The Six Nations; el torneo más decimonónico de los deportes decimonónicos
En ‘Astérix en Bretaña’ el valiente galo de bigote dorado y su fiel e inseparable Obélix desembarcan al otro lado del Canal de la Mancha para ayudar a los britanos en su lucha contra Julio César. Durante su aventura tendrán que hacer frente a la extrema educación de los nativos, lo que incluso los llevara a solicitar un alto en su lucha con los romanos para tomar el agua hervida a las cinco de la tarde. Vestirán prendas de tweed, viajarán en un barco pilotado por remeros de Cambridge, verán a unos bardos firmar autógrafos (los Beatles) o tendrán problemas para conducir su carro por la izquierda, entre otras maravillosas delicias anacrónicas.
En uno de esos pasajes, Astérix y Obélix acabarán en Camulodunum (Colchester) donde verán un partido de ‘Las Cinco Tribus’. Por supuesto el grandullón de Obélix acabará saltando al césped y pronto se convertirá en estrella del encuentro, pero antes, fascinado por lo que ve, le comenta a Astérix: “Es un juego inteligente, lo llevaremos a la Galia.”
Dos milenios después Francia es por pleno derecho miembro del torneo más prestigioso que ha parido el rugby. Cuando en 1966 Albert Uderzo publique ‘Astérix chez les Bretons’ los galos ya formaban parte de un torneo que empezó como Cuatro Naciones en 1883 (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda), pasó a ser Cinco Naciones en 1910 (con la inclusión de Francia) y desde el año 2000 es el Seis Naciones (Italia). La mayor rareza la protagonizan los irlandeses, que en estos 135 años ha pasado de ser provincia autónoma a Estado independiente, dejaron la monarquía por la república y renunciaron a ser un único país para dividirse en dos mitades. Sin embargo, en lo que a rugby se refiere, Irlanda compite desde los inicios con un único equipo formado en la actualidad por jugadores irlandeses y norirlandeses en total harmonía.
Fue Winston Churchill, un hombre poco sospechoso de ser deportista pero que hubiese sido campeón olímpico de verborrea, el que dio con la más aguda definición con la que ha contado el rugby. “Se trata de un deporte de hooligans jugado por caballeros”. El aserto viene como anillo al dedo porque, aunque a ojos del espectador inexperto el rugby es de una brutalidad pasmosa, cuenta con unas reglas y tácticas complejas y rígidas que son seguidas con total concordia y deportividad. Es el deporte decimonónico por excelencia. Creado hace dos siglos, se ha mantenido prácticamente inflexible en sus ideales hasta hace apenas unas décadas. Aunque la mercadotecnia y el estrellismo (Lomu, Wilkinson, O’Driscoll) ha hecho tambalear sus cimientos, es increíble observar cómo sigue conservando buena parte de su misticismo, su amateurismo y sus tradiciones.
Si bien la profesionalización y la creación del Mundial en 1987 llevaron al rugby a otra dimensión y si también es cierto que es en el hemisferio sur donde está la hegemonía del deporte del balón ovalado (hasta la fecha Inglaterra es el único país europeo que ha ganado un Mundial palideciendo ante Nueva Zelanda (3), Sudáfrica (3) y Australia (2)), no existe nada comparable al Seis Naciones en lo que a rugby se refiere.
En este todos contra todos, Inglaterra y Escocia dominaron las primeras ediciones, pero fue Gales quien en 1893 conquistó por vez primera la Triple Corona. Los galeses estuvieron invictos en casa entre 1900 y 1913, pero pronto los ingleses se mantuvieron como la selección a batir mejorando el registro y permaneciendo intocables entre 1910 y 1926. En esos años Inglaterra había conquistado el Grand Slam en cinco ocasiones, mientras que Escocia había sumado el primero en 1925.
¿Qué es el Grand Slam? Además del trofeo como vencedor del Seis Naciones, durante la competición hay múltiples batallas que deben ser libradas. El Grand Slam no es un trofeo, simplemente es un honor. Se otorga a aquel que gana el Seis Naciones venciendo en todos y cada uno de sus partidos. Son los ingleses los que hasta la fecha más veces lo han logrado (13 ocasiones de 29 títulos conseguidos). Gales (28 títulos y 12 Grand Slam), Francia (17/9), Escocia (15/3), Irlanda (14/3) e Italia (0/0) cierran la clasificación. La Triple Corona (Triple Crown) tampoco es un trofeo, sino una mención, y es para aquel país que logra vencer a los otros tres equipos de las Islas Británicas, es decir, una mini competición en la que no participan franceses ni italianos.
