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Reyes de la noche (2ª parte)

Eurocopa 1996. Fue la última vez que periodistas y futbolistas compartieron hotel de concentración. En cada rueda de prensa de Javier Clemente, seleccionador nacional, acudían los 23 convocados a ver como Javi la emprendía a insultos ante las amenazas de los plumillas. Clemente era íntimo de García. De La Morena no podía verlo delante. El primero recibía información de primera mano, el segundo estaba deseoso en acabar con ambos. En cierto momento Clemente le tirará el micrófono de la SER al suelo a Jesús Gallego, entonces meritorio de la cadena, lo insultará y alzará el puño para pegarle. Nunca llegará el impacto a producirse. Dio lo mismo. Fue portada en el AS y el Grupo Prisa poco menos que tildó de terrorista a Clemente. El follón, por supuesto, estaba servido.

El puñetazo (i); Relaño (director del AS -derecha-)

Fue el punto más álgido de una guerra mediática nauseabunda donde los dos reyes tenían su propia guardia de corps que atizaba de lo lindo. Ese año García se dedica a insultar a De La Morena cada noche hasta el punto de que en su desesperación perderá el sentido común. Es habitual que los periodistas, durante la temporada, disputen una liga de medios en paralelo a la liga profesional. Suelen complementar los equipos con exfutbolistas ya retirados que ejercen de comentaristas. No era el caso entonces. Todos los exfutbolistas declinaban amablemente la poco gustosa invitación. Tras uno de esos broncos encuentros, García dedicó buena parte de su programa a leer el acta arbitral en el que se reseñaba del comportamiento violento de varios periodistas de la SER expulsados por roja directa. Aquello no tenía sentido ninguno y demostraba la desesperación del que, durante dos décadas, había sido el número uno.

García hasta perdió el toque con la Casa Real en 1999 cuando tuvo que esperar en directo al Príncipe Felipe en un incomodísimo silencio para felicitar a los ganadores del Mundial de fútbol sub-20. Aquello no tuvo perdón. Cuatro años atrás, Miguel Induráin, tras ganar su quinto Tour, había estado esperando pacientemente en un hotel parisino a que el Rey Juan Carlos I entrase en la COPE con García mientras los periodistas de la SER allí reunidos no paraban de tirarle cosas a la cara y clamaban porque colgase el teléfono. En el 99 las tornas han cambiado. La cosa no funciona. García marcha de la COPE y es la voz cantante de Telefónica Sport, conglomerado mediático con el que pretende hacer frente a Prisa. Exige pleno control, pero sólo se lo dan en la radio y no tiene voz ni voto en las decisiones corporativas. Se siente traicionado por Telefónica y por José María Aznar, al que nunca le perdonará que no le diese el mismo apoyo que Felipe González le había dado a Prisa. Pero es que Aznar no se casa con nadie y menos con un muerto viviente. García sigue teniendo momentos de lucidez como cuando consigue detener una huelga de Iberia en riguroso directo o como cuando lucha contra Florentino Pérez por la recalificación de la ciudad deportiva blanca, pero ya no es su tiempo. Se retira sin despedirse en 2002 en los micrófonos de Onda Cero con medio millón de oyentes, tres veces menos con los que contaba apenas una década más atrás.

De La Morena es el rey. En 1995 alcanzará una primera posición que ya nunca dejará y llegará a rozar los dos millones de oyentes con la huida de García. No le viene bien. El programa coral, la risa, el lenguaje soez, todo va en aumento. ‘El Larguero’ sirve de imitación para los demás y también para los programas deportivos nocturnos televisivos. Y De La Morena se ve desubicado. Quiere hacer algo más personal, algo más íntimo, quiere denunciar, investigar, algo a lo que le obligaba su rivalidad con García. En 2010 lo echan de la SER, no tanto por malos resultados, sino porque no concuerda con la línea editorial tan desenfadada de la cadena. Al igual que García dará sus últimos coletazos en Onda Cero siendo no ya el segundo, sino el tercero de las madrugadas deportivas.

El último De La Morena

Había sido una batalla tan épica como grotesca. Tan brillante como soez. José María García hablaba pegando patadas al diccionario y al código penal. El objetivo no era tener la mejor entrevista, sino el primer invitado. Conseguir que el deportista de turno fuese el primero en salir a las 00.00 horas era el ‘lev motiv’ de la rivalidad. Para ello se hacía de todo, desde secuestrar telefónicamente al invitado o colocar una grabación en antena simulando un falso directo.

Que García era el emperador del insulto es algo fuera de discusión. El Tribunal Supremo y el Constitucional le condenaron por llamar a Ramón Mendoza “zafio”, “histérico”, “tonto”, “tontito”, “pobre y ruin”, “presidente con el pelo blanco y la conciencia negra”. Sobre De la Morena, García dijo cosas como: “En todos los pueblos hay un tonto, y éste es el tonto de Brunete”, “está loco” o “en vez de acabar conmigo, igual el tontito acaba derrotando él mismo al imperio del monopolio del Grupo Prisa”.

