A los 30 años de la Copa Confederaciones
Fah Bin Abdulaziz conoció Marbella en la década de los 70. Pronto se enamoró del lugar. Tierra Santa. Así bautizó a la costa malagueña. Allí cultivó excesos tras excesos. Atracaba su yate en Puerto Banús y desplegaba por calles malacitanas su séquito de cientos de personas. Los de aquí encantados, con sueldos que superaban los 3.000 euros de la época y jugosas propinas aparte. La mansión manaba oro en una finca de mil hectáreas. Por el camino donaciones astronómicas para construir viviendas y crear jardines. Por las noches partidas de póker con champán y tapitas de caviar Beluga en pocillos de oro. Fah Bin Abdulaziz no era otro que el Príncipe Fahd. Y desde 1982 el Rey Fahd de Arabía Saudita.
En España el Rey Fahd también cultivó una pasión desmedida por el fútbol. Dicen que, entre otras muchas cosas bastante pecaminosas, el Rey Fahd y el Rey Juan Carlos I compartían noches de fútbol. Así que, podrido de dinero y con voz y mando para hacer lo que le viniese en gana en su despótico país, el Rey Fahd decidió crear un torneo de fútbol.
Por lo tanto, a mediados de octubre de 1992 tres selecciones sucumbieron a los encantos del dinero y arribaron a Riad para disputar un torneo de fútbol de corte internacional. Se trataban de Costa de Marfil, vigente ganador de la Copa de África, Estados Unidos, reciente vencedor de la Copa de Oro y Argentina, flamante campeón de la Copa América. Inmersos en el vertiginoso calendario futbolístico, el Rey Fahd fue incapaz de convencer a ningún país europeo para participar en su capricho. Además, en los Países Bajos no hacia especial gracia la oferta dado que los siempre hinchados neerlandeses eran uno de los países más beligerantes con el régimen saudita. Y los Van Basten, Gullit y compañía ostentaban entonces el trono europeo.
Por consiguiente, la modesta selección de fútbol de Arabía Saudita sería la cuarta en discordia. El torneo se disputó en el estadio Rey Fahd (lógicamente), un modernísimo recinto que en su día fue el primero en ser totalmente cubierto y que contaba con 70.000 asientos. Y lo cierto es que el Rey Fahd vio cumplido su sueño, porque Argentina se deshizo con facilidad de Costa de Marfil (4-0) en una semifinal mientras que Arabía Saudí derrotó con inusitada y suma destreza a Estados Unidos (3-0) en la otra semifinal. Los argentinos vencieron a los saudís en la final (3-1) y se coronaron campeones con goles de Leonardo Rodríguez, Caniggia y Simeone.
Era un 20 de octubre de 1992. Hace ahora treinta años.
El invento tuvo cierto éxito y en 1995 el Rey Fahd repitió la operación poniendo la guinda al pastel. A Arabía Saudita, como anfitrión, se le unieron los campeones de la Conmebol, UEFA, Concacaf, AFC y CAF. Es decir, todos los habidos y por haber con perdón de Australia y la Antártida, si es que los pingüinos alguna vez se animen a jugar al fútbol. En esta ocasión hasta hubo dos grupos clasificatorios y en la final por todos esperada la Dinamarca de Michael Laudrup batió por 2-0 a la Argentina de Batistuta.
Por entonces el mandamás de la FIFA era el brasileño Joao Havelange. El llamado por algunos ‘Padrino’ del fútbol había convertido al balompié en un negocio milmillonario a cambio de sobornos y otros hechos no probados de los que es más conveniente no hablar. El caso es que Havelange vio otra oportunidad de hacer caja e hizo suya la Copa Rey Fahd. A partir de 1997 tendría carácter bianual y pasaría a llamarse Copa Confederaciones.
La primera edición oficial tendría lugar en Arabía Saudita para contentar al Rey Fahd. El torneo tendría dos grupos de cuatro equipos para un total de ocho participantes. Estaban los seis campeones de las seis confederaciones de la FIFA (ya contaban los pobres oceánicos) y Brasil como vigente vencedor del Mundial. Dado que Arabía Saudita además de anfitrión era vencedor de la Copa de Asia se invitó asimismo a Emiratos Árabes Unidos por entonces subcampeón. Habría semifinales, tercer puesto y final. Ganó Brasil…a Australia (que había tumbado a Uruguay) por 6-0 con ‘hat-trick’ de Ronaldo y otro de Romario.
