Cuando Abdón Porte decidió suicidarse
“El día que no esté en condiciones de jugar para Nacional me pegó un tiro”. No fue una, sino varias, las veces que Abdón Porte dijo tal afirmación años antes de morir. Nunca nadie se lo tomó en serio. Para Porte no existía hecho mayor en la vida que jugar al fútbol. A medida que los años pasaban y el cuerpo se desgastaba, Porte percibía que su existencia no tenía sentido si no podía disfrutar de su más loca pasión. Abdón Porte avisó. No hizo más que cumplir con sus amenazas.
Pivote aguerrido, comprometido y fabuloso en el juego aéreo, Abdón Porte fichó por el Nacional de Montevideo en 1911 a los 18 años de edad. Pronto se afianzó como líder de los tricolores ayudándolos a ganar por vez primera tres títulos ligueros consecutivos en 1915, 1916 y 1917. Abdón Porte no sólo era el líder en la cancha, con su carisma y su entrega se convirtió en el favorito de la hinchada. Abdón Porte era el ídolo de Nacional.
Tenaz y combativo en un fútbol donde no se preguntaba antes de soltar la pierna, pronto comenzó su declive al no responder su físico a lo que pretendía su mente. Varias lesiones habían minado su despliegue. Para 1918 la directiva de Nacional ficha a Alfredo Zibechi, un centrocampista que actuaba en su misma posición y que poseía la misma garra pero mayor calidad técnica y que, a mayores, era titular indiscutible en la selección nacional. El presidente de Nacional se reunió con Porte y le explicó la situación. Le agradeció los servicios prestados y le conminó a buscarse un nuevo equipo. Era joven, apenas tenía 25 años, y mucho fútbol por delante. También le propusieron quedarse en Nacional, pero a sabiendas que sus oportunidades serían escasas.
A Abdón Porte le dio igual. Nadie le iba a decir lo que tenía que hacer. Decidió quedarse en Nacional. Incluso comenzó la temporada de titular, aunque al poco dejó su sitio en el once a Zibechi. En una época donde no existían los cambios ser suplente era la nada. Aun así la situación no era tan mala como se esperaba y a Porte se le veía feliz. Tan feliz como siempre.
El 4 de marzo, tras una victoria por 3-1 ante Charley FC en la que Abdon Porte jugó como titular, la plantilla se reunió para comentar el triunfo rodeados de algunas bebidas. La cita se prolongó hasta avanzada la noche. Pocos se percataron de que Abdon Porte fue uno de los primeros que se marchó para tomar un tranvía que lo llevaría hasta su trágico final.
Se dirigió hasta el estadio Gran Parque Central (aun hoy en pie y sede de los partidos de Nacional) con dos cartas en un bolsillo y un revólver en el otro. Una vez bajó del autobús se aventuró a entrar en el estadio. Tenía una copia de las llaves de la verja principal. Se aproximó al círculo central y sólo Dios y sus pensamientos saben lo que le pasó por la cabeza para sacarse el arma de la chaqueta y pegarse un tiro a la altura del corazón.
A la mañana siguiente un operario del club encontró el cuerpo sin vida de Abdon Porte junto a las dos misivas guardadas debajo de un sombrero de paja. Una de ellas estaba dirigida tanto a su madre como a su novia, con la que apenas un mes más tarde pretendía casarse y nunca nadie supo de su contenido. La otra era para José María Delgado, presidente del Club Atlético Nacional de Montevideo.
Decía lo siguiente:
“Querido Doctor José María Delgado. Le pido a usted y demás compañeros que hagan por mí como yo hice por ustedes: hagan por mi familia y por mi querida madre. Adiós querido amigo de la vida (…) Nacional aunque en polvo convertido y en polvo siempre amante. No olvidaré un instante lo mucho que te he querido. Adiós para siempre”. Abdón Porte solicitaba en dicha carta ser enterrado junto a Carlos y Bolívar Céspedes, dos hermanos que habían fallecido con la misma edad que Porte años atrás víctimas de la viruela, y que también habían sido futbolistas de Nacional.
La conmoción en Uruguay fue brutal, en especial cuando los compañeros de Porte explicaban que en numerosas ocasiones había amenazado con suicidarse el día que dejase de jugar al fútbol. Ante la perspectiva de ser eliminado del equipo, optó por auto eliminarse. El entierro fue multitudinario y la directiva de Nacional decidió renombrar la tribuna principal del estadio Gran Parque Central con el nombre de Abdón Porte. Ya bien entrado el siglo XXI en cada partido que juega Nacional aún se puede ver una pancarta en la grada con un claro mensaje a sus jugadores: `Por la sangre de Abdón’.
No solo la afición de Nacional, sino buena parte de los uruguayos exaltan la figura de Abdón Porte como quintaesencia de la garra charrúa. Cuando se cumplieron los cien años de su muerte se presentó una camiseta conmemorativa de color sangre que causó admiración y repugnancia a partes iguales. Para unos es lamentable y preocupante semejante exaltación del suicidio. Para otros lo que hizo Abdón Porte es una estupidez, pero una estupidez sublime e inolvidable que lo convirtió en leyenda.
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