De la Morena también se quedó a gusto: “García es un delincuente acostumbrado a extorsionar, manipular y chantajear”. ”García es el pistolero de la noche. El drama de este país es que ha pasado de la dictadura de Franco a la de José María García. Tiene bajo su bota a todo el mundo del deporte”. “La radio de García ha sido siempre radio hostias”, además de las constantes alusiones a su rival como “pequeñín” o “superratón”. Incluso llegó al paroxismo de llevar al estudio a una persona vestida de butanero al que entrevistó como si se tratase de García.

Retrocedamos y demos unos cuantos pasos atrás. 1981. José Ramón De la Morena tenía 24 años cuando entró en la SER como becario… de José María García. El día que le hicieron la prueba, De la Morena (que vive en Brunete, a 22 kilómetros de la capital) apareció en Madrid a las tres de la madrugada. Le habían citado a las 06.00 a.m. pero los nervios le hicieron ser más que puntual. Al final no lo recibieron hasta las 11 de la mañana. “Pasé ocho horas dando vueltas por la Gran Vía. Yo no tenía ni idea de nada, venía del pueblo, pensaba que, si llegaba un minuto tarde, le darían mi puesto a otro”, recordaba De la Morena entre risas.

Aquel día le dieron el puesto, aunque la ironía es que aquel chaval de pueblo acabaría siendo el azote de García. En ‘El Larguero’ llegará a tener una sección en la que se dedicaban varios minutos diarios a mofarse de García. De la Morena se convertirá en un soldado de Polanco, defendiendo durante años la postura de Prisa y amparando acciones que poco o nada tienen que ver con el periodismo. En 1994, en plena guerra, Prisa llegará a comparar a García con Hitler en una polémica campaña.

El fanático hitleriano de García

Volvamos al inicio de esta historia. 1996. El ‘sorpasso’ se había dado el año anterior, pero en 1996 se enfanga del todo. Antonio Asensio (Antena 3-Grupo Zeta), asesorado por García, comienza a hacer ofertas a los equipos de Primera División de forma individual por sus derechos de retransmisión, algo que hace saltar el tablero de juego, ya que los derechos los venía explotando Prisa, a través de Canal Plus, que los negociaba directamente con la Liga.

Era fétido y obsesivo. Parte del equipo de De la Morena se dedicaba a escuchar en directo a García y seleccionar fragmentos de sus alocuciones para acumular munición y viceversa. Pero es una locura que beneficia a De la Morena, quien en el cuerpo a cuerpo sale ganando. Su audiencia, más juvenil, más gamberra, disfruta con las burlas a García. Llena el estudio de público; la mayoría son estudiantes universitarios. Están admitidos los aplausos, las risas y el pataleo. García se niega a aceptar que eso sea un programa deportivo y lo califica de circo. Tiene las de perder. Cuando dice algo en contra de ‘El Larguero’ inmediatamente es replicado por De La Morena, el cual cuenta con la ventaja de las carcajadas de la chavalada en el estudio. García sigue a solas con sus silencios y su micrófono. De La Morena se transforma en líder al convertir a García en el protagonista de su programa. Otra curiosa ironía.

A García sus excesos acabaron pensándole, pero hay que reconocer que era él solo contra el mundo. Tenía sus influencias, pero ni siquiera dentro de su propio grupo empresarial recibía el apoyo que necesitaba. El ejército de Pancho Villa como García le llamaba. Prisa era un ejército que funcionaba coordinado liderado no sólo por un general, sino por varios. El cambio de guardia definitivo se dio con el fichaje de Figo en el año 2000 por el Real Madrid. García sostiene que es humo, que es mentira. Cuando el capitán del Barça va camino del Bernabéu, tal y como adelanta De La Morena, toda España es consciente de quien es el nuevo rey de la noche.

Hoy García y De La Morena han hecho las paces. Ambos han afirmado que aquellos excesos no tenían ni pies ni cabeza. Mas, lo cierto, es que no era una guerra entre ellos dos, era una guerra empresarial de dimensiones colosales entre poderes fácticos que usaron para su propio beneficio el ego de los dos periodistas que revolucionaron el sentido de la radio española.

“Muchas noches, cuando competía con García y acababa el programa, me sentía sucio y pringoso”. José Ramón de La Morena.

Otras historias de la radio deportiva española

Reyes de la noche (primera parte de la guerra García vs De La Morena)

Muy breves líneas sobre Pepe Domingo Castaño (el hombre que insertó la publicidad en la narrativa radiofónica)

El último baile de Supergarcía (cuando José María García acabó con una huelga de Iberia a través de dos artículos)

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Expresiones del lenguaje deportivo (como los medios deportivos moldean el habla de las personas)


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