Archivos

Lance Armstrong: El fraude de un campeón (2ª parte)

Lance Armstrong es un gran campeón. De eso no hay duda. No se ganan siete Tour de Francia si no lo eres. Con EPO o sin EPO. Armstrong odiaba a todos y cada uno de sus rivales y tenía el colmillo asesino de los grandes egos. Dominaba a sus compañeros, controlaba el pelotón y era un genio de la táctica en carrera. Tan sólo mostraba respeto y temor por Jan Ullrich, el eterno segundo, la némesis necesaria que le permitía brillar.

Pero Lance Armstrong era sobre todo el adalid contra el cáncer. Tras ganar su primer Tour se convirtió en el hombre más famoso del mundo. En Estados Unidos, un país donde el ciclismo era residual, evocaba a un semidiós que se codeaba con políticos y estrellas de Hollywood. Armstrong consiguió que ser adolescente y tener cáncer pasase de ser vergonzante a convertirse en un reto motivacional.

Su lucha y su compromiso contra el cáncer ni estuvieron ni están puestos en duda, pero Lance supo usarlos como escudo contra aquellos que lo acusaban de doparse. Cuando la prensa, liderada por el irlandés David Walsh, comenzó a lanzar informaciones basadas en fuentes anónimas que aseguraban que Armstrong se dopaba, éste, con presteza, usó el cáncer en su beneficio. Lance salía a la palestra visiblemente indignado e invariablemente su discurso se parecía a un “vengo de una sentencia de muerte, ¿de verdad alguien puede creer que voy a doparme por algo tan insignificante como un deporte?”.

Se antojaba difícil luchar contra esa argumentación.

Pero se hizo. Los primeros en abandonar el barco fueron sus compañeros de equipo. Tras años cumpliendo el papel de gregarios, muchos de aquellos prometedores ciclistas estadounidenses que admiraban a Lance decidieron hacer camino por sí mismos. El primero de ellos fue Tyler Hamilton, que logró acabar a las puertas del pódium del Tour en 2003. Para la siguiente campaña contaba con alcanzar la victoria, no obstante el destino quiso que un par de meses antes de la cita francesa diese positivo. Hamilton estaba estupefacto. Y lo estaría mucho más cuando tiempo después averiguó que Armstrong alertó del fraude a Verbruggen, presidente de la UCI. Cuando el mandamás de la UCI preguntó a Lance que hacer, el texano fue tajante. Hamilton iría de cabeza al patíbulo.

Aquello rompió los cimientos del entramado. Dolidos y traicionados, sus compañeros no entendían porque Armstrong tenía barra libre mientras ellos tenían que acatar las normas.

Y es que antes de aquello, el citado Walsh había destapado el esqueleto del fraude de Armstrong gracias a la confesión de Emma O’Reilly, fisioterapeuta del US Postal, y el arrepentimiento de Frankie Andreu y Jonathan Vaughters, ex compañeros de equipo de Lance. Sin embargo, la falta de pruebas (palabra contra palabra), la aureola de santo de Armstrong (una mentira es verdad si la repites 1.000 veces) y, esencialmente, el apoyo sin fisuras de la UCI, hicieron que la causa no fuera a mayores.

David Walsh described Tom Humphries as 'a great, great man' after child sex  allegations
Walsh y el Sunday Times. Azote de Armstrong

En todo caso, y tras convertirse en el primer ciclista en superar la marca de Anquetil, Merckx, Hinault e Induráin de cinco Tours, Armstrong comenzó a pensar en la retirada para salvaguardar su honor. Por el camino lograría el sexto en 2004, el mismo año que el doctor Ferrari tuvo que pasar por los tribunales, y en 2005 el último y séptimo maillot amarillo con un nuevo equipo, tras la renuncia de US Postal que se negó a pagarle varios pluses de su contrato ante la sospecha de su reiterado dopaje.

Con dudas, con incontables dudas, Lance lo había logrado. Todo eran rumores, no había certezas. El ciclismo parecía ya un deporte limpio y una vez que el Mesías estaba fuera de la circulación ya nada hacía temer que el castillo de naipes se derrumbase.

