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Los mejores partidos de la historia: Las 10 mejores palizas en partidos de selecciones de todos los tiempos

No son frecuentes las goleadas entre las selecciones de primerísimo nivel. La igualdad es manifiesta y la tensión intrínseca a los encuentros de grandes campeonatos hacen que las precauciones defensivas se sitúen por encima de las cualidades ofensivas. Con todo ello, hay resultados escandalosos que hicieron sonrojar a equipos de tronío y causaron profundo pesar en el país derrotado. Otros resultados no son tan llamativos al ser leídos, pero supusieron un baile futbolístico de tal calibre que la exhibición ha traspasado los umbrales del tiempo para permanecer perpetuamente y con letras de oro en la historia del fútbol.

Para clasificarse para la Eurocopa de 1984 la selección española debía ganar por once goles de diferencia a Malta y así superar en la diferencia de tantos a Holanda, país con el que estaba empatado a puntos. Fue un 12-1 total, un 9-0 tras el descanso. Aquel frío día navideño en Sevilla está en la memoria de cualquier español y sólo las victorias europeas y mundialistas del siglo XXI le han restado importancia. Pero eso no es una paliza. Al menos no es el tipo de paliza que buscamos. Los aquí presentes son aquellos duelos de poder a poder, de igual a igual, que sorprendentemente acabaron decantándose de manera clara y notoria por uno de los dos contendientes. Muchos de estos partidos significan el inicio de una dinastía gloriosa o el cénit de esa misma dinastía en caso de los vencedores. Para los perdedores es el principio del fin o la fecha de defunción de lo que hasta entonces era una trayectoria gloriosa.

Entre los partidos descartados encontramos un encuentro amistoso del que sólo nos quedan relatos y fotografías. Ocurrió en 1932 y enfrentó a Austria contra Hungría. Los magiares eran entonces el mejor equipo de Europa. Los austriacos eran los aspirantes. Fue el nacimiento del llamado Wunderteam (equipo maravilla) liderado por Matthias Sindelar. El denominado Mozart del fútbol anotó un hat-trick y lideró a su equipo tras un legendario baile de futbol ofensivo que acabó con un 8-2. Sólo los nazis pudieron acabar con aquella sinfonía ofensiva al anexionar Austria al III Reich un lustro más tarde. Aquello fue el inicio del Wunderteam. Lo que sucedió en 2008 fue el punto y final de la escuela soviética de juego solidario, robotizado y efectivo. A la URSS de 1960, o al Dinamo de Kiev de 1986 le sucedió la Rusia de 2008. Aquel equipo perdería en semifinales de la Eurocopa 2008 ante España para diluirse para siempre en la historia. Antes había bailado a Países Bajos (3-1) en cuartos. El choque se resolvería en la prórroga tras un empate a un tanto, pero durante los 120 minutos del duelo el dominio fue total por parte rusa. Un fútbol rápido y desenfadado liderado por Andrey Arshavin.

Nos quedaran otros dos choques en el tintero y con los mismos protagonistas, aunque con los papeles cambiados. En 1972 Inglaterra y Alemania se enfrentaron en Wembley en cuartos de la Eurocopa. Los teutones vencieron por 1-3 en el que es considerado el mejor encuentro que Beckenbauer y compañía firmaron en aquella década dorada. A su rigor táctico y a su fortaleza física añadieron un juego de combinación exquisito liderado por un Netzer, quien realizó el mejor partido de su vida. Tres décadas más tarde, en 2001, Inglaterra asaltó Múnich en partido clasificatorio para el Mundial 2002, al vencer a Alemania por 1-5. Los británicos manejaron el partido con autoridad insultante y a varias velocidades; con posesión elaborada y paciencia por un lado y al contraataque cuando le interesaba hacerlo. Michael Owen anotó tres goles aquella noche y se aseguró ganar un Balón de Oro que muchos siguen clamando para Raúl.

El día grande de Owen

Vamos pues con las 10 grandes palizas entre selecciones de todos los tiempos. Resultados llamativos y apabullante juego frente a un adversario que antes del choque era considerado un igual a igual.

