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Origen, evolución y explosión del lanzamiento exterior (1ª parte)

El profesor James Naismith se aburria. Sus alumnos también. La nieve y el hielo eran comunes durante meses. La hierba se convertía en escarcha y las manos se entumecían al salir a la calle. Aquel profesor de educación física de Nueva Inglaterra, el estado más septentrional de Estados Unidos, necesitaba convertir los tediosos inviernos de gimnasio en tan atractivos como los veranos de fútbol americano. Con la ayuda de dos cestos de mimbre y una pelota ideó un nuevo juego. Colocó los cestos en el dintel de las puertas del gimnasio, las cuales estaban exactamente a 3,05 metros de altura, dividió a sus chicos en dos equipos y los invitó a intentar introducir el balón en el cesto rival.

Había nacido el baloncesto.

En aquel primigenio partido no se podía tocar al rival ni desplazarse con el balón. La clave del juego estaba en la asociación entre semejantes. El pase era la llave que abría el candado del baloncesto. Cuenta Naismith en su diario que en aquel primer partido celebrado en diciembre de 1891 hubo una única canasta convertida a unos siete metros y medio del aro (del cesto, para ser más precisos).

Hoy hubiese sido un triple. De aquella no. Faltaban más de ochenta años para que naciese el tiro de tres puntos.

Naismith concibió un deporte con unas reglas. Un deporte pensado en la solidaridad y el trabajo en equipo, pero sin teoría ni conceptos. La mecánica de tiro como concepto no existía en un principio. El lanzamiento se producía cuando el cerebro equilibraba la posibilidad de conseguir una canasta en función del espacio-tiempo. Al igual que hay quien escribe sin sujetar correctamente el bolígrafo o quien come sin poseer con eficacia el tenedor, cada cual lanzaba a canasta como buenamente podía. De hecho, hubieron de pasar décadas antes de que alguien considerase que era correcto y que no era para lanzar a canasta.

En un principio el lanzamiento más habitual era el de cuchara. Hoy sigue presente en los niños que se niegan a jugar a minibasket y aspiran a elevar la pelota a 3,05 metros del suelo. También a aquellos que por edad carecen de fuerza física para coger el balón o simplemente porque es la primera vez que se presentan ante tal reto. Para todos los demás hay carcajada asegurada. Pero en un principio ese era el lanzamiento estándar.

El tiro consta de tres partes bien diferenciadas. En primer lugar se coge el balón con las dos manos, bien sea tras bote o sea tras pase, lo que se da en conocer como ‘catch and shoot’. La teoría sostiene que colocar las manos en forma de ‘T’, siendo una la que sujeta y otra la que apunta, es la correcta. La práctica dice que lo importante es la comodidad del lanzador al sujetar la pelota.

Sea cual sea la forma elegida para coger el balón, será crucial para las dos siguientes fases del lanzamiento. El siguiente paso es la tracción y el impulso, donde tanto la fuerza como el arco del brazo determinarán el lanzamiento. Hay decenas de desarrollos distintos de la técnica, todos igual de válidos, que serán cruciales para la tercera parte que podríamos denominar terminal. Aquí es cuando además de las manos, adquiere importancia el resto del cuerpo, fundamentalmente las piernas, que sirven de contrapeso para equilibrar el lanzamiento. Luego hay jugadores que al despedir el balón de sus manos atentan contra la gravedad dejándolas al aire como una continuación del lanzamiento. Es este un recurso más mental que físico, del que solo se sirven los tiradores maestros que advierten con suma nitidez el acierto (Larry Bird).

Villanos: Larry Bird, el rubio que se cagaba en tu árbol genealógico
Larry Bird

Más allá de la teoría, es la práctica la que determina quien es un buen repetidor. Todos los grandes tiradores, sea cual sea su mecánica, lo son por una tremenda ética de trabajo. Si la comprensión del juego, la búsqueda de espacios para el pase, la posición defensiva o la técnica de colocación para atrapar un rebote se pueden estudiar, el tiro, aun teniendo una basta teoría, se basa en la repetición. Por ello hay múltiples formas de lanzamiento y todas son válidas mientras alcancen su objetivo.

