Vilas; un rey sin corona
22.545 resultados de partidos de tenis en 542 torneos distintos que equivalen a más de 300.000 filas de Excel en 50 columnas diferentes. Esa es la cruzada a la que durante años se enfrascó el periodista Eduardo Puppo para restablecer la memoria de Guillermo Vilas. Su batalla y empecinamiento personal duró más de una década, recopilando archivos personales, documentación de la ATP y entrevistando y aliándose con matemáticos para obtener respuesta a la gran duda.
¿Por qué Guillermo Vilas no fue nunca número 1 del mundo?
Melena al viento, revés descomunal y una resistencia asombrosa que lo hacían casi infalible en el quinto set, Guillermo Vilas fue el único cacique capaz de competir en tierra batida con Björn Borg y uno de los pocos habilitados para coquetear con la sombra de Rafa Nadal en el polvo de arcillas. Vilas forma parte de esa estirpe de niños que son obligados por su padre a practicar un deporte. Mas lo curioso en su caso es que su progenitor no le prometió ni fama, ni dinero ni gloria. Papá Vilas le dijo que si prosperaba como tenista podría aprender inglés y viajar gratis a cualquier ciudad de Europa.
Cuando en 1970 Guillermo Vilas comenzaba a dar sus primeros pasos en el circuito, el tenis estaba herido de muerte. Había una división pestosa entre profesionales y amateurs, y los tenistas se debatían entre ganar dinero y no poder acudir a los grandes torneos o acumular telarañas en los bolsillos y llenar su palmarés de gloria eterna. Para 1972 se produjo el gran cambio con la creación de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) que admitía el profesionalismo en torneos de realengo como Wimbledon o Roland Garros.
Al año siguiente la recién creada ATP decidió instaurar un ranking que determinaría a los mejores tenistas del mundo y que establecería los cuadros eliminatorios de los distintos torneos. Acabada la dicotomía entre profesionales y amateurs el objetivo era crear un “método histórico objetivo basado en méritos para determinar la aceptación y siembra en todos los torneos para individuales y dobles”.
La idea era buena, pero en exceso ambiciosa. ¿Cómo contabilizar el sistema de puntos? En 1973 los métodos informáticos estaban en pañales. La ATP tardaba varios días en actualizar los datos y en más de una ocasión tenían que rectificar. Al inicio de un torneo aún no se habían trasladado al ranking los puntos del torneo anterior. Se tomaban notas provisionales a la espera de ser revisadas.
No sólo eso. Una victoria en Roland Garros valía lo mismo que una victoria en El Espinar.
Actualmente se otorgan determinados puntos en función de la categoría del torneo. Los Grand Slam (Australia, Roland Garros, Wimbledon y US Open) reparten desde 2.000 puntos por ganar a 25 por participar. Los Masters 1000 (9 en total) reparten entre 1.000 y 12, los ATP 500 (14 en total) entre 500 y 10 y los ATP 250 (38 en total) entre 250 y 5. El sistema es sencillo de aplicar y rápido de ejecutar y actualizar. Así lo es, y así lo parece. Pero no era así en 1973.
Entonces el ranking ATP no distinguía de torneos, únicamente distinguía victorias. Se contaba el promedio de puntos obtenido en función de los partidos disputados. Pongamos como ejemplo un caso extremo. Un tenista podría obtener la victoria en 5 torneos y obtener un promedio perfecto, mientras que otro que jugando 30 torneos hubiese ganado 25, tendría un promedio inferior. Esta circunstancia era posible porque, ante la incapacidad de la ATP para contar todas las semanas, los rankings no se actualizaban. De hecho, de las 280 semanas disponibles en el lustro 1973-1978, tan sólo en 128 se publicó el ranking ATP.
