Archivos

El mejor de la historia (bonus track)

Desde pequeño he sentido fascinación por el Imperio Romano. No sé, quizás era por los cómics de Astérix y Obélix. Los uniformes, la disciplina, el orden, las leyes, los avances tecnológicos, las calzadas, las murallas, el comercio, el honor. Todo me resultaba y me resulta atractivo. La vida en Roma es un reflejo del mundo occidental.

La primera gran ciudad que visité fuera de España no podía ser otra que Roma. Mi fascinación por ella no hizo más que aumentar. A la belleza histórica se unía la arquitectónica, la arqueológica y hasta la religiosa. Y fue entonces cuando me acerqué al Olímpico para ver jugar a mi futbolista favorito, Francesco Totti.

Lo de Totti me llega a las entrañas y me fascina desmesuradamente. Salvo que meta la pata hasta el fondo yéndose a Estados Unidos, estamos ante el único futbolista moderno-antiguo.

Sabiendo de la singularidad de su club y de que conseguir un título se antoja una quimera cada año que pasa, Josu Urrutia, presidente del Athletic, tuvo la magnífica idea de darle pedigrí mundial a los bilbaínos creando el One Club Man, un trofeo destinado a aquellos jugadores que hayan pasado toda su carrera en el mismo equipo.

La magnitud del mito Totti es tal, que si nos paramos a reflexionar veremos que leyendas actuales como Xavi, Lahm, Gerrard, Raúl, Buffon, Lampard o Del Piero nunca podrán formar parte de este idílico club, a pesar de que al pensar en ellos sólo tengamos un equipo en mente.

Aún hay más hándicaps. Es el jugador defensivo el que suele echar raíces en el equipo de toda su vida. Los ofensivos son solicitados por los transatlánticos europeos a base de millones de euros. Adams, Carragher, Arconada, Maldini, Baresi, Puyol o Gary Neville no destacaron por meter goles precisamente.

Jugadores ofensivos que se unan a dicha lista podríamos tener en el futuro a otros tres; Leo Messi, Andrés Iniesta o Thomas Müller, sin bien tan sólo el alemán ha sido formado en el mismo club desde infantiles. Pero, su papel en el Bayern ha ido disminuyendo y es complicado que cuelgue las botas en Münich.

Un faro en un fútbol de escasa moral y baja integridad, Francesco Totti es leyenda. Hasta el advenimiento de Messi fue uno de los mejores jugadores del mundo en pugna con Lampard, Henry o el fulgurante pero breve Ronaldinho. Es innegable que se ha hecho rico en la Roma -hasta tuvo despacho propio y voto en decisiones deportivas- pero el conjunto italiano ni siquiera es referencia en Italia como para poder ser considerado un gran equipo mundial. La fama y la relevancia de los giallorossi se debe a la ciudad que representan, pero no a sus virtudes futbolísticas.

Totti era arte. Era gol. Tenía clase. Mala leche. Toque. Chulería. Visión. Un fantasista. Era guapo. Y sigue siendo atractivo con 41. Totti es un tifosi. Es el niño que juega para su equipo. Un loco. Es un perdedor que nos cae bien. Un highlighter. Cultura popular. Un hombre que respeta el juego. Ah! Y ganó el Mundial. Algo sí que ganó.

Pero sobre todo Totti es Roma. Es un icono como la Basílica de San Pedro. Es rey de reyes. Más romano que la loba capitalina. Es respetado hasta por sus rivales laciales. Desde hace 10 años jugaba con una placa de metal en un tobillo y con ella incrustada en el cuerpo ganó una Bota de Oro.

Es así que siempre será el mejor jugador antiguo del siglo XXI. Nunca podrá ser superado porque en este fútbol comercial es imposible que surja otro futbolista que sea fiel a su equipo durante más de un lustro sin poder optar a los títulos colectivos e individuales más importantes de Europa.

Por eso ruego a Totti que no se deje convencer para jugar en Estados Unidos y estropee el mito. Y de paso, suplico que aten a De Rossi a una columna del Olímpico y que siga el rastro de honor que ha dejado Il Capitano.


¿Quieres recibir un email cada vez que se publique una entrada nueva?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.