Bullying a Toni Kukoc (2ª parte)
Tras conseguir el título de la NBA en la temporada 1990/91, los Chicago Bulls repitieron hazaña en la campaña 1991/92. Michael Jordan estaba a un nivel sideral y Scottie Pippen se había convertido en uno de los mejores jugadores del mundo. Mientras tanto, Toni Kukoc era el líder que permitía a la Benetton de Treviso ganar la primera liga italiana de su historia. Todo iba bien para unos y para otros, y en todo aquel año no hubo movimiento alguno para que Kukoc fuese a la NBA. El asunto se daba por concluido. Jordan y Pippen no lo querían allí y a Kukoc le daba pánico cruzar el charco y recalar en los Chicago Bulls.
Llegó el verano, y al acabar la temporada de 1992 se disputaron en Barcelona los Juegos Olímpicos. En el torneo de baloncesto, el sorteo fue caprichoso he hizo que en primera ronda coincidieran en el mismo grupo Estados Unidos y Croacia. Ambos equipos estaban ya matemáticamente clasificados para cuartos de final cuando les toco medirse, pero Pippen consideró el encuentro como el más importante de su carrera. Pidió expresamente cubrir a Kukoc y midió sus minutos en pista en función de los del alero croata. Por si fuese poco, Pippen contaba con la inestimable ayuda defensiva de Jordan para ejecutar un 2 contra 1 cuando le hiciese falta. El bullying a Kukoc pasaba de las declaraciones a la prensa a la pista de juego. Kukoc, asfixiado y atosigado, acabó con un paupérrimo 2/11 en el tiro y acumuló 7 pérdidas de balón ante la satisfecha sonrisa de Pippen que, visiblemente contento, mandaba un recado a la directiva de los Bulls al término del choque: “Quería que todo el mundo viese ese uno contra uno, deseaba que Krause lo viese por televisión. Quería avergonzar a Kukoc ya que no puedo jugar contra Krause y la directiva. Le di la mano a Kukoc antes y después del partido. No se me puede reprochar nada”, declaró. Lo cierto es que tanto Jordan como Pippen eran dos consumados defensores, pero mientras que Jordan era un competidor nato, en raras ocasiones se había visto a Pippen comportarse con tal agresividad ante un rival. Sus ojos irradiaban odio.
Sin embargo, unos días después Estados Unidos y Croacia volvieron a enfrentarse con motivo de la final olímpica. En esta ocasión el fuego era real y los estadounidenses volvieron a ganar con claridad, cómo era lo esperado, pero Kukoc completó un gran encuentro con 16 puntos, 9 asistencias y 5 rebotes. Consiguió zafarse de Pippen y hasta tuvo un par de buenas acciones en las que consiguió rebasar a Jordan.
Debió ser tan buena la actuación del croata, que al acabar el encuentro Jordan, en el éxtasis del triunfo, se acercó a Kukoc, le estrechó la mano, y tras darle un abrazo le dijo que le gustaría que jugase con él en Chicago.
Michael Jordan había separado las aguas turbias del Mar Rojo y Kukoc tenía el camino libre para acceder a la NBA. Pero la aceptación de Jordan no hizo otra cosa sino aumentar la cólera de Pippen.
Aún pasaría un año más, pero en el verano de 1993 Kukoc decidió que no tenía nada más que ganar en Europa y con 25 años resolvió rescindir su contrato italiano y probar fortuna en los Chicago Bulls. Tenía el beneplácito de la directiva, pero lo que era más importante, mucho más importante, tenía el beneplácito de ‘Air’ Jordan en persona.
El problema es que Jordan no iba a estar allí para recibirlo. En el mes de julio el padre de Jordan fue víctima de un atraco, tras el cual fue abatido a tiros por sus asaltantes. El shock fue tan colosal que Jordan anunciaba su primera retirada del baloncesto profesional. Los Bulls de Jordan pasaban a ser los Bulls de Pippen.
Como ya sabemos, había varios jugadores en la plantilla que no querían a Kukoc. Y había uno que lo odiaba en lo más profundo de sus entrañas. Y ese era Scottie Pippen.
La temporada 1993/94, la primera de Kukoc en la NBA, fue la temporada de Pippen. Sin Jordan a su lado, Pippen asumió toda la responsabilidad y se erigió en el líder del equipo llevándolo al tercer puesto de la liga regular, cuando en algunos mentideros de la liga se asumía la caída en picado de los Bulls. Para Toni Kukoc fue una temporada muy complicada. Saliendo desde el banquillo tuvo que pelear minuto a minuto se participación en el equipo, y no sería hasta bien entrada la temporada cuando su peso en la rotación pasase a ser definitorio. Aun así, raras eran las veces en las que Pippen y Kukoc coincidían en pista y más raro aún era ver una asistencia del estadounidense para canasta del europeo. A fin de cuentas uno era una estrella y el otro era un novato. Kukoc lo pasó mal. Muy mal. Y no sólo en el aspecto deportivo. Los peores años de la guerra en Croacia habían acaecido, pero seguía temiendo por su familia a miles de kilómetros de casa. Había roto relaciones con jugadores como Djordjevic, Divac o Danilovic, amigos y ex compañeros de origen serbio, y recientemente había fallecido en accidente de tráfico Drazen Petrovic, el alma mater de la selección croata y el jugador europeo más relevante de la NBA.