10 Australia 31-0 Samoa (clasificación Mundial 2002): Vale. Estoy de acuerdo. Este partido no tendría que aparecer en esta lista. No tiene el pedigrí suficiente. Pero es la madre de todas las palizas. La mayor goleada jamás registrada en un partido oficial. Un gol cada 180 segundos. No solo eso. El discreto delantero Archie Thompson anotó 13 tantos, por supuesto, también récord no igualado e inigualable. Ese 31-0 cambió el fútbol. Al menos lo cambió al otro lado del globo, aunque en la vieja Europa no fuésemos conscientes de ello. El abuso de los aussies fue tal que la Federación Australiana de Fútbol renunció a formar parte de la Confederación de Oceanía y desde entonces forma parte de la AFC (Confederación Asiática de Fútbol) disputando las fases de clasificación para el Mundial frente a Japón o Irán y la Copa de Asia contra Corea, Arabia Saudí o China. Todos salieron ganando. Australia ha mejorado notablemente su nivel, Nueva Zelanda tiene ahora muchísimas más opciones de jugar un Mundial (como ocurrirá en 2026) y la historia de los samoanos saltó en 2023 al celuloide con el título Next goal wins (El peor equipo del mundo).

31 goles encajados…

9 Brasil 5-2 Francia (semifinal Mundial 1958): Just Fontaine respondió en el minuto nueve al gol anotado por Vavá al poco de empezar el encuentro. Era la final anticipada. Francia contaba con Jonquet en el centro de la zaga, Piantoni hilando el juego y una dupla terrible formada por Fontaine y Kopá. Brasil había sufrido al inicio del torneo, pero en cuartos de final el seleccionador Feola dio su brazo a torcer y ante el clamor popular colocó como titulares a Garrincha (24 años) y a Pelé (17 años). Entonces todo cambió. En aquella semifinal fueron treinta minutos de igualdad. En el minuto 39 un zambombazo de Didí, la estrella de Brasil (con permiso del imberbe Pelé), ponía por delante a la canarinha. Desde ese instante sólo hubo un equipo sobre el campo. La segunda parte fue un baile de Brasil dirigido por Pelé. Aquel niño bajaba a recibir el balón al centro del campo, corría la banda, filtraba un pase y aparecía en el punto de penalti para armar la pierna. Y todo lo hacía con elegancia. Y todo lo hacía con alegría. Fue un hat-trick de un adolescente que al acabar el partido ya será O Rei. Luego Piantoni maquilló el resultado final dejándolo en un 5-2. Brasil pasará a la final y repetirá resultado ante Suecia. 5-2. Pelé anotó dos tantos, uno de ellos de una plasticidad inigualable. Control con el pecho tras centro, sombrero al defensor y remate con la derecha sin dejarla caer al palo corto del portero. El jogo bonito venía para quedarse.

El nacimiento de O Rei

8 Alemania 3-0 URSS (final Eurocopa 1972): Entre 1972 y 1976 la República Federal Alemana fue un torbellino. Selección compacta, fiable, de tremenda exuberancia física y con una pegada bestial. No dominaban ni era bellos, pero eran ganadores. Así fue en el Mundial 1974, pero no fue el caso de la Eurocopa 1972. Ese año Alemania fue todo eso y además una máquina preciosista en el juego. Tras una exhibición ante Inglaterra en Wembley, Alemania echó a Bélgica en semifinales y se plantó en la final ante la temida Unión Soviética (tres finales de cuatro posibles en Eurocopa). Alemania dominó de principio a fin. Fueron tres goles, pero pudieron ser el doble o el triple. Hasta cuatro lanzamientos teutones acabaron en los postes. Maier fue un espectador más en un estadio de Heysel abarrotado por los miles y miles de alemanes que afrontaron la cercanía con Bruselas. Beckenbauer armaba desde atrás y Heynckes y Müller (que anotó un doblete en la final) ajusticiaban en el ataque. Pero la diferencia entre esa Alemania y la de dos años después radicaba en el centro del campo. El partido ante la URSS encumbró a Günter Netzer como el mejor mediocentro del mundo. Barría el balón, pasaba en corto o en largo y marcaba el tempo del partido. Netzer sufrió marcaje doble y hasta triple en algún momento del choque, por lo que el entonces jugador del Gladbach retrasó inteligentemente su posición para sacar de sitio natural a sus marcadores y darle total libertad a Wimmer, el otro mediocentro teutón. Ese año Beckenbauer, Müller y Netzer ocuparían por este orden los tres primeros puestos en la ceremonia del Balón de Oro.