Ese es el gran lustro de Vilas. En 1975 pierde la final de Roland Garros ante Borg pero antes y después de la final parisina vence en hasta cinco torneos en tierra batida. Sin embargo, ni Vilas ni Borg están en lo más alto del ranking de la ATP. El agraciado es el norteamericano Jimmy Connors, que será número 1 del mundo desde principio a fin de año. Eso es lo que llama la atención de Puppo que no comprende como Connors puede estar 365 días seguidos en lo alto de la clasificación de la ATP sin haber ganado ningún torneo de Grand Slam.
El problema radica en que oficialmente Connors sólo estuvo en lo alto de la clasificación durante 13 semanas. Las 39 restantes fueron adjudicadas al tenista norteamericano ‘ad hoc’. Connors había pasado de ganar tres Grand Slam el año anterior a perder tres finales y eso tendría que haberse notado en el ranking, porque aunque Vilas tampoco lograr ganar ningún Grand Slam, sí que había triunfado en múltiples torneos menores. Su ascenso respecto al año anterior era meteórico.
Revisando los datos y actualizando el ranking semana tras semana se constata que Vilas tenía que haber sido número 1 mundial durante cinco semanas entre el mes de septiembre y octubre de 1975 y también un par de ellas a inicios de 1976.
Pero lo que Puppo descubrió y presentó al mundo hace unos años se torna en un secreto a voces cuando el año a analizar es 1977. No hizo falta ninguna revisión matemática ni ningún loco periodista para que la comunidad tenística no alzara la voz sobre la injusticia cometida con Guillermo Vilas en 1977.
En plenitud física y mental, con 25 años cumplidos, en 1977 Guillermo Vilas alcanzó la victoria en Roland Garros y el US Open alargando su excelente estado de forma saliendo victorioso en enero del año siguiente en el Open de Australia. En el 77 Vilas ganó un total de 16 torneos y sumó 46 victorias seguidas en todas las superficies (récord aun no superado) y 53 victorias consecutivas en tierra batida, hazaña que pareció inalterable hasta la aparición de Nadal.
Ganó Roland Garros perdiendo tan sólo un set en todo el torneo y destrozó a Jimmy Connors (2-6, 6-3, 7-6 y 6-0) en la final del US Open. Y sin embargo no fue número 1. Aquello sí que resultaba inconcebible. Connors fue otra vez líder todo el año exceptuando una semana de agosto en la que en lo más alto de la lista estaba el sueco Björn Börg. En 1977 Connors no ganó ningún Grand Slam. Lo más sangrante es que ni siquiera participó ni en Australia ni en Paris. Borg también se ausentó de los dos primeros grandes de año, aunque logró el triunfo en Wimbledon.
No había que ser matemático para saber que Vilas tendría que ser número 1. En una edición especial la revista ‘World Tennis’, la más influyente del mundo de la raqueta, sacaba una portada con Vilas en la que explicaba que el argentino era el verdadero número 1. Ese año Vilas había ganado 14 torneos de la ATP (2 Grand Slam), Connors 9 (ningún Grand Slam) y Borg 7 (1 Grand Slam)
Según la ATP su sistema de clasificación de tenistas es totalmente fiable. Argumentan que los posibles fallos del sistema en los años 70 son indetectables y que es imposible obtener los datos de todos los partidos jugados de aquella época. Tras aportar un extenso ensayo con más de 1.000 folios con el apoyo de un reputado matemático, Puppo obtuvo para Vilas el reconocimiento de tenistas, medios y público… así como el silencio por parte de la ATP que sigue sin reconocer la evidencia.
Jimmy Connors seguiría siendo número 1 en diferentes semanas desde ese 1977 hasta 1983, compartiendo el trono o bien con su compatriota John McEnroe o bien con Borg. Vilas volvió a ganar el Open de Australia en 1979 y consiguió alcanzar otra final de Roland Garros en 1982, pero jamás volvió a mostrar aquel excelente nivel de 1977, cuando fue el mejor tenista del planeta.
Aunque fuese de manera oficiosa.
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Dani
onGran artículo!
Gerardo Vázquez Morandeira
onMe alegro que gustase!