El torneo tenía su aquel y se jugaba en diciembre apenas días antes de que se disputase la Copa Libertadores. No molestaba mucho en un calendario por entonces no excesivamente saturado y en una época donde las grandes ligas bajaban el pistón. Tras esa edición México logró un trofeo y Francia se proclamó bicampeón. Éste último triunfo, en 2003, es terriblemente recordado por el fallecimiento en medio de un partido del camerunés Marc-Vivien Foé víctima de un paro cardiaco.
En 2005 la FIFA decidió darle una vuelta de tuerca al torneo. La Copa Confederaciones pasó a ser cuatrienal y se celebraría en años impares, exactamente en el año anterior a la celebración al Mundial. El torneo pasaba a tener quince días de duración y se disputaría en junio. El anfitrión sería el país organizador del Mundial de doce meses más tarde. La intención de la FIFA era ganar dinero, pero también testar las sedes, la capacidad hotelera y los estadios que albergarían uno de los eventos más mediáticos del planeta.
La idea era buena. Y la Copa Confederaciones pasó a tener una enjundia de alto copete. En 2005 Alemania ejerció de anfitrión en un torneo que ganó Brasil. Los cariocas repitieron triunfo en Sudáfrica en 2009 y nuevamente ganaron en 2013 esta vez en Maracaná tras pasar por encima de España. Para 2017 el ganador fue Alemania en la final disputada en Moscú ante Chile. Eran diez las ediciones disputadas en total y Brasil se mostraba como la selección más laureada con cuatro entorchados. No en vano también son el país con más Mundiales a pesar de que suman dos décadas de sequía.
Pero en 2019 a la FIFA le dio por inventarse un nuevo torneo. Le dio en llamarlo Mundial de Clubes y tendría lugar en el verano anterior al Mundial, justo cuando se celebraba la Copa Confederaciones. La FIFA veía más interesante reunir a 24 equipos de todo el planeta en lugar de a ocho selecciones.
¿Por qué? Buena pregunta sin más respuesta que el bendito dinero.
Pero es que la Copa Confederaciones estaba herida de muerte. La edición de 2021 se debería haber disputado en Qatar. ¿Cuándo? En junio, algo totalmente inviable en un país cuyos veranos coquetean permanentemente con los 50 grados centígrados. Y una cosa es cambiar el calendario del fútbol internacional para que el Mundial se dispute en diciembre (y ya bastantes quebraderos de cabeza ha provocado) y otra cosa es hacer lo propio para competir en la Copa Confederaciones.
Total, que la FIFA pensó en llevar la Confederaciones a otro país. Pero en estas apareció el coronavirus y el tema quedó en un cajón pudriéndose de polvo. La Eurocopa y la Copa América que se iban a disputar en 2020 pasaron a celebrarse en 2021, por lo que el Mundial de Clubes que tendría lugar en 2021 pasó a aplazarse también y quedó fijado para 2022. A la hora de escribir estas líneas sigue sin tener fecha fijada.
Y mientras todo esto sucedía y la Copa Confederaciones quedaba olvidada, la Conmebol y la UEFA, que son hijas de la FIFA pero que tienen al menos tanto poder como la madre, decidieron crear la ‘Finalissima’, que enfrenta a los campeones de América y de Europa y que viene a continuar la herencia de la Copa Artemio Franchi, que ya intentó sin demasiado éxito hacer lo propio en la década de 1980.
Asi que la Copa Confederaciones quedará en el recuerdo como un torneo que tuvo un fugaz pero fructífero pasó por el calendario gracias a la iniciativa del Rey Fahd. Brasil (4), Francia (2) y Argentina, Mexico, Alemania y Dinamarca en una ocasión podrán presumir de lucir en sus vitrinas un trofeo que ha pasado a mejor vida. Con ello feneció la maldición que decía que ningún ganador de la Copa Confederaciones ha logrado vencer en el Mundial posterior. Fue también la Copa Confederaciones el primer torneo oficial FIFA donde se implantó el VAR. Y es también la Copa Confederaciones donde allá por 1997 Roberto Carlos marcó uno de los goles más legendarios jamás anotados.
Otros torneos del pasado
Desglosando al mejor de la historia (un repaso sobre los más grandes a través de varios artículos)
Templos del fútbol (coliseos del balón del pasado y del presente)
Cuando la UEFA eliminó las semifinales de la Liga de Campeones (una Champions con pase directo a la final)
¿Por qué Uruguay lleva cuatro estrellas de campeón del mundo? (cuando ganar los Juegos Olímpicos era como ganar el Mundial)
Copa Mitropa (la Copa de Europa de antes de la II Guerra Mundial)
Tiranos olvidados por el paso del tiempo (sobre grandes campeones que vivieron tiempos mejores)