Sin Armstrong, el Tour de Francia de 2006 iba a ser al fin el Tour de Jan Ullrich (campeón en 1997 y subcampeón en cinco ocasiones). Pero semanas antes del inicio de la prueba, la Guardia Civil destapa un entramado de dopaje bajo el nombre de ‘Operación Puerto’ liderado por un médico que obedecía al nombre de Eufemiano Fuentes. Entre sus clientes había ‘prima donnas’ como Roberto Heras, Iván Basso o el citado Ullrich. Se inició una nueva cacería y, ya sin Armstrong, el ciclismo parecía ahora herido de muerte.

En estas que el Tour se inicia sin un claro favorito y se convierte en un carrusel de desfallecimientos y actuaciones heroicas que lo vuelven el más fascinante desde finales de los 80. Y es un espíritu libre, un joven norteamericano que nunca congeniara con Armstrong, el que se lleva la victoria. Floyd Landis gana el Tour de 2006 siendo el más humano de los ganadores y reavivando la esperanza de un ciclismo limpio.

Pero Landis estaba igual de manchado que los demás y al poco de acabar el Tour dará positivo por testosterona. Lo negará, mas Landis no sabe mentir y acabará sin Tour, sancionado y con una depresión de caballo que lo llevará a refugiarse en el alcohol. En el medio de la cacería decide pedir ayuda a Armstrong obteniendo el silencio por respuesta.

Landis es una bomba de relojería. Deprimido y traicionado principia a comprender que la vara de medir es distinta para unos y para otros y empieza a arremeter contra la UCI y contra Lance Armstrong. Una vez cumplida su sanción de dos años por dopaje solicita volver al pelotón internacional pero se encuentra con la negativa de todos los equipos y con una respuesta común que le llegará a lo más fondo del corazón: “Eres radioactivo”.

Mientras todo esto sucede, limpio, pero con la credibilidad bajo mínimos, Lance Armstrong decide volver de su retiro e intentar ganar su octavo Tour de Francia en 2009 camino de los 38 años. Para demostrar su inocencia anuncia que pasará controles antidopaje a diario. Es cierto. Pero también lo es que el doctor Ferrari viajará con él etapa tras etapa en un coche privado. Con Bruyneel como director, pero con otro gallo como Alberto Contador en el equipo, se tuvo que conformar con la tercera posición. Lance no estaba contento, pero, dopado o no, esa demostración de poderío y autoridad tras tres años retirado le volvió a granjear el amor del gran público.

Entretanto Armstrong se llevaba la gloria, Landis seguía aferrado a la botella de whisky. No comprendía que si en el ciclismo funcionaba la ‘omertá’ nadie le ayudase. La mafia era un club cerrado donde a cambio de tu silencio recibías ayuda. En el ciclismo no sucedía lo mismo. Landis estaba callado, pero en vez de ayuda recibía amenazas, lo llamaban loco y tenía que cargar con las culpas de toda una generación.

Asustado, resentido y frustrado, Landis decidió pasar a la acción.

Envió un correo electrónico a la AMA con fechas, horas y detalles de una red de más de una década de dopaje. Contó sus secretos, los de Armstrong y los de todos sus compañeros del US Postal. Eran palabras. Sólo palabras. Pero o ese hombre decía la verdad o bien tenía una imaginación desbordante.

Floyd Landis monta un equipo con el dinero del cannabis y de delatar a  Armstrong | Marca.com
Landis (d) quiso morir matando

Aun sin pruebas el juez vio indicios para sentar a Armstrong en el banquillo. Lance nunca había dado positivo y nuevamente se libró de la condena, pero por vez primera algo había cambiado. Verbruggen había dejado su lugar en la UCI a Pat Mcquaid y éste había decidido drenar la ciénaga y limpiar el ciclismo. Se reunió con ex compañeros de Armstrong y les prometió la redención si confesaban. Fue así como George Hincapié, compañero de equipo, de habitación y mejor amigo de Armstrong durante quince años, decidió romper la ley de la ‘omertá’.

Puede que nunca hubiese habido un positivo. Pero no hizo falta. El mundo de Armstrong se abrió bajo sus pies.

La UCI le quitó todos sus trofeos, sus siete Tour de Francia y la medalla olímpica de 2000. Todos sus ex compañeros declararon mediante juramento que en sus victorias hubo consumo de productos dopantes. Al no existir controles fuera de la competición programaba las inyecciones para estar óptimo en carrera. Armstrong lo siguió negando, pero todos sus patrocinadores cancelaron sus contratos. Se convirtió en un paria y hasta tuvo que malvender su mansión para obtener liquidez. Con todo, el poder de la mentira y de la terquedad de Lance era tal que siguió negando la verdad por activa y por pasiva.

