real Madrid no hay jugador alguno en España. La selección cambió Bilbao por Sevilla, anduvo llorando vacunas, empezó sin Busquets y con un seleccionador insoportablemente chulesco y ha acabado ilusionando con unas semifinales y tres prórrogas antológicas. Morata pasó de Salinas a Villa y de Villa a Salinas de un día para otro.

Inglaterra y Dinamarca dieron más de lo que se esperaba. Fuera de las islas los ingleses nunca ilusionan, pero por una vez parece que han cumplido con las expectativas que tenían dentro de sus fronteras. Dinamarca ha ilusionado y ha sobrepasado expectativas dentro y fuera de sus límites. Estuvieron a punto de llorar a un muerto y acabaron siendo semifinalistas con un seleccionador que igual no sabe mucho de bloque bajo ni de bloque alto, pero que se sacó el doctorado en coaching durante la Eurocopa.

Gane o pierda la final, para Italia la Eurocopa es un punto de inflexión en su tradición futbolística. Suma más de 30 partidos sin perder y juega los partidos con un extraño optimismo. Ha abandonado el ‘catenaccio’, aunque mantiene el espíritu y el oficio si es menester.

Decía al inicio que puede ser la segunda Eurocopa para Italia. Sea lo que sea, ninguna podrá ganar en originalidad a la primera. Una Eurocopa en la que el triunfo se logró gracias a una moneda.

— ITALIA Y LA MISTERIOSA MONEDA DE LA EUROCOPA 1968 —

La fase final de la Eurocopa 1968 se disputaría en Italia, con semifinales en Florencia y Nápoles y finalísima en Roma. Eran tiempos de apogeo del ‘catenaccio’. Tiempos en los que primaban los sistemas defensivos, los marcajes al hombre y se había reforzado sobremanera la preparación física. Era el llamado fútbol fuerza. Fue el último gran torneo sin tarjetas, las cuales pronto se harían indispensables ante un juego que rayaba la violencia.

Por entonces la fase final sólo contaba con cuatro equipos. La Eurocopa era un fin de fiesta comprimido en cuatro días. Antes había grupos de clasificación y una ronda de cuartos de final a ida y vuelta. En uno de esos duelos Inglaterra vencería a España con claridad con victoria en Wembley y en el Bernabéu. Los otros clasificados eran Italia, la Unión Soviética y Yugoslavia, que pasó por encima de Francia en cuartos y había vencido a Alemania en el grupo de clasificación.

Yugoslavia repetiría machada en semifinales al eliminar a Inglaterra, por entonces vigente campeón mundial, con un gol de Dzajic. En Nápoles Italia y la URSS se enfrentaban ante la presencia de más de 75.000 tifosis. A pesar de jugar en casa los italianos partían como víctimas. Habían sido humillados por Corea del Norte en el Mundial anterior mientras que la URSS había jugado las semifinales mundialistas dos años atrás y era la vigente subcampeona europea.

Eurocopa 1968 | Semifinales | Italia fue finalista ante la URSS porque en  el sorteo salió 'cara' - AS.com
Italia vs URSS. 1968

Las dos selecciones completaron un partido aburridísimo en el que ambas escuadras se dedicaron a eliminar al rival, por lo que el resultado final fue un esperado 0-0. La media hora de prórroga tampoco sirvió de nada y el marcador se tornó en inamovible.

Como comentaba fue éste el último gran torneo sin tarjetas. También fue el último sin sustituciones. Los once iniciales, salvo el portero lesionado, eran intocables y tenían que resistir hasta el fin. Tal fue el caso de Gianni Rivera que aguantó tocado en el campo como simple figura decorativa.