Los franceses entraron en disputa en 1910 aunque fueron expulsados en 1931 acusados de ser demasiados violentos y de pagar bajo cuerda a sus jugadores. Los galos volvieron tras la II Guerra Mundial, donde fallecieron muchos deportistas, aunque no se llegó a la formidable cifra de 111 jugadores de rugby caídos entre 1914 y 1919 en las trincheras del norte de Europa. Los franceses hubieron de esperar a 1959 para lograr su primer título y en 1968 sumaron su primer Grand Slam.
Luego vino una edad de oro para el rugby galés que dominó con fiereza los 70 al igual que el rugby champagne francés los hizo en los 80. Antes, en 1973, se dio un quíntuple empate, caso enormemente curioso. Desde 1993 esto es imposible que vuelva a suceder, ya que los empates se dirimen por diferencia de tantos o por mayor número de ensayos conseguidos. Son cuatro puntos por triunfo, dos por empate y un cero en caso de derrota. En 2017 se inauguró una bonificación de un punto ofensivo por anotar al menos cuatro ensayos y otro punto, en este caso defensivo, si el que pierde lo hace por menos de siete puntos de diferencia. Lo que sigue siendo tabú, a pesar de la ayuda de la tecnología, es poner en duda una decisión arbitral. Está prohibido discutir las decisiones del trencilla y siempre hay que acercarse a parlamentar con él interpelándole como señor.
En el 2000 entra en liza Italia y nace el Seis Naciones. Los transalpinos lograron contra todo pronóstico la victoria en su debut ante Escocia, sorprendiendo a propios y extraños, aunque a partir de ahí encadenaron catorce derrotas consecutivas. Año tras año luchan por evitar la Cuchara de Madera, y aunque mejoran a pasos agigantados, más de dos décadas después sigue pareciendo ciencia ficción que se alcen con la victoria. Italia es incapaz de doblegar tanto a Francia como a Inglaterra, sea en el estadio Flaminio de Roma o sea a domicilio. Son cinco los partidos del Seis Naciones por lo que no existe la ida y la vuelta. Un sistema rotatorio determina a quien le toca ejercer como local en función del año en disputa.
¿Y qué es la Cuchara de madera? La Cuchara de madera (Wooden spoon) es un irónico trofeo que se entrega al equipo que pierde todos y cada uno de sus partidos. Hasta en doce ocasiones entre 2000 y 2022 semejante deshonor ha recaído en Italia, que lucha año tras año por escapar de esa aberración. A parte de la Wooden spoon en cada partido del Seis Naciones se entrega un trofeo en cada duelo particular. El Millennium Trophy, con su característica forma de vikingo, data de 1989 y se la da al vencedor del partido entre Irlanda e Inglaterra. De ese mismo año es el Centenary Quaich, disputado entre Irlanda y Escocia. Otros son el Trofeo Garibaldi (2007 Francia vs Italia), Auld Alliance (2018 Escocia vs Francia) y el Doddie Wier (2019 Escocia vs Gales). Sorprendentemente a nadie se le ha ocurrido todavía dotar de un trofeo el enfrentamiento entre franceses e ingleses.
Pero el origen de todos ellos es la Copa Calcuta. El inicio de todos estos ritos tuvo lugar el día de Navidad de 1872. Fue en Calcuta, hoy megalópolis de la India y por entonces prospera ciudad del Imperio Británico, donde se jugó un partido de rugby que enfrentó a Inglaterra frente a un combinado de jugadores de Escocia, Gales e Irlanda. Tal fue el éxito de la iniciativa que una semana más tarde se repitió el enfrentamiento y pronto todos los allí presentes fundaron el Calcutta Football Club.
El equipo se unió a la RFU (Rugby Football Union) pero, tras un año de grandes dificultades, comprendieron que era imposible competir regularmente con los equipos de rugby de las Islas Británicas situados a 8.000 kilómetros de distancia. Así pues, decidieron disolver el equipo y retirar los fondos del banco. Con ese dinero encargaron una copa de plata que donaron a la RFU con el compromiso de que a partir de 1878 se disputase un encuentro anual entre Inglaterra y Escocia, siendo un año anfitrión una selección y al siguiente la otra, cuyo vencedor sería el poseedor de una copa de manufactura india de 45 centímetros de alto.
Había nacido la Calcutta Cup. El origen del Seis Naciones.