Estaba muy solo.
A trompicones con la llegada de la primavera también llegaron los playoffs y los Chicago Bulls se enfrentaban a los New York Knicks. Por vez primera en un lustro los primeros no eran los favoritos. Los Knicks ganaron los dos encuentros inaugurales en casa y se disponían a sentenciar la serie en el tercer encuentro a domicilio. A falta de 17 segundos para el final de ese choque Scottie Pippen dispuso de una oportunidad para ganar el partido, pero fue incapaz de zafarse de su defensor y acabó lanzando a la desesperada por encima del tablero. Su frustración, como no, fue a parar a Kukoc al que le recriminó que no le apoyara con un bloqueo. En la siguiente posesión Ewing empató para New York. A falta de 2 segundos para el final el marcador era 102-102 con posesión para los Bulls.
Tiempo muerto.
Todo hacía indicar que el partido iría a la prórroga si Pippen no lo remediaba con un lanzamiento salvador.
Eso es lo que dictaba la lógica, pero Phil Jackson, entrenador de los Bulls, preparó un aclarado para que el último tiro corriera a cargo de Toni Kukoc. Cuando Pippen observó en la pizarra lo que había dibujado su entrenador se sentó en el banquillo y en una mezcla de ataque de petulancia y pataleta infantil soltó: “Si esa es la jugada, yo no juego más. Me quedo aquí sentado”. Jackson perdió los nervios y le llamó de todo, pero Pippen se mantuvo en sus trece y en la última jugada del partido la estrella de los Bulls no iba a estar presente.
Es cierto que Kukoc ya había anotado un tiro ganador contra Indiana en esa temporada, pero que fuese el elegido en un partido de playoffs era toda una declaración de intenciones por parte de Phil Jackson.
Y así, con sólo 13 minutos de juego en el partido, con un estado de ánimo próximo a la depresión y bajo la gélida mirada de Pippen, Toni Kukoc recibió el balón en la parte superior de la bombilla, y, tras un escorzo de 180 grados, anotaba una increíble canasta que hacía estallar de júbilo al pabellón y que daba la victoria a los Chicago Bulls.
A partir de ahí todo cambió para Kukoc. Fue aceptado de pleno por el resto de la plantilla, mientras que Pippen pasó a ser el villano para los medios. Los Bulls acabarían perdiendo la serie ante los Knicks tras una estúpida falta intencionada de Pippen en el quinto partido. No le quedó más remedio que pedir perdón, aunque lo hizo a su manera: “Pedí disculpas a Phil (el entrenador) y al resto del equipo. No creo que deba pedírselas a nadie más”.
A mediados de la temporada siguiente Michael Jordan decidió que el duelo por su padre ya se había acabado y retornó a la NBA. Los Chicago Bulls consiguieron tres títulos de forma consecutiva (1996, 1997 y 1998) con un equipo legendario formado por el mejor jugador de todos los tiempos, Ron Harper, Dennis Rodman y, por supuesto, Scottie Pippen y Toni Kukoc.
Kukoc nunca llegó a ser el jugador que había deslumbrado en Europa. En Estados Unidos fue obligado a aumentar en casi 15 kilos su peso corporal y perdió en movilidad y plasticidad. Fue reciclado a jugar como alero alto y se convirtió en un especialista en el tiro, aunque mantuvo intacta su extraordinaria visión de juego. Fue jugador capital en los 3 títulos de los Bulls y alargó su carrera hasta los 38 años manteniéndose como un hombre de rotación importante en la NBA. Pippen no consiguió sacarse el estigma de escudero de Jordan y aunque el paso del tiempo le hizo ganarse el respeto de público y crítica, nunca llegó a ser el macho alfa ni en los Bulls, ni en posteriores aventuras en los Rockets y en los Trail Blazers.
Hoy en día Kukoc y Jordan son buenos amigos y pareja habitual en torneos de golf. Pippen y Kukoc limaron asperezas y, aunque no tienen gran amistad, mantienen una relación cordial e incluso coincidieron en labores de despacho en los Bulls una vez retirados.
Kukoc: “Jordan y Pippen me torturaron, pero no cambiaría ni una sola cosa de mi carrera en la NBA. Ni siquiera la experiencia de pasar por esos primeros momentos duros. Ganar títulos es impagable”.
Pippen: “Nos aprovechamos de un chico muy joven. Y creo que habíamos escuchado tanto sobre Kukoc que pensamos que teníamos mucho que demostrarle. Tenía claro que iba a darle duro (…) No fui justo con él, pero realmente creo que fue bueno para él todo por lo que pasó”.