Fue también el último gran torneo sin tanda de penaltis. Tras un empate lo habitual era jugar un segundo encuentro tras 48 horas. En este caso la organización decidió que tras 120 minutos de igualada fuese el azar el que designara al finalista. Tschenscher, el colegiado alemán, reunió en el vestuario de San Paolo a Facchetti y a Shesternev, capitanes de Italia y la URSS respectivamente. La moneda salió del bolsillo del español Agustín Pujol, que ejercía de delegado de la UEFA en el encuentro. La moneda voló y cayó al suelo y Facchetti gritó triunfalmente ¡testa!. Había salido cara. Los jugadores de Italia volvieron exultantes al terreno de juego y el público napolitano comprendió con rapidez que su selección jugaría la final. La prensa titularía ‘otro milagro de San Gennaro’.

Sobre la moneda se han escrito mil historias. Unos dijeron que era una pieza de coleccionista con una cara con un balón y otra con una portería. Otros que era un franco francés en desuso y los más que era una moneda de 100 liras. La versión oficial es que era una moneda de cinco francos suizos con la figura de Helvetia (la imagen femenina que representa Suiza en la cara) y la cruz de la bandera en la otra inscripción.

Tampoco hay acuerdo acerca de si la moneda se lanzó al aire una o dos veces. Lo que sí parece cierto es que el árbitro no la cazó al vuelo y cayó al suelo, desde donde fue recogida y mostrada a los capitanes. Otra versión indica que la primera pieza se perdió en las rendijas de una ducha. De ahí que unos digan que se usó una segunda moneda. Quizá la de 100 liras o quizá la pieza de coleccionista.

Final de la Eurocopa 1968 - Wikipedia, la enciclopedia libre
Shesternev (i) y Facchetti (d)

Shesternev comentaría que no entendió nada de lo que se habló durante ese trascendental sorteo. Se torna creíble por las lenguas allí presentes, más poco verosímil porque la elección de un sorteo a cara o cruz es un idioma universal. Las suspicacias quedaron instaladas en el imaginario colectivo para la posteridad cuando años después, en un reportaje realizado por la UEFA, Facchetti comentó que él había escogido cruz. Si escogió cruz, ¿por qué saltó al campo gritando ¡Testa, testa! Abbiamo vinto? (¡Cara, cara! Hemos ganado).

Un simple lapsus de la edad. Un serpenteo de la memoria.

Tras el milagro, apenas 72 horas después, Italia y Yugoslavia se vieron las caras en Roma. Desde el primer momento el juego ofensivo de los eslavos se impuso antes unos italianos que estaban exhaustos tras los 120 minutos napolitanos. Al descanso, Yugoslavia vencía por 0-1 con otro gol de Dzajic y sumaban numerosas ocasiones. En la segunda parte los plavi reclamaron hasta tres claros penaltis que el colegiado decidió omitir. No hizo lo mismo con una falta más que dudosa al borde del área al poco del final que Italia, por obra de Domenghini, aprovecharía para lograr el empate definitivo.

Esta vez no había moneda de la suerte. Dos días después ambos equipos se volvieron a citar en el Olímpico de Roma en la repetición de la final. Era un día de semana y apenas se cubrió la media entrada. El seleccionador italiano cambió a la mitad del once inicial mientras que su homólogo yugoslavo solo modificó a uno de sus hombres. Lo pagaría caro. Gigi Riva adelantó a los ‘azzurri’ a los 12 minutos en un evidente fuera de juego que otra vez fue omitido por un claro arbitraje casero. El causante, en este caso, el español Ortiz de Mendíbil.

A la media hora Anastasi ponía el 2-0 con un latigazo desde fuera del área. Fue el fin del partido. Yugoslavia tendría la posesión y las ocasiones desde entonces hasta el fin de los 90 minutos, pero las buenas paradas de Dino Zoff y el peso del cansancio, al prácticamente calcar la alineación del encuentro anterior, pasaron factura.

Italia se proclamaba por vez primera en su historia campeona de la Eurocopa. Lo hizo ante su público, con arbitrajes caseros y con un juego compacto y ultradefensivo. Pero ni los ánimos de la afición italiana, ni los colegiados tendenciosos, ni la oda al ‘catenaccio’ fueron los principales causantes del triunfo. Fue el azar, reencarnado en moneda de cinco francos suizos, la que hizo a Italia campeona de la Eurocopa.

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