Perfección germana

7 España 3-0 Rusia (semifinal Eurocopa 2008): Si entre 1972 y 1976 Alemania fue un torbellino, la selección española entre 2008 y 2012 fue un huracán. Y si los rusos cayeron por 3-0 el día del encumbramiento de Netzer, otra vez los rusos cayeron por 3-0 en este caso para el encumbramiento de Xavi Hernández. La segunda parte de aquel partido fue un rondo perfecto liderado por el metrónomo catalán. A aquella forma de jugar sobando el balón hasta gastarlo en un continuo movimiento por el campo a base de triangulaciones y primer toque se le dio en llamar tiki-taka. Su promotor fue el comentarista deportivo Andrés Montes. Aficionados y compañeros de profesión renegaron en primera instancia de tal ocurrencia, pero finalmente ha pasado a definir una forma de jugar en el que la posesión es innegable y la defensa siempre se hace con el balón. Lástima que Montes falleciese antes de que su ingenio se hiciese universal. El caso es que Luis Aragonés había apostado en darle el poder a Xavi y acompañarlo de unos locos bajitos que respondían al nombre de Andrés Iniesta y David Silva. España, que siempre había basculado entre ser toro o torero, finalmente decidía ser torero. Luis Aragonés había detectado con sabiduría que en su equipo abundaban los artistas y creó una obra de arte. En la primera parte la lesión de Villa y algún fogonazo de Arshavin hicieron que el marcador no pasase del empate a cero. La bestia se desató tras el descanso. La sinfonía fue interpretada en la segunda mitad gracias a los tantos de Xavi, Güiza y Silva, todos ellos tras jugadas bordadas con cariño y esmero.

Y Xavi dirigió la orquesta

6 Argentina 0-5 Colombia (clasificación Mundial 1994): Argentina acababa de ganar la Copa América de 1993 a la que sumó el triunfo de 1991. Llegó a sumar 33 partidos consecutivos sin perder. Colombia no llegaba a semejante racha, pero sumaba doce meses sin conocer la derrota. Maradona no estaba (acusado de drogadicto), pero sí Ruggeri, Redondo, Simeone y un colosal Batistuta. Colombia no contaba con René Higuita (acusado de camello), pero sí con Valderrama, Rincón, Valencia y Asprilla. A Colombia le bastaba el empate para clasificarse para el Mundial. Argentina necesitaba el triunfo. El perdedor tendría que jugar un repechaje en la otra punta del mundo. El encuentro se celebra en el Monumental de Buenos Aires. Argentina llevaba seis años invicta en casa. Fue un baile. Una cumbia colombiana. 0-5. Freddy Rincón anotó el 0-1 al filo del descanso gracias a una asistencia de Valderrama. En la reanudación los argentinos se lanzaron al ataque sin demasiada precisión y Colombia desparramó sus encantos basados en la precisión técnica y una excelsa velocidad para lograr una victoria histórica. Freddy Rincón anotaría otro tanto más y Faustino Asprilla firmaría un doblete de ensueño con un gol tras burlar al portero y un segundo tras una vaselina inolvidable. Pero sería el quinto el que quedaría en la retina de todos los colombianos. El balón paso de uno a otro jugador cafetero siempre bajo las órdenes de Valderrama hasta que Asprilla le dé un pase filtrado a Adolfo Valencia quien bate con suma ligereza a Sergio Goycoechea. Fue la primera derrota en casa de Argentina en una eliminatoria de clasificación para el Mundial. Nunca más Colombia ha vuelto a ganar un partido en territorio albiceleste. Valderrama y compañía regalaron una obra de arte a una nación destrozada por la violencia y donde apenas tres meses después sería abatido el narcotraficante Pablo Escobar. Luego, tras el Mundial de 1994, el cártel de la droga asesinaría al defensa Andrés Escobar por meter un gol en propia puerta ante Estados Unidos.