Como cualquier otro deporte el baloncesto ha ido evolucionando (y mejorando) pero hay aspectos en los que lo ha hecho de forma más notoria que en otros. Si uno observa imágenes de archivo de tiempos pasados verá como la posición para defender o para alcanzar un rebote no dista mucho de la actual. Observará sin embargo una gran diferencia en el manejo del balón y en el lanzamiento. Acerca del manejo de balón hace años que se llegó a la cima y no hay más margen de mejora. Intrépidos jugadores con diabluras con derecha e izquierda existen desde hace medio siglo. Igualmente, poco más hay que inventar respecto a vuelos sin motor por encima del aro. Sin embargo, la explosión del lanzamiento exterior ha sido relativamente reciente y a unos niveles que se antojan inexplicables.

Desde aquella tarde de 1891 hubo de existir pequeños jugadores que prefirieron lanzar a cinco o seis metros del aro en vez de recibir golpes y codazos dentro de la zona. Debió haberlos, pero no los conocemos. Fue el historiador John Christgau el que estableció en la década de 1930 el nacimiento del tiro en suspensión. Hasta entonces el lanzamiento se hacía con los pies parados y sacando los brazos desde el pecho. No había necesidad de hacer más fuerza dado que los lanzamientos o bien eran bandejas (por parte de los pequeños) o cómodos tiros desde cerca del aro (por parte de los grandes). Christgau considera que es por entonces cuando dos pequeños llamados John Cooper y Kenny Sailors deciden tomar impulso con un salto para poder lanzar desde más lejos y evitar a los hombres altos rivales.

El primer tirador del que tenemos datos reales es Frank Selvy, al que le dio por anotar 100 puntos en un partido de la NCAA (la liga universitaria estadounidense) en 1954. Al menos una docena de sus 41 lanzamientos habrían sido triples de haber existido la línea, lo que da muestra de que hablamos de un lanzador con un gran rango de tiro. No es casualidad que 1954 sea el año en el que eclosione Selvy. En ese año se estableció la regla de los 24 segundos de posesión (30 en el mundo FIBA) que penalizaba el juego estático bajo el aro y favorecía la rápida circulación de balón. Hasta entonces los marcadores eran bajos, ya que el equipo que se ponía por delante solo tenía que administrar la ventaja manteniendo el balón en posesión de sus intocables hombres altos. George Mikan, un colosal jugador de 2,08 metros, lideró hasta a cinco campeonatos de la NBA a los Minneapolis Lakers antes de que el reloj de posesión acabase con su dominio del juego.

What to do next is problem for Lakers' Frank Selvy — Calisphere
Frank Selvy con el balón

Tras la norma de los 24 segundos de posesión los tiradores exteriores dejaron de ser una rareza para convertirse en un arma de ataque mortífera. En los 60 Paul Arizin representó al primer gran tirador del que se tiene constancia. Lo hizo no sólo por sus números, sino por ser la primera estrella en levantar los pies del suelo para pasar por encima del lanzador. Arizin (1950-62) fue el divulgador del tiro en suspensión que permitía lanzar con claridad al dejar las manos del defensor atrás durante unas décimas de segundo. Al calor de la innovación de Arizin surgirán leyendas como Bill Sharman, Elgin Baylor o Sam Jones ‘The Shooter’. Este último, ganador de diez anillos de la NBA con los Celtics (1957-69), convirtió el tiro en suspensión apoyándose del tablero en un arte precioso y efectivo, hoy, lamentablemente, en desuso.

Pero el primer gran tirador, el hombre que convertirá el lanzamiento exterior en un arma ofensiva sin parangón, será Jerry West. El ‘logo’, el hombre que con su silueta representa la NBA, fue durante 14 temporadas (1960-74) la vanguardia del lanzamiento en movimiento. West no contaba con puntuales aciertos, sino con una exhibición de tiros con un porcentaje de conversión altísimo. West es el primer exterior que se va más allá del 50% de acierto en tiros anotando entre 25 y 30 puntos por partido. Con él ya está modelada la mecánica de tiro estándar que ha llegado a nuestros días. Suspensión de pies, alzar el tronco y tiro frontal en un rango de seis metros. En tres décadas, el crecimiento de porcentaje de tiro en la NBA aumenta cerca de un 15% por ciento. No es de extrañar que los mejores reboteadores de todos los tiempos se citen en los 60. A partir de entonces el número de fallos desciende y con ello también el número de rechaces.