Armstrong contaba con que la tempestad pasaría y su vida resurgiría. Pero cierto día recibió la llamada de un directivo de ‘Livestrong’ en el que se le anunciaba que había sido expulsado de su propia fundación. Aquello le hizo hundirse. Más allá del ciclismo, su legado era la lucha contra el cáncer. Lo consideró una traición, y, por vez primera, comprendió que tal vez tendría que confesar la verdad.

Así, a inicios de 2013, tras cerca de dos décadas sosteniendo una mentira, Lance Armstrong acudía al programa de Oprah, uno de los más seguidos de Estados Unidos, para decir la verdad. Fue una dura entrevista en la que Oprah tiró a degüello con cinco preguntas de respuesta cerrada (si o no) en las que Armstrong confesó lo inconfesable. Dijo la verdad, pero apenas expresó sus sentimientos. No mostró arrepentimiento y hasta se negaba a darle la razón a quien le acusaba: “Me dopé por arrogancia y por instinto insaciable de victoria”.

Siempre seremos escépticos ante Lance Armstrong, pero es evidente que fue un deportista excepcional dotado de ese colmillo competitivo exclusivo de los grandes campeones. Ha sido amado y odiado y, hoy, simplemente, es un apestado. Ha sido un líder inapropiado y un hombre aborrecible y al mismo tiempo fue un ser que utilizó el deporte para dar esperanzas a millones de personas con cáncer. De su pasado ciclista sólo mantiene relación con Jan Ullrich, el único que consiguió motivarle, otro campeón apestado y la única persona por la que se le ha visto llorar en público. Pero mientras Ullrich ha tenido que acudir a un centro psiquiátrico para espiar sus pecados, Armstrong sigue disfrutando de la vida sin ningún remordimiento. Porque, dopado o no, para él nunca habrá un ciclista que sea capaz de superarlo.

Guste o no guste, Lance Armstrong ha dejado una impronta en el ciclismo y un legado de esperanza y superación en la lucha contra el cáncer. Y ahí surge la incómoda pregunta. ¿Se le puede perdonar por todo lo que ha hecho? Este es el quid de la cuestión y el verdadero fondo del problema.

En la mayor parte de Estados Unidos y en buena parte de Europa lo tienen claro. No hay nada que lo compense. Una sociedad que no exija responsabilidades es una sociedad condenada a marchitarse. Es el liberalismo puro y duro. Vive como quieras, pero asume los riesgos y las consecuencias. Para el sur de Europa y para América Latina esto no es así. Y no lo es por el influjo del catolicismo.

Para los protestantes todo cristiano es un sacerdote en potencia, por lo que encontrará su salvación a través de un ejercicio moral intachable consigo mismo y con la sociedad. En consecuencia, todo el mundo está interesado en que le vaya bien pero también que ocurra lo mismo en su comunidad. Para los católicos la salvación pasa por seguir los preceptos de la Iglesia y el error siempre puede ser subsanado en acto de contrición.

En un mundo secularizado la religión ha perdido importancia, pero la tradición pesa en las costumbres y el cristianismo forma parte de nuestra cultura. En las sociedades protestantes las faltas morales y las corruptelas siguen siendo terribles, mientras que en las católicas suelen ser perdonadas. Por eso Armstrong aún tiene gran aceptación entre la amplia comunidad católica de Texas y Nuevo México, pero es vilipendiado en el resto de Estados Unidos.

Maquiavelo dijo que el fin justifica los medios.

Pero es que Maquiavelo era católico.

“Duermo muy bien por las noches. No cambiaría nada de lo que hice. No me arrepiento de nada. Si mi hijo, que está jugando al fútbol (americano) en la universidad, me dice que se quiere dopar le diría que no lo hiciese. Si mi hijo llega a ser profesional y me lo pregunta entonces, le diría; cuéntame y hablamos”. Lance Armstrong, en una entrevista de 2019.

Egan tiene el potencial para romper mi marca de 7 Tours”: Lance Armstrong
¿7 Tours?

¿Quieres recibir un email cada vez que se publique una entrada nueva?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.