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Ohne worte. ¡Alemania K.O!

Esta semana me tocaba escribir la segunda y última parte del artículo sobre el llamado ‘Partido del siglo’, el partido más bello de la historia de la Copa del Mundo. Pero la actualidad manda y toca hablar de Alemania, mas, y esto es lo sorprendente, toca hablar mal de Alemania. Muy mal. Lamentablemente mal. Humillantemente mal. Toca hablar de la mayor sorpresa en 21 ediciones de la Copa del Mundo. La eliminación de Alemania, del aún vigente campeón, en la primera fase de Rusia 2018.

Y es que la sorpresa es morrocotuda. No es la primera vez que un campeón del mundo queda eliminado en la primera fase. No hay que irse muy atrás en el tiempo. Le sucedió a España en 2014 tras ganar el Mundial en 2010, le aconteció a Italia en 2010 tras ser campeón en 2006 o le ocurrió a Francia en 2002 tras proclamarse vencedor en 1998.

Pero es que Alemania es sinónimo de FIABILIDAD. Así, en mayúsculas. Nunca había quedado eliminada en una fase de grupos. Y antes era mucho más difícil clasificarse. Había 16 selecciones en un Mundial. Los grupos eran terroríficos. Alemania, Argentina, España, Suiza (1966). Cuando se subió a 24 participantes también. Alemania, Dinamarca, Uruguay, Escocia (1986). Con 32 no hay tanto miedo. Equipos como Alemania pasan seguro. Alemania es el Real Madrid de los Mundiales. Llega a cuartos siempre. Eso es fehaciente. Y a partir de ahí ya veremos. Su peor resultado hasta la fecha había sido en 1938, cuando quedaron eliminados en octavos de final ante Suiza. Ni los más viejos del lugar. Pero incluso aquella vez tenía truco. La Alemania nazi acababa de anexionarse a Austria (por entonces una potencia futbolística) y 6 de los titulares eran austriacos… Digamos que no pusieron mucho interés en el partido.

Alemania es un ogro que poco a poco se va acercando y te acaba devorando. Siempre ha sido así. Siempre. Hasta ahora. Hasta Rusia. No ha sido ésta una tierra santo de devoción de los alemanes. Federico el Grande acabó rindiendo Berlín ante los rusos y la maquinaria de guerra del III Reich se quedó a las puertas de Moscú. Definitivamente Rusia no es nación amiga.

Tuvieron los alemanes hasta 9 minutos de tiempo extra. Y pensábamos que lo conseguirían una vez más. Pero no. Hay un país donde la eliminación de Alemania fue celebrada con suma simpatía. Brasil. Y no por evitar un cruce con los germanos en octavos. La guasa y los memes han sido legendarios (con ataúdes con la bandera teutona incluidos) y todo para intentar borrar o contrarrestar de la memoria la chufla alemana por el 7-1 del pasado Mundial.

No es una exageración. Alemania sólo ha ido por delante durante 15 segundos en este Mundial. Tiro de raza y de su tradicional buena suerte para derrotar agónicamente a Suecia en la prórroga del segundo partido. En el primero los alemanes eran sombras ante el huracán mexicano. Y en el tercero, cuando todos, TODOS, esperábamos que Alemania ganase, como ha hecho siempre, se vio incapaz de derrotar a Corea del Sur con un juego ramplón y soporífero y con una alarmante falta de gol. Acabaron perdiendo por 2-0, con un último gol grotesco tras paseo por el campo cual Caperucita de Neuer. Por cierto, el gol surcoreano fue de Son quien, quizás, pueda librarse del servicio militar, porque Corea habrá acabado eliminada del Mundial pero la fiesta por ganar a Alemania ha sido apoteósica.

En un Mundial que ya es el del VAR, la tecnología también tuvo su momento de gloria al aumentar la incertidumbre y el suspense en la eliminación teutona. El otro día leí en un artículo que ahora el fútbol parece una película de Hitchcock. Las caras de los alemanes mientras esperaban que la ciencia dictaminase si el primer gol de Corea había sido en fuera de juego mostraban resignación y conformismo. No había atisbos de furia ni de deseo. La selección alemana no tuvo finura, pero tampoco tuvo vigor. No tuvo gracia ni chicha.