Once héroes cafeteros

5 Inglaterra 3-6 Hungría (amistoso 1953): El PARTIDO. Así. Con mayúsculas. Fue la primera derrota inglesa en Wembley ante un equipo no británico. Es difícil de comprender en la actualidad, pero aquello marcaba un fin ya intuido y aquella noche confirmado. Los inventores del fútbol ya no eran los dueños del juego. Inglaterra había renunciado a jugar el Mundial hasta 1950 y allí cayó ante Estados Unidos y frente a España. Quedaba claro que algo sucedía, pero se le echó la culpa a lo pesado del viaje y a cierta relajación. Hungría, por su parte, era el gran equipo del momento. Una máquina de juego ofensivo, posiciones cambiantes y victorias estruendosas (20 victorias y 3 empates en sus últimos 23 partidos) lideradas por Ferenc Puskás. Así que, en 1953, para conmemorar el 90 aniversario del nacimiento del fútbol, se programó un Inglaterra-Hungría en Wembley. Inglaterra jugaba un rígido 3-2-5 popular en la época. Hungría no. Hungría era vanguardista. Hidegkuti era un nueve que bajaba a ofrecerse al centro del campo mientras que Budai y Czibor eran dos extremos que se convertían en laterales en posición defensiva. Arriba, tanto Kocsis como Puskás eran del todo menos inmóviles. Hidegkuti anotó al minuto de juego, los ingleses empataron, pero a la media hora del duelo el marcador ya era de 1-4 con dos tantos de Puskás. Recortó Inglaterra antes del descanso, sin embargo, el público ya era consciente de estar viendo algo diferente y despidieron a Hungría con una sonora ovación. En el minuto 55 el resultado era de 2-6. Pero no era el resultado. Era la forma de jugar. Algo diferente. El fútbol total antes del fútbol total. Uno de los tantos de Puskás se produjo tras un control tras pase largo al primer toque, finta para dejar sentado al capitán inglés Billy Wright y disparo seco al poste de la meta inglesa. Aquel control y aquella finta, grabada por la BBC en un tiempo donde la televisión era muy incipiente, quedó para la posteridad como el primer frame de un gesto técnico diferente. Claro que antes había habido regates, recortes y delicatessen varias, pero aquello se podía ver y no solo leer y escuchar. ¡Y era en Wembley y frente a Inglaterra! No sólo eso. Puskás anotaría un gol olímpico lanzando el córner con el exterior de su pie izquierdo. Los ingleses no daban crédito. Al final el resultado fue de 3-6. Y gracias. Inglaterra tiró a puerta cinco veces y anotó tres goles. Hungría lanzó 35 veces (21 a portería) para sumar seis tantos. Aquello fue un estruendo mundial. Meses después Inglaterra devolvería visita en Budapest y caerá por 7-1. Luego perdería el Wolverhampton (campeón inglés) frente al Honved (campeón húngaro). Inmediatamente se creó la Copa de Europa de clubes. Y cuando en 1958 Inglaterra se clasifique para el Mundial nadie la contará ya entre los favoritos al título.