NBA Finals: Jerry West's fire burns as deep as ever with Warriors - Sports  Illustrated
Jerry West

Véase que me estoy adscribiendo únicamente al baloncesto NBA. Es cierto que jugadores como Emiliano o Manuel Raga fueron consumados tiradores, pero no será hasta el cambio de la década de 1970 con la de 1980 cuando el baloncesto del resto del mundo, concretamente europeo, pueda debatirle ciertos aspectos a la NBA. Hasta entonces los mejores jugadores del planeta jugaban sin discusión en territorio norteamericano. Armenak Alachachian, base armenio del CSKA, era a inicios de los 60 el mejor en su posición en competiciones FIBA. Asombraba a sus compañeros y a sus rivales lanzando el balón a tablero para luego coger el rebote y anotar. El truco de magia levantaba al público de sus asientos, pero evidenciaba la carencia de Alachachian para lanzar a canasta más allá de cinco metros.

Para los 70 el tiro exterior es un arma reconocible. El empleo de la muñeca para abrir defensas y minusvalorar el peso y la altura convierte en leyendas a David Thompson, Julius Erving, George Gervin y, más adelante, a Alex English o Andrew Toney. De igual modo lo hará al otro lado del Atlántico con Serguei Belov y años después con Juan Antonio San Epifanio ‘Epi’. Aun así, convivían estructuras del Antiguo Régimen con otras más propias de la modernidad. Rick Barry (1965-80), excepcional escolta que llegó a promediar 35’6 puntos en una temporada, combinaba una perfecta y refinada suspensión a seis metros con un preciso lanzamiento a cuchara de tiros libres con una efectividad superior al 90%.

En todo caso ya era tan común y estaba tan perfeccionado el tiro de larga distancia que era necesario romper una nueva frontera. Por ello la ABA (American Basketball Association) creó una competición más desenfadada y más pegada al baloncesto callejero que, entre otras innovaciones, planteó la creación de una línea de tres puntos a unos siete metros del aro (oscila entre 6’75 y 7’25 en función de si estamos enfrente de la canasta o lanzamos desde un lateral). Aquella liga feneció abatida por las drogas, las deudas y la falta de público, pero ideas como el triple o el concurso de mates no tardarán en llegar a la NBA.

La ABA era una competición que repugnaba al establishment blanco de la NBA. Así que tuvo que ser un blanco el que rompiera los códigos establecidos. Pete Maravich (1970-80) aún posee el récord de anotación en una temporada en liga universitaria (44’2 puntos sin triples). En su década en la NBA además de acumular jugadas inverosímiles también sumó lanzamientos de siete u ocho metros sin que existiera la línea de triple. En pleno debate sobre la conveniencia o no del triple, aquel blanco irreverente, que no fue más porque no quiso, acumula orgías anotadoras a distancia con lanzamientos a dos pies parados en movimiento que parecen varias décadas adelantadas a su tiempo.

Toda esta evolución en el lanzamiento desde que 80 años antes naciese este deporte dará como resultado el establecimiento en la NBA de 1979 de la línea de tres puntos. En el mundo FIBA hubo que esperar a 1984 para una modesta línea triple de 6’25 metros (corregida a 6’75 de la vertical del aro en la actualidad). La maniobra es concebida para descargar las zonas y hacer más interesante el juego, abriendo la pista ante el continuo aumento de talla de los jugadores y explorando un tipo de baloncesto más rápido y menos espeso.

No One Can Cap The Pistol: Twilight for Pete Maravich, hoops' most talented  loser - Sports Illustrated
Pete ‘Pistol’ Maravich

El experimento comenzó con mucha modestia. Surgieron jugadores que hicieron del tiro de tres puntos su modo de vida como Danny Ainge, Craig Hodges, Dale Ellis o Glen Rice en Estados Unidos o Vladimir Valters, Rimas Kurtinatis, Antonello Riva, Chicho Sibilio, Andrew Gaze o Danko Cvejeticanin en el resto del planeta, pero en general el triple seguía siendo un ‘rara avis’. Los porcentajes aun eran bajos (en torno al 25% general frente al cerca del 40% actual) y los grandes tiradores seguían prefiriendo la media distancia. Chris Mullin, Allan Houston, Drazen Petrovic, el ya citado Epi o el incombustible Óscar Schmidt son recordados como excelsos triplistas, cuando la mayoría de sus puntos provenían de la media distancia.