Sólo se recordaba un fracaso alemán. En la Eurocopa del año 2000, Portugal masacró a Alemania e Inglaterra dio la puntilla quedando los teutones eliminados en la primera fase. Pero era esa una Alemania de entretiempo, ya retirados jugadores como Brehme, Reuter o Klinsmann, con otros ya muy veteranos como Matthaüs, Scholl o Bierhoff y sin ninguna gran promesa exceptuando a Ballack. Esta Alemania de 2018 no tenía mala pinta. Combinaba jugadores veteranos con jóvenes promesas. Alemania llevaba cuatro semifinales seguidas de la Copa del Mundo y es la actual campeona de Europa sub-21.

Tras el citado fracaso del año 2000, y a pesar de la sorpresiva buena actuación en el Mundial 2002, la Federación Alemana inició un cambio en su modelo formativo. Joaquim Löw, seleccionador desde 2006, copió el exitoso modelo de toque iniciado en España siempre acompañado del tradicional golpe de arrebato germano. No ha habido nada de eso en Rusia. No ha sabido o no ha querido sustituir a Müller, Özil, Khedira o Neuer, como España no supo hacer lo propio con Xavi, Alonso, Torres o Casillas. Otros colgaron las botas como Lahm o Klose, y a pesar de tanto talento no ha habido nadie que ocupase esos huecos. Lenta en el repliegue, fracturada en el medio y sin mordiente ni movimiento en ataque, teniendo que recurrir a la desesperada por un jugador semiretirado como Mario Gómez. Y es que con tanto cambio de mentalidad Löw buscaba en el banquillo y no había panzers que variasen la dinámica de juego. No hay sitio en esta Alemania para Klinsmann, Völler, Briegel, Stielike, Seeler o Breitner. Y hacían falta. Mucha falta.

El propio Breitner, hoy comentarista, declaraba tras la hecatombe ante Corea que “estaría encantado en prescindir de los 15.000 pases de Kroos si lograse aprovechar una sola vez el espacio que genera con sus movimientos”. Ahora empezará el debate. El debate de abandonar las triangulaciones y los pases cortos por las arrancadas abriendo brechas en el centro del campo.

Supongo que Löw dimitirá o lo obligaran a dimitir. Y habrá bronco debate. Si ser toro o ser torero. En España el debate está finiquitado porque sólo hemos sido campeones siendo toreros. En Alemania no. Han ganado con técnica, han ganado con cojones, y han ganado con técnica y cojones. Imagino que la vieja guardia abandonará la selección y entrarán ideas nuevas, y dentro de esas ideas aparecerán panzers 2.0. Panzers de nueva generación. Hombres de pelo en pecho en un mundo feminizado.

Nunca es fácil administrar el éxito. Es muy costoso descuartizar lo que ha funcionado. A los técnicos les ocurre por una cuestión de ego y al aficionado por una cuestión de lealtad. Y los jugadores…bueno, los jugadores forman una sociedad exclusiva de campeones y miran con recelo a aquellos advenedizos que quieren beber de las mieles de su éxito. Es cierto que Löw prescindió de Götze, el autor del gol de la victoria en la final de 2014, pero Götze era un joven prometedor que tuvo su día de gloria y que ha acabado lastrado por una serie de problemas psicológicos. Los otros eran vacas sagradas. Neuer ha estado un año lesionado, Müller exigía ser titular, Khedira está pasado de kilos y Özil ha presumido de raíces turcas en pleno conflicto turcogermano. Otros como Gündogan, llamados a liderar a la nueva generación, se han dedicado a hacer campaña electoral a favor de Erdogan una semana antes de que empezase la Copa del Mundo.

Al acabar el encuentro, Hummels manifestaba en zona mixta que el último buen partido que habían jugado había sido en otoño. Concretamente fue en septiembre cuando machacaron a Noruega por 6-0 en la fase de clasificación. Y es verdad que antes del Mundial habían perdido con Austria o con Brasil en partidos amistosos, pero, sinceramente, no creo que nadie, NADIE, se hubiese esperado esto.

“Yo veía a Alemania como favorita en este campeonato (…) Hay un viejo respeto a Alemania, cuya fiabilidad me impone, tratase de una lavadora, un coche o un equipo de fútbol (…) Cuando Alemania falla nos falla a todos los europeos, no hablo sólo de fútbol, y no quiero extenderme más. Ya vale que no esté Italia (un amigo solía decirme que el Mundial empieza cuando se juega el primer partido de Italia) como para que nos quedemos sólo con Francia, Inglaterra y España como selecciones europeas con estrella en el pecho (…) Caída Alemania, en cierto modo nos falta el hermano mayor”. Alfredo Relaño.


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