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Elogio desmesurado de Lebron James

Se está haciendo viral un video en Youtube del cuarto partido de las finales de la NBA con el título “Lebron James incredible basketball IQ”. En apenas minuto y medio se desarrolla la inteligencia baloncestística del alero de los Cavaliers en dos jugadas. En la primera, Irving sube el balón y solicita un bloqueo en el poste alto. En el check, los dos defensores de los Warriors eluden dicho bloqueo y manos arriba cortan las líneas de pase. La continuación es efectiva, pero un tercer jugador desde la esquina (Stephen Curry) adivina la intención de Irving y corta el pase, dando lugar a un fulgurante contraataque.

Después de ser espectador en la primera, en la siguiente jugada es Lebron James el que sube el balón. Parece que vuelve a caer en la trampa y sucumbir a la defensa asfixiante de los Warriors, tal y como le había sucedido a Irving. Sin embargo, el alero de Akron finta el pase interior en el momento en el que Curry da el primer paso y a quien envía su asistencia es al jugador que deja libre Curry, quien totalmente solo y desde la esquina anota un triple.

Uno de los principales motivos de porqué el fútbol es el deporte más exitoso a nivel mundial es lo democrático que resulta. No requiere dinero para instalaciones o para equipaciones. Se puede jugar con un número indeterminado de personas y es apto para todas las edades, alturas o pesos. Al fútbol puede destacar un tirillas o un atleta y un marginado social o un niño bien, para entendernos. En el baloncesto, la condición física es una ventaja añadida, muy especialmente a temprana edad. Es por ello que nos identificamos con aquellos jugadores débiles, parecidos a nosotros y que son capaces de llegar al éxito a través de la garra o de la inteligencia. Por eso no nos gusta Lebron James. Es el asqueroso abusón. Un niño que abusaba de adolescentes y un adolescente que abusaba de adultos.

Lebron James siempre fue un jugador odiado. Dotado de una capacidad física exuberante es capaz de jugar en cualquier posición de la cancha con total suficiencia. Lo admito, yo también lo odiaba. A los 15 años era el jugador más solicitado del país y se ganó el apodo de The Chosen One. Era el elegido. La nueva referencia del baloncesto. El hombre que iba a suceder en el trono a Michael Jordan sin ser todavía profesional. Los puristas nos rasgábamos las vestiduras y vomitábamos sapos y culebras ante un niñato que amasaba millones.

Para el gran público español, las primeras referencias de Lebron James son en los JJOO de Atenas. Con 19 años vimos a un jugador con graves carencias en el tiro, con dificultades para defender dos contra uno y con altos signos de desconexión durante gran parte de los encuentros. Un bluff. Sólo veíamos a otro negro descomunal que arrasaba en la zona e intimidaba en las entradas a canasta. Trece años después la evolución es sideral.

Resistencia. Velocidad. Tiro a corta, media y larga distancia. A tabla. Defensa. Mucha defensa. Contraataques. Cambios de ritmo. Rebote. Pase. Manejo de balón. Fuerza. Agresividad. Liderazgo. Leyenda. Los número son (y serán) de espectáculo. Tan sólo dos datos como muestra. En las finales de Conferencia de 2007 (22 añitos) anotó los últimos 25 puntos de su equipo (prórroga incluida) para eliminar a los Pistons en el séptimo partido. Un segundo dato. En la temporada 2012-2013 promedió un 56 % en tiros de campo, una barbaridad para un jugador con un rango de tiro óptimo de 5-6 metros.

Los detractores de Lebron argumentan que de 8 finales de NBA que ha disputado tan sólo ha ganado tres. Un looser. Podrá ser muy bueno, pero le falta el aura de imbatibilidad que hace ¿imposible? la comparación con Jordan o con otros coetáneos como Kobe Bryant. Lo cierto es que exceptuando la final de 2011 que perdió ante los Mavericks de Nowitzki con unas lamentables decisiones ofensivas, toda la carrera de Lebron es digna de elogio y admiración. Poco o nada más pudo haber hecho. Colocó a unos Cavaliers insulsos y sin jugadores de renombre en una final de la NBA y varias finales de conferencia. Ganó dos títulos con Miami y perdió otro ante los Spurs en la mayor exhibición coral de un equipo de los últimos 25 años. Y remontó un 1-3 en contra ante uno de los dos o tres mejores equipos de la historia, los Warriors de Stephen Curry.

A medida que los años pasan, esa animadversión que tenemos por los cachorros que quieren ocupar el sitio de nuestros ídolos, se vuelve éxtasis, admiración y respeto a medida que intuimos su ocaso. El fin de Lebron todavía no se vislumbra, pero ya empezamos a apreciar con respeto su baloncesto, que ha pasado de ser insolente a venerado. Sus derrotas no hacen sino que afianzar una grandeza que lo convierten en el jugador más completo de las últimas dos décadas.


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