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La maldición del Descalzo Jackson

El béisbol es la madre de los deportes estadounidenses. Para los que poco sabemos de gorras caladas y camisetas que parecen pijamas, retumban en nuestros oídos los nombres de los New York Yankees, los Red Sox de Boston o los Cubs de Chicago. En ésta última ciudad existe otro conjunto mucho menos conocido llamado Chicago White Sox. Los medias blancas (white sox) ganaron las Series Mundiales (la final) de la MLB en 1906 y 1917 y no conseguirían su tercer y, hasta la fecha, último triunfo hasta el año 2005. Cerca de un siglo de sequía achacado a un solo hombre, un tal Joseph Jefferson Jackson, bautizado por todos como ‘Shoeless’ Joe, o lo que es lo mismo, ‘Descalzo Joe’. Y éste individuo se hizo célebre hace algo más de cien años al ser el protagonista de un escándalo conocido como ‘La maldición del Descalzo Jackson’.

Justo al acabar la I Guerra Mundial el dinero y la corrupción corrían a espuertas por la ciudad de Chicago. Había diversas familias que controlaban la prostitución, el contrabando de bebidas y el tráfico de apuestas deportivas en todas las grandes ciudades del país, pero Chicago se llevaba la palma. El capo emblemático por excelencia es Al Capone, el cual prosperó gracias al alcohol, pero el mandamás en asuntos de estafas deportivas era el jefe del clan judío de Nueva York, un tal Arnold Rothstein.

Mobster & Gambler - "Mr. Big" Arnold Rothstein - YouTube
Rothstein. Murió a los 46 de un tiro en la cabeza

En 1919 los Chicago White Sox se iban a enfrentar a los Cincinnati Reds por el título de las Series Mundiales. Los de Chicago eran claros favoritos, y no solo porque dos campañas atrás habían ganado el título, sino porque en la temporada regular habían pasado por encima de todos sus rivales. Pero entre los jugadores de los White Sox estaba un tal Chick Gandil que era un ludópata empedernido. Estaba enfangado en deudas y se lo ocurrió dejarse perder el partido y apostar en contra de su equipo para obtener una gran ganancia.

No se sabe bien como, pero el caso es que la propuesta llegó a oídos de Rothstein que vio abrirse el cielo bajo sus pies. Por entonces los jugadores profesionales estaban muy mal pagados, ya que los beneficios de taquilla iban casi en la totalidad para la cuenta de los directivos. Por si fuera poco, el presidente de los White Sox incumplía los contratos que firmaba y sisaba buena parte del sueldo de sus jugadores, ya que muchos de ellos eran poco más que analfabetos. Los otros, aquellos con más cultura, callaban, por lo que había dos bandos enfrentados, una plantilla mal pagada y un odio visceral hacia la directiva. El caldo de cultivo perfecto.

Rothstein prometió 10.000 dólares por barba, cuando el mejor pagado de la plantilla alcanzaba los 6.000 anuales. Cobrarían la mitad de lo estipulado antes de la final y recibirían el resto una vez acabase la misma. Gandil reclutó a ocho compañeros, piezas menores, pero sobretodo reclutó a ‘Descalzo Jackson’, la estrella del equipo.

Joe Jackson era pobre de cuna y solo aprendió las cuatro reglas básicas a edad adulta. Le pusieron el apodo de ‘Descalzo Jackson’ porque en uno de sus primeros partidos decidió jugar sin botas porque éstas le hacían ampollas en los pies. Pronto se convirtió en el mejor bateador de Estados Unidos y, de hecho, su promedio en su año de novato fue del 40% de acierto, porcentaje aún hoy no superado.

Así, con ‘Descalzo Jackson’ en el ajo comenzaron las Series Mundiales al mejor de nueve partidos. Al poco de iniciarse el primer encuentro un lanzador de los White Sox arrojó la bola deliberadamente al cuerpo del bateador. Era la señal acordada con Rothstein para saber que el amaño había sido aceptado. Los White Sox perdieron los dos primeros partidos tras una serie de errores grotescos.

Por entonces los aficionados de los White Sox ya se barruntaban que algo extraño estaba sucediendo. La prensa comenzó a indagar y a hacer preguntas sospechosas y ‘Descalzo Jackson’ entabló a albergar remordimientos. Las casas de apuestas ya habían experimentado una extraña tendencia a favor de Cincinatti antes de comenzar la serie, pero tras el 0-2 inicial el volumen de apuestas se tornó en descontrolado.

