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El caso Di Stéfano (1ª parte)

Las relaciones entre Castilla y Catalunya nunca han sido fáciles y sus diferencias muchas. Castilla es una tierra de secano donde tradicionalmente no se ha cuestionado la autoridad. Catalunya, país abierto a Europa y al Mediterráneo, tiene una relación más compleja con el pueblo a través del Parlamento. La conquista de América o de Flandes es una empresa íntegramente castellana (y su rango de influencia, con sus puertos en Galicia, el Cantábrico y la Andalucía Occidental). Ante la negativa a prestar apoyo económico o militar ante estos hechos fundamentales en el imaginario español, el catalán, desde entonces, es visto como agarrado, egoísta o aprovechado.

Tras la Guerra de Sucesión (1701-1714), Catalunya queda a merced de Castilla, fundamentalmente porque escoge al bando perdedor. Es una guerra de proyectos, de absolutismo contra liberalismo. No es una guerra étnica, ni de odio entre hermanos, sencillamente son dos concepciones de Estado que llevaban dos siglos chocando. Ni más, ni menos.

No fue hasta el siglo XX cuando ese dominio castellano de la concepción del Estado pasó a ponerse en tela de juicio nuevamente. El sentimiento nacionalista catalán y vasco socavó a España en un momento de atraso económico y desprestigio internacional. Ese proceso concluyó bruscamente con la Guerra Civil (1936-1939). Una guerra muy distinta a la de Sucesión, ya que en esta se enfrentaban territorios e ideologías, y en donde en ambos bandos había vencedores y vencidos que no estaban de acuerdo con el grupo en el que les tocó luchar. Las heridas abiertas aún hoy están sin cicatrizar.

Es durante las casi cuatro décadas de Franquismo cuando el Real Madrid y el FC Barcelona pasan a representar los ideales de Castilla y Catalunya, tanto en una versión pre democrática como en la archiconocida España de las Autonomías. Es cierto que el conjunto merengue fue distinguido con el título de Real y estuvo unido desde sus inicios a la monarquía, pero también lo es que pronto simpatizó con la II República y que su presidente fue asesinado por partidario republicano. También lo es que en el estadio de Les Corts se pitaba el himno español ya en la década de 1920, pero también es verdad que hasta 1936 el club nunca se declaró independentista o a favor de un Estado propio.

Sólo a partir de 1939 las circunstancias y la creciente rivalidad hizo que los estereotipos a los que hoy en día estamos acostumbrados afloraran. No se debe olvidar nunca que el gran club del fútbol español en la primera mitad del siglo XX era el Athletic Club de Bilbao, el cual aportaba el mayor número de jugadores a la selección nacional y que representaba el orgullo de la furia española.

Di Stéfano

Bajo esas circunstancias tiene lugar el gran conflicto entre catalanes y madrileños a raíz de la adquisición del fenómeno argentino Alfredo Di Stéfano. Es la primera vez que hay un choque entre ambos conjuntos y sin lugar a dudas es un enfrentamiento nunca superado en importancia y cuyos rescoldos aún se dejan sentir en el fútbol actual. La llegada de Di Stéfano al Real Madrid cambió la idiosincrasia del conjunto blanco que desde entonces ha sido el hegemónico tanto en España como a nivel internacional. La pérdida del genio argentino no fue dramática para el Barcelona, pero lo relegó a un segundo escalón nacional y acrecentó un complejo de inferioridad agravado por las circunstancias políticas que tardaría más de tres décadas en ser olvidado.

Tras debutar en 1947 con River Plate, Di Stéfano formó parte de una de las delanteras más afamadas en la historia del fútbol junto a genios del calibre de Labruna o Pedernera. A inicios de la década de 1950 formaba parte del Millonarios de Bogotá, en aquel momento uno de los mejores clubes del mundo. Es entonces cuando Real Madrid, Barcelona y Juventus intentan el fichaje de un futbolista que aunaba carácter, liderazgo, gol y que además era capaz de jugar en distintas posiciones con igual soltura.

La historia del fichaje de Di Stéfano por el Real Madrid ha sido contada en soportes distintos y de mil formas diferentes. Existe abundante bibliografía especialmente en Catalunya, donde al igual que 1714 se considera el momento de la pérdida de identidad catalana, 1953 es, para ellos, el momento en el que el Estado los apuñala deportivamente por la espalda. Fiel a mis ideales, lo que yo haré es contar lo que sucedió, y que sea el lector el que decida si hubo algún perjudicado, una mano negra, un interés gubernamental o sencillamente un equipo que negoció bien y otro que negoció mal. Pero eso será en el próximo post.


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