El partido del siglo

4 Brasil 4-1 Italia (final Mundial 1970): México Distrito Federal. 110.000 almas. Brasil-Italia. Dos selecciones luchando por ser el primer país con tres títulos del Mundial. Italia llegó a la final tras una extenuante semifinal ante Alemania. Fachetti, Riva, Mazzola y compañía llegaban al último partido fieles a su estilo, de menos a más y con una fe defensiva granítica. A los transalpinos les encomendaron seguir a ‘los cinco dieces’ hasta a los vestuarios si fuese necesario. Catenaccio a muerte. Comenzaron fuertes y tuvieron dos buenas ocasiones en el primer cuarto de hora, hasta que un mal centro de Rivelino es convertido en gol de cabeza por Pelé. Burgnich, que era el hombre que estaba con O Rei en esa jugada, lo explicó así: “Saltamos juntos, pero cuando yo estaba en la tierra, él seguía en el aire. Yo había pensado para darme ánimo; Pelé es de carne y hueso, como yo. Estaba equivocado”. Pelé cayó del cielo para batir a Albertosi y poner el 1-0. Poco después Clodoaldo hace una frivolidad en el centro del campo, pierde el esférico y Boninsegna empata el partido. Quedaba toda la segunda mitad, pero a Italia se le había acabado la gasolina. Los 45 minutos finales fueron una exhibición canarinha. Las marcas se aflojaron y el primero que quedó libre fue Gerson. De los cinco genios era el menos temido por los transalpinos, por lo que Gerson jugó la segunda parte a placer dando pases milimétricos a diestra y siniestra. Con un precioso tiro desde fuera del área puso el 2-1 en la final. Luego, ya con Brasil jugando a placer, vendría el 3-1 por parte de Jairzinho. Y quedaba el fin de fiesta del 4-1. Un gol que era puro jogo bonito. Una hermosa jugada colectiva que se inició en defensa y en la que sólo faltó que el balón fuese acariciado por un jugador de banquillo. Tras tocar y tocar el balón, el cuero le llegó a Pelé que paró el tiempo y deslizó el esférico a su derecha. La imagen queda en pausa. Uno, dos, tres. A los tres segundos aparece una estampida por el carril derecho que tras un derechazo descomunal ponía el 4-1 definitivo. Era el gol de Carlos Alberto, un gol legendario que culminaba una actuación legendaria. El Brasil del 70 jugó un fútbol digno de las ganas de fiesta de su gente para lisonjear al primer Mundial en color de la historia. Los ‘cinco dieces’ del Brasil del 70 perforaron las redes rivales. Jairzinho fue el máximo goleador del Mundial con siete tantos, Pelé metió cuatro, Rivelino conquistó tres, Tostao hizo dos goles y Gerson anotó uno. Todos brillaron, pero el astro más resplandeciente del firmamento fue Pelé. Todos eran dieces en sus equipos, pero todos revolotearon por el campo cual artistas para goce y disfrute del pasar del tiempo.  

Y gol de Carlos Alberto

3 Brasil 1-7 Alemania (semifinal Mundial 2014): La tarjeta de visita no indica lo que ocurrió aquella noche en Belo Horizonte, Brasil lanzó 18 veces (8 a puerta) por las 14 de Alemania (10 a puerta). La posesión fue 53-47 a favor de los teutones y en pases, regates, saques de esquina y demás variables del Big Data la igualdad era lo imperante. Pero el fútbol es mucho más que números. Son sensaciones. Y lo que sucedió en Belo Horizonte, lo que se dio en llamar Mineirazo, fue un cataclismo psicológico pocas veces visto. A la media hora de juego el marcador era de 0-5 (Müller, Khedira, Klose y dos tantos de Kroos). Brasil había comenzado presionando y generando ocasiones, pero un despiste defensivo tras un saque de esquina originó el primer tanto a los diez minutos de juego. Al poco Klose anotó el tanto que le convertía en el máximo goleador de la historia del Mundial y a partir de entonces lo que se sucedieron fueron una suerte de errores groseros acompañados del silencio y de los lloros del público brasileño allí presente. En la segunda parte Alemania bajó descaradamente el ritmo y aun así en el minuto 69 el marcador era de 0-7. Un tanto de Óscar al poco del final dejaba el resultado en un histórico 1-7. La probabilidad de que Alemania ganara a Brasil por más de seis goles de diferencia era de un 0,025%. El encuentro significó la peor derrota de la selección de Brasil en su historia futbolística. Y tuvo que ser en casa. Y en las semifinales de un Mundial. De su Mundial. Sólo dos de los 23 seleccionados brasileños para el Mundial fueron convocados para la Copa América del año siguiente. Desde entonces los brasileños no han parado de producir porteros y defensas y en todas las grandes competiciones en las que han competido el miedo ha hecho mella en los planteamientos de los partidos, todos excesivamente conservadores para lo que el jogo bonito significó para el fútbol en el siglo XX. Desde 2014 Brasil nunca ha vuelto a ser Brasil.