Chicago ganó el tercero con cierta suficiencia en una muestra clara de potencial y también de pillería, para perder con contundencia tanto en el cuarto como en el quinto. Cincinatti llevaba una ventaja de 4-1 y con una victoria más se proclamaría campeón de la MLB.

Entonces la conciencia hizo su aparición.

“No he venido a llamar a justos, sino a pecadores para que se arrepientan.” Lucas 5:32.

‘Descalzo Jackson’ sintió que estaba deshonrando a sus padres y a la ciudad de Chicago y quiso devolver su parte del acuerdo. Había tenido una infancia pobre, pero era un hombre honesto y sus escrúpulos no le permitían seguir con el engaño. Según se supo, intentó hasta en dos ocasiones devolver los 5.000 dólares recibidos, pero la mafia no aceptó tal devolución. Más, con dinero o sin dinero, Jackson iba a hacer todo lo posible para que los White Sox remontaran. En el sexto y séptimo la actuación de ‘Descalzo Jackson’ fue primorosa, “la mejor de un jugador desde que existe el béisbol” según las crónicas, pero un solo hombre no podía luchar contra dos equipos.

Chicago perdió la final por un global de 3-5.

Al año siguiente los White Sox estaban a tres partidos de clasificarse para una nueva final, pero justo en ese momento el Gran Jurado de Estados Unidos citó a los protagonistas del supuesto amaño para esclarecer la corrupción en el llamado pasatiempo nacional. El escándalo era de proporciones bíblicas, pero tanto Rothstein como los demás negaron todo lo ocurrido y las pruebas no fueron suficientemente esclarecedoras. Tan sólo un jugador llamado Eddie Cicotte y ‘Descalzo Jackson’ admitieron haber recibido un soborno por dejarse perder. Fue inútil. La mafia hizo su trabajo y sospechosamente se perdieron documentos y desaparecieron un par de testigos claves.

A pesar del fracaso del juicio, el presidente de los White Sox y las autoridades de la MLB tomaron cartas en el asunto. Los jugadores implicados fueron expulsados de perpetuidad de las ligas profesionales estadounidenses y se les retiró de todos los libros de récords, como si nunca hubiesen existido. El suceso fue conocido como el escándalo de los Black Sox, en un juego de palabras, y para los rivales las medias blancas de Chicago han quedado para la posteridad como las medias negras.

Con todo, de los ocho culpables sólo la leyenda de ‘Descalzo Jackson’ ha sobrevivido al escándalo y a la memoria. Su nombre quedó en perpetuidad como el símbolo del ángel caído. Un judas que aceptó el dinero, pero que, luego, arrepentido, intentó devolver sus 30 monedas de plata. No lo consiguió, no obstante quiso demostrar que se fe estaba fuera de todas dudas jugando un par de partidos maravillosos en los que logró un récord de bateos que se mantuvo en pie durante 45 años.

Cuentan que a la salida de los juzgados un niño con la gorra de los White Sox se acercó a ‘Descalzo Jackson’ y le gritó; “Joe, dinos que no lo hiciste”. ¡Di que no es así, Joe! (“Say it ain’t so, Joe!”) Aquella suplica de desesperación y el silencio y la mirada perdida de Jackson aun retumba hoy en la memoria de los aficionados de los White Sox. Su amargo recuerdo perduró durante cerca de un siglo bajo el nombre de ‘la maldición del Descalzo Jackson’.

Cien años más tarde, ‘Descalzo Jackson’ sigue siendo una de las figuras más controvertidas del deporte estadounidense. Hay incontables libros sobre su vida, documentales y, de una forma más o menos explícita, su persona está presente en películas legendarias como ‘El Gran Gatsby’, ‘El Padrino II’, o en series de culto como ‘Boardwalk Empire’. Aún hoy sigue siendo uno de los jugadores de béisbol más queridos y publicitados de todos los tiempos y la leyenda de su maldición solo es comparable en Europa a la de Bela Guttmann y el Benfica.

La confesión del “Descalzo” Jackson
Shoeless Jackson

“Estoy por enfrentarme al más grande bateador de siempre y Él sabe que yo soy inocente”. Joe ‘Descalzo Jackson’ en su lecho de muerte.


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