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Una historia de provincias ricas y provincias pobres

Julio es un mes de inicio de vacaciones. Los periodistas se exprimen la mollera para buscar temas de los que tratar. El más común es el de la rumorología. Los fichajes del verano tienen la capacidad de ilusionar al aficionado. Al final, salir de la rutina siempre es motivo de esperanza y entusiasmo. Da igual la circunstancia. Comer en un sitio nuevo, comprar una camiseta o conocer a una persona. Lo nuevo siempre es llamativo. El otro tema estrella es hacer balance. Como fue la temporada, como pudo haber sido y ver en que se podría haber mejorado.

Esta semana estuve leyendo uno de esos artículos típicos de estas fechas. Lo firmaba Cudeiro en El País y trataba sobre provincias pobres y ricas en el fútbol español. Aprovechando el ascenso del Girona a Primera División, explicaba que hay 15 provincias españolas (contando Ceuta y Melilla) que nunca han tenido a su equipo principal en la categoría reina del balompié estatal. Explicaba que sólo una de ellas es costera (Lugo) y que la mayoría formaban una especie de cordón sanitario alrededor de la Comunidad de Madrid, que aglutina la riqueza de la meseta peninsular.

A mayores, el artículo incidía en que Segovia, Ávila, Cuenca, Teruel y Zamora, así como las dos ciudades autónomas africanas ni siquiera han tenido representante en la segunda categoría del fútbol nacional. El artículo se completaba con varias afirmaciones de dirigentes de alguno de estos equipos sin renombre solicitando ayudas públicas y quejándose de la falta de patrocinadores.

Siendo cierto todo lo que Cudeiro cuenta, también lo es lo ineptos que somos a la hora de ver un problema y tratar de buscarle una solución. Es innegable que estas provincias tienen graves problemas estructurales. Un Estado cuyo motor de crecimiento económico está ligado al tercer sector, conlleva a sus habitantes a desplazarse a lugares costeros o a grandes polos administrativos, despoblando el interior del país. Las condiciones climatológicas que desplazan al turismo a la costa, también llevan al lado del mar al grueso de la población. En segundo lugar, la mejora de las comunicaciones también facilita desplazamientos laborales y de residencia entre provincias cuya distancia pueda ser salvada fácilmente en un día, lo que explica el agujero negro alrededor de Madrid que reseñaba Cudeiro.

Lo que se debe es buscar una solución, en vez de quejarse del problema. Y muchas provincias lo han hecho o lo hicieron, con mayor o menor fortuna, en su momento. Aprovechando los fondos europeos y el impulso que el Estado le dio al deporte desde inicios de la década de 1980, todas las ciudades equiparon sus barrios con recintos polideportivos. En las comarcas del interior, donde el frío invita a quedarse en casa, esto supuso un aumento exponencial de la práctica deportiva, de lo que se beneficiaron muchas disciplinas.

Las ciudades de Lugo y Ourense, pueden presumir de tener a los dos equipos más representativos del baloncesto gallego. El Breogán y el COB ahora luchan por regresar a la ACB, pero en tiempos pasados eran habituales sus duelos contra el Real Madrid o el Barcelona. Lo mismo ocurría con el Magia de Huesca o el Cáceres C.B., que llegó a jugar una final de la Copa del Rey y unas semifinales europeas. Nos queda Palencia, que salvo problemas económicos de última hora debutará en la ACB en el próximo mes de octubre.

Otras ciudades apostaron fuerte por el fútbol, pero por el de salón. Por Segovia pasaron algunos de los mejores jugadores del mundo y los segovianos tienen la fortuna de presumir de haber ganado una Copa de Europa en el año 2000. También Zamora tuvo un paso, aunque en este caso efímero, entre los mejores del fútbol sala.

No obstante, el otro deporte que junto al baloncesto se lleva el premio gordo, es el balonmano. Toledo, Cuenca y Guadalajara han contado o cuentan con un equipo en la Liga ASOBAL. Y es en esta disciplina donde encontramos el proyecto más ambicioso y más exitoso allende del fútbol; el balonmano Ciudad Real. Hasta que el Atlético de Madrid y los problemas económicos hicieron tumbar el proyecto, el Quijote Arena de la ciudad manchega vio a su equipo ganar 5 títulos ligueros y 3 Copas de Europa entre otros trofeos.

Hasta en las ciudades autónomas vemos ejemplos de éxito deportivo. En Melilla disfrutan del voleibol de élite desde hace unos años. Y en Ceuta podemos hacer una pequeña trampa. El Atlético Tetuán llegó a jugar en Primera División a mediados de los 50, y la estructura de dicho club pasó a Ceuta después de la independencia de Marruecos.

Llegados a este punto nos quedan Teruel y Ávila. La ciudad turolense fue la última capital de provincia española con acceso a la red de autopistas. Cuenta con un clima extremo y está aislada de cualquier otro lugar de importancia. Por ende, no llega a los 40.000 habitantes, por lo que exceptuando su labor administrativo, realmente podríamos hablar de una villa de pequeña entidad y no de una ciudad. Eso sí, no en Teruel, pero si dentro de su provincia, está el circuito automovilístico de Alcañíz, donde se celebra anualmente una de las pruebas del Campeonato del Mundo de Motociclismo.

Realmente la única provincia sin ningún tipo de importancia deportiva ni histórica ni actual es Ávila. Sus murallas y sus calles empedradas patrimonio de la humanidad han sido testigos de emocionantes finales de etapa de la Vuelta a España, pero Ávila debe ser considerada como el yermo deportivo del panorama español. El verdadero agujero negro.

No todo es fútbol. Existe la forma de hacer visible tu ciudad y de conseguir que sus ciudadanos se sientan orgullosos de un éxito colectivo. Y ni siquiera hemos hablado del deporte femenino. Un coto por explorar, y que con visión de futuro es sinónimo de éxito. Y sino que pregunten en Salamanca, donde el baloncesto femenino tiene más seguidores que el fútbol masculino.


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