Quizás el caso más carismático de esta dualidad entre lo viejo y lo nuevo sea el del gran Larry Bird (1979-92). Al igual que en el caso del brasileño Óscar Schmidt (1977-96), la iconografía nos habla de francotiradores cuando la realidad es bien distinta. Cuando Bird estableció su récord personal de 60 puntos en 1985 apenas anotó 1/4 en triples. Pero ‘Larry Legend’ es la viva expresión del triplista, del tirador con rachas de acierto místicas e incomprensibles. Bird dotó de personalidad al triplista que dispone del último tiro para ganar el partido y contribuyó a definir las rachas de tiro como la mayor virtud, esencia y particularidad del tirador, cualidad a la que ningún otro jugador puede llegar. Bird lo hizo a golpe de partidos y títulos de la NBA, pero también gracias a los concursos de triple que él elevó a la categoría de arte al ganarlos con una elegancia y una suficiencia jamás repetida.

Con Bird se inició además una era en la que, paso a paso, el juego pasó a estar definido por los tiradores y no por los interiores. No tenían que ser necesariamente triplistas (Michael Jordan o Dejan Bodiroga), pero el eje del juego pasó de los hombres altos a los exteriores, hasta tal punto que obligó a los pívots a transformarse en tiradores, como veremos más adelante.

Larry Bird también es el tirador lateral más perfecto que nunca haya existido. Según el periodista y estudioso Gonzalo Vázquez (con el que nada tengo que ver) existen cuatro tipos de tiradores: frontal, oblicuo, elevado y lateral. Bird realizaba un lanzamiento lateral, el menos común pero también el más específico gesto de un tirador. Su característica reside en que en la formación del tiro el jugador desplaza el balón a un lado de la cabeza. Al colocarse de perfil la belleza geométrica es cuasi perfecta generando una hermosura para añadir al amplio arco del lanzamiento. Dirk Nowitzki es un genuino seguidor de Bird, y lanzadores laterales también fueron John Stockton, Derek Fischer o Jordi Villacampa.

El más habitual de los cuatro es el lanzamiento frontal. El factor de fuerza cae únicamente en un brazo mientras el izquierdo (si eres diestro) únicamente sirve de apoyo. Existen jugadores que ni siquiera necesitarían del brazo de apoyo para lanzar (Adrian Smith, Dejan Bodiroga), mientras que otros conseguirán unir ambos para lograr resultados excelsos (Allen Iverson, Lebron James, Alberto Herreros o Juan Carlos Navarro).

John Havlicek, como más adelante harán Charles Barkley, Scottie Pippen, Jason Terry o José Manuel Calderón, abría los codos y descargaba la fuerza del lanzamiento en los dos brazos. Este tipo de lanzamiento es llamado el oblicuo, quizás uno de los menos agraciados a la vista. Por último, nos queda el tirador elevado. Como su propio nombre indica en esta posición el balón se pone por encima de la cabeza usando mayor fuerza en los brazos y menos en la suspensión de las piernas. Este tipo de lanzamiento es muy habitual entre los pívots (McHale Olajuwon, Ewing, Duncan, Pau y Marc Gasol), aunque también es usado por jugadores pequeños especializados en lanzamientos de cuatro o cinco metros para sortear tapones del rival (Tracy McGrady o Nikos Galis).

FrontalARRASTRE
Tipos de lanzamiento

“Nunca practiqué el triple. La única vez que practiqué fue para el concurso de 1988. Danny Ainge cogía los rebotes y yo lanzaba desde el lugar correspondiente. Pero nunca en mi carrera me puse a tirar 100 triples después de cada entrenamiento. No sé el motivo por el que no me gustaba el triple. Sólo lo veía necesario en determinadas situaciones”. Larry Bird, un triplista que nunca tiraba triples.

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