O Mineirazo

2 España 4-0 Italia (final Eurocopa 2012): Durante un lustro inolvidable España se convirtió en el rey del fútbol Mundial. Los Casillas, Xavi, Iniesta, Villa y compañía confirmaron una realidad inexorable; España detenta la hegemonía del balompié en el siglo XXI. El caso es que toda esa superioridad nunca se vio reflejada en el marcador. Es conocido que el tiki-taka logró con brillo vitorear en Sudáfrica, pero todo a base de 1-0. Así que la final de la Eurocopa de 2012 es considerado el partido más redondo de esa generación dado que al dominio aplastante y a la belleza del juego se le sumó la efectividad frente al arco rival. Aquella España jugaba con dos laterales abiertos que, cuando eran poseedores del balón, se convertían en centrocampistas. Esto hacía de España de un equipo insuperable. Arbeloa y Jordi Alba apoyaban a Busquets en primera fase y dejaban total libertad para armar y crear a Xavi y a Xabi Alonso. España renunciaba a las bandas conscientemente, ya que sabían que nadie sería capaz de quitarles la pelota. Ellos dos junto a Silva, Cesc e Iniesta deleitaban con un rondo inmortal que acabó desquiciando a Italia. La imagen de Iniesta haciendo su icónica croqueta rodeado de cinco italianos forma parte de la esencia de este bendito deporte. España no necesitó de delanteros para marcar cuatro goles. En realidad, el 4-0 refleja lo que fue el partido. Alonso, Xavi, Iniesta y Silva frente a Andrea Pirlo. La batalla estaba decidida antes de empezar. Al descanso el resultado era de 2-0. Si en la primera mitad los transalpinos aun tuvieron algo de vergüenza torera, en el segundo tiempo fueron un pelele. Visiblemente agotados de correr tras el balón no tuvieron capacidad de asustar a un invisible Casillas. Con el partido controlado, los minutos fueron pasando en la segunda parte hasta llegar la sentencia en dos arreones finales. Silva, Jordi Alba, Fernando Torres y Mata fueron los firmantes de un encuentro que le daba a España su tercera Eurocopa enlazando victorias europeas en 2008 y 2012 junto al Mundial de 2010.

La final perfecta

1 Países Bajos 2-0 Brasil (semifinal Mundial 1974): No es el resultado. Es el simbolismo. Brasil era dueña del fútbol. Tanto en resultados como en juego. Holanda era una advenediza. Era su primer Mundial. Eran dos concepciones similares y a la vez diferentes. Brasil proponía un juego vistoso y de toque y Holanda rizaba el rizo al proponer lo mismo, pero a través del orden y el cambio posicional. Aun contaba Brasil con dos de los cinco dieces del mágico México 1970. A Rivelino y a Jairzinho se les había unido Dirceu. Por la banda izquierda se mostraba el excepcional Marinho Chagas. En Holanda, también por la izquierda avanzaba de cuando en cuando Ruud Krol, en el medio dirigía Neeskens, arriba amenazaba Resenbrinck y como jefe de todo estaba Johan Cruyff. Con esos mimbres Holanda ya había avasallado a Argentina (4-0). Roberto Perfumo, capitán albiceleste, dejaría una frase para la posteridad: “Nunca he sentido tanta impotencia. La única forma de parar a los holandeses es con una pistola”. Con todo Brasil seguía siendo favorito. Lo que ocurrió cambió para siempre la forma de ver el fútbol de los brasileños. Holanda dominó de principio a fin. Sus jugadores de ataque cambiaban de posición constantemente y los defensores neerlandeses aparecían de tanto en tanto cerca del área rival. Brasil tuvo que echarse atrás y jugar al contraataque. Lo nunca visto. A pesar de las numerosas ocasiones el marcador no registró goles hasta el minuto 50 cuando Neeskens finiquitaba un excepcional pase de Cruyff. Los siguientes cuarenta minutos están catalogados por muchos periodistas y aficionados como el mejor fútbol practicado por una selección en un Mundial. Tras salida de balón parado una masa de jugadores neerlandeses iba cual hienas en busca del rival con balón. Las jugadas al primer toque de los oranges se sucedieron una tras otra y, aunque únicamente lograron anotar un tanto más (Cruyff a pase de Krol), el daño infligido era mucho mayor que el que irradiaba el electrónico. Brasil tiró la toalla y se conformó con no sufrir una goleada. Brasil dejó de ostentar la hegemonía de la vanguardia en el fútbol y comenzó, aun con muchas reticencias, a defender, a tener miedo. Tardó dos décadas en ganar otro Mundial y lo hizo con muchísimas precauciones defensivas. Holanda perdió la final ante Alemania, pero dio igual. Holanda portaría desde entonces la bandera de la creatividad y del juego ofensivo, bandera que mantiene, a pesar de que la han mancillado en numerosas ocasiones.

Baile neerlandés

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