— LA ARISTOCRACIA DEL RUGBY —
Toda nación que participa en el Seis Naciones tiene su apodo, su nombre de guerra. Hasta Italia tiene su propio alias. Los transalpinos fueron considerados durante años los sextos mejores de Europa en dura pugna con Rumania o la antigua Unión Soviética hasta que en 2000 entraron en el selecto club de los grandes. Son conocidos como los ‘azzurri’ debido al color azul cielo de sus camisetas que honra a la Casa de Saboya, reinante en Italia desde la independencia hasta 1945. Abolida la monarquía, la camiseta adoptó un escudo (scudetto) con la bandera tricolor con una corona de laurel dorada.
El ‘XV del gallo’ es motivo de mofa y de orgullo a partes iguales. Si bien es cierto que gallo deriva de la palabra galo, nombre con el que el Imperio Romano se refería a buena parte de lo que hoy es Francia, pronto los franceses adoptaron como emblema al gallo, el macho de la gallina. Sin ser un símbolo oficial representa el orgullo y la grandeza francesa y para el resto del mundo su suficiencia y su vanidad. Su chauvinismo. A Francia también se le conoce como ‘les bleus’ por el intenso azul de su camiseta de juego.
En Gales el rugby es el deporte nacional y en el ratio practicantes /habitantes incluso superan a Nueva Zelanda. Los galeses utilizan como símbolo a un dragón, en este caso un animal mitológico. El dragón proviene de la colonización romana, pues era un emblema que los ejércitos usaban en sus estandartes. Pero su uso en la idiosincrasia galesa viene de mucho más atrás. La leyenda cuenta que existía un dragón de color blanco que representaba el mal y un dragón de color rojo adalid del bien. El mago Berlín fue quien los liberó de su lucha y de esa pelea resultó vencedor el dragón rojo. Siglos más tarde el rey de Gales Uther Pendragon decidió tomar como emblema de Gales el dragón.
Los galeses también son conocidos como ‘el XV del puerro’ y por las tres plumas de un avestruz. El puerro data del siglo VI, cuando los galeses, junto a otros pueblos celtas, combatieron ante los sajones. Los aliados celtas decidieron colocar un puerro sobre sus cascos para distinguirse del enemigo resultando victoriosos de la contienda. Por su parte las plumas de avestruz datan del siglo XIV, cuando tras la batalla de Crecy (1346) una coalición de británicos y bohemios derrotó a los franceses. Fruto de esa unión el rey de Bohemia concedió al príncipe de Gales las tres plumas de avestruz para añadir a su escudo heráldico como símbolo de su honor.
El escudo de la selección inglesa de rugby se remonta al siglo XV. Por aquel entonces se produjo una guerra civil por el trono de Inglaterra entre la Casa de Lancaster y la Casa de York. Los primeros tenían como símbolo una rosa roja mientras que los segundos lucían como emblema una rosa blanca, por ello la disputa pasó a la posteridad con el nombre de la Guerra de las Dos Rosas. El conflicto terminó en 1485 con la victoria de Enrique Tudor de la Casa de Lancaster. Pero Enrique, sabiamente, decidió casarse con Elisabeth de York, uniendo las dos casas para siempre y creando la dinastía de los Tudor. Fue entonces cuando se estableció como emblema de los Tudor una rosa roja que en su interior porta una pequeña rosa blanca. A pesar de que hoy la familia real inglesa pertenece a la dinastía de los Windsor, la selección de rugby de Inglaterra sigue siendo conocida como el ‘XV de la rosa’.
Escocia es para todos el ‘XV del cardo’, nombre que proviene de una batalla contra los vikingos en el siglo XI. Los nórdicos desembarcaron en las inhóspitas tierras altas escocesas y la leyenda cuenta que los gritos de dolor de los vikingos al pisar encima de los cardos fue lo que alertó a los escoceses. El ejército se puso en marcha y pudieron detenerlos antes de que llegasen a los núcleos de población.
Irlanda es el ‘XV del trébol’ por cuestiones puramente religiosas. Se dice que en el siglo V San Patricio llegó a las costas irlandesas y recorrió la isla de cabo a rabo introduciendo el cristianismo en Irlanda. Para que los nativos comprendiesen la complejidad del misterio de la Santísima Trinidad arrancó un trébol del suelo. San Patricio les contó que al igual que las tres hojas del trébol conforman una única planta, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo representaban a una sola persona. Irlanda, al igual que Polonia, no se puede entender sin el cristianismo. Más allá de la espiritualidad, el catolicismo está intrínsecamente unido a la nación, y, por supuesto, a su selección de rugby. La complejidad es tal que mientras ‘el XV del trébol’ canta el himno nacional (A soldier’s song) cuando juegan en el Aviva Stadium en Dublín, cambian de cántico al jugar en territorio británico (Ireland call) para no herir susceptibilidades políticas con sus vecinos, y en el rugby compañeros, de Irlanda del Norte.
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